Briana Torres era una nena wichi de 6 años que falleció a causa de la falta de atención en el centro de salud más cercano a su residencia, un barrio habitado por la comunidad originaria. Ahora, las distintas comunidades de Salta reclaman que se respete la Ley de Salud Intercultural.
Briana Torres era una niña de seis años que pertenecía a la comunidad wichi y vivía en el barrio Misión La Loma, en las afueras de Embarcación, provincia de Salta. En el lapso entre la aparición de síntomas y su fallecimiento pasó menos de una semana, entre un ida y vuelta en el Hospital San Roque de Encarnación, donde la atención a las familias pobres —especialmente las de comunidades originarias— les es negada para priorizar a aquellas personas que pueden comprar el turno, que ronda los $2000. ¿Episodio aislado? En lo absoluto.
Se estima que en los últimos tres años fallecieron en total 217 niñes de comunidades originarias. Las organizaciones Pata Pila y Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) dieron a conocer un informe en el que los números saltan a la vista: 4000 personas wichis de Salta no tienen acceso al agua potable. La deshidratación y la contaminación del agua con arsénico es uno de los motivos de las muertes recurrentes.
Con lo que le sucedió a Briana, también se conoció la venta de turnos en el Hospital San Roque de Encarnación. Todos los días, personal médico extraía 10 de los 20 turnos diarios que se dan para cada especialidad y los vendían afuera a 1500 pesos cada uno. Para Briana, esto significó la muerte. Cuando finalmente su familia logró sacar el ansiado turno, tras intentos fallidos, ya era demasiado tarde: la niña se descompensó en los brazos de su madre, Eugenia Torres, y recién allí fue trasladada a emergencias, donde falleció.
El lunes, un día después de que comenzaran los síntomas de la enfermedad: fiebre alta, dolor de cabeza y diarrea; la mamá de Briana la llevó a la guardia del hospital. Pero como al llegar “se le había pasado la fiebre”, la enfermera la atendió, le dio un jarabe sin más explicaciones ni estudios “y la devolvió a la casa”, situada a 4 kilómetros del sanatorio.
El martes un vecino intentó en vano conseguir un turno, regresó el miércoles a las 21 y recién a las 5 de la madrugada del jueves consiguió un turno para pediatría. El turno, programado para la mañana, se demoró y allí la niña sufrió un paro cardíaco.
“Estos hechos se reiteran como producto de las falencias estructurales del sistema sanitario salteño y de la falta de políticas públicas para garantizar a las infancias el derecho a la salud, al agua potable y a la alimentación”, denunció la ACIJ, que acompañó a la familia de la víctima en la denuncia penal para que se investiguen las irregularidades hospitalarias y que realizó un reclamo ante la Corte de Justicia de Salta por la falta de implementación de la Ley de Salud Intercultural.
Por su parte, el máximo tribunal provincial ordenó en 2021 que se estableciesen facilitadores bilingües y se dispongan albergues cercanos a los centros sanitarios de mayor complejidad para familias indígenas que deben alejarse de sus lugares de residencia para recibir atención médica.
Las razones de su fallecimiento aún no se saben: se descartó la meningitis, a pesar de que en su certificado de defunción se afirma, y se considera que fue producto de una infección generalizada. “Era una nena normonutrida, controlada correctamente por APS (atención primaria de la salud), y con esquema completo de vacunas tanto ella como sus hermanos”, acreditó Facundo Orosco, gerente del centro de salud, quien a su vez cuestionó la versión de la familia y dijo que la niña nunca fue atendida días previos a su fallecimiento.