Vacunas y privilegios

Por: Bautista Monferato

El escándalo que salió a la luz el pasado viernes, acerca de un grupo selecto de personas allegadas al ahora exministro de Salud recibiendo privilegiadamente la Sputnik, aún sigue brindado erosión.

El viernes 19 de febrero, el periodista Horacio Verbitsky dio a conocer públicamente en una entrevista radial para El Destape Radio que había sido vacunado el día anterior.

El problema inflamable no fue el “qué”, dado que a su edad de 79 años podría tranquilamente haberse anotado en el plan de vacunación y haberla recibido genuinamente, sino el “cómo” llegó a recibir la inmunización

“Llamé a mi viejo amigo, Ginés González García”, aseguró el periodista al programa de Ari Lijalad, agregando que fue el exministro quien le dijo que se acercara al Ministerio de Salud para recibir la dosis. Esto desató la revelación de la existencia de un vacunatorio VIP para el cual, desde las indicaciones de Ginés, se elegía arbitrariamente a los receptores de la vacuna, sin que éstos tengan necesariamente la edad o la historia clínica requeridas para la inyección.

Entre los inmunizados no solo había funcionarios públicos, junto ellos se vacunaban periodistas, sindicalistas y gente cercana a quien sostenía las riendas de ese vacunatorio. Estos tres últimos grupos son los que más indignación han generado, dado que ciertos realizadores de la función pública deben recibirla de forma prioritaria por sus obligaciones y traslados.

Un claro ejemplo es el caso de Martín Guzmán, quien recibió la Sputnik V y percibió el rechazo de algunos medios de comunicación. Sin embargo, es un caso de recepción lógica, ya que en su rol se ve obligado a constantes viajes y reuniones sin que el ocio sea precisamente el motor de los mismos. En un país endeudado que requiere de negociaciones, es imprescindible que su Ministro de Economía sea acorazado.

En cambio, Verbitsky, como otro ejemplo, no tenía argumento para adelantarse a la lista de solicitud para la vacunación y lo correcto era que no se le anticipara a ciudadanos y ciudadanas que efectivamente precisan por su vida la inmunidad. Es un acto ridículo y de utilizar a conveniencia propia puestos o contactos sin empatía mediante.

Ahora bien, es igualmente real que no todos los empleados del orden público que figuran en la lista VIP llevaban consigo una necesidad de vacunarse, incluso salteando a quienes de verdad tenían legítima prioridad. Su función no recaía en tomar riesgos necesarios tanto para terceros como para sí, es decir, confundiendo trabajo con privilegio, optaron por sacarle provecho a su puesto oficial y a un ofrecimiento tan irracional como su aceptación.

Lo cierto es que el uso discrecional de unas 3.000 dosis que debían tener otro destino, derivó en un pedido de renuncia casi a la inmediatez de que todo tome relevancia. Es así que el presidente Alberto Fernández le pidió a Ginés que deje su cargo, el cual posteriormente fue tomado por Carla Vizzotti, quien previamente trabajaba en el cargo de Secretaria de Acceso a la Salud de la Nación Argentina.

En un comunicado vía Twitter, González García manifestó que se trató de una “acción involuntaria” y aseguró que quienes asistieron a inocularse en forma paralela pertenecían a “los grupos incluidos dentro de la población objetivo de la campaña vigente”. Ambas afirmaciones son íntegramente refutables, y de ser comprobable la segunda, cada participante debería haberse inscripto en la lista de espera y aguardar su turno, como el resto de la ciudadanía.

La mirada utilitarista de un cargo, esa que parece ser parte del sentido común político desde hace tiempo, es el trasfondo que ruega una mejora cuanto antes. Aprovechar la posición solo refleja el funcionamiento de las relaciones de poder. Así es como, en este caso, algunos trabajadores y trabajadoras del Hospital Posadas se ven obligados a ser cómplices al vacunar a los favorecidos, generando, a su vez, faltantes en el sanatorio. El Posadas, de igual modo, se comprometió a publicar la lista de vacunados completa.

Las sospechas de una sapiencia consciente proveniente de Vizzotti con respecto a todo lo que sucedía, nublaron la asunción de la nueva ministra. No obstante, es quien más ocupación le ha dado a la salud argentina en uno de los contextos más difíciles para cumplir ese deber, además de su ya conocido curriculum. Desde diálogos con Rusia con ansias de traer su vacuna hasta viajes e investigaciones que han dado su fruto, la capacidad de la ex secretaria es indiscutible.

Cabe decir también, que de haber contado con la información, sí debería haber efectuado una denuncia previa.

El inconveniente asimismo fue la tenue comunicación, ya que no es disparatado que haya funcionarios vacunados, pero sí que no se haya hecho público con anterioridad. Esto fue un alimento precocido para el paladar de la oposición y de los grupos mediáticos siempre pendientes de acontecimientos capaces de tapar sus injusticias desinformativas. Y sí, dichos medios son el lobo, pero fue el propio Gobierno el que les entregó el cordero.

La respuesta de Alberto Fernández fue rápida y efectiva, pero a la velocidad del empresariado informativo es casi imposible emparejarse. Aunque, si es que el Gobierno estaba enterado desde el día previo a que los hecho figuren en la agenda, como muchos medios conjeturan, la forma de actuar tendría que haber sido de mayor rapidez aún, ellos mismos denunciando y desenmascarando, sin dar lugar a ninguna excusa, y sin regalarle al poder empresarial de la comunicación ninguna ventaja que pueda colaborar con sus intereses cuyo fin es acrecentar su adquisición económica.

Asimismo, las sospechas de que todo fue parte de una estrategia para retirar a Ginés de su cargo carece de evidencias, tanto como la que afirma que fue un juego político contra el presidente.

Otra que fue desmentida aseguraba que ciertos sindicalistas y agremiados recibieron la dosis por elección del propio Gobierno, más allá del Ministerio de Salud, y entre ellos se mencionaba a Hugo Moyano. Pero el dirigente de Camioneros advirtió lo falaz del señalamiento, afirmando que recibió dosis entregadas por el Gobierno porteño para el personal del Sanatorio Antártida por ser presidente de dos obras sociales. También enunció que su hija y su esposa percibieron la aplicación en el mismo lugar.

Este hecho también habla de un “sacar provecho” del sitio laboral, y es igual de indignante y cuestionable el accionar del dirigente, pero desdice lo que ciertos sectores procuraron instalar, sectores que parecieran recordar selectivamente.

Da curiosidad el por qué se direcciona mayor peso en anunciar los beneficios en forma de vacuna que obtuvieron amigos y poderosos ligados al ministerio, en comparación a la atención que se le daba a otros negocios que tenían como inicio una amistad y como fin un beneficio mutuo, sin que en esa reciprocidad favorable se incluya la Argentina.

Es tan injusto para el pueblo separar tres mil dosis de la Sputnik V para utilizarlas a elección quitándole un servicio necesario, como utilizar dinero estatal, al fin y al cabo popular, para favorecer el propio bolsillo y el de allegados, invirtiendo en turbios negociados energéticos para ensanchar riquezas. De hecho, la acumulación económica a costa de endeudamientos y pactos judiciales cuenta con más repudio, pero menos lugar en la agenda mediática.

Mientras cada vez surgen más causas e imputaciones contra el ex mandatario Macri, menos figuran éstas en los medios. Caso opuesto a cuando él gobernaba, donde la acusación y persecución a la oposición de aquel entonces era el primer broche y el árbol que ciertos medios utilizaban para tapar el bosque. Mientras la deuda externa crecía inexplicablemente, más lugar en la televisión (y otros medios) tenía, por ejemplo, la ya desestimada y con causa de los cuadernos, la cual actualmente adhiere comprobaciones de invención.

Nada de esto sorprende, y es por eso que la atención gubernamental debió haber sido más eficaz y delatar como fin de una propia investigación el vacunatorio de los privilegios. Porque a lo inadmisible de otorgar inyecciones por compañía, se le incorporará una campaña repetitiva en pleno año electoral, y ningún noticiero se explayará acerca de las vacunas que Afolfo Rubinstein dejó vencer, ni de la desorganización que el Gobierno porteño tuvo para seguir con el Plan de vacunación.

Nadie recordará la desconfianza intencional de Larreta y Quirós en relación a la vacuna rusa, que ahora conlleva que los mayores de 70 en CABA tengan que esperar más de lo prometido por la consecuente elaboración apresurada de un plan, mientras en la Provincia de Buenos Aires más de 40 mil bonaerense mayores de 60 años ya fueron inmunizados.

Vizzotti anunció ayer un plan de monitoreo para darle transparencia a la campaña de vacunación, transparencia que debía haber estado desde el primer minuto. Si hubiese sido público el planeamiento y el orden desde siempre, los acontecimientos ulteriores tendrían inexistencia.

Es incuestionable la política de una propuesta “de monitoreo, información periódica y recomendaciones de cómo vacunar escalonadamente a la población estratégica” contra el coronavirus, como dijo la ministra, ya que es ampliamente benévola. Mas es igual de incuestionable que no debe llegarse al punto de descubrir tardíamente la creación de un vacunatorio VIP que ni siquiera debería haber sido ideado.