Después de sembrar la duda durante cuarenta días, Sarlo contó en Comodoro Py que la invitaron a ser parte de una campaña pública de concientización ante las críticas de la oposición a la vacuna Sputnik.
“Me ofrecieron la vacuna por debajo de la mesa y dije: ¡Jamás! Prefiero morirme ahogada en covid, exclamó Beatriz Sarlo en una entrevista en el canal TN, a principios de febrero. A raíz de aquella afirmación la ensayista tuvo que declarar como testigo ante la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Eduardo Taiano en la causa donde se investiga el “vacunatorio vip”.
Sin embargo en Comodoro Py, bajo juramento, reconoció que nada había sido por un atajo ni por canales ilegales sino que desde la provincia de Buenos Aires la habían convocado a través de su editor de Siglo XXI a participar de una campaña de concientización sobre la vacunación contra el coronavirus, del mismo modo que habían sido invitados otras figuras públicas. Fue una de las estrategias que se intentaron aplicar para contrarrestar la ola de desinformación que ponía en duda la eficacia de la Sputnik V cuando llegaban las primeras dosis.
En la tarde de ayer, la mayoría de los portales titularon que Sarlo había declarado que Soledad Quereilhac, la esposa del gobernador Axel Kicillof, le había ofrecido inmunizarse cuando no le correspondía. Pero la propia escritora dijo un rato más tarde: “Me autocritico fuertemente, no debí decir por debajo de la mesa”. Con tono de fastidio tuvo que admitir lo evidente.
Ante la repregunta en la entrevista en Radio con Vos, sostuvo, sin embargo, la metáfora: “(el ofrecimiento) no me llegó con las formas que tiene que ser una campaña pública. Cualquier cosa que se haga fuera de los protocolos comienza siendo por debajo de la mesa”. Claro que, en el contexto inicial, había dejado sembrada la duda sobre una situación ilegal.
“Esto es un ataque canalla contra mi familia y mi esposa. Nadie le ofreció nada a nadie por abajo de la mesa, mi esposa no ofrece vacunas, no se vacunó, ni mi mamá, ni mi suegra, ni nadie de mi familia, salvo yo”, exclamó Kicillof.
“Están haciendo una campaña de desprestigio, están ensuciando a mi esposa. Mi esposa no habla con Beatriz Sarlo hace veinte años”, enfatizó. Relató entonces cómo surgió el ofrecimiento. Todo empezó, recordó, con la denuncia de Elisa Carrió por envenenamiento (finalmente desestimada) tras el anuncio de que empezaba la vacunación con la Sputnik V.
“Ya estábamos recibiendo las vacunas, necesitábamos que la gente se quisiera vacunar. Se me ocurrió y lo dije públicamente, que referentes que no fueran del oficialismo se vacunaran para darle credibilidad a la vacuna”, expresó el gobernador.
La provincia de Buenos Aires diseñó entonces una campaña que el propio Kicillof anunció en Villa Gesell, cuando ya había autorización para inmunizar a mayores de 60 y pacientes de riesgo: se destinarían 100 vacunas para concientizar y derribar los prejuicios instalados. Convocaron a referentes de distintos ámbitos para eso.
“La idea era que se vacunaran y se sacaron una foto para sembrar confianza. Le comentamos al editor (Carlos Díaz, de Siglo XXI) y le mandó un mail (a Sarlo) explicándole la campaña”, detalló Kicillof. Y leyó parte del correo de Díaz: “Es todo por derecha, nada trucho. Mucha gente conocida se va a vacunar”, le decía textualmente el editor.
Cuando Sarlo llegó a Comdoro Py ayer a la mañana, los periodistas intentaron que revelara allí quién le había ofrecido vacunarse, en línea con lo que había dicho a comienzos de febrero. “La información va acá”, respondió mientras señalaba el edificio de los tribunales de Retiro. Luego, ante la insistencia de una cronista, estalló en un exabrupto: “¿Vos te creés que soy pelotuda?”. La causa en la que fue convocada investiga el posible desvío de vacunas para beneficiar a personas a las que no les correspondía todavía. Todo empezó con el relato del periodista Horacio Verbitsky, que se había vacunado en el Ministerio de Salud.
El episodio derivó en la renuncia de Ginés González García. Como es habitual dirigentes opositores y abogados afines bombardearon tribunales con denuncias judiciales que terminaron acumuladas en el juzgado de Capuchetti, que había recibido la primera presentación, en un clásico episodio de judicialización de la política.
Los delitos denunciados son menores, como abuso de autoridad o malversación de fondos. El director del Hospital Posadas dio testimonio y confirmó que le habían pedido que inoculara a unas 70 personas sin turno y que luego lo llevaron a la cartera de salud a vacunar a una decena. Lo que se intenta establecer es si hay un delito de por medio o se trata de una cuestión ética.
A la hora de sentarse en el despacho judicial y declarar, el relato de Sarlo coincidió con el que luego ofrecería Kicillof y con un intercambio de mails con el editor, que ella misma entregó para la causa judicial.
Esto relató Sarlo, según figura en la transcripción del juzgado: “El ofrecimiento fue a fines de enero, fue por intermedio de mi editor de Siglo XXI, Carlos Díaz. Por lo que yo entendí, desde provincia de Buenos Aires estaban vacunando para lograr fotos que persuadieran a la gente. En ese momento todavía había cierta duda de la efectividad de la vacuna. Eso llegó como invitación desde provincia de Buenos Aires, a través de la esposa del gobernador de Buenos Aires, Soledad Quereilhac. Díaz me dijo que la idea era legitimar la vacuna a través de figuras públicas. Yo soy de Capital, no estaba anotada en el registro. Como Soledad fue alumna mía, ella se puso en contacto con mi editor. Yo no tendría problemas en ponerme la vacuna, pero no quería que la vacuna se transforme en un ‘toma y daca’, por vacunar a una persona conocida. Es decir, estaba esperando que me tocara, de acuerdo a mi edad y mi lugar de residencia. Nunca me dijeron el lugar donde me iba a vacunar, mi hipótesis es que iba a ser en provincia por quien me hizo el ofrecimiento”.
Díaz le explicaba en uno de los correos: “es una campaña bien pensada (o sea, no le van a dar un uso político berreta, pero claramente es la campaña a favor de la vacunación de la Provincia de BA)”. Le aclaraba: “Mi primera reacción fue pensar que vos jamás te prestarías pero frente a la posibilidad de que te puedas vacunar de inmediato me pareció que tenía que preguntarte”. Le aclaraba que no había ningún arreglo oculto y que la intención era que fueran personas conocidas que “después comenten” que se vacunaron.
Sarlo le respondió: “Me parece muy bien hacer campaña para que la gente se vacune. Pero me resulta un poco violento recibir a cambio el premio de la vacuna, que me daría en este mismo instante, por supuesto. Parece una campaña de los que pueden vacunarse ya, sin hacer colas ni esperar turnos. Me parece mal ese ejemplo de intelectuales que reciben ese privilegio. No tengo ningún inconveniente de que se utilice mi nombre expresando mi deseo de vacunarme. Pero no quiero vacunarme antes de que me toque solo porque soy un nombre conocido. No me parece ético”. El correo tiene fecha 22 de enero. Doce días después decía que le habían ofrecido la vacuna de manera irregular.
La declaración testimonial de Sarlo no aporta datos sobre ninguna anomalía, delito o irregularidad, sólo hace crecer el tono de escándalo. Kicillof hizo su traducción del intercambio de correos: “Beatriz Sarlo le contesta a Díaz que no quiere, pero si algo no pasó es que alguien le haya ofrecido la vacuna por abajo de la mesa. El malentendido lo generó Sarlo. Cada minuto que ella no abre la boca, sigue corriendo que fue mi mujer con una vacuna debajo del brazo. Tiene que aclararlo”. Quereilhac dio a publicidad una carta propia ante las increíbles distorsiones mediáticas.
“En general tengo expresiones poco apropiadas, no era ‘por debajo de la mesa’, era ‘sin ninguna noticia, precisión o nombre de los que integraban la lista de vacunados’. Me autocritico fuertemente, no he debido decir ‘por debajo de la mesa’”, dijo Sarlo, fastidiada, al ser entrevistada.
Aseguró que mantenía su “crítica”, y dio su versión: “Las campañas, cuando son públicas, tienen que venir con una dirección física o web; si se está hablando de intelectuales o artistas, no tenía por qué enterarme de que era pública, yo no tengo medios para enterarme de que es pública. Yo no ratifico que fue por debajo de la mesa porque los que son responsables dicen que no fue por debajo de la mesa, pero si fue una campaña pública, no me llegó con las formas de una campaña pública”. Concluyó que lo suyo fue “una desdichada metáfora”.
La campaña mediática generada
Esta mañana, y luego de que Beatriz Sarlo reconociera en la Justicia que nunca recibió una propuesta por parte de la Provincia de Buenos Aires para recibir una “vacuna VIP”, Clarín publicó una “fake news” en su tapa.
Para tener bien en cuenta cómo fueron los hechos, a fines de enero pasado, Kicillof comenzó a diseñar una campaña de promoción de la vacunación, en medio de los intensos ataques a la vacuna Sputnik V, en su momento muy cuestionada por los medios hegemónicos.
Según resaltó Soledad Quereilhac, esposa del gobernador bonaerense, “para contrarrestar ese irresponsable discurso, que transmitía miedo a la población, Axel pensó en convocar 100 referentes de la cultura, el espectáculo, el deporte y otros ámbitos, todos mayores de 60 años, para sumarse a la campaña. La propuesta fue clara y transparente: hacer de la vacunación un acontecimiento público, sacarse una foto, divulgar la confianza en la vacuna”.
Fue entonces cuando Quereilhac ayudó a Kicillof a pensar en nombres de personalidades de la cultura para combatir los discursos irracionales y anticientíficos de los medios y la oposición en torno a la vacuna. Y entre esas reconocidas personas surgió el nombre de Beatriz Sarlo, “cuyo reconocimiento es indiscutible, al igual que su total ajenidad al peronismo”.
Luego, Sarlo recibió la propuesta (vía correo electrónico) de ser vacunada para fomentar la concientización en la sociedad argentina y contrarrestar los disparates que se decían sobre la Sputnik V. Tras haber desechado la misma, mintió ante los medios de televisión y remarcó que le habían consultado si quería una dosis “por debajo de la mesa”.
Ante la Justicia, la intelectual reconoció su grave error y declaró: “Por lo que yo entendí desde provincia de Buenos Aires estaban vacunando para lograr fotos que persuadieran a la gente. En ese momento todavía había cierta duda de la efectividad de la vacuna”, reveló la intelectual en Comodoro Py. Luego de esa declaración, Beatriz Sarlo aseguró que se “autocritica fuertemente” porque “no tendría que haber usado esa expresión”.
Aún con la aclaración de la escritora en Comodoro Py, Clarín sacó una tapa con una gigantesca fake news.
El mismo rol lo cumplieron los medios televisivos, difamando noticias que no acontecieron y tergiversando los hechos, siempre pareciendo ignorar lo dicho por Sarlo en su declaración, tanto como por Kicillof y Quereilhac.
La respuesta de Soledad Quereilhac a Beatriz Sarlo
Soledad Quereilhac, esposa del gobernador Axel Kicillof, escribió una carta pública para aclarar la tergiversación que realizaron algunos medios tras la declaración judicial de Beatriz Sarlo y sentenció: “La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas”.
En su escrito, Quereilhac también fue dura respecto de los dichos de la intelectual por afirmar que hubo “propuestas por debajo de la mesa” y la exhortó a rectificarse. “Para sobreactuar su honestidad, Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios”, lamentó la esposa del gobernador.
La docente universitaria explicó que no tiene trato personal con Sarlo desde 2004, año en el que la intelectual y crítica literaria renunció como docente de la Facultad de Filosofía, y agregó que no tiene ni su correo ni su teléfono. “El único contacto que tuve con Sarlo en estos 20 años fue a través de sus libros, que integran los programas de los cursos que dicto en dos universidades nacionales”, explicó.
De esa manera, la esposa del gobernador desmintió la tergiversación de la declaración de Sarlo hecha por algunos que difundieron que la escritora aseguró que ella le había propuesto vacunarse por fuera del cronograma de turnos. “¿Por qué le ofrecería la vacuna a Beatriz Sarlo, persona con la que no tengo ningún trato ni vínculo? La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas”, sentenció.
Además, Soledad precisó que ni ella ni nadie de su familia ni de su círculo íntimo recibió aún ninguna vacuna. “No fomentamos ni participamos de ningún privilegio ni de ningún trato vip”, sostuvo y agregó que tal cuestión (en referencia a las preferencias que hizo el exministro de Salud Ginés González García, que motivaron la causa en la que declaró Sarlo) es “una tontería innegable”. “Jamás pasaría por encima de los derechos de los demás”, afirmó Quereilhac.
Texto completo de la carta de Soledad Quereilhac:
“A propósito de la declaración de Beatriz Sarlo en la justicia y su repercusión mediática quisiera señalar:
1) No tengo la potestad de ofrecer vacunas a nadie. No soy funcionaria del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Yo no fui vacunada aún y estoy esperando mi turno como todo el mundo. Ni mi madre, ni mi suegra, ni ningún familiar ni amiga o amigo cercano recibió tampoco la vacuna. Todxs están esperando su turno, como corresponde. No fomentamos ni participamos de ningún privilegio ni de ningún trato “vip” (siglas de una tontería innegable, además).
2) No tengo trato personal con Beatriz Sarlo desde 2004, año en que ella renunció a su cargo docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. No tengo su correo electrónico ni su teléfono. El único contacto que tuve con Sarlo en estos casi veinte años es a través de sus libros, que integran los programas de los cursos que dicto en dos universidades nacionales y de los que sigo aprendiendo.
3) Si nadie de mi círculo se vacunó, si ni yo misma me vacuné, dado que –como señalé más arriba– jamás pasaría por arriba de los derechos de los demás, ¿por qué le ofrecería la vacuna a Beatriz Sarlo, persona con la que no tengo ningún trato ni vínculo? La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas.
4) Cómo fueron los hechos:
A fin de enero de este año, Axel comenzó a diseñar una campaña de promoción de la vacunación, de carácter totalmente PÚBLICO, que fue anunciada en muchas conferencias y entrevistas. La primera vez que se refirió a esa campaña fue en Villa Gesell, el 26 de enero. Eran semanas de intensos ataques a la vacuna Sputnik V: la asociaban, básicamente, con “veneno”. Para contrarrestar ese irresponsable discurso, que transmitía miedo a la población, Axel pensó en convocar 100 referentes de la cultura, el espectáculo, el deporte y otros ámbitos, todxs mayores de 60 años, para sumarse a la campaña. La propuesta fue clara y transparente: hacer de la vacunación un acontecimiento público, sacarse una foto, divulgar la confianza en la vacuna. El objetivo también estaba claro: transmitir a través de un acto ejemplar –y no sólo con palabras– que la vacuna era segura y necesaria.
En ese marco, ayudé a Axel a pensar posibles nombres para esa lista de 100 referentes, que debía estar integrada, además, por personas de variada orientación política. Como trabajo en el ámbito de la cultura y la academia, entre los muchos nombres posibles, pensé en el de Beatriz Sarlo, cuyo reconocimiento es indiscutible, al igual que su total ajenidad al peronismo. Ese fue todo mi aporte: pensar junto a mi pareja, la tarde del 22 de enero, personas que también quisieran “poner el hombro” a la vacuna y ayudar a atenuar tanta irracionalidad anticientífica. Jamás se pensó en términos de “privilegio”. Se pensaba en la función social que ese acto individual podía cumplir para el conjunto de la sociedad.
Esa misma tarde, le conté la idea a Carlos Díaz, director de la editorial Siglo XXI, en la que publicamos nuestros libros tanto Axel y yo, como Beatriz Sarlo. Carlos ofreció consultarle a Sarlo si le interesaba participar de esta campaña. Así lo hizo a través de un correo electrónico. Sarlo rechazó la propuesta al otro día y así nos lo comunicó Carlos Díaz. Todo ese intercambio se produjo por escrito y hoy los correos circulan públicamente. Finalmente, la campaña no se llevó a cabo, por la combinación de dos motivos: la confianza que transmitió el artículo de The Lancet; y la demora en la llegada de vacunas.
Cuesta creer que quien fuera Profesora Titular de Literatura argentina del siglo XX durante más de dos décadas, autora además de muchos libros claves para la sociología de la cultura y la crítica literaria, tenga problemas de lectura frente a un simple correo electrónico. Lo cierto es que, para sobreactuar su honestidad, Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios. Habló de propuestas “por debajo de la mesa” y con ello no sólo sembró dudas sobre el proceso de vacunación en su conjunto, sino que, sobre todo –y aquí lo más imperdonable–, terminó involucrando en sus mentiras a Carlos Díaz, una persona de bien, respetada y querida por gran parte del campo intelectual argentino. Y de paso, también me ensució a mí, atribuyéndome actos de corrupción y nepotismo que jamás en mi vida cometí. A la luz de su autopercepción como una persona que “tiene ética”, sólo cabe esperar que se rectifique. Mientras tanto, sigo sin decidirme entre la pena por su enorme torpeza o el desconcierto ante su mala fe.”
Soledad Quereilhac