Cuando el aeropuerto de Los Ángeles comience a recibir, este 6 y 7 de junio, a los líderes que participarán de la novena Cumbre de las Américas, habrá que esperar la apertura de las puertas de las naves para saber si el mitin de alto nivel será o no un fracaso.
Es que hasta última hora del fin de semana se ha discutido quienes estarán y quienes no en el Centro de Convenciones de Los Ángeles, luego de que la administración Biden calificara a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua de poco democráticos como excusa para excluirlos del encuentro que busca “un futuro sostenible y resiliente”.
La decisión de la Casa Blanca generó rispideces en algunas de las naciones invitadas, que tomaron distintas posturas aunque dejaron en claro que, vaya quien vaya, será esta una cumbre de la protesta. “Yo creo que, por dos vías, los que no van a la Cumbre, no van como forma de protesta y los que van a la reunión de Los Ángeles [EEUU, suroeste] van para protestar, la voz del ALBA, incluso no solo del ALBA, la voz de la CELAC [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños] se va a escuchar allá en Los Ángeles”, opinó a la Agencia Sputnik el secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Sacha Llorenti.
Protestan quienes no van, pero también protestan, en solidaridad, otros países que decidieron bajarse, o pusieron su presencia en duda, como Bolivia, Guatemala, Honduras, San Vicente y las Granadinas y México.
El presidente boliviano, Luis Arce, fue tal vez el más inflexible en su postura. “Públicamente está anunciado que el presidente Luis Arce no viajará mientras haya países excluidos”, indicó a la Agencia Sputnik el vocero presidencial, Jorge Richter.
Una de las dudas es la del mandatario guatemalteco, Alejandro Giammatei. El canciller de ese país, Mario Búcaro, aseguró el 3 de junio que “aún no está confirmado” el viaje del Ejecutivo al encuentro regional y enfatizó que están “evaluando todas las opciones”. La relación entre ambos países está deteriorada desde que Washington criticó la reelección de Consuelo Porra como fiscal general y jefa del Ministerio Público, a quien cuestionan por supuesta corrupción.
La postura de México es la más altisonante. No solo por los más de 11 millones de mexicanos y mexicanas que viven en suelo estadounidense, la alianza comercial T-MEC que el país azteca comparte con EEUU y Canadá, ni siquiera porque “los intereses nacionales vitales de EEUU están inexorablemente ligados al destino de los vecinos más cercanos en las Américas”, como indicó la Casa Blanca.
Los líderes de Argentina y Chile, Alberto Fernández y Gabriel Boric, confirmaron su presencia en la cita, pero se sumaron al llamado de extender la invitación a todos. También estará en la cumbre el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro. “Si hay una apertura en un momento de una crisis mundial porque hay deseos de algunos países de asistir, para hablar de los que nos une y dejar de lado los que nos desune, nosotros también estaríamos de acuerdo y más contentos de asistir”, dijo el mandatario dominicano, Luis Abinader, otro de los que se sumó al repudio mexicano, a pesar de confirmar su presencia en el evento.
Solo Panamá y Costa Rica asistirán por Centroamérica sin poner ningún condicionamiento. El Gobierno hondureño, por su parte, anunció el 4 de junio que la presidenta Xiomara Castro enviará a su canciller, Eduardo Enrique Reina, para que asista a la cumbre en su nombre.
De los cuatro millones de personas que viven en Los Ángeles cerca de la mitad son hispanos. De hecho, la diversidad poblacional fue una de las motivaciones para que la Casa Blanca elija como sede a esa ciudad para la novena edición de la Cumbre de las Américas. El asistente especial del presidente Biden y director principal del Consejo Nacional de Seguridad de EEUU para el Hemisferio Occidental, Juan González, afirmó que la migración será un punto central de la Cumbre de las Américas, y que abordarían esa crisis histórica sin precedentes para la región.
No obstante, dicha proclama corre el riesgo de no tener las firmas de las principales naciones que comparten esa crisis con Estados Unidos. Sobre todo México, que aporta el 22,68% de los migrantes. La mirada selectiva de EEUU a la hora de organizar la Cumbre de las Américas lleva inevitablemente a una interrogante: ¿cuán democrática es la decisión de invitar a algunos países a la prestigiosa cita regional y excluir a otros?
Fuente: Agencia Sputnik