El contexto de crisis que atraviesa la Argentina afecta sin excepción a la economía popular, donde sus trabajadores se ven obligados a resignar horas y estirar jornadas, aún sin la compañía de los derechos correspondientes.
Cobertura: Bautista Monferato / Fotos: Lihuel Cuesta
La venta ambulante es una de las funciones de mayor riesgo y más arduas dentro de la economía popular, cuya compensación no se ve reflejada en la cotidianeidad de los y las trabajadores. Si bien cuentan con formalización a partir de su inclusión en el ReNaTep (Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular, donde hay más de dos millones de personas anotadas), y con credenciales propias desde abril del 2021, las medidas no llegan a abarcar la totalidad de las demandas y abrazan a una porción de estos trabajadores.
Su lucha contra la estigmatización y la represión lleva décadas para un trabajo que socialmente es ignorado o difamado, a pesar de haber crecido imperiosamente desde el estallido del 2001, formando parte de lo habitual para el ciudadano desde entonces.
Así, la economía popular se caracteriza por salirse del eje tradicional del trabajo en cuanto a la relación empleado-empleador, existiendo alrededor de 6 millones de personas que son parte, aunque solo estén formalizadas poco más de 2 millones. La popular se inicia con el trabajo de los propios protagonistas, algunas veces de manera organizada, y otras no. Es la respuesta a una economía que no da el trabajo correspondiente, y la manera de salir adelante para quienes la padecen.
Red Informativa dialogó con los vendedores Fernando Vaimbrand y Sergio Splenger, trabajadores de la economía popular pertenecientes al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
Sergio relató sus consideraciones acerca de los padecimientos cotidianos de la actualidad: “Estamos en una situación difícil, en la que no nos alcanza para tener el plato de comida a la noche. Priorizamos el desayuno y el almuerzo, habiendo familias que no comen de noche para poder abastecer aunque sea con un plato a sus hijos”.
“En un país en el que nosotros mismos generamos agricultura y ganadería propias deberíamos contar con más suministros para vivir bien. La economía está muy golpeada y desde la calle vemos que todos los días nos alcanza menos”, remarcó.
Fernando se expresó acerca del trabajo que efectúan y su ordenamiento: “La venta ambulante diaria carece de políticas públicas que garanticen la regularización de la venta, ya sea en una feria, en una esquina o trabajando puerta a puerta. Estas políticas son necesarias para que los compañeros puedan trabajar tranquilos”.
“Exigimos que se regularice y se reconozca el trabajo, así como a todos los que ponemos el cuerpo como trabajadores de la economía popular”, prosiguió.
Asimismo, exhibió de manera preocupante: “También es de urgencia que se termine la persecución que sufrimos todos los días, la cual se ve plasmada en lo que sucede con compañeros y compañeras senegaleses o del barrio de Once” .
“Padecemos la persecución y la violencia policial, además de la retención de la mercadería con la que trabajamos. Por eso es necesaria la inclusión urgente de políticas públicas que regularicen la situación, para que nosotros, que además generamos trabajo, podamos realizar nuestra labor en tranquilidad”, denunció, aunque declara que el las credenciales otorgadas ayudó a frenar la criminalización para algunos, hecho que es importante, pero que debería expandirse.
Es que, la credencial la credencial aún no habilita a instalarse en un determinado espacio público, porque las áreas habilitadas son votadas por los Consejos deliberantes y en el caso de CABA de la Legislatura, pero sí es un reconocimiento de los vendedores como trabajadores.
“Hay una importante falta de políticas públicas que den respuestas y fomenten una correcta inserción en el mercado laboral”, remató.
Finalmente, en el marco de lo que fue la “Marcha de la Gorra”, se refirió a la violencia constante por parte de los aparatos represivos estatales: “La realidad que procuramos sobrellevar día a día es dura y golpea, por lo que no podemos ser ajenos a nada. Sin importar que tan lejos o cerca nos toquen estos casos, como el de Lucas, la juventud despierta siempre debe solidarizarse con todos los chicos y chicas que padecen la violencia institucional y la persecución” .
“Continuamos pidiendo por la aparición de Tehuel y por justicia para todas las víctimas de gatillo fácil, como Lucas”, concluyó Fernando, advirtiéndose afín a las luchas contra el ejercicio de la represión y la demonización.
Ante la situación de vulnerabilidad que les toca transitar en la Ciudad de Buenos Aires, han exigido mesas de diálogo con el gobierno porteño, a través de concentraciones y asambleas, intentando hacer el ruido suficiente para revertir los continuos ataques de medios televisivos en su contra.
No obstante, el conflicto que sufren los vendedores ambulantes de Once es constante, con enfrentamientos y arremetidas sus puestos de trabajo, ya sea por parte de comerciantes de la zona o de la Policía de la Ciudad. Manteros y manteras sufren diariamente de estos obstáculos que atentan contra su vida laboral, donde llevar un plato de comida a la casa resulta ser una odisea.