Aunque la medida apunta a garantizar la cobertura en salud mental, distintas organizaciones advierten que refuerza el estigma y la patologización de las identidades.
A través del decreto Nº 009-2024-SA, Perú calificó a la transexualidad, al travestismo y al “trastorno de la identidad de género en la niñez” como trastornos de salud mental. Esta decisión se da en el marco de la actualización de los beneficios mínimos que recibe una persona afiliada a un seguro de salud público, mixto o privado, y se basa en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) que adoptó la Organización Mundial de la Salud en 1994. Más allá de que el decreto asegura la provisión de medicamentos y “las garantías explicitas de oportunidad y calidad para los beneficiarios”, diversos colectivos piden su derogación ya que refuerza el estigma hacia las personas trans y el ministerio de salud se basa en una norma que perdió vigencia en 2022. Por eso, más de 400 profesionales de la salud mental y más de 170 representantes de derechos humanos exigen revertir esta medida.
“La decisión del gobierno peruano se contradice con lo planteado por la Organización Mundial de la Salud, que en el año 2018 dejó de considerar al travestismo como una enfermedad mental. Además, esta medida implica un retroceso en términos de conquistas de derechos, donde pensamos a las identidades como algo personal e individual. Con este decreto se vuelve a la mirada biologicista donde se patologiza a los cuerpos y a las identidades pensando solo desde una mirada binaria y medicalizante de las personas”, señala María Eugenia Dichano, especialista en género de la Universidad Nacional de Quilmes, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Por su parte, el gobierno peruano ratificó que el decreto se realizó “para garantizar que la cobertura de atención sea completa en salud mental”. Además, a través de un comunicado, el ministerio de Salud sostuvo que “la diversidad de género y sexual no son enfermedades” y que respeta “a las identidades de género, así como nuestro rechazo a la estigmatización de la diversidad sexual en el país”.
Diversas organizaciones señalaron que este decreto podría dar lugar a las terapias de conversión, que consisten en convencer a las personas que es posible cambiar su orientación sexual o identidad de género. “Plantear que el travestismo, la transexualidad y la homosexualidad son trastornos mentales es un retroceso ya que no se piensa a la identidad como una construcción sociocultural y una vivencia personal, sino como un trastorno o una patología que podría ser tratada. Además, el decreto piensa a la orientación sexual como un trastorno psiquiátrico que puede ser modificado, y no como una elección de las personas”, resalta Dichano.
En este sentido, el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos advirtió que, con esta medida, “el ministerio de Salud legitima prácticas discriminatorias como las terapias de conversión, la violencia y los estigmas hacia las personas LGBTI” y solicitó “eliminar la patologización de la diversidad sexual y de género”.
El caso peruano es solo una muestra de lo que sucede en muchas regiones del mundo. De hecho, el biógrafo de Javier Milei, Nicolás Márquez, calificó a las personas homosexuales de tener una conducta insana y autodestructiva. Además, definió a la homofobia como un “invento idiomático”. La respuesta llegó desde Manuel Lozano, director de la Fundación si, quien contó que el psicólogo al que lo llevaron le decía que era un enfermo y le sugería suicidarse por ser homosexual.
Por eso, la medida implementada por el ministerio de Salud de Perú podría reforzar una mirada que atenta contra la salud física y psicológica de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero, travestis e intersexuales.