Santiago Peña es el nuevo presidente de Paraguay

Se trata del primer ex ministro de Hacienda que disputa la presidencia y gana las elecciones. El dirigente cuenta con el padrinazgo del exmandatario Horacio Cartes.

El economista y ex ministro de Hacienda Santiago Peña fue electo por primera vez como presidente de Paraguay al ganar las elecciones que se disputaron el domingo en el país. El representante del Partido Colorado de Paraguay gobernará por cinco años y marcó la continuidad de los colorados en el gobierno al imponerse con una inesperada diferencia en los comicios.

Peña, de 44 años, sostuvo durante la campaña que su gran desafío era hacer que la economía de Paraguay crezca. El dirigente político de la Asociación Nacional Republicana (ARN), más conocido como Partido Colorado, se impuso con la venia del expresidente y empresario tabacalero Horacio Cartes, en una interna marcada por las denuncias de corrupción lanzadas por Estados Unidos y la oposición paraguaya.

El flamante presidente fue el ministro de Hacienda más joven de su país y su perfil es más técnico que político. Su apuesta es consolidar “con un cambio generacional” la hegemonía que tiene su partido desde hace 70 años en el país -incluidos 30 años de dictadura colorada stronista-, sólo interrumpida por el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012).

Peña es empresario, ex director del Banco Central y exanalista en el Fondo Monetario Internacional y tuvo un paso, recientemente, por el Banco Ambambay, que es parte del holding del Grupo Cartes. Se trata del delfín del exmandatario y empresario Horacio Cartes, de quien fue su ministro de Hacienda durante dos años (2015-2017) para luego abandonar las filas del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, en donde había militado desde los 17 años e histórico adversario de los colorados) para integrarse a la ANR, luego que el entonces presidente declarara que los ministros que no estaban afiliados a su partido saldrían de sus cargos.

Su postulación para estas elecciones se consolidó el 18 de diciembre pasado, tras las internas que enfrentaron al actual mandatario, Mario Abdo Benítez (Fuerza Republicana); y a Cartes (Honor Colorado) por la conducción del partido. Esta elección se dio en paralelo a las primarias presidenciales y ambas se impuso el cartismo.

Pero previo a esa decisión interna, el Partido Colorado -y la institucionalidad paraguaya- recibió un fuerte golpe. El primero fue a mediados de julio pasado, cuando Estados Unidos denominó “significativamente corrupto” a Cartes por vínculos con el crimen trasnacional y con Hezbollah, así como por su “participación en actos de corrupción”, según declaró el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Un mes más tarde, la misma nomenclatura cayó sobre el actual vicepresidente, Hugo Velázquez, que se vio obligado a dejar de lado sus aspiraciones presidenciales, auspiciado por Abdo Benítez.

Como si la sanción estadounidense no hubiese sido suficiente, Washington le sumó este año a Cartes un bloqueo de todos los activos y propiedades bajo jurisdicción estadounidense. Cada vez que la prensa le consultó a Peña sobre estas denuncias y sanciones, su respuesta fue la misma: “Cartes no tuvo la oportunidad de defenderse”, sostuvo y consideró que su situación no es responsabilidad del partido ni de él en tanto candidato presidencial. Sin embargo, estas explicaciones no contentaron a todos en Paraguay.

Esta postulación se trató de la primera en la que Peña llega para pelear la Presidencia de su país. En 2017, disputó la interna partidaria, pero no le alcanzaron los votos. En un clima electoral marcado por la apatía y por la falta de debate, la mayoría de las encuestas lo ubicaron como el preferido. Entre ellas, Ati Snead Consultores, Gray & Asociados y Multitarget lo destacaron con los siguientes números ante el binomio opositor de la Concertación Nacional de Efraín Alegre y Soledad Núñez: 42,9% a 31,3%; 38,8 % a 22,1%; y 39,3% a 20,9%. Sólo Atlas, en su último sondeo, dio con un 38% a Alegre y segundo a Peña con el 36%. Finalmente, se impuso con 44,12% de los votos, frente al líder de una coalición de centro-izquierda con 27,77%, según el escrutinio del 68,74% de las mesas.

Durante una entrevista a La Nación, Peña reveló que es “hijo de una argentina y mis dos hermanos son argentinos” además, que es “descendiente del legislador socialista Alfredo Palacios [1878-1965], un gran político argentino”. Y agregó: El hermano de Palacios fue mi bisabuelo. Por eso mi nombre completo es Santiago Peña Palacios”. El nombre de Peña resonó en los medios argentinos a fines de febrero cuando en medio de un acto de campaña aseguró que a las y los argentinos “no les gusta trabajar”. En Argentina, de los dos millones de paraguayos que hay en el país, sólo 31.313 pueden votar.

Durante la campaña, también intentó reconciliarse y recuperar el apoyo de las mujeres. Luego que la Red de Mujeres Coloradas del Departamento Central (como se cuenta en esta nota) se pronunciara en favor de la Concertación, Peña hizo un acto en el que dio protagonismo y voz a las mujeres de su partido en busca del voto femenino.

En enero, en Telefuturo le consultaron sobre los objetivos de desarrollo sostenible para 2030 sobre los cuales sentó su campaña. ¿Qué hará Santiago Peña con la educación si llega a la Presidencia?, le preguntaron. “Hay que diferenciar la agenda 2030 de la agenda globalista, que es la que promueve la ideología de género, que es la que promueve el aborto, el matrimonio igualitario”, manifestó el candidato en plena entrevista televisiva. “Paraguay es el último bastión de defensa a estos preceptos. Es un país que defiende a la familia y que la entiende como el matrimonio entre un hombre y una mujer y que defiende la vida desde su concepción. Está en la constitución, no hay nada que discutir”, cerró.

También fue muy claro cuando desde el diario brasileño Folha de San Pablo le preguntaron por el dictador Alfredo Stroessner: “Fue responsable de más de 50 años de estabilidad en Paraguay. Pero exageró, y de ninguna manera estoy a favor de los abusos a los derechos humanos cometidos durante el período”, afirmó y con esas palabras se animó a reivindicar el lugar del militar encargado de que el Partido Colorado se enquistara en todas las estructuras del Estado e instalara un sistema absolutamente desigual en el acceso a tierras y derechos.

En sus programas de gobierno los ejes son salud, educación y la situación habitacional. En su afán por conseguir el voto femenino, el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras presentó el plan de Guarderías Gratuitas para las mujeres madres. La intención es “darles la posibilidad de trabajar o estudiar gracias al apoyo del Estado en el cuidado de sus hijos pequeños”.

“La mejor política social es la generación de empleo”, propuso en marzo ante el Club de Ejecutivos de Paraguay y sostuvo que su intención es generar cerca de 500.000 puestos de trabajo, lo cual “ayudará a sacar a muchos jóvenes de la delincuencia y la cárcel”.

“Chau chespi” es otra de sus iniciativas. Se trata de un programa “integral de combate a las adicciones” que incluye educación, rehabilitación, reinserción y persecución a los focos de venta, la idea es lograr este objetivo con “seguridad, rehabilitación, educación y reinserción laboral. Creando centros de rehabilitación en cada departamento y atacando con mucha fuerza a los centros de distribución con la policía nacional”.

Tekoporã mbamatere, un programa ya existente dirigido a la alimentación, educación, salud y trabajo de la población, sobre el que estiman realizar un aumento del 25 por ciento. También, entre sus propuestas, busca dar la posibilidad de acceso a la casa propia con préstamos flexibles y viviendas sociales. El último programa es “plata en tu bolsillo”. La intención aquí es darle “competitividad” -la empresa paraguaya de importación y distribución de hidrocarburos y gas de propiedad estatal- para ofrecer mejores precios para la movilidad urbana. En consonancia con la Concertación., sostienen la necesidad de bajar el precio de productos como el gas.