La guerra de datos

Por: Axel Cherem

Los datos son parte constitutiva de nuestra sociedad de la información. Su injerencia en la economía, la salud, la política y la cultura es cada vez predominante en el terreno de lo público. En las últimas semanas se desarrollaron hechos que lo demuestran. En primer lugar, la Argentina se posicionó primera a nivel regional y destacada a nivel mundial, en el ranking de Data Science que realiza la consultora Cousera. En el sector académico, la Facultad de Ciencias Exactas (UBA) lanzó la carrera en Ciencias de Datos, una demanda del ecosistema de empresas Software Factory. Finalmente, en la conferencia de extensión del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), del pasado viernes 17 de julio, tuvimos múltiples gráficos, estadísticas y datos con el fin de argumentar fenómenos médicos, pero, también fenómenos sociales.

Con los fantasmas construidos alrededor de las fake news, la posverdad como técnica de auto-confirmación y el sistema de datos, algoritmos y plataformas como el futuro, se torna importante plantear una discusión sobre el rol del dato en la comunicación política. ¿Cómo hacer del dato una herramienta de transformación de la realidad en una sociedad cada vez más determinada por sus interacciones?

El dato político

El pasado 17 de julio, cinco gobernadores de Argentina y el Presidente de la República brindaron un discurso focalizado en la evaluación de los índices vinculados al COVID-19 y sostuvieron argumentos datificados a fin de sostener la extensión del ASPO en los principales focos de contagio. Sin embargo, el abordaje que realizaron Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof y Gerardo Morales son destacables en términos de aprovechar el dato como estrategia política y no como insumo administrativo.

El gobernador de Jujuy fue caracterizado por el Presidente como el ejemplo de rebrote en las provincias “más relajadas” a fin de mantener una política de control y supervisión de la etapa conocida como de Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO). Mediante gráficos con índices de evolución de contagios, el mandatario habló de necesidades culturales de su población, como el “coqueo”, y el rol de las comunidades originarias en el cumplimiento del ASPO, cuando hubo que volver a esa fase. En este caso, el dato terminó siendo una vidriera que sintetizó una práctica política comunitaria.

Por su parte, Axel Kicillof habló de diversidad e hizo foco en la segmentación. Mediante la estructura de anillos, pudo sintetizar la realidad diversa que tiene la provincia de Buenos Aires con el indicador de tasa de contagios cada dos mil habitantes. Esto le sirvió no solo para hacer foco en las políticas implementadas en el gran Buenos Aires (primer y segundo anillo) y La Plata, sino para destacar a la Ciudad de Buenos Aires como el foco principal de contagio en el AMBA. Estrategia política si las hay…

Finalmente, el Jefe de Gobierno Porteño fue el que mantuvo el discurso más centrado en la gestión. “Como siempre, vamos a comenzar por los datos”, dijo. Con un tono muy llano, logró explicar indicadores complejos (como el “r”), hablar de evolución de contagios y sintetizar la estrategia del Plan DetectAr. Sin embargo, el punto más alto en su discurso fue el haber señalado la importancia de las políticas culturales, en este contexto, como las prácticas religiosas, la actividad física y las salidas entre familias.

Más allá de la rigurosidad de éstos planteos (muchas de estas declaraciones fueron desmentidas por miembros de la comunidad), podemos señalar, en el plano discursivo, estrategias de aprovechamiento del dato como insumo de medidas concretas. Los puntos más destacados se tratan cuando la política pública, a simple vista médico-sanitaria, logra llegar al plano cultural. El plano olvidado.

El Presidente de todes

Alberto Fernández tuvo un discurso centrado en la tasa de incidencia acumulada “comparativa”, teniendo en cuenta que América Latina es el epicentro de contagio a nivel mundial. “Argentina está en una situación buena, comparativamente hablando”, sostuvo. Nuevamente, el discurso estuvo centrado en el proceso salud-enfermedad y solo fue un video el que hizo foco en la economía. “Estamos trabajando para volver a esta nueva normalidad, paulatinamente”, sostuvo. Nosotros nos preguntamos, ¿no existen otros temas?

En el año 2004, Sergio Caletti presentó sus “tres notas para un debate sobre política y comunicación”. En este breve ensayo, determinó la importancia del decir, la autorrepresentación y los sujetos en la sociedad de la información. La injerencia de una comunicación cada vez más marcada por el sondeo que por la escucha de la sociedad civil, lo cual devendría en diversas identidades que no se vean representadas por el discurso propuesto por el gobierno y refuercen un sujeto motivado por el antagonismo al gobierno, que por la construcción de un futuro en común.

De eso se trata, de un discurso viciado por el dato duro y vaciado de cultura; no se trata del dato, sino de cómo se aplica en la comunicación política. El Presidente de una Nación heterogénea, multicultural, polarizada se encuentra frente al desafío de (re)construir símbolos que imaginen una comunidad por un objetivo en común.

La nueva normalidad

Volvemos al principio: somos sujetos de la sociedad de la información, de una nación multicultural y de un Estado que alberga diversidades emergentes y políticas. ¿Unificar el discurso o segmentarlo? El gran error se centra en pensar que ambas técnicas no puedan combinarse. No se puede pretender que todes entren por un mismo lugar, ya que, donde unes ven una puerta otres ven una trampa. Tampoco se puede atomizar la política, su fin es el de construir mayorías por intereses en común, ¿cuál es la política en la comunicación política?

Volvemos a Caletti, quien sostuvo que el terreno de la comunicación política tiene que centrarse en la pugna por “el futuro”, como agenda común de la multiplicidad de identidades, como instancia de anhelos de universalidad y como defensa de la particularidad. El pasado 24 de julio, Alberto anticipó el anuncio de 60 medidas económicas para “construir un futuro más definido”. Como señaló un físico en la década del 50, la efectividad de la información se trata de la improbabilidad de su mensaje. Romper con lo obvio y apelar a lo nuevo: “poner a la Argentina de pie”.