Nosotras paramos, el feminismo no

Por: Dana Goin

Otro 8 de Marzo más, esta vez, pandémico. No fue un año como otros. ¿Qué avances vivió el feminismo en 2020? ¿Qué se espera de este 2021?

Un año atrás, nos encontrábamos en las plazas de todo el país parando, exigiendo, demandando. El clima era una conjunción agridulce: la gestión macrista había acrecentado las desigualdades sociales y la brecha de género, y el actual presidente había anunciado el envío de un proyecto para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo. Parecía, quizás, el comienzo de un cambio de dinámicas.

Sin embargo, la semana siguiente se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en todo el país y la situación se transformó completamente.

Una preocupación se extendió rápidamente dentro de los círculos feministas: ¿qué pasa con las mujeres que conviven con sus agresores? A partir de abril de 2020, en plena vigencia del ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), la línea 144 recibió mayor cantidad de llamados en comparación con el año anterior. Fue necesario habilitar un correo electrónico y una línea de Whatsapp para contener esta situación: no todas podían hablar libremente por teléfono.

Campañas como el barbijo rojo, el ruidazo contra la violencia desde los balcones y patios de cada hogar y cientos de asambleas virtuales demostraron que el movimiento feminista no podía darse el lujo de detenerse, ni siquiera en pandemia.

Aisladxs quizás, quietxs nunca

2020 fue el primer año que Argentina contó con un Ministerio exclusivamente abocado a la prevención y la eliminación de la violencia de género. Una de las acciones más destacadas fue la incorporación al programa Potenciar Trabajo de mujeres y población LGBTIQ+ en situación de violencia extrema.

Otro hito fue la puesta en marcha del Plan Nacional de Acción contra las Violencias por motivos de Género. Entre las más de 25 acciones que establece para erradicar la violencia de género, la más novedosa es la incorporación de ayuda económica a las víctimas de violencia de género. Esto marcó un paso más hacia la superación de la dependencia económica que en muchos casos obliga a las mujeres a quedarse en ambientes violentos.

A inicios de septiembre, vía decreto presidencial se estableció el Cupo Laboral Travesti Trans para la gestión pública. Así, se estableció que el 1% de los puestos de trabajo del sector público deben ser cubiertos por personas trans, travestis y transexuales. A propósito de esta medida, Alba Rueda, subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Equidad señaló “las trayectorias de vida de las personas travestis, transexuales y transgéneros están atravesadas por la estigmatización, la criminalización y la patologización sistemática, tanto de la sociedad como en las instituciones, para nosotras es central transformar el patrón estructural de desigualdad que perpetúa la exclusión.”

Casi al final del año, el 17 de noviembre, el presidente Alberto Fernández anunció el envío de un proyecto de ley propio para la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Rápidamente, las redes feministas estallaron en acción: juntadas de firmas, marchas, pañuelazos, difusión y lobby, mucho lobby para concretar lo que en 2018 se les había arrebatado.

El 30 de diciembre de 2020, en las plazas de todo el país fuimos testigos de una noche histórica: a partir de ese entonces, el aborto es ley en Argentina. Con 38 votos a favor y 29 en contra, quedó sentado un precedente para los feminismos latinoamericanos y del mundo.

Lo que el Covid no se llevó

Mientras tanto, la pandemia hacía caer la economía mundial en todo el mundo. Las mujeres siguen siendo las más desocupadas, las que menos ganan y las que tienen una segunda jornada laboral al volver a sus hogares. En ese sentido, no hay nada nuevo bajo el sol.

Lo que sí fue una novedad fue el cálculo de la representación del trabajo doméstico en el Producto Bruto Iinterno (PBI). Es decir, ¿cuánto aportaría el trabajo de cuidado (del hogar, de lxs niñxs, de lxs adultxs mayorxs y de lxs enfermxs) al PBI si fuera remunerado? La Dirección Economía, Igualdad y Género estableció que estas tareas conforman el 16%. Esto la vuelve la tarea con mayor aporte al PBI. Y ahí reside la pauta para pensar este rubro de otra manera: esa carga que pesa mayoritariamente sobre mujeres tiene valor. Ni se hace por amor, ni debería ser precarizada. Invisibilización de por medio, es lo que mueve al país. Y es un reclamo con pies y cabeza.

Por otro lado, las cifras de femicidio no bajaron. Según el Observatorio Mumalá, en 2020 hubo 329 muertes violentas de mujeres, travestis y trans. En lo que va el 2021, ya se registraron 47 femicidios, femicidios vinculados y trans-travesticidios. La declaración de estado de emergencia sigue siendo una cuestión urgente.

En las últimas semanas, y tras el femicidio de Úrsula Bahillo -a quien todos los sistemas de denucnia le fallaron-, se ha apuntado hacia una reforma judicial feminista: una transformación ambiciosa pero posible que busca socavar hasta lo más hondo para lograr una justicia con perspectiva de género. Todavía se aguardan avances en esta materia, pero la denuncia social quedó establecida.

Lo agridulce se mantiene: el 2020 pasó entre victorias, históricas y sin precedentes, pero seguimos llorando a una víctima cada 30 horas. La frase “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras” sigue más vigente que nunca. Al mismo tiempo, nuestro trabajo tampoco parece valer. Que otros muevan al mundo, entonces.

Nota redactada por : Plotuist