La impostación de la democracia representativa

Introducción

Es comunmente aceptado en los estudios de las humanidades y en las disciplinas sociales, que el carácter creativo del “hombre”, históricamente está vinculado con un instinto fundamental de libertad, una resistencia a la dominación y control por parte de autoridades ilegítimas, es decir, a quien el sujeto no acepte voluntariamente como su conductor. Se reconoce a esta característica como elemento primordial de la naturaleza humana.

Con la evolución (y complejidad) de la cultura, las instituciones de la sociedad se construyeron de modo que reducen, modifican, y limitan los esfuerzos y el control del propio destino. Como ejemplo básico, el individuo moderno, se coloca permanentemente en una posición de subordinación a un maestro, pero en cualquier ámbito de su actuación con respecto a otro y otros.

Esta paradoja, planteada como el resultado de la ‘pugna existencial’ entre la libertad instintiva de los sujetos y su subordinación al gobierno y a los demás poderes, fue descripta por el filósofo David Hume en el primer tratado moderno de lo que ahora se conoce como ciencia política, «Fundamentos del gobierno». Allí describe como los hombres de su era (siglo XVIII) ya cuestionado y en decadencia teórica el absolutismo monárquico, y,  conociendo que el poder está en manos de los gobernados [de la población en general], se someten al poder y a la autoridad con facilidad.

El se responde creando el concepto de Consentimiento Forzado. La sociedad está estructurada de modo que las personas consientan lo que se opone a su naturaleza fundamental y se subordinen a los demás. 

Posteriormente (siglo XX), Antonio Gramsci, aprisionado por el fascismo de Mussolini, en sus cuadernos de la cárcel, desarrolló la misma concepción abundando en aristas del fenómeno, creando la categoría que llamó Sentido Común Hegemónico, la lógica de la clase dominante que se impone en oposición a las necesidades y los derechos de las personas.

Sociedad (Vida) Compleja

Una de las cosas difíciles de construir una política centrada en el enriquecimiento humano [en tanto libertad y en valores comunitarios] es por el hecho incontrastable de que hoy la DEMOCRACIA está cruzada por el CONSUMISMO. Cuando la sociedad genera una estructura que en realidad está moldeada y sometida a la creación de necesidades por parte del poder corporativo, no hay legitimidad para esa relación de autoridad, que se establece entre un proveedor y un consumidor.

En Estados Unidos, la industria de las RELACIONES PÚBLICAS y la industria de la PUBLICIDAD, fueron desarrolladas precisamente para generar una relación de poder central, el de las corporaciones abastecedoras de bienes y servicios necesarios o artificialmente demandados. 

Edward Bernays, sobrino de Freud [dato causal] en la década del ’20, lanza un manual de la industria de las relaciones públicas, “Propaganda”. En aquella época la propaganda no tenía las connotaciones negativas que tiene hoy, sólo significaba persuasión. Allí analiza el autor lo que llama Ingeniería del Consentimiento. Con éxitos masivos en ciertas campañas demostró que sus técnicas de intervención social eran bien válidas convirtiéndose en una suerte de gurú de la publicidad [y manipulación de opinión pública] al lograr el consentimiento de las masas ante ciertos objetivos.

Pero también dejó otras lecciones en el campo de la política: la manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige los destinos de los países.

Al mismo tiempo, Walter Lippmann, filósofo, escritor y comentarista político escribía sobre lo que llamó Fabricación del Consentimiento, que describió como un nuevo arte en la práctica de la democracia. Intentando siempre reconciliar la tensión existente entre el capitalismo y democracia en el complejo mundo moderno, diría que es una forma de garantizar, que el rebaño desconcertado [la población en general], sea controlado. 

Apelaba a que los hombres responsables, no sean sometidos al pisoteo del rugido del rebaño desconcertado. Sin embargo, sentenciaba funestamente que … Ahora su tarea es ser espectadores, no participantes.

En la obra “Sociedad Opulenta”, John Kenneth Galbraith afirma que “en general, la articulación de la sabiduría convencional es prerrogativa de quienes se encuentran en posiciones públicas, académicas o financieras”.

John Kenneth Galbraith

El enorme y extraordinario esfuerzo que se dedica a crear necesidades, moldear la opinión y garantizar que las doctrinas no sean cuestionadas. No siempre funciona, pero lo que subyace a esto es el hecho de que uno de los principales factores componentes de nuestro orden social es un enorme intento de FABRICAR CONSENTIMIENTO para crear deseos, para asegurar la CONFORMIDAD DOCTRINAL. Toda la historia desde el principio es una invención. 

Grageas libertarias (que puede ser todo lo contrario a la verdadera libertad).

La libertad contractual es una broma. Quienes celebran el contrato libre tienen relaciones de poder radicalmente diferentes. Por ejemplo, uno de los libertarios más reconocidos y “prestigiosos”, harto citado, es Ludwig von Mises, quien atribuye siempre al gobierno o a los sindicatos la causa del desempleo. En repudio a la data histórica de los vaivenes del mercado.

James Buchanan, uno de los principales pensadores del libertarismo, dice que es muy posible que un sistema económico deba construirse de manera que se ajuste a la naturaleza humana: ser el amo de un mundo de esclavos. Sostiene que una Sociedad Ideal es donde todos sean libres de perseguir eso.

En cuanto al progreso material, debe reconocerse que las mejoras tecnológicas siempre son los ESTADOS los que financian la investigación básica. Y luego el «mercado» lo impulsa hacia adelante procurando el desarrollo de la aplicación de lo científicamente obtenido o conocido. Sus inversiones tienen que ver con el diseño de productos terminados o infraestructura productiva, pero la investigación + desarrollo ya fueron amortizados con fondos públicos (a través del Estado).

Para los sujetos en el mundo hay dos incentivos para producir [trabajar]; A)- El emocionante desafío de resolver problemas (en el mundo científico y académico), o; B)- la ambición de ganar más dinero (órbita mercantil / empresaria). Eso es lo que motiva a la gente. No tiene relación con el incentivo para ganar poder. Sí, ambos son incentivos, pero son totalmente diferentes.

Ahora, en realidad, esto está distorsionado por las estructuras sociales, que se confunden los verdaderos intereses, pero todo es relativo también, veamos que en las sociedades antiguas eran esclavistas y patriarcales, no había real libertad en todos.

Condiciones del cambio social

Es muy difícil que pueda producirse un cambio social constructivo y significativo a menos que la gran mayoría de la población reconozca (darse cuenta) que los cambios en los sistemas existentes no pueden lograr el tipo de objetivos que consideran justos y equitativos. Recién en esta etapa podríamos presenciar un cambio social radical. Si se fuerza antes de esa punto o condición, creemos que al final volverá a caer en algún tipo de estructura autoritaria.

Pese a todo, existe una oportunidad, y es que las cosas pueden suceder muy rápidamente. La estructura de autoridad y dominación es muy delgada. No creemos que sea profundo. La gente lo acepta porque no piensa en alternativas. Si se proponen alternativas, mucha gente puede aceptarlas con bastante rapidez. Desafortunadamente a veces las opciones disruptivas no necesariamente conducen a los mejores destinos. En el panorama político local, existe un peligro concreto de profundizar el sometimiento procurando más autonomía y “libertad”.

Concluyendo

La embestida neoliberal ha reducido tanto las expectativas de mejora que ni siquiera lo soñamos. El extraordinario poder productivo del consentimiento; las cosas obvias fueron borradas de la mente de la gente, no hace tanto de eso. Creo que pueden regresar inmediatamente.

Las buenas directrices [políticas públicas] las proporcionan grupos de economistas heterodoxos, y están garantizadas en caso de una presión popular muy fuerte. Ahí es donde ocurre el cambio. Debe haber mucho activismo popular: como se observa en el tema de la destrucción del medio ambiente, por ejemplo.

Se trata también de no tolerar, o al menos estar advertidos contra la automatización de las cosas, tanto en el terreno productivo/económico como en el social/cultural, que puede ocurrir de muchas maneras, especialmente cuando el formidable aparato propagandístico del poder opera a su favor como hemos visto. Se trata de una cuestión de política social y económica.

Todo el tiempo en la sociedad contemporánea, la clase dirigente [la auténtica casta propietaria] quiere descalificar a las personas, quiere convertirlas en sujetos subordinados, no en agentes y actores independientes. La irreflexión, sinónimo de la automatización del sentido común, pretenden siempre convertir a las mayorías en sirvientes en lugar de controladores y actores. Tengámoslo siempre presente y usemos el pensamiento crítico como auxiliar de nuestra libertad y autonomía real.