El Talibán en el poder afgano, otro desafío mundial (Parte II)

Por: Roberto Candelaresi

Llegan los Marines

Posterior a los atentados en suelo americano, y asumiendo que Afganistán era un santuario para grupos terroristas y que tendrían alguna responsabilidad en aquellos, a pesar que los atacantes eran saudíes, EE.UU. hizo una interpretación sui géneris de la carta de las Naciones Unidas, en el sentido que el legítimo derecho a la defensa incluye una invasión preventiva al país que refugie a sus enemigos o permita preparar ataques a suelo o intereses norteamericanos. Sus objetivos de justificación fue aniquilar a Al Qaeda y derrocar al gobierno talibán, sus protectores.

La ocupación estadounidense, a sangre y fuego, destruyó aún más el país, y dejando aún menos fértil un país infértil y 240.000 víctimas directas por los combates o bombardeos. Sin embargo, la invasión contó con cierta legitimidad doméstica, ya que un sector de la sociedad la apoyaba, naturalmente la que rechazaba el poder teocrático talibán. A lo largo de estos 20 años EE.UU. aumentó y disminuyó el número de tropas en Afganistán, en función de la situación en el terreno.

Como ocurre en estos casos de “patrocinio” de una potencia, se impuso un gobierno interino en primera instancia [Hamid Karzai] que luego se consolidó mediante procesos electorales, gobernando hasta el año 2014. La lógica de la “guerra contra el terror” se impuso, y terminó por reducir el papel de la comunidad internacional fundamentalmente a su presencia militar, que por cierto, durante la gestión del demócrata Obama tuvo su pico de tropas desplegadas en este país.

El talibán se enfrentó a las fuerzas afganas arrebatándoles territorios y manteniendo su presencia en distintos puntos del país. No obstante, las tropas estadounidenses y de la coalición lograron, hasta cierto punto, contenerlos. En 2014 cuando las tropas de la OTAN abandonaron la misión de combate, estos grupos talibanes aprovecharon y se fortalecieron hasta volver a tomar el poder como acaban de hacer.

Mientras tanto, poco se hizo para reedificar la infraestructura del país, pese a los ingentes recursos que erogaban los Estados Unidos para sostener su campaña y lograr la “simpatía” de la sociedad civil. No más de entregar gratuitamente buenas impresiones del Corán a la población en general.

Fuerzas estadounidenses en Afganistán

Una vez más, los norteamericanos, pese a contar con gran concentración de analistas, comunidad de inteligencia sofisticadamente equipada y reputados estrategas (civiles y militares), fracasan al diseñar su estrategia, básicamente por desconocer la estructura social profunda del pueblo afgano y su rica historia, no reconocer ni respetar sus dinámicas culturales o religiosas, reducir sus acciones a una lógica militar, conducir su análisis en la llamada “guerra contra el terrorismo”, considerando que determinadas operaciones cívico-militares, en la denominada campaña ” Ganando corazones y mentes”, fueron suficientes sin abordar las causas estructurales de la crisis, entregando su fallido control sobre la seguridad a las milicias locales, prescribiendo también elecciones altamente fraudulentas [falsa democracia] y, como si todo eso fuera poco, guiando al gobierno con políticas neoliberales.

Algunas pautas colaboradoras al fracaso fueron:

  • Un enfoque no nacional, sino regional y sin soluciones estructurales;
  • Proyectos pensados a corto plazo;
  • No tener en cuenta a las poblaciones locales, tribales, de complejo entramado entre sí.

Uno de los condicionantes graves al poder central de Afganistán, con sede en su capital, y que entendemos determinó la precipitación de su caída, es que el poder local ha estado sostenido precisamente en los “señores de la guerra”, jefes tribales [o sus representantes] que dictan las normas tanto desde el parlamento como desde el terreno. El ejecutivo nacional siempre estuvo confinado a la región metropolitana de Kabul por una cuestión de seguridad, por lo tanto, aquellos son un para-Estado, definido por un antiguo ministro de Finanzas como: un “Estado fallido narco-mafioso”.

Otra falla del estrepitoso fracaso, se vincula con el aumento del número de víctimas asociadas con el conflicto armado. Asimismo, falló la táctica de transferir el peso del conflicto armado a las fuerzas de seguridad locales, entrenándolas y equipándolas, sin considerar el odio sembrado por tantos asesinatos perpetrados por las fuerzas de ocupación – incluyendo los eufemísticos “daños colaterales” a la población civil – que explica la importante cantidad de “infiltrados” que como vindicta producían atentados contra sus ‘entrenadores’.

Como único aspecto rescatable durante esta prolongada ocupación de la OTAN, es la reincorporación de las femeninas al sistema escolar, pero al mismo tiempo, el gobierno patrocinado, fue carente de toda política social y económica pensadas para el desarrollo, apenas mejoraron algunos indicadores de desarrollo humano, pero comparado con la época talibán anterior, pues si se los mide en función del desarrollo afgano de las décadas del 70 y del 80 (en la era “comunista” se consagraron algunos derechos sociales), en la actualidad están muy por debajo y, en un marco de violaciones de derechos humanos, bombardeos indiscriminados a centros de salud, a ceremonias religiosas, a bodas y a muchos bienes civiles, por lo tanto persistieron deudas sociales y humanitarias, pendientes hasta hoy –[el senado norteamericano solicitó una investigación sobre las inversiones millonarias en Afganistán cuyo resultado fue lapidario: la presencia de EE.UU. no había contribuido en nada al desarrollo del país ]– y seguramente agravadas de ahora en más bajo la tutela del Talibán.

Redondeando el perfil del país, no podemos soslayar el cultivo del opio, fuente de financiamiento para los rebeldes como para los campesinos dedicados a ello. En los ’80 los cultivos ilícitos se volvieron la única forma de supervivencia en algunas zonas del país, pero esto alimentó también la economía de la guerra. El país que es responsable del 92% de la producción mundial del alcaloide. Naturalmente para tal volumen se requiere recursos que superan a los productores, por lo que en el negocio siempre han participado las élites del país. La OTAN experimentó con programas de sustitución de los cultivos, recurriendo al azafrán en el proyecto, sin embargo, una vez se logró la cosecha no había vías adecuadas para su distribución y comercialización. Por eso, la gente terminó abandonando el plan y sumándose a los cultivos ilícitos.

De cualquier modo, con datos estadísticos confiables se sabe que la producción de la amapola tuvo en estos años un crecimiento geométrico, por tanto, su tráfico acusó el mismo impacto. Si el espacio aéreo estuvo siempre dominado por la OTAN, lo mismo que los pasos fronterizos (Afganistán no tiene litoral), no se entiende como las redes internacionales que reducen lucrativamente la droga no tuvieron mayores contratiempos, y sí se persiguió a los campesinos que apenas sobreviven forzados por carecer de opciones.

Hoy el país sufre las consecuencias de las guerras de ocupación inglesa, soviética y estadounidense; del mercado interno e internacional del opio, y del atraso agravado por un modelo neoliberal, mientras los talibanes retoman el poder y con miras a crear un emirato islámico, y los afganos están de nueva cuenta a su suerte sabiendo que esta vez nadie va a venir a rescatarlos. Nada prometedor para su futuro.

Otras lecciones

Esta ha sido la guerra mas larga y costosa para los EE.UU. No solo en dinero ya que el costo es cercano a los 2 billones de dólares, sino por las vidas perdidas que en conjunto con la coalición asciende a más de 3.500 bajas. Si ponderamos las vidas afganas y otros extranjeros en el suelo pastún, son centenas de miles los muertos, y millones de refugiados. El costo en imagen en el mundo musulmán del centro y sur de Asia, es imponderable para la potencia hasta ayer hegemónica. Y el resultado un perfecto fiasco –más allá de lo que el spokesman de la casa blanca anuncie ahora–, fue volver a 2001 para el propósito declamado y el profundo.

Es obvio que los Estados Unidos se quedarán en la vecindad, para seguir de cerca la evolución de los acontecimientos y el curso que, asentados en el gobierno, el talibán tome en términos geopolíticos. De hecho, están negociando con países de la zona, ampliar sus ya existentes bases militares o erigir nuevas.

Sin tomar nota de la experiencia soviética que duró 10 años y acusó 15.000 bajas, tentados tal vez por la posibilidad de dominar un territorio ventral en el Asia, que lo acerca al Heartland o Área pivote, –centro de poder geopolítico según la teoría de Mackinder, bajo el dominio de la Federación Rusa–, Washington comete el error político de asentarse en la región bajo la concepción de conjurar una amenaza evidentemente exagerada, y, una vez más, como ya apuntamos más arriba, sin una profunda comprehensión de la sociedad multi tribal afgana pretender imponer cánones e instituciones de la democracia occidental. Proyectos que, por lógica, nunca arraigan por estar disociados de la cultura del pueblo donde pretenden imponerse.

Los soviéticos en su aventura, también habían tratado de imponer “con el martillo” – y mediatizados por el gobierno ‘marxista’ local que a su vez había conquistado el poder de facto, – un progresismo social que solo prendió parcialmente en las clases urbanas, al punto que el mismo gobierno local, ante la salida de las tropas del ejército rojo derogó una constitución social que consagraba derechos humanos y civiles básicos. Es imposible imponer una forma progresiva de gobierno a los campesinos y guerreros sin cambiar una estructura feudal perpetuada a través de milenios, incluso en vastas zonas rurales (mayoría del territorio y población) el problema persiste hoy.

Las distintas administraciones norteamericanas no reconocieron el fracaso político de la misión, hasta el colapso final, con lo cual el costo ha sido innecesariamente alto para todos, especialmente para el perdidoso mayor que es el pueblo afgano. Incluso en el aspecto militar, similarmente a la “guerra” anterior, después de los éxitos iniciales de la Operación Libertad Duradera, las fuerzas de la Alianza permanecieron varadas en el país de Asia Central, incapaces de controlar el vasto territorio del país, y se concentraron en centros de población clave y rutas de comunicación, mientras que regiones enteras estaban controladas por los talibanes.

Claro que, como empresa de la OTAN, muchos contratistas en una prolongada campaña con gastos desmesurados se vieron beneficiados, seguramente los únicos gananciosos junto a los talibanes. Sin duda no el pueblo, dado que las inversiones no se dirigieron masivamente a la construcción de infraestructura civil para la posguerra. Apenas unos centros médicos y escuelas. Afganistán sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, hundido en la inestabilidad y aún más destruido y devastado que antes de las invasiones.

Respecto a los valores democráticos en términos tradicionales occidentales, aunque el temor que producen los rebeldes talibanes, seguramente inhibirá demandas y reclamos, está por verse cuan profundo pudieron arraigarse si se desarrollan protestas dentro y fuera del país, y como se procesan y resuelven. Las lecciones son para todos, el Talibán deberá sostenerse también con la férrea oposición de muyahidines que no comulgan con su proyecto, y que han estado presentes (activos) por décadas, también enfrentando invasores e imperialismos.

Habiendo pactado con el gobierno norteamericano en las conferencias de Doha el retiro de sus tropas y las aliadas, a cambio de no permitir el asentamiento de Al Qaeda u otro grupo extremista (Estado Islámico) en territorio afgano, entienden mejor hoy el poder de la imagen en el concierto de las naciones, y el probable aislamiento en que quedarían de abusar ‘demasiado’ de su régimen.

De Al Qaeda al DAESH: la mutación yihadista tras la muerte de Bin Laden
Al Qaeda y una imagen de su histórico líder, Osama Bin LAden

Sería lo aconsejable si pretenden una paz verdadera y reconstruir el país, cambiando a la explotación de recursos más aceptables y cuyas finanzas puedan dominar, a diferencia del negocio del opio, cuya plusvalía permanece en manos ajenas. Pero también deberán volver a sus antiguos lemas para lograr estabilidad: “luchar contra la corrupción” y “dar seguridad” [LÉASE PAZ] a los afganos. A su favor, se debe reconocer que los talibanes también parecen estar ganando la guerra de la propaganda y la batalla de la narrativa. Esto ha elevado la moral de sus contingentes y les ha dado una sensación de unidad, mientras que el gobierno bancado hasta su huida por EE.UU. y aliados, no goza de buena imagen por la sospecha de corrupción e ineficacia. Se verá si logran cooptar más voluntades.

Visión geopolítica

Por mucho tiempo, Afganistán ha sido el campo de batalla de potencias extranjeras. Desde el siglo XIX en que se enfrentaban los imperios británico y ruso por controlar Asia Central, esa contienda se conoció como “El Gran Juego”. Desde finales del siglo XX las luchas del movimiento de resistencia (muyahidines), siempre fue apoyado (más o menos veladamente) por potencias extranjeras con intereses hasta cruzados: Estados Unidos, Pakistán, China y Arabia Saudita, entre otros países.

Ante el egreso de la milicia occidental, todos estos grupos paramilitares vuelven a desplegarse libremente en el terreno, lo que supone un retroceso en el único logro objetivo geopolítico que perduró mientras duró la ocupación en el terreno del contraterrorismo internacional. En efecto, mientras duró, la presencia militar y de seguridad occidental allí tuvo éxito en su objetivo de que no haya ningún ataque terrorista planeado desde Afganistán.

Hoy existe un nuevo juego de intereses regionales e internacionales. India y Pakistán compiten por influir en Afganistán (lid que se cree dio origen al Talibán), pero también persiste la rivalidad NATO y la Confederación Rusa, la primera avanza siempre casi hasta las fronteras de los eslavos.

Pero veamos los intereses en juego de sus vecinos y las potencias vinculados a Afganistán:

Pakistán: comparte una larga frontera (línea Durand, de cuando los británicos marcaron límites de la gran India) en la historia de la cual, prevaleció la mutua desconfianza. Lo sensible no obstante en el presente, es que una masiva afluencia de refugiados desestabilice al propio país, teniendo presente que la etnia residente es predominantemente pastún como señaláramos al comienzo, y podrían ocurrir ataques transfronterizos.

En la actualidad ya cuentan con 3 millones de refugiados, y sus autoridades se manifestaron por negarse a acoger más, y eso es una crisis en ciernes. El problema mayor para este vecino es si estalla una guerra civil, entre facciones y el Talibán, como parece insinuarse en algunas regiones, pues la paz regional se aleja si el conflicto, aunque sea en el interior de un país escala.

Si bien oficialmente el gobierno pakistaní (aliado de EE.UU.) niega haber formado a los talibanes, se conoce que muchos de sus militantes fueron formados en madrasas (escuelas religiosas) en ese país, amén del ya citado caso de la protección a Osama Ben Laden.

Finalmente, un dato significativo: Pakistán también fue uno de los tres únicos países, junto a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU), que reconocieron a los talibanes cuando tomaron el poder, y fue la última nación en romper relaciones diplomáticas con el grupo.

Irán: comparte una permeable frontera por donde fluyen migrantes, refugiados, drogas y grupos armados, y esto define sus relaciones con los talibanes. Adicionalmente la inteligencia americana, cuanto la del gobierno afgano dependiente, señalan que la Guardia Revolucionaria Islámica, ha brindado apoyo financiero y militar a los talibanes.

La Fuerza Quds de Irán (poderoso brazo paramilitar de élite del Cuerpo de la G. R. Islámica y considerada por la OTAN como terroristas), según el politólogo estadounidense Seth Jones, se encuentra ampliando su presencia clandestina en Afganistán y desde allí buscaría apoyar a milicias y grupos políticos en la región con el fin de promover los intereses iraníes.

Compartiendo la hostilidad hacia las potencias occidentales – especialmente G. Bretaña y EE.UU. – con los talibanes, se deduce que existe una lógica cooperación de seguridad de Irán con aquellos. Mas allá de haber acogido a algún líder talibán como residente temporal en suelo persa, a finales de 2018 Irán reconoció recibir delegaciones talibanes con el propósito de resolver problemas de seguridad de Afganistán, con el supuesto consentimiento del gobierno afgano.

Qué es la Fuerza Quds?
Líderes de la Fuerza Quds

China: tiene intereses económicos como la expectativa de explotar cobre en la región de Mes Aynak. Pero imaginamos su mayor preocupación es que a partir del triunfo talibán, si se consolida este, que los grupos islamistas que operan en la región de Xinjiang (oeste), tomen fuerza.

En efecto, en ese territorio operan grupos extremistas uigures y del Partido Islámico del Turquestán (organización islamista fundada por yihadistas uigures), por lo que los chinos estarán interesados en hacer contraterrorismo en Afganistán, debido a aquellas actividades.

Es un dato cierto que, si los grupos islamistas se tornan más fuertes, pueden cruzar las fronteras y aumentar los problemas de autonomía que le plantean al gobierno central chino, el que ya ha desplegado en la región una fuerte represión que incluye hasta acusaciones de “genocidio”, por lo que a la potencia emergente no le conviene ninguna exposición negativa a su imagen de creciente poder pacífico y respetuoso.

Pero además de las preocupaciones en torno a su seguridad, desde hace mucho tiempo China ha mostrado su interés en hacerle contrapeso a Estados Unidos en la región. Por lo que la salida de EE.UU. de Afganistán con toda su parafernalia, cuenta con el beneplácito oriental.

Rusia: su interés en superficie, se limita a garantizar la seguridad de las fronteras de sus aliados en Asia Central. Sin embargo, aún considerándolos “terroristas” desde 2003, Rusia ha organizado en los últimos años rondas de conversaciones con talibanes y otras fuerzas de oposición, sin incluir a miembros del gobierno afgano.

Los dirigentes de Afganistán, ahora en el exilio, sólo han sido invitados a una conferencia internacional celebrada en Moscú en marzo de este año, en la que también participaron representantes de la llamada “troika ampliada”: Estados Unidos, China, Rusia y Pakistán.

Desde el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington, su director, el ya citado Seth Jones, sostiene que “Rusia ha estado ayudando al Talibán, no sólo con su diplomacia, sino también con dinero y posiblemente inteligencia”.

Lo que es objetivamente plausible es que Rusia actúe tratando de expandir (nuevamente) su influencia en zonas que considera dentro de su esfera de proyección, como precisamente Asia del Sud, entre otras (Europa del Este, Medio Oriente, etc.), para lo cual debe esforzarse para contrarrestar el poderío de Estados Unidos en esas regiones. Doble razón para reivindicar el orgullo nacional eslavo ayudando al Talibán, para socavar el proyecto norteamericano en Afganistán, vengándose así de la movida de los yankee cuando éstos subsidiaban, armaban y entrenaban a los yihadistas para que combatan a los soviéticos en la década en que ocuparon el país, bancando al gobierno comunista local de ese entonces.

Por otro lado, también le preocupa que el terrorismo avance en la región, pues Rusia tiene un largo historial de ataques yihadistas en el Cáucaso. Especialmente le alarma a Moscú el Estado Islámico, su declarado enemigo, enemistad que también comparten con el Talibán, y de allí esa alianza semi oculta.

Afganistán es un país clave para Rusia, está en pleno centro del juego geopolítico. Su ubicación lo hace a la vez interesante y peligroso, porque tiene frontera con aliados de Rusia; Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán. Rusia hará lo posible para que el Estado Islámico no se acerque al norte de Afganistán, amenazando a sus aliados y poniendo en riesgo sus propios intereses.

Estados Unidos y aliados: muchos expertos consideran que la retirada total fue un error ya que el avance y control del país por parte del Talibán, puede convertir ese territorio en un “santuario de grupos extremistas”, una amenaza verosímil. En este sentido, se presume que el Talibán sigue manteniendo “operaciones estratégicas y planes tácticos” con al-Qaeda.

Lo cierto es que los rebeldes avanzaron ocupando todo a su paso a una velocidad inusitada, una vez que se replegaron las tropas occidentales de las ciudades que, aunque escasas, resultaban disuasivas. Con el control talibán del país, Estados Unidos ya no podrá limitar la intrusión rusa, china e iraní en esa nación, y eso constituye una pérdida sensible de una herramienta geopolítica clave.

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Así como en su momento EE.UU. auspició a Al Qaeda para combatir la presencia rusa en Afganistán, y luego sus combatientes, bajo la dirección de Osama Ben Laden participaron en otros conflictos alrededor del globo, a pedido de la CIA, Kosovo fue un caso, el oeste de China (Xinjiang) colaborando con los uigures islámicos, etc., también favoreció a los talibanes en sus orígenes (’90) pues apostaron a ese grupo para hacerse con el poder y estabilizar al país, pero en este caso su objetivo no era solo político, sino geoeconómico.

The crux of the matter (el quid de la cuestión)

En torno al mar Caspio existen promisorias reservas de petróleo y gas, sin embargo, para transportar la energía a Occidente, se plantea un cuestión logística y geopolítica. Se debe instalar un gran oleoducto y gasoducto existiendo para el sitio 3 alternativas de tendido que pasan por: Rusia, Irán o Afganistán. Pues bien, siendo los dos primeros rivales geoestratégicos de Estados Unidos, la opción afgana era la más viable.

De allí todos los esfuerzos que hizo la gran potencia en realidad, para derrocar a los ya no confiables talibanes y colocar un gobierno títere mediante un remedo de democracia, para asegurarse la estabilidad necesaria para la construcción y la operación del ducto en cuestión, instrumento de la carrera por los recursos energéticos de Asia Central.

Las empresas petroleras estadounidenses involucradas en el proyecto de la construcción son UNION OIL de California y UNOCAL, y sus asesores fueron designados por el gobierno civil de Afganistán en sus carteras, incluyendo un primer ministro.

En 2002 se firmó un acuerdo para la construcción con el concurso de Turkmenistán (yacimiento) Pakistán (Puerto), y Afganistán (territorio atravesado). La jugada resulta audaz pues se trata del “vientre” de la ex Unión Soviética, una región remota y parte del Heartland que ya citamos. Esta nueva esfera de influencia de los americanos, se acaba de vulnerar severamente.

Conclusiones

La guerra mas larga y costosa de Estados Unidos, tuvo un resultado incierto, pero con sabor a derrota. Para el pueblo afgano solo volver a la represión y disminución de derechos consolidados, pero además, a pesar de las enormes cantidades de ayuda, los resultados son pasmosos: casi la mitad de la población vive hoy en la pobreza. La mortalidad infantil es una de las más altas del mundo y la esperanza de vida una de las más bajas.

El cultivo de opio se había casi erradicado, desde la invasión de la “Alianza”, creció su producción geométricamente. Actualmente más del 80% de la heroína del mundo se produce en Afganistán. La guerra provocó 5,5 millones de refugiados. Es probable que esta cifra aumente ahora considerablemente.

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El costo en vidas humanas fue elevado, 47.000 civiles, 66.000 soldados y policías afganos, unos 51.000 talibanes y otros rebeldes. El precio de la OTAN fueron casi 4.000 soldados estadounidenses y 1.100 soldados de otros países de la Alianza Atlántica.

Tras 20 años, se volvió al punto de partida, pero con miles de vida sesgadas y enorme dilapidación de fondos. Sin haber reconstruido lo imprescindible en Afganistán para el desarrollo económico y el beneficio de sus gentes.

Fue solo una catástrofe, un fracaso rotundo del modelo occidental para intentar cambiar un país como Afganistán sin comprenderlo. Pero tal vez lo más grave, es que un país de 40 millones de habitantes, enclavado en una zona geopolítica de máxima sensibilidad, tenga de ahora en más, un gobierno de fanáticos no dispuestos a respetar DD.HH. ni protocolos democráticos. LA SOBERBIA Y AVARICIA OCCIDENTAL OTRA VEZ PRODUCE RUINAS EN LA HUMANIDAD TODA. Agosto de 2021