Si bien el primer ministro nacionalista conservador corre con ventaja en las encuestas, el alto número de indecisos no permite vislumbrar un bloque mayoritario en el Parlamento.
Tras una campaña que estuvo marcada por el coronavirus y la controvertida figura del primer ministro Benjamin Netanyahu, que ya lleva 14 años en el poder e irá por la reelección, los israelíes votarán este martes para elegir gobierno por cuarta vez en dos años.
Más de 6,4 millones de ciudadanos están habilitados para participar en las elecciones, que serán las más caras de la historia del país para poder garantizar el sufragio a las personas que tienen covid-19 o están cumpliendo cuarentena en sus casas.
Si bien Netanyahu corre con ventaja en las encuestas, el alto número de indecisos no permite vislumbrar un bloque mayoritario en un Parlamento tradicionalmente fragmentado que depende de complejas coaliciones para formar gobierno.
Un año después del inicio de la pandemia, Israel parece en vías de superarla gracias a una exitosa campaña de vacunación que ha permitido administrar las dos dosis necesarias al 49 por ciento de la población.
Pero esta etapa también estuvo marcada por el inicio de un proceso contra el primer ministro por corrupción y abuso de poder, que impulsó la formación de un fuerte movimiento de protesta social en todo el país.
Las encuestas nacionales anticipan tres escenarios. Los dos primeros incluyen la formación de coaliciones de gobierno con Netanyahu o sin él. El tercero es que ninguna de esas posibilidades se concrete y se convoquen nuevos comicios, los quintos desde abril de 2019.
Tras una campaña que estuvo marcada por el coronavirus y la controvertida figura del primer ministro Benjamin Netanyahu, que ya lleva 14 años en el poder e irá por la reelección, los israelíes votarán este martes para elegir gobierno por cuarta vez en dos años. Más de 6,4 millones de ciudadanos están habilitados para participar en las elecciones, que serán las más caras de la historia del país para poder garantizar el sufragio a las personas que tienen covid-19 o están cumpliendo cuarentena en sus casas. Si bien Netanyahu corre con ventaja en las encuestas, el alto número de indecisos no permite vislumbrar un bloque mayoritario en un Parlamento tradicionalmente fragmentado que depende de complejas coaliciones para formar gobierno.
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Un año después del inicio de la pandemia, Israel parece en vías de superarla gracias a una exitosa campaña de vacunación que ha permitido administrar las dos dosis necesarias al 49 por ciento de la población. Pero esta etapa también estuvo marcada por el inicio de un proceso contra el primer ministro por corrupción y abuso de poder, que impulsó la formación de un fuerte movimiento de protesta social en todo el país.
Las encuestas nacionales anticipan tres escenarios. Los dos primeros incluyen la formación de coaliciones de gobierno con Netanyahu o sin él. El tercero es que ninguna de esas posibilidades se concrete y se convoquen nuevos comicios, los quintos desde abril de 2019.
Los sondeos estiman que el partido conservador de derecha Likud, de Netanyahu, sería otra vez el más votado con unas 30 bancas, seis menos de las que poseía hasta ahora.
Segundo se ubica el partido de centro Yesh Atid (“Hay un futuro”), del líder Yair Lapid, con unos 20 escaños. Le siguen, con diez escaños cada uno, dos partidos de la derecha nacionalista: Yamina, del exministro de Defensa Naftali Bennett, y Nueva Esperanza, fundado por el exmiembro del Likud, Gideon Saar.
Para formar gobierno, tanto el bando de Netanyahu como el de Lapid necesitarán alcanzar la mayoría absoluta de 61 escaños y evitar así unas nuevas elecciones.
Para ello, el actual primer ministro espera aliarse con la derecha religiosa y la extrema derecha, mientras que Lapid lo haría con los partidos de izquierda, centro y de la derecha decepcionada con el gobernante.
Apenas semanas después de los comicios del año pasado Israel ingresó en su primer confinamiento, y en mayo de 2020 Netanyahu formó un gobierno de unidad con Gantz declarando que la crisis sanitaria requería estabilidad política. Pero la alianza explotó por el aire en diciembre, lo que hizo necesarias nuevas elecciones.
Netanyahu espera sacar provecho de que Israel se encuentre a la vanguardia mundial en cuanto a vacunaciones contra la covid-19, lo que permitió al país salir de su tercer confinamiento semanas atrás.
El líder nacionalista de 71 años también confía en beneficiarse por haber alcanzado acuerdos para normalizar las relaciones de Israel con cuatro países árabes: Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán.
El lunes Netanyahu reiteró su apoyo a la anexión de las colonias palestinas en Cisjordania, una promesa electoral que nunca cumplió.
El expresidente estadounidense Donald Trump dio el visto bueno a la anexión con una polémica propuesta de paz para israelíes y palestinos que no prosperó, pero el demócrata Joe Biden es reacio a la expansión de los asentamientos en territorio ocupado y su gobierno, en principio, no apoyaría el proyecto.
El primer ministro con más tiempo en el poder en la historia de Israel también es el primero en funciones juzgado por corrupción, por los presuntos delitos de soborno, abuso de confianza y fraude.
Netanyahu niega las acusaciones de que aceptó lujosos obsequios de amigos millonarios y ofreció favores a magnates de los medios de comunicación a cambio de una cobertura favorable, y dice que el juicio, que empezó el año pasado, es una “caza de brujas”. Desde junio de 2020 cientos de manifestantes protestan todos los fines de semana frente a la residencia de “Bibi” para exigir su renuncia.