Es el primer desplazamiento del Pontífice al extranjero desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
Francisco aterrizó este viernes en Bagdad para la primera visita de un Papa a Irak, en la que buscará reforzar los lazos con el islam, llevar consuelo a la perseguida y diezmada minoría cristiana del convulso país y pedir por la paz en Medio Oriente.
“Es un viaje emblemático a una tierra martirizada. Un deber moral”, planteó el Papa a bordo del avión en el que aterrizó desde Roma, según informó Télam.
En su primera actividad oficial en suelo iraquí, el Papa se reunió durante 20 minutos con el primer ministro Mustafa Al Khadimi en el salón VIP del aeropuerto, antes de dirigirse al Palacio Presidencial para encontrar al presidente Barham Salih.
Frente al mandatario, el Papa pronunció el primero de los siete discursos que dará en Irak, antes de dirigirse al clero local durante un encuentro en la catedral católica siríaca de Nuestra Señora de la Salvación.
“La incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas”, afirmó el Papa en el discurso.
Así, comenzó una histórica visita a Irak con un llamado al fin de la interferencia extranjera en el país árabe, una condena al fundamentalismo y una defensa de su diezmada y perseguida minoría cristiana, en un viaje en medio de la pandemia de coronavirus que buscará también reforzar los lazos con el islam y pedir por la paz en Medio Oriente.
Francisco pidió que las naciones extranjeras no impongan sus “intereses políticos” en el país, al tiempo que animó a las autoridades locales a encarar una reconstrucción con respeto por las minorías religiosas y que pueda crear “oportunidades concretas” para salir de la crisis económica sin “violencia y extremismos”.
“Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local”, reclamó durante la oratoria frente al presidente Barham Salih en el Palacio Presidencial de Bagdad, al animar al país a una reconstrucción tras las últimas décadas en las que Irak sufrió “guerras, terrorismo y conflictos sectarios”.
No mencionó a ningún país en particular, pero la visita llega en momentos en que Irak es centro de crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán. El país norteamericano aún tiene 2.500 soldados desplegados en Irak.
Irán posee una vasta red de influencia en Irak a través de partidos políticos y milicias leales a Teherán. El ascendiente de Irán, la mayor potencia islámica de la rama chiita, creció luego de que la invasión militar estadounidense de 2003 derrocó al Gobierno árabe y musulmán sunnita del presidente Saddam Huseein y empoderó a los chiitas.
Frente a las autoridades, Francisco inició su discurso recordando que, “en las últimas décadas, Irak ha sufrido los desastres de las guerras, el flagelo del terrorismo y conflictos sectarios basados a menudo en un fundamentalismo que no puede aceptar la pacífica convivencia de varios grupos étnicos y religiosos, de ideas y culturas diversas”.
En defensa de los cristianos, el Papa recordó también a la minoría yazidí, que sufrió, según condenó Bergoglio, “atrocidades sin sentido” a manos del grupo yihadista sunnita Estado Islámico (EI) cuando controló parte de Irak, en 2014.
El discurso en el Palacio Presidencial fue el primero de los siete que el Papa dará en Irak, y llegó poco antes de dirigirse al clero local durante un encuentro en la catedral católica siríaca de Nuestra Señora de la Salvación.
Salih agradeció al pontífice su visita “más allá de la situación difícil que está atravesando el mundo con el coronavirus y que nuestro país sangrante ha aguantado”.
Luego, visitó la iglesia ubicada en el corazón de Bagdad, la cual se convirtió en un ícono de la violencia del extremismo islamista tras un ataque suicida del Estado Islámico (ISIS) en 2010 durante una misa dominical en el que murieron más de 50 personas. Cuarenta y ocho de los cristianos muertos en el atentado están en proceso de ser declarados “mártires” por el Vaticano.
Allí, Francisco aseguró que la violencia y el derramamiento de sangre “son incompatibles” con la religión, al hablar ante el clero iraquí durante una visita a la Catedral de Bagdad más de cinco años después de haber sido blanco de un letal atentado del Estado Islámico.
“La incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas”, dijo el Papa en la Catedral de Nuestra Señora de la Salvación de Bagdad, donde más de 50 personas murieron en octubre de 2010 en el ataque del grupo yihadista.
Según fuentes cercanas, uno de sus objetivos en la visita es solidarizarse con una minoría cristiana diezmada por sucesivos espasmos de violencia desde la invasión estadounidense de 2003.
“Y quiero también recordar a todas las víctimas de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa”, agregó Francisco, de 84 años.
La Catedral del rito católico-siríaco visitada por Jorge Bergoglio también fue una de las seis iglesias atacadas en agosto de 2004 en una ola coordinada de atentados con cinco coches bomba en Bagdad y otro en la norteña ciudad de Mosul. Los ataques dejaron 12 muertos y más de 70 heridos.
En el discurso al clero, el Papa dijo que la población de Irak afrontó “las consecuencias de la guerra y de las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha continua por la seguridad económica y personal, que a menudo ha llevado a desplazamientos internos y a la migración de muchos, también de cristianos, hacia otras partes del mundo”.
Con presencia de representantes caldeos, católicos y de rito latino en los bancos de la Iglesia, enmarcados por los siete pilares que confieren al interior del edificio un aspecto de barco, Francisco convocó a los distintos grupos a ponderar la unidad de los diversos grupos católicos del país.
“Pienso en la familiar imagen de una alfombra. Las diferentes Iglesias presentes en Irak, cada una con su ancestral patrimonio histórico, litúrgico y espiritual, son como muchos hilos particulares de colores que, trenzados juntos, componen una alfombra única y bellísima, que no sólo atestigua nuestra fraternidad, sino que remite también a su fuente”, detalló.
Con énfasis en el diálogo interreligioso, otro de los ejes de la visita, el pontífice adelantó algunos de los planteos que hará el sábado desde las ruinas de la ciudad de Ur, en el sur del país, considerada tierra de encuentro entre cristianos, musulmanes y judíos.
“Mañana, en Ur, encontraré a los líderes de las tradiciones religiosas presentes en este país, para proclamar una vez más nuestra convicción de que la religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad entre todos los hijos de Dios”, destacó.
En ese marco, de frente a las casi 100 personas que lo escucharon en la Catedral del centro de Bagdad, Francisco agradeció al clero “su compromiso de ser constructores de paz, en el seno de sus comunidades y con los creyentes de otras tradiciones religiosas, esparciendo semillas de reconciliación y de convivencia fraterna que pueden llevar a un renacer de la esperanza para todos”.
Tanto el Papa como toda la delegación, incluidos los 74 periodistas que lo acompañan, fueron vacunados en el Vaticano antes del viaje.
El sábado, el Papa se dirigirá a Nayaf, al sur de Bagdad, para una visita de cortesía a la máxima autoridad del islam chiita de Irak, el gran ayatollah Ali al-Sistani.
Líder religioso de gran ascendiente político en el país, Al-Sistani lo recibirá en una ciudad considerada santa para los chiitas, en la que se encuentra el mausoleo del imán Alí, yerno del profeta Mahoma y fundador de esa rama del islam.
El viaje de Francisco tiene también como marco el aumento de acciones armadas en las últimas semanas, incluidos ataques con misiles a distintos puntos de todo Irak, que hicieron que el pontífice decidiera usar, por primera vez en su pontificado, un auto blindado para desplazarse por el país.