El complejo fenómeno de los tibios en la política – Parte II

Por: Roberto Candelaresi

LA POLÍTICA DE LA TIBIEZA EN LA ARGENTINA. 

La gestión de Alberto Fernández, como cabeza (formal) de la alianza que gobierna, está signada por una trayectoria melindrosa, a partir de su voluntad de emplear la lógica del dialogo y la negociación con todos los actores y factores de poder, antes de tomar cualquier decisión de trascendencia.

De allí, las marchas y retrocesos de sus propias iniciativas; el vaciamiento de Vicentín, el sistema de “Hidrovía” en manos extranjeras, el dólar soja favoreciendo a muy pocos concentrados, el quietismo ante un lockout de las patronales agrarias, la claudicación ante la oligarquía por el mercado del maíz, etc. La “sensación” (percepción colectiva) es la idea de un gobierno tibio frente a los poderosos, que su base electoral mayoritariamente progresista, denota como malestar y críticas internas.

Alberto Fernández anunció la expropiacion de la empresa Vicentin, días despues dio marcha atras con la decisión.

El presidente capituló frente a gobernadores y empresarios al desistir de tomar una serie de medidas sanitarias ante un nuevo rebrote de la pandemia Covid-19, por temor a la reacción crítica de aquellos, si las mismas redundaban en una restricción de la actividad turística o económica. Su respuesta, fue limitarse a recomendar ciertos lineamientos para minimizar contagios, a fin de que las jurisdicciones, arbitren su implementación optativamente. En ese orden, téngase presente que la inversión en protocolos de seguridad y recursos higiénicos cayó, por el ajuste presupuestario practicado, al son del FMI. 

Algunas ayudas económicas para excluidos y postergados han sido restringidas buscando el equilibrio fiscal, mientras la recaudación no ha subido por imposición de impuestos a grandes fortunas y meteóricos dividendos que algunos sectores vienen logrando (graneleras, energéticas, banca, mineras, etc.).

Objetivamente, se puede reconocer que la conformación de la legislatura federal, no es del todo propicia proporcionalmente para concretar automáticamente los cambios anhelados que el propio gobierno declama, pero el argumento de la “relación de fuerzas” y en el estigma del conflicto sojero del 2008, ya no puede justificar la falta de vocación confrontativa con los actores y factores de interés, que obstaculizan el programa de gobierno que la ciudadanía votó mayoritariamente. 

El complejo fenómeno de los tibios en la política (parte I)

El intento permanente de seducir al “enemigo” y no confrontar con las herramientas democráticas, ni con la creatividad política esperada por los que conducen los destinos de la nación, no solo habilita la calificación de TIBIOS, sino que permite la sospecha de que la alianza FdT en el poder, se constituye en ADMINISTRADORA DE LA CRISIS provocada por el macrismo (endeudamiento y sometimiento inclusive). Su política sería: No enfrentar a las corporaciones, sino negociar con ellas.

La gestión del ministro Massa, ciertamente eficaz al reordenar las cuentas y controlar las variables macroeconómicas [tareas siempre plausibles, mas allá de lo impuesto por el FMI], no hace sino reforzar esta observación, pues el costo de los ajustes, no los pagan los ganadores del modelo macrista, sino trabajadores, pymes y jubilados. 

La MOVILIZACIÓN POPULAR que no es convocada ni estimulada, ni con motivo de las demandas populares postergadas, o, últimamente en defensa del sistema democrático, atacado por instituciones (Corte y Justicia Federal, bancadas opositoras bloqueando el funcionamiento legislativo) y la resistente voracidad de la patronal que avanza mientras el gobierno rehúye al conflicto, es la herramienta que podría acomodar esas «RELACIONES DE FUERZA». Evitar las confrontaciones es otro signo inequívoco de tibieza.  A pesar de que la sociedad está atravesada por discursos de odio y una frontera antagónica, irreconciliable, la confrontación es necesaria y ¡es política! 

No necesitamos un país homogéneo, necesitamos un país que desde la diferencia sea capaz de construir. Ahora bien, quienes detentan el poder, tanto como la dirigencia de las fuerzas opositoras, son las responsables de intentar – por lo menos – construir diálogos de reconciliación, en pos de la democracia. Lo contrario es cimentar al antagónico como “enemigo”, la rabia así creada, impide todo debate, pues suprime al otro como interlocutor.

La derecha en la región es muy propensa a crear estos climas de hostilidad entre sectores de la sociedad, pues gana adeptos en la inestabilidad y la sensación de temor, que ella misma produce. El conjuro está en neutralizar a la violencia del lenguaje y la comunicación en primer término, para poner las posiciones sobre la mesa y abrirlas al diálogo (aún cuando una de las partes las niegue y quiera suprimirlas). No se trata entonces, de negar ideas propias para darle “concesiones” al “enemigo” –eso parece útil, pero en política es infértil–, sino de disputar con una metodología democrática, a la vista del “pueblo”, forma lejana a todo agravio o violencia.

El filósofo colombiano Estanislao Zuleta señalaba en su ensayo «Sobre La Guerra», que … el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos… Este aserto tiene más vigencia en países como los de la región donde la desigualdad, la inequidad y la pobreza se establecen como una generalidad. RESPETO y EMPATÍA parecen ser las claves de la época, en que la politización sucumbe ante la polarización. Puesto en otros términos podríamos decir, que EL DOGMA DE LA DEMOCRACIA y la ÉTICA, se impongan a los dogmas de parcialidades.

Estanislao Zuleta, Filosofo Colombiano. (1935-1990)

EL TEMA DE LA FICTA TIBIEZA EN LA POLÍTICA

Este inciso pretende aclarar algunas afirmaciones que enmarcan la ilación del presente artículo; existe una concepción bastante arraigada transversalmente en nuestra clase dirigente, que respondería a cierta interpretación de la realpolitik doméstica; la que propende a un juego político centrista y acuerdista.

Lo paradójico en el escenario argentino, es que la actual conducción del país, parece comulgar con esa tendencia, que plasma cotidianamente en la gestión, y en algunos temas sensibles, que vacían incluso los principios peronistas y postulados compartidos en el instrumento electoral que los llevó al poder. La transformación a la que aspira el votante promedio está cada vez más morigerada o llanamente detenida.  Ya nos hemos referido en la Parte I, sobre algunos asuntos puntuales, que ahora nos permiten redondear la caracterización del perfil de gestión de la alianza gobernante en materia de control soberano de los recursos estratégicos nacionales, no necesariamente en favor de intereses populares.

En efecto, hoy no se observa la desconexión del capitalismo global que generó siempre el peronismo tradicional [esto exceptúa claramente la experiencia menemista], para ganar en soberanía, oponiéndose a los intereses del modelo de dependencia Trasnacional. Todo lo contrario, tanto, que los modos de negociación desplegados por el gobierno del Frente progresista, más que TIBIA, parecerían acciones pactadas con sectores del poder local / internacional [alianza del capitalismo financiero y Agro Exportador].

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OBSERVACIONES Y REFLEXIONES FINALES DEL CASO ARGENTINO

Tratamos de indicar que, en un mismo sistema político, la APATÍA puede darse simultáneamente con la POLARIZACIÓN, y ello verse claramente reflejado en sus procesos electorales. Aquellos sectores de la ciudadanía más “convocados” por la política, se organizan en muchos países (y ciertamente no escapa el nuestro), como para una arena de disputa binaria, dos bloques aglutinados en torno a proyectos divergentes e incluso, antinómicos. 

Lo paradójico resulta que se expresan tensiones centrífugas [hacia los extremos] en cada bloque, y, al mismo tiempo, hay un creciente sector, particularmente radicado en la juventud [18/35] que sufre del descreimiento hacia la política, o más concretamente, una desconfianza a “la clase política”, la apatía o indolencia de la que hablamos.

La historia de la “Grieta” en nuestro país es de larga data y luce siempre “irreconciliable”

Esta DUALIDAD se corporiza en la Argentina, con el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, que –como dijimos, con sus dinámicas internas– han logrado consolidarse hacia el interior de cada cual, y representar –todavía, al menos– a una gran mayoría electoral. Ello no implica la inexistencia de corrientes disidentes, que esperan el momento propicio para “independizarse”, y constituir una alternativa política diferente de esos nucleamientos mayores. Las hay, y en diversos grados de evolución hacia la autonomía.

La estabilidad democrática funcionó al menos hasta el momento, dado que ambos bloques reconocieron la legitimidad en la representación de intereses sectoriales de la sociedad de cada uno de ellos. Intereses enfrentados, pero “legítimos” en un marco de libertad. La confrontación de los mismos, al traer (relativamente) a la superficie, los provechos sectoriales pretendidos, resulta palmario a ojos de toda la comunidad, por tanto, esa polarización resulta políticamente «eficaz».

Mientras esto escribimos, la oposición encabezada por “Juntos”, adopta una temeraria estrategia obstructiva, al no acordar con el gobierno ninguna medida impulsada por este. De hecho, el parlamento está virtualmente sin funcionar desde la aprobación a principios del último trimestre del año pasado, del presupuesto para el presente ejercicio, sencillamente porque las bancadas opositoras no se presentan al debate, impiden el quorum para entorpecer la administración de la cosa pública. Ello se suma a la actitud antidemocrática e inconstitucional de los magistrados de la Corte Suprema, que dictan medidas obstructivas, con parcialidad política manifiesta o llanamente contrarias a derecho. El gobierno nacional decidió solicitar el procedimiento de juicio político a los cortesanos, lo que trae tensiones a aquella estabilidad democrática de la que gozamos casi hasta el presente.

Cámara de Diputados de la Nación Argentina.

Mientras ocurren esas álgidas tensiones en las instituciones políticas de la república, se verifica en la sociedad civil una progresiva caída en la participación en el sufragio, la militancia y efervescencia cívica de otros tiempos – algunos más lejanos como el Alfonsinismo, o más cercanos como la primera década del Kirchnerismo – ya no se pulsa con la misma intensidad, según constatan encuestadoras.

Este distanciamiento entre la política y la sociedad, es lo que se traduce en APATÍA o DESENCANTO. La falta de sueños o futuros “visibles” en perspectiva, o la frustración por no lograr consolidar los niveles materiales de vida logrados hace pocos años, una larga crisis socioeconómica que se sostiene con pocas variantes, pese a cambios de gobiernos de signos opuestos, y la inmutabilidad de las opciones políticas, entonces, sin mayores análisis y, en resumen; el pueblo joven (y no tanto también) cae en una suerte de demérito de lo político. [Todos los políticos son iguales!] 

El colofón de esa realidad es que la Juventud es cada vez más independiente pero antisistema o despolitizada. Allí se avizoran dos fenómenos; A)- Una retracción política de los jóvenes como signo de descompromiso (el impacto mayor es en el movimiento popular), y, B)- crecen los pseudo outsiders como “Milei”.

NIHILISMO POLÍTICO

Esa desconfianza en la política, se transforma en política de la desconfianza. Así, el nihilismo [descreimiento de principios, morales, políticos, etc., niega el conocimiento] convive con la participación ciudadana, la movilización social y el activismo callejero. Y esto ocurre porque desde ciertos espacios políticos (los ultras, los libertarios, etc.) se lo estimula, pero con la invitación de sumarse a la escena pública desde la desconfianza, el odio y el rechazo antes que a las propuestas positivas.

El avance del nihilismo político en la opinión pública, es un fenómeno de época, por un escepticismo radical que se extiende a nivel global y que matiza los debates públicos, no solo en nuestra región sino en todo el mundo occidental. Una suerte de terraplanismo ideológico que experimentamos estos últimos años en nuestro continente, desde seguidores de Trump hasta los de Bolsonaro. El sentimiento nihilista y sus fenómenos asociados -el avance de la anomia social y el debilitamiento de los lazos de solidaridad- ciertamente no son propias de los actores políticos de Argentina, y tampoco lo son sus causas profundas, pero los efectos de esta forma de ANTIPOLÍTICA se hacen sentir en nuestro sistema en forma alarmantemente creciente.

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LA HERRAMIENTA DE TRANSFORMACIÓN TRANSFORMADA

Los politólogos Richard Katz y Peter Mair, explicaron (*) las transformaciones que vienen atravesando los partidos políticos desde los años 90 como una reacción a los cambios sociales. Resumiendo, sostienen que las divisiones ideológicas (y otras) tradicionales se diluyeron en sociedades cada vez más complejas, heterogéneas y fragmentadas. Al erosionarse las referencias fuertes, los partidos son ahora fuerzas más amplias (de hecho, las alianzas) pero ideológicamente lábiles. 

La estructura de militancia y la sindical, por ejemplo, que le daba sustento y consistencia ideológica, se perdió en peso, frente a la dependencia de recursos que da el Estado. Ello genera un problema de representación de intereses. Hoy los partidos políticos son más una cuestión LEGAL que SOCIAL. La población [ciudadanía] los juzga más que por expresar una ideología, por su capacidad de HACER, es decir, de RESOLVER PROBLEMAS de la gente.

La polarización decantó dos núcleos duros en la política nacional, uno mas bien inspirado en sus principios, liturgia y proyecto [FdT], y otro desde la distinción o rechazo del otro, es decir, de «identidad negativa» [JxC], esto resulta en una polarización asimétrica, esto es: profunda divergencia ideológica y diferencias de emotividad o sentimentalismo muy pronunciadas. 

En ese escenario, la competencia política se instituye en torno al eje oficialismo-oposición, y el electorado “flotante” será el que defina las elecciones, votando en función del desempeño en la gestión de cada coalición en su paso por el Gobierno.  

De allí que es importante que el oficialismo, de comulgar con nuestras observaciones, debería seducir al apático, al disconforme, pues la polarización es un hecho, vencerá y prevalecerá la opción política que sea digna de admiración, de lo épico, de convocar al futuro en un camino consensuado al que no podrá desviarse, sin perjuicio de los obstáculos que las corporaciones o adversarios quieran imponerle. Es decir: QUIEN SE DEFINA Y AVANCE DISPUESTO A CUMPLIR. ¡LA OPCIÓN «TIBIA» NUNCA ES IDÓNEA PARA ELLO! 

ENERO de 2023

******(*)“Changing Models of Party Organization and Party Democracy: The Emergence of the Cartel Party”, Party Politics, Vol. 1, N° 5, 1995