El argentino Luis Caffarelli recibió el Premio Abel

Está dotado de unos 700.000 dólares; la ceremonia fue en la Academia Noruega de Ciencias y lo acompañó una delegación oficial encabezada por el ministro Filmus.

El matemático argentino residente en los Estados Unidos, Luis Caffarelli, recibió este martes en Oslo, Noruega, el premio Abel, una de las más altas distinciones otorgadas en su disciplina.

La ceremonia se realizó en la Academia Noruega de Ciencias y Letras. Doctor en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigador correspondiente del Conicet y Profesor de la Universidad de Texas (Estados Unidos), Caffarelli fue galardonado por sus aportes mundialmente reconocidos en un tipo de ecuaciones que describen fenómenos físicos “suaves” en los que no hay “límites” precisos, como el derretimiento del hielo y el flujo de líquido. Ya en 2008, Adrián Paenza lo había mencionado en una de sus notas para Página 12 como “líder en el mundo en problemas de ecuaciones diferenciales en derivadas parciales con frontera libre”.

El Premio Abel se entrega en nombre del matemático noruego Niels Henrik Abel, que vivió en el Siglo XIX, hizo importantes contribuciones en varios campos y murió de tuberculosis a los 26 años, y está dotado de unos 700.000 dólares. Caffarelli no sólo es el primer argentino, sino también el primer latinoamericano y el primer hispanoparlante que lo recibe.

Según un comunicado del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, cuyo titular viajó para la ocasión, en su discurso Caffarelli dijo: “Es un profundo reconocimiento y estoy muy agradecido a la Academia y al comité (de cinco matemáticos de renombre internacional). Estuve inspirado por la elegancia de la matemática y su capacidad para resolver problemas, con el poder de transformar el mundo. Espero que continúe teniendo un impacto positivo en la sociedad”.

Y a continuación agradeció a las diferentes instituciones en las que se desempeñó y a los numerosos colaboradores y profesores, entre ellos, su colega y esposa Irene Gamba, con quienes compartió sus investigaciones: “Quiero expresar mi profunda gratitud a las instituciones que me apoyaron en la carrera, entre ellos, el Colegio Nacional de Buenos Aires y la Universidad de Buenos Aires. La educación pública fue excepcional y clave para mi formación. Mi llegada a los Estados Unidos se dio también gracias a un programa de intercambio que funcionaba, luego de haber tenido una fuerte educación en Matemática en la Universidad de Buenos Aires”.

Por su parte, Filmus, expresó: “Es un enorme orgullo que Caffarelli destaque en cada entrevista, en cada declaración, su formación en la universidad pública (UBA) y su pertenencia al Conicet. Además, permanentemente colabora con el Programa Raíces ofreciendo ayuda, y proponiendo caminos para la formación de nuestras investigadoras e investigadores en Estados Unidos. No solo se preocupa por investigar sino por ver cómo sus desarrollos aportan a la resolución de nuestros problemas como sociedad en aplicaciones concretas. Hoy, prácticamente no hay disciplina que no requiera del aporte de la matemática, y es por eso que necesitamos que la ciencia y la tecnología sean una política de Estado en nuestro país con financiamiento creciente, sostenido y federal. Este merecido premio a Caffarelli representa una gran emoción para nuestro país”.

En la ceremonia estuvieron presentes el Rey de Noruega, Harald V; el Ministro de Educación e Investigación, Ola Borten Moe; la titular de la Academia Lise Øvreås; el Presidente del Comité del Premio Abel, Helge Holden, y la embajadora de la República Argentina ante el Reino de Noruega, Betina Alejandra Pasquali de Fonseca, entre otras autoridades.

Más tarde, en la Cena de Gala ofrecida por el Gobierno de Noruega en el Castillo Akershus Fortress, Filmus destacó que nuestro país “tiene una gran tradición científica que lo caracteriza como una de las naciones con mayor producción académica del hemisferio sur. Esta tradición le valió el reconocimiento internacional a muchos de sus mejores científicos. Tres de ellos, los doctores Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein obtuvieron el Nobel en disciplinas biomédicas. Estos galardones, no sólo son un valioso reconocimiento a la excelencia académica sino también al esfuerzo. Este es el mensaje que debemos transmitir a nuestros jóvenes. Impulsar su vocación y dedicación a la ciencia, es fundamental. No hay forma de imaginar el crecimiento y desarrollo de un país sin ciencia, tecnología e innovación. El objetivo es avanzar hacia nuevos conocimientos; entendiendo la importancia de la ciencia para resolver los problemas de la humanidad, lograr el bienestar de nuestros pueblos y afianzar la paz y el humanismo en escala global”.

Los problemas de frontera libre, sobre los que trabaja el científico argentino, tienen muchas aplicaciones. “Las primeras y más fáciles de explicar se encuentran en la física; por ejemplo, cuando hay dos fases, una sólida y una líquida, y una interfaz entre ambas donde existe una compensación, se entrega energía para cambiar de fase –explicó al conocerse la noticia la matemática de Exactas/UBA Noemí Wolanski–. Ese balance de energía da la velocidad a la que se mueve, cómo evoluciona con el tiempo. Es un problema muy complicado. El aporte de Caffarelli tuvo que ver con la ‘regularidad’, con la ‘suavidad’ que tiene esa interfaz tanto en el espacio como en su evolución temporal. Ahora estos problemas tienen muchísimas aplicaciones”.

Las ecuaciones diferenciales parciales son un tipo de operación que implica un cambio continuo. Los científicos las utilizan para modelar el mundo natural y permiten expresar muchas leyes naturales. Casi todas las ecuaciones conocidas que modelan el comportamiento físico o humano son ecuaciones diferenciales parciales. Caffarelli estudia su consistencia matemática, esencialmente tratando de averiguar si son representaciones significativas de la realidad. Las que ideó se emplean tanto en procesos de la naturaleza como en finanzas (…) “Ningún otro matemático vivo contribuyó más a nuestra comprensión de las ecuaciones diferenciales parciales que él. Introdujo nuevas e ingeniosas técnicas, mostró una brillante perspicacia geométrica y produjo muchos resultados seminales”, dijo Helge Holden, presidente del comité que le otorgó la distinción.

En Noruega, el ministro Filmus mantuvo una reunión con su par de ese país, Ola Borten Moe, para dar a conocer los principales planes y políticas en ciencia, tecnología e innovación de la Argentina y poner en marcha la cooperación científica en temas como transición energética, biotecnología, energía nuclear, medicina nuclear, hidrógeno rosa, litio e investigaciones antárticas. “Sobre la Antártida tenemos preocupaciones comunes; le propuse al ministro que en la próxima campaña antártica viaje un equipo noruego. También estamos interesados en avanzar en el intercambio de becas doctorales y posdoctorales”, destacó Filmus, que mañana se reunirá con el Director General de la Agencia Espacial Noruega (NOSA), Christian Hauglie-Hanssen, para hablar sobre cooperación espacial.

Ya en 2018, Caffarelli había resultado ganador del premio Shaw, creado en 2002 y dotado con 1.200.000 dólares, una distinción que honra avances recientes en la investigación científica en matemática, astronomía, ciencias de la vida o medicina, o en aplicaciones que tengan un profundo impacto en la humanidad.

El científico fue alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires, obtuvo su licenciatura en Matemática a los 20 años en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y más tarde se doctoró en Matemática en la misma universidad, aunque había cursado la mitad de la carrera de Física. Actualmente ocupa la Cátedra Sid Richardson en la Universidad de Texas en Austin. También fue profesor en las universidades de Minnesota y de Chicago, y del Instituto Courant de Ciencias Matemáticas en Nueva York. Entre 1986 y 1996 fue miembro permanente del Instituto de Estudios Avanzados, de Princeton, donde investigó Einstein y donde hoy trabajan los físicos argentinos Matías Zaldarriaga y Juan Martín Maldacena.

También recibió el Premio Rolf Schock, de la Real Academia de Ciencias de Suecia, el Premio Leroy P. Steele a su trayectoria, que le otorgó la Sociedad Matemática Norteamericana, y, en 2012, el Premio Wolf, entre otros.