Los nazis escondidos en Argentina: a 60 años de la ejecución de Adolf Eichman

Hace 60 años, el 31 de mayo de 1962, el criminal de guerra nazi Adolf Ecihman fue ejecutado tras un histórico juicio que se desarrolló en Israel. El arquitecto de la ‘Solución Final’ fue secuestrado en nuestro país, donde vivía escondido bajo un pseudónimo falso, por un comando de inteligencia israelí. En esta nota repasamos además lo que fue la odisea nazi a la Argentina una vez terminada la Segunda Guerra Mundial

Por Diego Adur

Considerado el arquitecto de la ‘Solución Final’, Adolf Eichman fue un oficial de rango medio de las SS y responsable directo por el exterminio de millones de personas. Fue quien se encargó del traslado de millones de judíos, entre otras personas, desde distintos puntos de la Europa ocupada por el nazismo hacia los campos de concentración del Este, en Polonia.

Adolf Eichman llegó a nuestro país proveniente de Génova, Italia, el 14 de julio de 1950 bajo el seudónimo de Ricardo Klement. Fue recibido en el puerto de Buenos Aires por Carlos Fudner, un empresario argentino de padres alemanes ligado al nazismo, y al poco tiempo viajó a Tucumán para ser empleado de la empresa CAPRI. Después del derrocamiento de Perón, Eichman comenzó a trabajar como operario en la empresa automotriz  alemana Mercedes Benz, ubicada en González Catán. En 1958, fue reconocido por una compañera de colegio de su hijo.

Eichman fue secuestrado por un comando de la inteligencia israelí, el Mossad, en mayo de 1960, después de vivir 10 años de impunidad y olvido en nuestras tierras. Desde 1946, la Argentina venía rechazando de forma sistemática distintos pedidos de extradición provenientes de toda Europa. Por lo tanto, el Mossad decidió actuar clandestinamente. El comando de Inteligencia Israelí entró al país infiltrado como parte de una delegación de las tantas que llegaron a la Argentina en esa época, con motivo de la celebración por los 150 años de la Revolución de Mayo. El 11 de mayo de 1960, Eichman fue interceptado por el comando del Mossad cuando volvía de trabajar, en la calle Garibaldi 6061, en San Fernando, Tigre. Fue trasladado a una casa segura en la provincia de Buenos Aires donde permaneció 10 días hasta que el Mossad logró conseguir la salida hacia Israel. El 21 de mayo embarcaron en vuelo comercial. Dos días después, el Primer Ministro israelí, David Ben Gurión declaró ante el mundo que Adolf Eichman estaba detenido en Israel. Argentina protestó ante las Naciones Unidas por la violación de su soberanía, sin éxito alguno.

El criminal nazi fue procesado en un histórico juicio en Israel, donde declararon cientos de víctimas del Holocausto, y se lo condenó a morir en la horca. Fue la primera y última vez que una persona recibió tal sentencia en ese país. El 31 de mayo de 1962 fue ejecutado. Sin embargo, la historia de Eichman no es la única que podemos narrar.

La odisea nazi a la Argentina

Miles de criminales nazis llegaron a nuestro país huyendo de la Justicia que buscaba castigarlos por sus delitos contra la humanidad una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Ex oficiales de la Gestapo, civiles, empresarios, científicos y demás colaboracionistas del Tercer Reich, ingresaron a la Argentina con la ayuda y el aval del Estado Nacional. Durante mucho tiempo, se ocultaron a la vista de todos y vivieron largos años de impunidad. Algunos de ellos fueron descubiertos, detenidos y enjuiciados. Otros escaparon de su destino y se mantuvieron en el anonimato. La historia de los nazis en Argentina tiene nombres propios y responsables directos

La odisea de nazis europeos que buscaron refugio en nuestro se inició una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, pero las conexiones entre el Tercer Reich y las clases dominantes en Argentina habían empezado hace mucho tiempo. Incluso desde antes de iniciarse el conflicto bélico, la Inteligencia Nazi operaba en nuestro territorio gracias a pasaportes falsos entregados por distintas esferas de poder del Estado.

La Argentina de la Década Infame, anterior a la Guerra, ya mostraba claras simpatías con el aparato nacionalsocialista y anticomunista que crecía en Europa. De hecho, uno de los mayores gestores de la ideología nazi basada en la supremacía aria fue un argentino, Ricardo Walther Darré, quien escribió ‘Blut und Boden’ (Sangre y Suelo), una de las consignas más famosas expresadas por los seguidores del nazismo. Además, en nuestro país tuvo lugar la reunión de nazis en territorio extranjero más concurrida de la historia. El 10 de abril de 1938, en el Luna Park, se juntaron alrededor de 75 mil personas que compartían las ideas del Tercer Reich.

Reunión nazi en el Luna Park, 1938

Más allá de sus simpatías por el nacionalsocialismo alemán, la posición que tomó Argentina respecto a la guerra fue neutral, una estrategia política que le permitió, por ejemplo, continuar comercializando carne a Gran Bretaña. Recién 6 meses antes de finalizado el conflicto bélico, el 27 de marzo de 1945, nuestro país le declaró la guerra a las potencias del Eje, cediendo ante la presión internacional y con la inminente amenaza de ser excluida de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Una vez consumada la victoria de los Aliados y tras la rendición alemana, comenzó la fuga de los criminales nazi que escaparon y no pudieron ser juzgados en los Juicios de Núremberg, llevados a cabo entre el 20 de noviembre de 1945 y 1 de octubre de 1946. En estos procesos se juzgó y castigó a los altos mandos de los criminales nazis, pero no a los soldados u oficiales de bajo rango que cometieron todo tipo de atrocidades.

El 4 de junio de 1943, el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) dio un golpe de Estado al gobierno del presidente de facto Ramón Carrillo y tomó el poder. Del GOU, de marcada tendencia anticomunista y nacionalista, formaba parte un personaje que marcaría para siempre la escena política de nuestro país, Juan Domingo Perón, designado como vicepresidente tras el golpe.

Tras la derrota en Stalingrado, en 1943, la guerra estaba virtualmente perdida para Alemania. Las fuerzas militares del nazismo comenzaron a trasladar sus bienes a distintos lugares del planeta. Argentina, por su condición de neutral, fue uno de los destinos elegidos para los giros de dinero provenientes de Europa. Para ello, jugó un papel importante Carlos Fuldner, un empresario argentino de padres alemanes ligado al nazismo. Fuldner llegó al rango de capitán de las SS durante la guerra. Contaba con pasaporte argentino y alemán y hablaba a la perfección ambos idiomas, por lo que  funcionó como bisagra entre Argentina y Europa para permitir el exilio nazi hacia nuestras tierras. Así, repartió permisos de entrada a la Argentina a miles y miles de criminales nazis en toda Europa. Una de las empresas fundadas por Fuldner en Argentina, CAPRI, proporcionó un destino de empleo para esos criminales que iban llegando.

El 24 de febrero de 1946, Perón asumió como presidente y nombró como Secretario Privado de la Presidencia y Jefe de la División de Informaciones a Rodolfo Freude, un joven de origen alemán de claras vinculaciones con el nazismo. Él fue uno de los organizadores de la ODESSA, una red que ayudaba a los criminales nazis europeos a fugarse a distintos países del mundo.

Las vías de acceso que permitieron a los nazis huir hacia nuestro país se pusieron en funcionamiento de manera inmediata. Uno de los principales responsables de conseguirlo fue Santiago Copello, Arzobispo de Buenos Aires desde 1932 a 1959 y nombrado Cardenal en 1935. Haciendo de nexo con el Vaticano y valiéndose de su excelente relación con Perón, Copello gestionó la odisea nazi hacia la Argentina. Una vez finalizada la Segunda Guerra, el Cardenal viajó a Roma y le ofreció al Vaticano la posibilidad de traer a la Argentina una enorme cantidad de criminales franceses del nazismo. Los nazis franceses y belgas fueron los primeros en refugiarse en la Argentina –algunos llegaron en el mismo barco en el que Copello regresó de su expedición a Roma- y después la fuga se hizo extensiva a los croatas.

Desde la Dirección de Migraciones Argentina, a cargo de Santiago Peralta, se repartieron miles de permisos y documentación para ingresar al país a criminales nazis provenientes de distintos puntos de Europa.

Si bien nuestro país no fue el único en alojar criminales nazis después de la guerra, sí fue el que creó, desde el mismo Estado, un aparato político-burocrático tan importante como para permitir su llegada. Las simpatías del Estado argentino y del propio Perón eran notorias para con los nazis fugados, sin embargo investigadores sobre el tema, como el periodista Uki Goñi, quien escribió La Auténtica Odessa –un libro que posteriormente la Justicia usó como prueba  documental – aseguró que la odisea nazi se hubiera producido de igual forma con Perón en el poder o sin él.

Más de la mitad de los criminales y colaboracionistas nazis que llegaron a nuestro país continuaron su huida hacia otros destinos, como Bolivia, Chile, Paraguay o Brasil.

En 1952, con el Segundo Plan Quinquenal, Perón buscaba fomentar inversiones de capital extranjero para el desarrollo de la industria nacional y el sector energético. Para eso, Argentina abrió oficinas de Migraciones en varios puntos de Europa que permitieron el ingreso al país de investigadores y científicos vinculados al régimen nazi que aun no habían hallado asentarse en otro sitio. Se les pagaba el pasaje, se les otorgaba una casa donde vivir y a cambio debían ayudar a desarrollar la industria en nuestro país. Ronald Ritcher, un científico austríaco que había ingresado a la Argentina en 1945, estuvo a cargo del fallido Proyecto Huemul, un intento de desarrollar fusión nuclear controlada. Perón le otorgó la isla Huemul, frente al lago Nahuel Huapi para que el científico realizara sus experimentos, pero el proyecto fue inviable y resultó una pérdida enorme de dinero para el Estado argentino.

En 1955, la Revolución Libertadora dio un golpe de Estado que destituyó a Perón y se apoderó de todos los archivos sobre la entrada de nazis al país, como así también sus residencias actuales. El nuevo Gobierno Nacional no adoptó una política diferente al anterior respecto a la protección de los criminales de guerra.

La teoría de Hitler en la Patagonia

La supuesta estadía de Hitler en la Patagonia

Una vez terminada la guerra, miles de nazis, ya sean militares o civiles, escaparon hacia la Argentina. Se radicaron en el sur, donde ya estaban viviendo muchos alemanes. Además, estaban lejos del radar del Gobierno Nacional y de la opinión pública. Hubo rumores, principalmente desde la Unión Soviética y de los Estados Unidos, que Adolf Hitler huyó hacia nuestro país en un submarino que se dirigía a la Patagonia. Fueron 6 los submarinos que llegaron en julio del ’45 a la Argentina. Uno trajo más de 1500 kilos de oro, cargado en Japón, y otro arribó con tan solo con la mitad de la tripulación permitida, según los registros argentinos.

El periodista argentino Abel Basti asegura que el líder del Tercer Reich no se suicidó en su Búnker de Berlín en abril de 1945 sino que huyó hacia España para refugiarse luego en Argentina junto a su amante Eva Braun. Entre las diferentes teorías que surgieron al respecto, una menciona la llegada de Hitler a la Patagonia argentina en un submarino. Existen diversos testimonios que sitúan al Führer en Villa La Angostura, en la provincia de Neuquén, y en otros países como Colombia, Brasil y Paraguay.

Sin embargo, en 2018, un grupo de investigadores franceses publicó un estudio donde aseguraban que Hitler había muerto producto del un disparo y por la ingesta de cianuro. Para comprobarlo pudieron acceder a un registro dental del genocida.

Los nazis más famosos radicados en Argentina

Una vez que el aparato para traer nazis de Europa y refugiarlos en el país estuvo en pleno funcionamiento, se procedió a traer a los criminales más emblemáticos como Adolf Eichman, Josef Mengele y Erich Priebke, desde Alemania y con conexión en el Vaticano.

Erich Priebke: Ex oficial SS de la Gestapo. En marzo de 1944, fue uno de los encargados de llevar a cabo la matanza de más de 300 italianos, fusilados en el episodio conocido como la Masacre de las Fosas Ardeatinas.

Terminada la guerra, fue trasladado a un campo de detención de los Aliados. En su declaración, dijo haber cometido los asesinatos en las fosas de Italia, pero siguiendo órdenes de su superior, Herbert Kappler.

Priebke entró a la Argentina con un pasaporte que le otorgó la Cruz Roja internacional y se cambió el nombre a Otto Pape. Salió desde el puerto de Génova, Italia, el 23 de octubre de 1948 y llegó a Buenos Aires el 14 de noviembre de 1948.

En julio de 1949, el Gobierno Nacional promulgó el decreto 15.972, que establecía la amnistía general para todos los inmigrantes que habitaran el suelo argentino y un año después, Erich Priebke recuperó su nombre.

Después de trabajar un breve período como mozo en la ciudad de Buenos Aires, Priebke, ayudado por la red nazi en la Argentina, logró comprar un fondo de comercio de una empresa de comestibles en Bariloche y se trasladó a Río Negro.

A comienzos de 1994, un equipo de la televisión Norteamericana denunció la presencia de Erich Priebke en San Carlos de Bariloche. En noviembre de 1995, después de 51 años de impunidad, fue extraditado a Italia para ser juzgado por su participación en la Matanza de las Fosas Ardeatinas. El 7 de marzo de 1998 fue condenado a cadena perpetua. Cumplió arresto domiciliario hasta su muerte, en octubre de 2013, a los 100 años de edad.

 Josef Mengele: Médico genetista nazi. Fue acusado de realizar terroríficos experimentos y decidir sobre la vida y la muerte de millones de personas en los campos de concentración de Auschwitz, en el territorio polaco ocupado por el nazismo.

Terminada la guerra, Mengele adoptó la identidad de un médico militar alemán. Provenía de una familia rica y quedó escondido en su país hasta que los juicios terminaron. El 28 de mayo de 1949 viajó desde Génova hacia la Argentina. Llegó el 22 de junio de 1949 bajo el nombre de Helmut Gregor. Consigo trajo un maletín con muestras genéticas obtenidas en Auschwitz.

Se instaló en Florida, provincia de Buenos Aires, y rápidamente se conectó con el empresario Robert Mertig, amigo de su familia y dueño de la empresa de artefactos eléctricos Orbis, donde se cree que Mengele trabajó durante un tiempo.

En noviembre del ’56, solicitó un pasaporte con su verdadero nombre en la embajada alemana en Buenos Aires, que le fue otorgado.

En julio de 1958, el laboratorio Fadrofarm (Fábrica de Drogas Farmacéuticas) lo incorporó a su plantel como socio mayoritario. Allí permaneció trabajando hasta abril de 1959.

El 30 de septiembre de 1959, el gobierno alemán le pidió a la Argentina la extradición de Mengele a Alemania. El genetista nazi huyó del país y continuó prófugo hasta su muerte en Brasil, el 7 de febrero de 1979.

En 1970, en una entrevista que le concedió al escritor y periodista Tomás Eloy Martínez, Perón admitió que conoció a Mengele bajo el seudónimo de Gregor y contó que el científico nazi le mostró fotos de su establo, donde “todas las vacas parían mellizos”.

Otros criminales nazis famosos que se ocultaron en nuestro país fueron Ante Pavelic, dictador croata y creador del programa de ‘limpieza étnica’; Joseph Schwamberger, comandante de tres importantes campos de concentración en Polonia; Dinko Sakic, comandante del campo de concentración de Jasenovac en Croacia, el ‘Auschwitz de los Balcanes’, donde por lo menos 90 mil civiles fueron exterminados; entre muchos más.

Los números que dejó la Segunda Guerra Mundial se aproximan a los 17 millones de personas exterminadas entre judíos, prisioneros de guerra soviéticos, polacos, disidentes políticos, gitanos, discapacitados y homosexuales. Muchos de los mayores responsables por estos crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad escaparon a distintos puntos del planeta y no pudieron ser juzgados.