La agroecología, entre la cooptación y su potencial transformador

La movilización de las organizaciones de la agricultura familiar, campesina e indígena de los últimos años, en conjunto con otras organizaciones del movimiento por la Soberanía Alimentaria, y la cada vez más insoslayable necesidad de transformar el propio sistema agroalimentario, han transformado a la agroecología en la proposición precisa para el asentamiento de las bases en pos de la construcción de sistemas alimentarios justos y sustentables; tanto para organizaciones de la sociedad civil como para tomadores de decisiones.

Redacción: Agustín Pons

En el seminario web “La agroecología en disputa” disertaron Georgina Catacora-Vargas de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA); Miriam Nobre de SOF/Marcha mundial de Mujeres; Pablo Galeano de REDES-Amigos de la Tierra Uruguay;  “Pancha” Rodríguez de ANAMURI, Pablo Galeano de REDES – AT Uruguay y Carlos Vicente de Grain y Acción por la Biodiversidad, en torno a las diferentes manifestaciones del proceso de cooptación de la agroecología. 

De los expositores y las expositoras del seminario virtual haremos particular hincapié en Georgina Catacora-Vargas de la SOCLA quien, en representación de la academia, dará a conocer los actores y las formas involucrados en los procesos de cooptación de la agroecología; y en Pablo Galeano de REDES-Amigos de la Tierra Uruguay cuya intervención giró en torno a los obstáculos acontecidos sobre el Plan Nacional de Agroecología en su país luego de la asunción del nuevo gobierno en 2020.

Logotipo de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios convocada por la O.N.U desarrollada el 23 de septiembre.

El 23 de septiembre se llevó a cabo la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios convocada por el Secretario General de Naciones Unidas, en el marco del acuerdo de asociación estratégica entre las Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial. Esta cumbre es una pieza clave en la avanzada de las empresas transnacionales hacia la cooptación del debate sobre cómo transformar los sistemas alimentarios y cuáles serían los sujetos socioeconómicos y políticos clave para dicha transformación. 

En primera instancia el proceso de la Cumbre ignoró a la agroecología, para luego incorporarla pero de forma muy diferente a como la conciben y viven el campesinado, los Pueblos Indígenas y otros productores a pequeña escala.

Allí está el meollo de la cuestión. El creciente reconocimiento ha impulsado a una ola multiactoral a intentar cooptar el término “agroecología”. Desde las grandes corporaciones, algunas grandes ONG, Estados y hasta la misma academia avanzan en su propia interpretación de la agroecología. Una interpretación, por cierto, que la define como un conjunto estrecho de soluciones tecnológicas, dejando a un lado las propias dimensiones políticas, económicas, sociales o culturales que conlleva.

Georgina Catacora-Vargas, presidenta de la SOCLA, expuso sus reflexiones en función del sector que representa: la academia. Ahondando sobre los procedimiento de cooptación sobre el concepto de agroecología, sostuvo que dicha noción se refiere a “aquellos procesos que intentan modificar los objetivos y las características de la agroecología llevados a cabo por grupos de interés intentando tomar ventaja, en este caso, del posicionamiento y del reconocimiento que ha tenido y que tiene la agroecología, pero que en verdad no tienen un verdadero compromiso hacia ella”.   

En lo que respecta a las formas que constituyen dichos procesos de cooptación están, por ejemplo, la política a través de la cual se despoja de dicha dimensión a la agroecología, “presentándola sólo como un enfoque o un abordaje técnico”; o la dimensión económica que da como resultado la “’elitización’ del consumo”. Se crea sentido en pos de la consideración como un producto de elite llevar adelante una alimentación saludable. “La agroecología aspira totalmente a lo contrario”, sostiene Catacora-Vargas. [La agroecología] aspira a la democratización y a la popularización de la alimentación saludable, especialmente de aquellos que tienen menos y que están en situaciones más vulnerables o marginales”.

Si nos enfocamos en qué actores están involucrados detrás de estos procesos de cooptación de la agroecología tenemos que hacer alusión a “los grupos vinculados a los agronegocios, aquellos que están ligados a los procesos agroindustriales corporativos cuya intención es tratar de aprovechar este reconocimiento que ha adquirido la agroecología como generador de salud”.

Por otro lado, remarca Catacora-Vargas, esta “cooptación corporativa” no sólo está protagonizada exclusivamente por actores económicos, es observable también a nivel institucional, entre ellos están los organismos internacionales, las instituciones financieras, etc. Éstas se restringen sólo a la parte técnica de la agroecología, sin abordar sus otras dimensiones: sociales, culturales, económicas o políticas. Lo que hacen es una selección de algunos elementos técnicos con el fin de mantener el status quo”.

La academia, sector al cual representa, es otro actor sumamente funcional a los procedimientos de resignificación corporativa de la agroecología. “La academia es instrumental a estos procesos de cooptación a través de contenido de enseñanza que van estableciendo ciertos paradigmas de tipo de relacionamiento con el entorno ecológico o un paradigma de producción sin fin en un planeta con limitaciones y con comunidades y grupos sociales también con limitaciones”.

También, agrega la presidenta de la SOCLA, “la academia ha apuntado hacia una suerte de monocultivo del conocimiento en la sólo una forma de producción es posible”. Ésta, en la inicial trayectoria que ha tenido, ha demorado a la agroecología principalmente por su propuesta tecno/científica. 

“La agroecología aspira a la democratización y a la popularización de la alimentación saludable, especialmente de aquellos que tienen menos y que están en situaciones más vulnerables o marginales” (Foto crédito: Sudestada)

En el cierre de su intervención subraya la propuesta de la agroecología libre de los intentos de apropiación y resignificación del término: “Es una ciencia transformativa y transdisciplinar abordada desde múltiples metodologías; contextualizada y no estandarizada; inclusiva de diferentes actores y por lo tanto de sus saberes, destinada a la restauración no sólo ecológica, sino también social”.

Y resaltando en el rol de la academia, ésta debe evitar estar al servicio de los procesos de cooptación de la agroecología. Más bien debe apuntar a “generar una ciencia transformativa a partir de la agroecología”.

Plan Nacional de la Agroecología en Uruguay

En términos concretos, este intento de cooptación se está llevando adelante en países de la región, entre ellos Uruguay, donde se pone en peligro el Plan Nacional de Agroecología formulado durante la gobernación del Frente Amplio. 

Pablo Galeano sostiene que entre varias organizaciones, entre ellas la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas, la Red de Agroecología y la SOCLA, promovieron la existencia de una política política a nivel nacional vinculada a la agroecología en Uruguay. “Si bien algunos gobiernos municipales y departamentales han tomado algunas iniciativas, nunca en Uruguay hubo un plan a nivel nacional”.

Fue en el año 2015 que este conjunto de organizaciones lograron que el Frente Amplio, previo a las elecciones, “incorporara en su programa de gobierno la necesidad de tener una política pública de promoción de la agroecología”, sostiene Pablo Galeano.

En diciembre de 2018 el Parlamento aprobó la Ley 19.717, la cual declara de Interés General la Promoción y el Desarrollo de Sistema de Producción, Distribución y Consumo de Productos de Base Agroecológica, además de “haber logrado apareciera el concepto de Soberanía Alimentaria dentro del texto de ley”, remarca Galeano.

Por otro lado, la ley explicita como sujeto principal de estos sistemas de producción los “productores familiares agropecuarios, así como los sistemas de producción agrícola urbana y sub urbana”. 

Además de lo anterior, la ley 19.717 prevé la creación de una Comisión Honoraria, en la cual se logró que tuviera una participación equitativa entre Instituciones del Estado y Organizaciones. Pero el propio Frente Amplio tardó en convocar por oposición del Ministro de Agricultura: “Él dijo que desde el Ministerio ya se estaba haciendo Agroecología a través de los procesos de intensificación sostenible que estaban promoviendo”, se lamenta Galeano.

Pero todo se modificó drásticamente con la llegada de la coalición de derechas al Ejecutivo Nacional Uruguayo, al ganar las elecciones de diciembre de 2019. Hacia mediados del año pasado se oficializó el cambio de presidente de la Comisión por un “agente de los Agronegocios bastante conocido aquí en Uruguay” Eduardo Blasina. 

La llegada de Blasina a la presidencia de dicha Comisión para el Fomento de la Agroecología significó un duró revés para la concreción del Plan Nacional para la Agroecología. “El nuevo presidente leyó el informe preliminar sobre la propuesta y no le gustó para nada. Convocó a los grupos de trabajo encargados de la elaboración del informe y dijo que si no cambiaban el contenido del Plan el mismo no iba a funcionar”.

Eduardo Blasina, presidente de la Comisión Honoraria del Plan Nacional para el Fomento de la Producción con Bases Agroecológicas. (Foto crédito: Rodrigo López)

Eduardo Blasina se amparó en primera instancia para rechazar el contenido del informe preliminar del Plan Nacional de Agroecología en que “no era laico”. Es decir  que carecía de neutralidad ideológica, “como si eso fuera posible…”. En otro orden de cosas, por no ser inclusivo, ya que argumentó que “el sector agroexportador tenía que estar incluido…”. La realidad es que finalmente el Plan Nacional de Agroecología quedó truncado. 

A modo de cierre, Pablo Galeano trajo a colación una nota que salió en el medio uruguayo Patria Grande, donde el sector arrocero se atribuía el extenso proceso de transición ecológica de 50 años, “mientras que unos días antes había salido otra nota de prensa anunciando que una de las grandes empresas arroceras había perdido un juicio, contra un trabajador, por exposición agroquímica”. 

La producción arrocera en Uruguay es un sector muy importante de los agronegocios y es responsable de la contaminación de gran parte de las más importantes cuencas de Uruguay. Cuando sostienen que hace cinco décadas están inmiscuidos en un proceso de transición hacia la agroecología usan como referencia los diez elementos que la F.A.O (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) utiliza para definir qué es la agroecología.

Infinidad de cosechadoras en un campo de arroz en Brasil. Las grandes extensiones de campo con un sólo cultivo es propio de la agricultura industrial. (Foto de Agencia Brasil 247)

“Ahora parece que todo es Agroecología, incluso el subsecretario del Ministerio de Ganadería en una convocatoria que hizo el Parlamento sostuvo que como ingeniero agrónomo sabía que agronomía y agroecología era la misma cosa”.

Tengamos en cuenta conceptos como “soluciones basadas en la naturaleza”, “agricultura circular”, “agricultura regenerativa”, entre tantas otras que representan una amenaza para el avance de la agroecología, ya que descartan conscientemente importantes aspectos sociales, económicos y culturales de la misma. La cooptación del concepto por parte de los ya mencionados actores busca maquillar de verde las formas de producción social y ambientalmente destructivas del agronegocio y consolida las dinámicas injustas que subyacen a las crisis actuales.

En dicho entorno, lo indispensable gira en torno a la promoción del intercambio de información y análisis entre organizaciones y movimientos sociales con el fin de incrementar la aprehensión de las diferentes manifestaciones de cooptación de la agroecología. En base a lo anterior, resulta fundamental organizar un mejor defensa y promoción de la visión del movimiento por la soberanía alimentaria para el cual la agroecología es una ciencia, una práctica y un movimiento, exigiéndonos el desafío y la transformación de las estructuras de poder en la sociedad. 

El control de las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, el agua, los saberes, la cultura y los bienes comunes deben estar en manos de los pueblos que alimentan al mundo.

Imagen destacada crédito :Tierra Viva-Agencia de Noticias