Por: Roberto Candelaresi
El Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, ha dedicado en lo que va del año, un par de documentos para examinar el compromiso comercial, político y de seguridad de China con América Latina y el Caribe, comparándolo con un compromiso similar en Europa, en los que infiere que la participación de la República Popular China a nivel mundial, está impulsada por una estrategia centrada en reorientar el mundo hacia el beneficio económico de esa potencia emergente.
Los documentos elaborados por el Dr. Evan Ellis, experto investigador sobre Latinoamérica, en su análisis encuentra elementos comunes en la búsqueda de China de fuentes seguras de suministro, mercados y tecnología en todas las regiones, su uso de los roles de apoyo del gobierno de la República Popular, con diferencias que reflejan la gobernanza y la estructura política de cada socio, las oportunidades económicas disponibles y los imperativos de la geografía.
Asimismo, también realizan una detallada visión de las relaciones sino-argentinas y sus potenciales derivas, lo cual demuestra la preocupación de la potencia hemisférica por retener bajo su influencia países clave en el contexto regional como el nuestro. Es por eso que nos abocamos a revisar esas investigaciones y sus conclusiones, con nuestro propio prisma.
Repasando contenido
Halla que el “poder blando” de la R P China sobre las élites políticas y empresariales en ambas regiones es significativo, basado más en la expectativa de beneficio que en una alineación de valores, y por lo tanto puede coexistir con la desconfianza hacia la RPC. Se sostiene en esos papers que las regiones pueden obtener conocimientos al examinar el compromiso chino con cada una de ellas. También encuentra que la participación en cada una impacta a la otra a través de los roles de las empresas chinas como competidores y socios de las de Europa Occidental en ambas regiones, y a través de las cadenas de suministro intrarregionales y los flujos de fondos a través de fusiones y adquisiciones por parte de China de participaciones en esas empresas.
El patrón de participación china tanto en América Latina como en Europa, sugiere que China influye a través del atractivo de sus préstamos, inversiones, poder adquisitivo y asociaciones, y, aumentada esa influencia por el papel del gobierno chino siempre presente en acuerdos intersectoriales, exigirían –según las recomendaciones de esos escritos– que los países de nuestra región que tomen compromisos con China y sus empresas, instauren previamente un marco de transparencia, formalicen una planificación, empleen instituciones sólidas y se amparen con aplicación de las leyes nacionales.
Además, advierten sobre el peligro a largo plazo por aquel influjo de China, que, si bien estará orientado siempre desde lo económico, el Estado y los actores chinos acumularán la gran porción de beneficios para sí, mediante la mayor creación del valor agregado de las actividades económicas, pero el mayor desafío será siempre a la democracia y a la autonomía. Incluso los estudios sugieren un riesgo para el largo plazo, respecto a la libertad de expresión, debido a la gran presión sobre las democracias para silenciar críticas (piedra angular de aquellas), y sus prácticas de corrupción -para asegurarse de alejar toda amenaza que pueda plantearse al desenvolvimiento económico [crecimiento] chino, la erosión de instituciones democráticas y la consolidación del poder por parte de gobiernos autoritarios debido al decidido apoyo oriental a gobiernos alineados con esa potencia, pues esos le aseguran estabilidad en las relaciones y en los suministros.
Las conclusiones y sugerencias de estos análisis han dejado su impronta, al punto que le ha hecho pronunciar a Joe Biden en una visita al Pentágono: «Afrontaremos el desafío de Bejing y nos aseguraremos de ganar la competencia en el futuro», ocasión en la que anunció la creación de un equipo especial dirigido por Ely Ratner, especialista en China.
¿Qué piensa Washington de la relación Sino-Argentina?
El presidente Biden a posteriori de su reunión con Xi Jinping, declaró que «los EE.UU. afrontará el desafío de China y se asegurará de ganar la competencia». En los aludidos documentos se nos revela los desvelos yanquis y qué significa para el Comando Sur “el desafío chino”.
En principio el ‘estudio’ describe que el retorno de un gobierno peronista al poder, «no solo ha movido a la Argentina en una dirección cada vez más populista de izquierda, sino que también ha abierto la puerta a una profundización sustancial de la ya significativa relación del país con China» (sic).
Interpretan que China no construye en el país explícitamente una alianza antinorteamericana, sino un compromiso significativo en una amplia gama de dominios (comerciales, políticos, securitarios, etc.) lo que facilita una “trayectoria autodestructiva”. Ello fundado en que, con los recursos aportados, la Argentina se siente menos preocupada de lidiar con inversores, bancos, instituciones multilaterales y otros gobiernos occidentales. [Lo que implica además un menoscabo de la agenda de EE.UU. en la región].
La relación chino-argentina es una de las más arraigadas de la zona, y esto se origina en otros gobiernos peronistas “K”, que facilitaron el establecimiento de empresas chinas con socios locales en diversos sectores económicos (petróleo, minería, agricultura, transporte y logística, telecomunicaciones, banca y finanzas, e incluso en prospectiva con las industrias aeroespacial y de defensa). Atribuye a la vicepresidenta CFK la reapertura hacia el poder amarillo, pero revirtiendo la tendencia de mayor transparencia y supervisión del gobierno de Macri. [Otra muestra de apoyo explícito al gobierno neoliberal más corrupto y dócil desde el regreso de la democracia].
Según la visión norteamericana, es una gran oportunidad para China de “volver” a una forma menos contenida de compromiso (¿?), con sus viejos aliados (el peronismo en el poder), lo que es una enorme oportunidad estratégica. El país, posee importantes recursos naturales, incluidos minerales estratégicos como el litio, y una pampa proveedora de productos agropecuarios muy significativos para alimentar al poderoso asiático.
Recíprocamente, Argentina ofrece un moderado mercado demandante de bienes y servicios de alto valor agregado y el acceso al MERCOSUR. Nuestro país cuenta con una economía relativamente diversificada y en algunos nichos, tecnológicamente avanzada, por lo que les interesa a los chinos asociarse para su absorción y perfeccionamiento de ofertas. [Biogénesis, maquinaria agrícola].
La ubicación geográfica de Argentina está lo suficientemente cerca de los Estados Unidos para ser estratégicamente relevante para Washington, pero lo suficientemente lejos para que las actividades comerciales y de otro tipo de China en el país luzcan amenazantes. La posición física del país les permite a los orientales proyectar su influencia comercial y de otros tipos (política, económica) en el continente y a través del Atlántico Sur. Lo que, además, por su condición de antípoda, permitió una excelente ubicación para apuntalar su programa espacial, apoyando la comunicación continua y el seguimiento de sus naves espaciales mediante la instalación de una base de observación ad hoc.
Ambos países han acordado una sociedad estratégica, lo que significa ventajas para ambos lados, materializándose en tratados de cooperación y múltiples acuerdos en variadas áreas. Para Estados Unidos, sin embargo, el potencial multidimensional de la Argentina para promover los intereses chinos, sumado a la dependencia económica, asociación personal de dirigentes en sus intereses, alineación política, etc. combinados, es un factor que debe ser considerado como una amenaza para su hegemonía hemisférica.
Veamos los elementos observados en que se basan algunas de sus conclusiones:
La primera que surge en el documento es la preocupación por la autorización del gobierno argentino (2012) de permitir construir la base espacial en Bajada del Agrio, desde donde los chinos apoyan actividades de exploración interplanetaria, observación astronómica, seguimiento y control de satélites en órbita y la adquisición de datos. [En nuestra percepción, entendemos que los últimos propósitos son los que irritan la sensibilidad yanqui].
Seguidamente, se puntúan una serie de observaciones que se transforman en premisas para el diagnóstico situacional que subyace en el documento específico:
- El actual gobierno argentino ha priorizado claramente la relación “win-win” con China, en sus vínculos con el mundo.
- La vicepresidente Cristina Kirchner ha maniobrado en forma personal para instalar a embajadores leales a ella en Rusia, Cuba y China.
- Asimismo, el gobierno designó como agregado de defensa un militar con rango de general, nivel previamente solo reservado para esa posición en Washington.
- El congreso argentino aprobó la participación del país en el Banco de Inversión en Infraestructura de Asia de China y se espera que Argentina se una formalmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China durante la visita de Estado del presidente Fernández a China.
- China le aseguró una provisión de hasta 30 millones de la vacuna Sinopharm para equilibrar retrasos de la provisión rusa.
- La cooperación chino-argentina también se extiende a nivel subnacional, incluyendo importantes acuerdos con gobiernos provinciales. (Jujuy, San Juan)
A modo de ‘cuerpo probatorio’ de la amplitud y profundidad de la relación sino-argentina, el Dr. Ellis, realiza un pormenorizado listado de actividades en que intervienen intereses del gobierno popular chino dentro de nuestro país. En esas consideraciones incluye los tópicos vinculados al:
Comercio, crecimiento exponencial desde el 2001 (ingreso chino a la OMC), pero pérdida en los términos de intercambio, ya que van materias primas, por bienes y servicios con mayor valor agregado.
Minería, participación limitada pero creciente en explotación de: oro, plata, hierro (Sierra Grande) y litio (material crítico), sin exigencias de industrialización de bienes.
Petróleo, adquisición de Bridas, Occidental Petroleum. Operan fracking en Vaca Muerta y también en Santa Cruz, Chubut y Mendoza.
Agricultura, adquisición de HK Noble y Nidera, y otras que poseen tecnología agrícola. Semillas. Suspenden compras de aceite para regular precio de soja. Instalación de granjas porcinas.
Construcción / Logística, se mejoran la infraestructura ferroviaria en diversos ramales. Compra de unidades de tracción y material rodante, también para subte. Proyecto de construcción de Túnel de montaña en la frontera argentino-chilena. Gasoducto y líneas de alta tensión. Concesión portuaria en Buenos Aires. Posible participación en la licitación de la ruta de navegación Paraguay-Paraná (Hidrovía).
Infraestructura eléctrica, construcción de dos centrales hidroeléctricas en el río Santa Cruz. Siempre se imponen cláusulas cruzadas con otras inversiones en marcha, como garantía de consecución de las obras, cualquiera sea el gobierno. Represa en carpeta (Chihuido). Parques solares y parques eólicos. Central nuclear (Atucha IV), demorada.
Tecnología, Huawei es el principal proveedor de infraestructura de las empresas locales de telecomunicaciones. Postulado como proveedor preferido para la construcción de la red G5. Ensamblan productos electrónicos, por incentivos fiscales a los operadores residentes en Tierra del Fuego. Sistemas de vigilancia, videos y sensores.
Cooperación espacial, telescopio radar operado por China en Bajada del Agrio (Neuquén), manejado en gran parte por militares asiáticos según este informe. Motivo de preocupación para el Comando Sur de los EE.UU. por su capacidad de interceptar señales de satélites estadounidenses y aliados. Dice el reporte que empresa china ayuda a construir y lanzar satélites para empresa comercial nacional (Statellogic).
Bancario, importante presencia bancaria multidimensional en Argentina. Crédito Swap para respaldo financiero, y muchos préstamos para obras. ICBC y HSBC operan a nivel minorista. Respaldo contra acreedores extranjeros y el FMI.
Cooperación de seguridad, iniciativas y ofrecimientos de sistemas de armas, aviones caza, buques y blindados. Donaciones de equipamiento a las fuerzas de seguridad federales. Intercambio de personal para cursos y visitas institucionales.
Crimen organizado, el crimen y los delitos se han expandido de la comunidad residente. El hampa china se fragmentó, pero sigue operando pese a la persecución.
La pesca ilegal de embarcaciones chinas: múltiples incidentes con flota pesquera china por pesca ilegal o depredación ictícola de la Zona Económica Exclusiva de Argentina. Incluyendo ataques a la “guardia costera” nacional.
El documento concluye que el compromiso chino-argentino es significativo no solo en términos comerciales y de las actividades de las empresas chinas en Argentina, sino que es también preocupante (para los intereses norteamericanos, claro) porque el creciente compromiso político y de seguridad entre los dos países, facilita un cierto rumbo del gobierno peronista (¿?) que lo aleja de las tradiciones occidentales, mientras el gigante asiático continúa promoviendo sus intereses comerciales y estratégicos en el país y el hemisferio.
Exhorta finalmente al gobierno de Biden a ofrecer alternativas de calidad basadas en el mercado a la Argentina, a la vez que llamar la atención a Buenos Aires sobre las acciones de tanto acercamiento a China, que pudieran tener consecuencias autodestructivas para nuestra nación. Según la iniciativa, Estados Unidos respetaría la soberanía argentina, ayudando a la población (sic) a comprender y resistir acuerdos que, a largo plazo, por su asimetría beneficiarían más a China, a la vez que pondría en riesgo la independencia y orgullo nacional, «que son los sellos distintivos de la Argentina».
Panorama global
El panorama geopolítico se presenta complejo, Estados Unidos y China se hallan como polos opuestos en una guerra geopolítica por el apoderamiento de recursos y la preeminencia en el concierto mundial. Como vemos en los documentos, eminentes analistas estadounidenses realizan diagnósticos basados en prejuicios políticos respecto a nuestro gobierno actual, el rumbo de su política exterior, y su supuesta alineación internacional con el poder emergente.
En el mismo trabajo, recomiendan compensar a Latinoamérica, pero en particular a nuestro país, con ofrecimientos de corte económico y de asociación para el desarrollo. Mucho de la antigua Alianza para el Progreso, política de inversiones instituida por J.F. Kennedy para calmar demandas sociales en el resto de la región a excepción de Cuba, de modo de diferenciar a la isla y que no cunda el ejemplo de esa autonomía y desarrollo con ayuda de otra potencia extracontinental (la URSS, en ese caso). Hoy la presencia “extraña” y generosa es la ascendente China.
Nuestra visión (Argentina)
Nuestro país enfrenta un desafío que trasciende el mero campo de las relaciones internacionales para convertirse – de actuar con sabiduría y coraje – en una auténtica apuesta geopolítica. Precisamente, desatendiendo los (interesados) consejos norteamericanos trasuntados en los ensayos bajo análisis, con todos los gestos diplomáticos que la prudencia dicta, para aprovechar el encumbramiento chino, en su condición de principal socio económico en la región. Cultivar ese vínculo, extendido a otros campos, político, científico tecnológico, de la defensa, puede conducir a alterar el tablero estratégico regional y promover a la Argentina a un reposicionamiento en el concierto regional y global inédito en su historia.
Por otro lado, la política exterior de nuestro país (premisa universalmente válida para cualquier nación periférica y/o dependiente), debería ser dinámica, abierta y diversificada. Argentina debería sostener ese incremento de su relación con Beijing sin renunciar a un buen vínculo con Washington. Los Estados Unidos han jugado un buen rol para alcanzar acuerdos con los acreedores privados, así como es determinante para cerrar positivamente las actuales negociaciones con el FMI.
Pese a las presiones y recomendaciones de la Casa Blanca, como hemos visto precedentemente, el gobierno no tomará una posición hostil hacia China, sino buscará un equilibrio entre ambas, y parece razonable que, para defender intereses nacionales, es recomendable mantener prudente distancia de la competencia entre las potencias. Solo estar atentos a las oportunidades que emergen del propio conflicto, y tal como planteáramos arriba, reacomodarnos hacia un nivel de mayor influencia.
Por de pronto, pese a la molestia yanqui, el Gobierno ya selló la alianza estratégica integral con Beijing, que además de una ola de inversiones tiene en carpeta o en ejecución, planes de estrategia geopolítica como efectivamente como describen los estadounidenses entre otros: la base de seguimiento espacial en Neuquén, un polo logístico en Tierra del Fuego, las obras de dragado en la Hidrovía (por donde sale el 80% de las exportaciones granarias) y una antena espacial como observatorio lunar en San Juan (todos ellos considerados en los documentos analíticos que dan origen a nuestra réplica).
Destacamos estos proyectos por ser de áreas estratégicas, muy sensibles para la geopolítica mundial que tendrán impacto positivo en la economía y la diplomacia nacional, y dan baza a la preocupación del hegemón por esa condición [control del espacio aéreo, fluvial, instalaciones en áreas territoriales clave como la Patagonia o el Mar Austral con un monitoreo compartido por Argentina y China], y por no ser ellos quienes participen o puedan impedir su concreción. Afortunadamente la era del Consenso de Washington se ha diluido, y la administración argentina actual no comulga con la laxitud menemista o macrista en la defensa de nuestros derechos al desarrollo autónomo y soberano.
En principio, y en momentos que la Argentina negocia con el FMI la devolución del irresponsable empréstito concedido al gobierno macrista, China balancea – al menos idealmente – la condición de vulnerabilidad de nuestro país, al ofrecer una carpeta con un plan de inversiones por u$s 30.000 millones. La instalación de la tecnología 5G en el país, como describimos en otra columna, también es motivo de preocupación para la administración Biden, por ser las comunicaciones otra área estratégicamente sensible, y ni hablar de una demorada instalación de la cuarta central nuclear de Atucha. Todos estos avances e iniciativas orientales, enmarcadas en la relación estratégica integral de China con la Argentina forman parte del ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.
Aunque México y Brasil no se han agregado, es muy probable que Argentina se sume a esa plataforma geopolítica con la que China busca consolidar su influencia global a través de rutas terrestres y marítimas que la conectan con Medio Oriente, África, Europa y finalmente América Latina. En esencia el proyecto consiste, en cuantiosas inversiones en infraestructura como puertos, rutas, puentes, líneas ferroviarias y todo tipo de obras que faciliten la conexión de personas, bienes y servicios entre China y el resto del mundo. Para Argentina, esto podría significar una mejora en la capacidad de producción y una expansión de las exportaciones, lo que generaría empleo e ingresos de divisas.
Mas allá de las prevenciones norteamericanas, lo que sí es de interés netamente nacional y crítico, es que la relación con China, reproduce el mismo vinculo que Argentina ha mantenido con otras potencias al ser vendedor de materias primas con escaso valor agregado y comprador de productos industrializados con mucho valor agregado e incorporación de tecnología, lo que mantiene la producción de nuestro país primarizada y genera déficits en su balanza comercial. Al parecer, Beijing está dispuesto a modificar esta relación, conforme un diálogo entre los presidentes.
Es indudable que los chinos requieren la colaboración de nuestra nación para fortalecer la relación del país oriental con América Latina y el Caribe, sobre todo a través del MERCOSUR y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) donde el protagonismo argentino es importante. Valor de intercambio a considerar.
Conclusiones
Fuera del vínculo específico con China –objeto del enfoque norteamericano– , para nosotros hay otros elementos para incluir en nuestro “radar de las relaciones con el mundo”, tales como: ponderar que Asia es el principal polo de crecimiento en el presente y en el futuro, pero también hay indicadores proyectados de incremento demográfico y económico, para gran parte de África y de Asia Central, con lo que la Argentina deberá generar y mantener relaciones con esas partes del orbe, sin abandonar por supuesto sus tradicionales vínculos con la Unión Europea, y desde ya la vecindad, a quien nuestra nación, puede erigirse -definitivamente- como referente una vez más.
La orientación y su puesta en práctica desde ya requieren de una dirigencia política, económica e intelectual que tenga la capacidad y voluntad necesarias para pensar y actuar de manera estratégica. Pero fundamentalmente, la clase dirigente debe ser capaz de alcanzar un convenio acerca del posicionamiento internacional que debe tener el país. Ese acuerdo, que luego troque en política de estado, mitigará la vulnerabilidad actual de la nación, a la que contribuyeron tantas idas y vueltas, tantos renunciamientos voluntarios a las capacidades estatales, o a la decadencia económica inducida por la avidez de los pocos o la ignorancia de muchos.
Se requiere generar espacios –no partidarios– donde las cuestiones estratégicas estén en foco, en ámbitos académicos [existe una vacancia en la investigación en estas materias], ministeriales e incluso privados. Debe pensarse en posibles escenarios alternativos, conforme a los factores intervinientes y las tendencias verificadas, tales como, por ejemplo; las variables económicas, financieras, disputas en ciernes, la existencia de los recursos estratégicos disponibles en el mundo y los conflictos probables sobre su dominio, etc. Sitios que forjarán futuros dirigentes, legisladores, consejeros, capaces de ver los asuntos que no afectan hoy, pero definen el futuro si no se los interviene. Esta actividad a desarrollar se la conoce como anticipación estratégica.
Finalmente, téngase presente que la estrategia no ha de ser una doctrina inmutable, sino un método de pensamiento que permita clasificar y jerarquizar los acontecimientos para luego escoger los procedimientos más eficaces a implementar. [Beaufré].
Siempre existe un riesgo –en el medio de un juego estratégico mundial– de que, al acercarse a una de las potencias en pugna, la oponente percibirá con desconfianza la maniobra. Pero ello no debe menoscabar la libertad de acción de nuestra nación, para lo cual, es razonable que toda concesión que se otorgue a cualquiera de los poderosos dentro de nuestro dominio, sea manejada con un nivel de transparencia tal que disipe toda sospecha respecto a los fines reales de tal cesión de uso (siempre temporal) del recurso, y no se vean afectados intereses de seguridad de terceros países. El congreso de la Nación debe participar siempre en cualquier arreglo institucional con otro Estado, por ejemplo, aunque contenga cláusulas secretas que por seguridad de estado no puedan darse a conocer al público.
El sistema internacional está conformado por potencias que tienen mucha fuerza gravitacional, en torno a los cuales, giran otros actores de menor poder real. No existen los estados “errantes” en la constelación. Por eso la “equidistancia” entre superpotencias para lograr ‘autonomía’ es nada más que una quimera. Tampoco resulta del todo útil el ejercicio del bandwagoning [alinearse en la marcha de uno de los poderosos, es decir, todo lo contrario a buscar equilibrio de poder aliándose con otros del mismo rango]. Ambas conductas pueden resultar contraproducentes. Especialmente como es el caso, en que nuestro país es hoy incapaz (insuficiente energía) de alterar significativamente su órbita (regidas por las relaciones de poder), por lo tanto, seguiremos sometidos a las afectaciones propias del sistema.
Si nos proponemos (léase la clase dirigente) acumular poder para luego ejercerlo como país en el orden mundial, y dejar de procurar una equidistancia tan imposible como singular, deberíamos planificar ese futuro, para lo cual, existe una premisa: ¡saber quiénes somos y que queremos!
La Argentina tiene que definir cuál es su rol regional, qué importancia le otorga a su región y qué papel quiere jugar en el mundo. Bajo la administración de AF algunos pasos se han tomado, pero no parece haber un plan general. El objetivo debería ser definir como nos presentamos al mundo, y a partir de las tradiciones que ya honran a la Argentina (protección de DD.HH.; arreglo pacífico de las controversias, respeto al Derecho Público Internacional, etc.) ofrecer otros bienes [simbólicos y materiales] que el mundo demande realmente.
La imagen que como país proyectamos a veces, es como un elemento peregrino dentro del sistema, pero eso es debido a que las políticas exteriores de los diversos gobiernos ideológicamente pendulares que hemos tenido, reflejan sus políticas domésticas partidistas, sin demasiada consideración por los intereses permanentes de la Nación.
Por ello, el destino optado [perfil de actor en la comunidad internacional] debe ser producto de la reflexión conjunta de políticos (praxis) y especialistas (doxa), pero con la participación ineludible de la ciudadanía. Es así como se define una IDENTIDAD NACIONAL [reflejo del proyecto sugestivo de vida en común], a partir de la cual se proyecta previsibilidad y estabilidad en su marcha. Es como se logra la consideración y el respeto del resto de los actores estatales y organizaciones actuantes en las relaciones internacionales. De modo que cuando los poderosos nos sugieran Manuales de Procedimiento, tengamos ya nuestras propias respuestas.