Construyendo límites a la sinrazón neoliberal

Por: Roberto Candelaresi

Introducción

Observamos que desde la “derrota” del Ejecutivo en el Congreso en su intento por alterar códigos y leyes de la nación mediante un adefesio de “ley ómnibus” , y, la crisis devengada en las relaciones y acuerdos con sus propios aliados; gobernadores y legisladores «amigables y dialoguistas», se produjo una sensación aislamiento del gobierno (agravada por las intemperantes declaraciones del presidente Milei), que indujo – suponemos – al círculo áulico que rodea y sustenta al mandatario [léase establishment], a acelerar una alianza ya desembozada entre La Libertad Avanza y el PRO, en pos de la gobernabilidad del proyecto reaccionario que encarna.

Frente a esta intención, la oposición real en sus diversos campos; social, cultural y política, parece reafirmarse en unidad no solo en el parlamento, al tiempo que está buscando un diseño de proyecto eficaz para combatir la embestida de “estabilización” [eufemismo por ajuste neoliberal], que el mileísmo y sus mandantes y/o aliados (AEA, AmCham, entre otros), pretende imponer a toda costa (dolarización inclusive), para lo que vive un proceso de debates y búsqueda de nuevos liderazgos para conducir la contestación popular.

Cínicamente, el ineficaz ministro Caputo, destaca el «equilibrio financiero» del Estado (nacional) en tan poco tiempo, cuando en realidad, se produjo una licuación real del gasto por la alta inflación estimulada por el propio gobierno, el corte de remesas a las provincias, la paralización de la obra pública, etc.

Sumando la caída brusca del poder adquisitivo de las mayorías, que impacta negativamente en el consumo, y, por obvia consecuencia, la actividad económica –a excepción del agro– se está cayendo a niveles críticos, y con ello repunta la desocupación. La argumentación oficialista es que se trata de «corregir precios relativos». La realidad es que los grupos concentrados (en un mercado tan imperfecto como el argentino, hiper monopolizado), aumentan desproporcionadamente sus ganancias a costa de los ingresos populares, lo que deteriora el nivel de vida social de sectores medios y bajos.

Las tensiones sociales y la conflictividad política que ya se insinúan y se incrementarán, son consecuencias naturales ante ese escenario de ajuste. Paradójicamente, incluso el FMI advierte de nefastas consecuencias por la caída del PBI (con Massa auguraba un crecimiento para el 2024 del 2.8%), por el feroz ajuste de las cuentas públicas que supera sus demandas [sugerencias].

La recesión es negativa (lo sabe el Fondo), pues recicla el problema de escasez; al caer los ingresos fiscales, caen más el gasto y la inversión. Contexto de achicamiento e incertidumbre (produciendo agitación social e inestabilidad política, agregamos).

Por lo demás, en el país, contamos con una serie larga de experiencias neoliberales de los que conocemos sus resultadas, retroceso en la distribución del ingreso, concentración y extranjerización económica, y enajenación de bienes estatales. Ya hoy esas condiciones hacen de la economía argentina sea muy vulnerable y dependiente. Con la dolarización y merma patrimonial estatal, no hay otro destino que COLONIA.

El Minarquismo ultramontano

La ominosa pretendida ley ómnibus, fue redactada por estudios jurídicos privados vinculados a los holdings del país, de allí que alevosamente se pretendía beneficiar, sin mayores escrúpulos en su redacción dispositiva, a grandes empresarios comprometidos con la “oportunidad Milei”.

El mesianismo del presidente y su pretensión de ‘destruir al Estado, como enemigo de los habitantes’, propia de su condición de “anarco-capitalista), ha sido dosificada por la realidad fáctica que le impuso la gestión, y hoy podríamos describirlo como adherente a lo que se conoce como Minarquismo: una filosofía política muy minoritaria, cultivada por grupos de elite que militan por sus ideas de una manera casi religiosa, como una secta: los libertarios,  y que impulsa la reducción de los Estados a la mínima expresión, y solo dedicado a la protección de sus espacios y fronteras y a la seguridad interior con la administración de justicia, el resto de la vida social y económica, parecería estar librada a cierto nihilismo mercantilista.

Esta teoría no debe ser subestimada por sus efectos sociales, dado que si bien, en un nivel analítico o académico, sus inconsistencias son graves, sus posturas no son enteramente fundadas, sino solo basadas en principios tan arbitrarios como los que critica, es una proposición muy atractiva en su (supuesta) capacidad de ofrecer respuestas contundentes frente a todos los problemas, aunque sus verdaderas soluciones sean frágiles e inconsistentes. Es la grandilocuencia y el simplismo de esta filosofía lo que atrae a las masas, a pesar de sus pies de barro.

Precisamente es la misma sociedad civil movilizada y organizada, una de las pocas garantías para conservar la vida en común y el goce de la libertad con derechos, frente a la desigualdad de los mercados. En frente, está el discurso de los intereses económicos, apenas disimulados por el periodismo comercial que confunde, (y que genera patologías sociales y culturales), al que hay que batallar.

Uno de los objetivos de la batalla cultural, será desmitificar que la corrupción solo se encuentra en la política, viviendo en un sistema plagado de negocios (privados) espurios, corrupción financiera, contrabando, apropiación de plusvalía, especulaciones de todo tipo, etc. Siendo la clase empresarial (burguesía) la que, en todo caso, corrompe a funcionarios y políticos. Se impone al menos un debate para desnudar conductas, sin el cual no es posible soñar una sociedad mejor o evitar un drama social.

Breve Historia para entender

El Estado mínimo y la desregulación del mercado son los pilares centrales del neoliberalismo, conceptos del vienés Friedrich Von Hayek, numen de la Escuela Austríaca y quien prefería una dictadura a una democracia estatal [magister dixit]. En efecto, las democracias serían peligrosas como caminos hacia el colectivismo y posterior comunismo. Esos Estados son conducidos por la casta corrupta, esencialmente los políticos. Aclárese que tal escuela – también llamada marginalista – fundada por Menger en el siglo XIX, no condenaban el rol del Estado ni clamaban por ninguna libertad en particular.

Los nuevos referentes, de los que supuestamente se nutre Javier Milei, son los llamados neo austríacos autores de una cierta literatura que, como doctrina, condena la acción económica y social del Estado, y algunos académicos en las Ciencias Económicas rotulan como polemistas ante que economistas

Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek fueron recibidos en Estados Unidos por la extrema derecha republicana, durante la 2ª guerra mundial, para batallar contra el presidente Franklin D. Roosevelt, referente del Estado benefactor intervencionista.

En resumen, en su ideario los derechos universales en realidad son privilegios para pocos. No es industrialista, sino pro importador, para gente pudiente o privilegiada, en esa doctrina -recordemos que es de la que abreva Milei – se repudia la noción de igualdad, como ilusión de las «democracias populistas»

Para que estas ideas prosperen en una gran cantidad de personas, muchos medios de comunicación y circulación, funcionan como resguardo y guía del cambio de la matriz económica y social que se está desarrollando. Los ideólogos del marketing publicitario trabajan mancomunadamente con posverdad o ‘filosofías líquidas’, determinando para la gran audiencia que es realidad y que no. La virtualidad artificial se impone.

Aquellos cambios matriciales significan: desigualdad distributiva, la reprimarización productiva y la dependencia financiera externa y su producido correlato de destrucción del empleo y la producción vía apertura de importaciones, el aumento de la pobreza y la indigencia, el endeudamiento y la fuga de capitales, la caída del poder adquisitivo y del consumo, y el aumento de la inflación.

Limites Propios de la Reacción Neoliberal

Volvemos al fracaso de la avanzada mileísta sobre el congreso con el mamotreto ‘ómnibus’, para señalar lo significativo del evento, ya que demostró no solo fisuras (desacuerdos) en el gran segmento de la derecha en el ámbito parlamentario, sino que, las discrepancias causales parecen ser motivo también de alejamientos de la comunidad anti-populista [léase antiperonista], que está en gestación (con avances y retrocesos) desde la victoria electoral del ‘outsider’ y que se manifiesta entre legisladores de diversos colores partidarios.

La UCR a nivel institucional, parece presa de un pudor ante el extremismo antinacional de Milei, que no tuvo durante la alianza con el conservador Macri, a quien le dio sustento (legislativo y funcional) en su penosa gestión, que marchó hacia un modelo neoliberal, de control social bajo los grupos económicos más concentrados. El cálculo político en su momento los hermanó, por eso, pudieron dejar de lado sus respectivos principios ideológicos para acomodarse a la realidad política y social. Esa híbrida comunión reguló la marcha de los asuntos públicos en 2016/2019, de modo que no se pudo implementar completamente el modelo apetecido por M. Macri, aunque sí lo suficiente como para dejar improntas en la economía nacional, con un endeudamiento descomunal e indicadores socioeconómicos negativos.   

Ni este límite societario, ni la existencia de vertientes divergentes como en el bloque de Cambiemos, [llamémosle; moderados y dialoguistas por un lado y, extremos e irreductibles por el otro], se experimentan en la actual administración, que luce desordenada, de un actuar improvisado, pero; monolíticamente ideologizada y bajo un líder carismático en términos weberianos [amaga con lo plebiscitario, pero es decisionista, o autocrático].

Asimismo, en la población del llano (no dirigentes ni funcionarios), hay aún un bloque cuantitativamente importante que comparte una visión libertaria (aunque sea como expresión de un deseado CAMBIO y sin profesar fe en un individualismo mercantilista), que es capaz de movilizarse en defensa del proyecto mileísta [empresarial, en rigor].

Pero los límites los pone la sociedad civil mediante la movilización masiva, ya que queda probado que las autoridades partidarias opositoras, aún parecen estar en un debate postelectoral, sin pronunciarse con vigor en contra los abusos legales, procedimentales, la inobservancia de reglamentos, y lo que es peor, de mandas constitucionales. Tampoco lo hace la parsimoniosa justicia, que, por ejemplo, tiene para su tratamiento el ominoso DNU 70/23, que es a todas luces improcedente e inconstitucional, pero la Corte, espera que se debata en el senado antes de pronunciarse, creo entender. El control de legalidad, ausente.

La ficción del republicanismo y el pseudo respeto a la legalidad, vuelve a repetirse como aquel periodo macrista ya señalado. Control social y justicia cómplice junto a los grandes medios de domesticación [léase comunicación]. Veamos si los actores políticos que sostuvieron la mascarada también se repiten (radicales, Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, algunos dirigentes del PJ ‘razonable’ (A.F., S. Massa, etc.) en esta coyuntura. El silencio o la sumisión de aquellos representantes de la oposición, no tienen que ver con la declamada “gobernabilidad” o el dejar hacer a quien ocupe el P.E., sino el respeto es hacia el poder económico que hay detrás del proyecto y la posibilidad de integrarse a algún negocio. Tan duro como grave.

La angurria del embrollo

Parecería como que la gestión estuviera expresando solo intereses de ciertas fracciones económicas, que llevaron a J. Milei hacia las candilejas y lo sostuvieron allí, para finalmente acercarlo al poder institucional. La personalidad del mandatario y sus medidas radicales, hasta ahora lo mantienen como el protagonista de la política. Pero, su tan agresiva apuesta, carece de consistencia económica, y, a partir de la estrepitosa caída de popularidad que detectan los sondeos, se advierte que la viabilidad social y política de su proyecto político no es muy sólida. Pero el poder fáctico, siempre estará dispuesto a un recambio de personajes, con tal de continuar con su plan de negocios.

Pero mientras se empobrece a la inmensa mayoría de la población, la «burguesía empresaria y rentística» (el círculo rojo que lo respalda), se resiste a sacrificar ganancias o privilegios en pos del proclamado déficit “0”, o a realizar inversiones para que la caída no sea tan brusca, al contrario, liberados los precios de sus producciones oligopólicas, atentan contra el consumo popular, al imponer aumentos de precios totalmente arbitrarios. La clase dirigente argentina, carece de toda responsabilidad social según nos enseña nuestra Historia, con lo cual, empujan para que el “sacrificio” de balancear las cuentas, lo hagan los asalariados, monotributistas, pymes y clase media ‘independiente’. 

Políticamente, esta situación – y dada la impronta de movilización y organización que tiene la sociedad civil argentina – en teoría, no podría prolongarse mucho en el tiempo. Todo depende, no obstante, de la idoneidad de los conductores sociales y dirigentes políticos de oposición, para el esclarecimiento de las masas y ulterior acción de protesta en el espacio público, denunciando la incompatibilidad de muchas medidas con el bienestar común, y tratar de frenar esas políticas dañinas para las mayorías.

El problema de una forzada continuidad, tal vez se de porque pese a la irracionalidad del modelo ultra desregulado que tanto favorece a la clase dirigente [económicamente dominante], esta élite no soporta ningún disciplinamiento y/o control a menos que las mayorías presionen para cambiar las políticas públicas hacia equilibrios y exigencias de mayor aporte de su parte.

El déficit dirigencial subnacional

En una ponderación propia y enteramente subjetiva, sostenemos que al menos el 50% de los mandatarios provinciales, de todos los colores políticos, aplican una lógica localista, no poseen una mirada estratégica nacional. Sus miradas suelen ser cortas y de coyuntura, muy atentos al juego de poder local. Por eso, se suelen desatender intereses nacionales, e incluso, demandas populares internas si contravienen a los poderosos de las economías provinciales [élites locales].  «La unión hace la fuerza» y proverbios del estilo (efectivamente contundentes) no pasan de la retórica. Los negocios e intereses se ventilan en modo doméstico, sin respaldo de extramuros. 

Tal vez, esta nueva versión agresiva del neoliberalismo extremo, que vino por los recursos provinciales y además les exige un esfuerzo financiero a sus administradores, todo en pos de ‘objetivos nacionales’, llame a los gobernadores a aunar esfuerzos y negociar con otra lógica, los intereses generales.

Concluyendo

La improvisación, la ignorancia y la falta de experiencia del actual Ejecutivo, son sin duda, características que lo debilitan frente a la oposición y a la protesta. Pero el dominio político que tal vez el presidente carezca, los sectores de la Derecha que lo bancan, estarán dispuestos a reconstituirlo de inmediato. Hay reemplazantes en expectativa.

El programa del reclamo en lo estratégico [lo inmediato será corregir la pérdida de poder adquisitivo y capacidad (empoderamiento) de consumidor], deberá versar sobre la reprimarización, la nueva extranjerización, la impudicia de los negocios privados al amparo del Estado tonto, y el festival financiero que enriquece a pocos.

Este proyecto económico y social, de minorías debe ser detenido. Hacia adentro del movimiento nacional y popular junto a sus aliados, debe darse una profunda revisión y debate. La existencia misma de los libertarios –de nuevo– en el poder, demuestra la ineptitud de los gobernantes de la alianza popular. La pérdida de la mística, y la no orientación en lo mejor del peronismo. Un retroceso que habilitó la emergencia de “nuevas” formas del cambio. 

Al poder real se lo interpela, se lo combate, no se le da tregua. Las concesiones a los poderosos implican siempre repliegue del poder popular y regresión en materia simbólica. De ello debería ocuparse en introspección el señor Alberto Fernández y todo su gabinete, tan dispuestos a respetar las formas, y negociar todo o llanamente ceder en pos de un ‘dialoguismo’ progresista absolutamente inocuo, como la crónica de ese gobierno demostró. 

Cerrado el pasado reciente, se impone instrumentar la construcción de la organización popular, sumando absolutamente todos los actores agredidos por el libertarismo extremo, que son mayoría. Y, al mismo tiempo, poner en común un programa socioeconómico actualizado, ALTERNATIVA al sistema imperante de empobrecimiento y destrucción, como bandera de recambio.