La muerte de la política clásica por una sociedad que cambia, sin nuevas creencias ni convicciones

Por: Roberto Candelaresi

Introducción

Es evidente que la humanidad sufre hoy un cambio intelectual muy profundo, ayudado por la creatividad excitada desde la difusión masiva de medios digitales de comunicación, computación e información, la automatización de los procesos y la inteligencia artificial, que define – entre otras cosas – la actual coyuntura política global.

En los artículos precedentes, pretendimos realizar una pormenorizada descripción de lo que llamamos Populismo de Derecha, es decir de una categoría analítica desde la ciencia política, que abarca el fenómeno político del acceso al poder de la nueva derecha ultra, con rasgos fascistoides, en distintos sistemas nacionales en occidente. Nos parece enriquecedor, incluir ahora una mirada que podríamos calificar de “antropológica”, pues se define por nuevas conductas culturales de muchas sociedades, o una revitalización de otras que permanecieron por años latentes.

Un pensador controvertido, y por lo mismo, harto interesante, nos puede ayudar a entender la dinámica social contemporánea, para poder agudizar nuestros análisis políticos y eventuales prospectivas. Se trata de Eric Sadin, autor y filósofo francés actual, muy prolífico en la temática social, y con una mirada crítica del sistema socioeconómico, del nuevo ethos político que parece surgir, alrededor del fenómeno de la hiperconectividad que prodigan los celulares y la Internet, caracterizado por la rabia y el odio.

El autor centra su tesis en el descreimiento casi total de las nuevas sociedades respecto a antiguos valores de fe, pero también en referencia a la autoridad, las instituciones tradicionales, la prensa, etc. pero mucho ‘peor’ desde lo social, es el quiebre de las creencias comunes, los cimientos que dan origen a una comunidad nacional. El rasgo es grave por cuanto al desaparecer el pacto de confianza que consolida a una sociedad, lo que puede emerger es la violencia en su interior.

El creer en un destino común benéfico, aúna a los pueblos. Cuando se pierde toda esperanza y el futuro solo se ve oscuro, o surge una meta mística, un líder mesiánico o; el enfrentamiento con ‘el otro’ se hace inevitable. En Argentina, somos conscientes de que la manipulación desde el poder y sus canales, mantiene divisiones con resentimientos, rencores y culpas cruzadas, todo ello en función de mantenerse en el dominio. 

Psiquis rota

En los últimos años, la conducta social de amplias mayorías al compás de fenómenos sociales y políticos en el mundo capitalista, parece haber cambiado profundamente. El nuevo ethos, que hicimos referencia. La posmodernidad, dirán otros autores. El caso es que todo parece más tenso en las relaciones humanas, desaparece de a poco la cortesía de antaño, e incluso, pedir perdón entre individuos que friccionan, está totalmente demodé. Es ira, que no siempre se contiene.

Eric Sadin

En resumen, al decir del filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, prevalece el sufrimiento en las sociedades contemporáneas. Una frustración que tarde o temprano se traduce en acción política. Pero, ¿qué es lo que puede haber facilitado, inducido, o incluso producido una precipitación de muchos electores democráticos hacia ofertas autoritarias, excluyentes, reñidas con los principios socialistas que pacíficamente reinaron durante tantos años en este hemisferio? 

La clave parece estar en lo que Sadin llamará “la telesocialidad generalizada“, es decir, las acciones de la vida que, durante el confinamiento pandémico, comenzaron a desarrollarse en línea y a distancia, –algunas inimaginablemente en el pasado–, y, que continuaron en la postpandemia. El teletrabajo, tan difundido hoy, en muchas actividades económicas, científicas y comunicacionales, es prueba elocuente de ello. 

Inteligencia no Natural

Claro que ese enorme fenómeno tecnológico, económico, social, antropológico, civilizatorio, fue prontamente capitalizado por el Silicon Valley, [sede de muchas compañías emergentes y globales de tecnología: Apple, Facebook y Google, etc.]. Hoy, es un hecho que, a través de redes y aplicaciones, con la IA [Inteligencia Artificial] y aprovechando su dimensión cognitiva y organizacional, tratan de orientar la acción humana, y no solo en el ámbito comercial.

La ambición de las corporaciones de conocer y manipular a su potencial «clientela» (esto incluye las consultoras políticas como Cambridge Analytica), movilizó ingentes inversiones en la tecnología de IA que hoy permite que, con una simple instrucción, genere textos. Claro que esos escritos no necesariamente representan el ideario humano, se trata de un lenguaje distinto, esquematizado, matematizado, con una impronta probabilista, en cambio el lenguaje humano se construye en un flujo incesante en una dimensión indeterminista.

Como sus productos son aceptables [hay una cierta idea de complementariedad], no obstante, esto determina un riesgo para las facultades intelectuales y creativas de las personas. Por eso no es conveniente, banalizar esta nueva capacidad tecnológica cuyo uso se está extendiendo sin demoras, en todas direcciones del quehacer humano. El plano laboral (especialmente del sector servicios) amerita extrema consideración frente a este progreso, particularmente en un mundo que refuerza la perspectiva del utilitarismo y el menor costo a diario. 

Alexander Nix, CEO de Cambrydge Analytica

Como todo instrumento de poder, la pregunta desde la política debería ser: ¿Se puede controlar o no este sistema? ¿Respetarán principios fundamentales como la libertad, la dignidad, integridad humana, la sociabilidad?, si ellos no están a salvo, como la propia creatividad del ser humano, todo esto resulta inaceptable, para una sociedad democrática. 

El manejo de los avances tecnológicos

Siendo como destacamos, poderosas herramientas de manipulación, programación y dominio, ¿no deberían estar consideradas con mayor intensidad por las fuerzas democráticas, antes de seguir imponiéndolas rendidos por la espectacularidad que producen?

La mayoría de los avances en materia de comunicaciones, procesamientos, vigilancia, observación, etc. son financiados por los gobiernos, especialmente de las potencias económicas. Es decir, son fondos públicos que costean investigaciones y desarrollos, que luego industrializan y comercializan empresas privadas para su provecho y con poco control de su uso. En general, los gobiernos [los 3 poderes clásicos], se nutren de opiniones sobre los fines, beneficios y el manejo de las nuevas tecnologías, con comités de ‘expertos’ que provienen de la actividad privada, y por tanto con tendencia a defender intereses particulares.

No suelen escuchar directamente a los testimonios por las experiencias de aquellos trabajadores, que se vinculan con su uso en diversas actividades; educación, sanidad, logística, etc., colaborativamente o competitivamente. En consecuencia, las regulaciones que se suelen establecer, contienen premisas inducidas por los tecnócratas consultados (lobbies), más que las demandas de los ciudadanos de a pie, o aquellos afectados ya por el uso de los sistemas expertos [inteligencia artificial generativa] aplicados a la vida cotidiana.

Consecuencias del “giro intelectual y creativo”

Sadin advierte 3 aspectos en que se manifiesta el “giro” [cambio], que exponen en el mundo actual técnico y económico, a una inestabilidad permanente a los individuos. Nuestro interés debería ser descubrir las estructuras fundamentales que están en juego. Los aspectos son a saber:

1.- El lenguaje: asimilar el lenguaje ‘industrializado’ que ya describimos someramente más arriba, por ser más “práctico”, trae algunas consecuencias, como la peligrosa homogeneización del régimen simbólico. Una (pseudo) lengua que se expresa uniformemente, que todos entienden, pero que no es resultado de ningún intercambio lógico, sino unidireccional desde el emisor en capacidad de trasmitir a todos.  Contrariamente al acto de creación que implica el lenguaje (o la escritura), el uso de la gramática que es dinámica y funciona por asociaciones singulares entre los interlocutores. Así es la forma en que los humanos nos apropiamos del discurso. Manifestamos nuestra pluralidad y libertad. 

2.- La Representación: Los sistemas inteligentes son capaces de construir imágenes y componerlas artificiosamente. El peligro reside en que se pierde así la certeza sobre la verdad y la mentira en las imágenes expuestas. De hecho, que el ámbito de las comunicaciones e informaciones, está afectado por las fake news e imágenes falsas (incluyendo teorías conspirativas y complots), que circulan libremente por las redes públicas y privadas, estimulando malestares y reacciones en cadena. 

3.- La reformulación de los oficios y profesiones: es obvio que, así como en su momento, los adminículos de soporte y herramental fueron modificando las labores del hombre al ir introduciéndoles, tal como la computación facilitando programas y cálculos en el sector productivo, ahora la IA es capaz de reemplazar expertise humano y de “alto nivel” (recomendar, delegar, aconsejar, tomar decisiones) especialmente en el sector terciario [servicios]. El impacto en el mundo del trabajo será de proporciones, si no se regula y limita su expansión. Una dificultad para ver este inminente peligro en el ámbito laboral, es nuestra concepción shumpeteriana de la destrucción creadora, que indicaba que los desarrollos tecnológicos provocan el fin de algunos empleos, pero generan otros nuevos. Esto ya no se puede cumplir dado el desarrollo actual; ya no hay reservorios de empleos inventados. La exclusión de mucha gente del sistema es potencialmente próxima. Hay que preservar al ingenio humano.

La desconfianza en la “vida espectral”

En general, las personas toman a la tecnología (y a sus productos) como un juego. Banalizan, o naturalizan que ciertos artificios vayan reemplazando la supervisión, coordinación y elecciones estratégicas humanas. Es un tema que no ‘merece’ debate social. Sin embargo, el entorno social indica que la desconfianza crece, y a veces prevalece. El grave problema es que puede resultar (de hecho, ya hay indicadores) en desconfiar de nuestra propia percepción y la de los demás. En este caldo psiquiátrico, se fomentan fenómenos de “sordera” social y desconfianza del prójimo. Por ello, ha de limitarse la “tecnologización de la vida cotidiana” [sistemas digitales conscientes].

“Vamos hacia un entorno en donde no sabremos cuál es la verdad, y eso es muy grave; una sociedad no solo comparte principios, sino también las referencias en común”

Conclusiones

Es indudable que la “adicción a las pantallas” en las sociedades modernas, se pone en tensión con el legado cultural, artístico y político del pasado. En las redes avanza el lenguaje que funciona por correlaciones y probabilidades, muy diferente a la relación humana con nuestro lenguaje natural. La lengua es el lugar del encuentro, la mezcla del legado común con la singularidad subjetiva de cada quien. En definitiva, la construcción que llamamos Cultura. El ser humano crea y habla en nombre propio con libertad. Además, nosotros utilizamos el lenguaje dentro de una dimensión asociativa; la Comunidad Organizada. Ese es el ETHOS que pretendemos que prevalezca. No un esquema lógico signado por un algoritmo. Las consecuencias civilizatorias que tiene aceptar una sociedad regida por pura practicidad y utilitarismo (y lo peor; el lucro de unos pocos), son graves.

Por ejemplo, la educación es en realidad el aprendizaje de la alteridad. Por eso es importante para la socialización que sea en comunidad. El individuo aislado, ‘aprendiendo’ desde una pantalla, crea el estatuto del individuo tirano, además de un dispendio en el consumo energético, digámoslo. 

Por otro lado, estudios de campo han demostrado que “Frecuentar de manera compulsiva las pantallas genera conexiones neuronales empobrecidas y nos priva de la expresión de nuestra singularidad“, y por si ello fuera poco, el ‘entorno’ no ayuda pues la sociedad ya está lo suficientemente enloquecida con las fake news, con la posverdad, con la expresión del rencor, con el complotismo, etc.

Después de la posverdad, la indistinción generalizada que hoy señorea, atenta contra el saber legítimo (la búsqueda de la verdad). Por ello es imperativo siempre, promover una sociedad crítica que nos permita estar más al corriente de la realidad de estas cosas, y no a merced de discursos que vienen de supuestos expertos que nos cuentan estupideces.

Este lúgubre futuro se lo enfrenta con determinación, valentía, la conciencia, y el compromiso en una acción política, una acción social. Es necesario difundir que el mejor estímulo es la compañía física de otros, no a través de competencias sociales pasivas desde la pantalla u otras herramientas digitales. Además, vincularse solo por medio de redes y aplicaciones nos priva de la expresión de la singularidad, de los impulsos genuinos a responder que naturalmente los seres humanos tenemos.

Es sabido que la lectura de libros estimula zonas del cerebro, aportando alegría, reflexión, aprendizaje, singularización. Y lo más importante, forja criterios de razonamiento, que luego pueden ser empleados en el análisis de la realidad social y política.

Ya hemos explicado en textos precedentes, que las derechas populistas que violentan principios democráticos a diario, como en la Argentina, son indisociables de la acumulación de desilusión, del sentimiento de imposibilidad e inutilidad de cada uno. Muchas promesas fueron defraudadas y, en un momento histórico, se colocó en manos de los individuos herramientas para la expresión. Eso liberó rencores, resentimiento, teorías alocadas, y ahora llegamos a un mundo donde solo se ve lo real a partir de los propios rencores, escenario propicio para pléyade de trolls y huestes de militones.

La militancia vuelve a ser indispensable en esta hora, en pos de un proyecto nacional concreto y realizable. Se deben ofrecer medios y espacios físicos para hacer valer nuestra libertad y subjetividad, el aprendizaje de la alteridad también se puede concretar con la actividad social o política. Leer un libro puede impulsar a cambiar una vida. Un video corto (reel) en una red social no tiene esa capacidad.