La hiperconectividad como fenómeno tecno-sociológico; ¿Soterra la política?

El hombre es por naturaleza un ser social. La gente tiene que identificarse con un grupo para sentirse parte de algo. Integrarnos o sentirnos solos y extraños configura nuestra actitud ante la vida e influye en nuestra autoestima

Por: Roberto Candelaressi

El desarrollo tecnológico ha alcanzado un nivel superior, una de las evoluciones más importantes que han experimentado las telecomunicaciones es la hiperconectividad a través del Internet of Things [IoT] (La conexión de objetos de nuestra vida cotidiana a Internet, para que interactúen tanto con personas como con otros dispositivos). Estamos en el limen de una era en la que la mayoría de las cosas estarán conectadas; en el que la capacidad de conectarse entre personas ha sido superada con creces en la historia de la humanidad.

Llamada hiperconectividad, es una era en la que a partir de lo que se sugiere, la mayoría de los dispositivos electrónicos estarán conectados a la red y por qué no, tal vez nuestras vidas también estén hiperconectadas con las vidas de otras personas. 

Este escenario previsible requiere un cambio de paradigma en la forma en que las personas están disponibles para conectarse con otras. Para ello es necesario reflexionar sobre el cambio social y tecnológico que estamos viviendo, así como la convivencia intergeneracional y sus efectos en las relaciones humanas.

Vivimos más conectados que nunca, pero los estudios sociales demuestran que cada vez más las personas se sienten solas. El análisis sociológico analiza el problema de vivir alrededor de dispositivos tecnológicos y cómo este fenómeno ha aumentado los sentimientos de soledad, especialmente entre los más jóvenes. De menos a más, las generaciones Millennials, Z y Alpha nacieron y crecieron con una pantalla en la mano. Incluso los propios padres son a veces los principales contribuyentes a estos polémicos hábitos.

“De menos a más, las generaciones Millennials, Z y Alpha nacieron y crecieron con una pantalla en la mano (Foto: Télam)

Según un estudio ( de Summer Hits) sobre la conducta del individuo joven promedio para con las “pantallas” se recogen algunos hallazgos interesantes: Estuvieron conectados a las pantallas durante un promedio de 33 días (800 horas). Esto no significa que sean más plenos en el ámbito social; por el contrario, la sensación de soledad ha aumentado ya que el vínculo creado por una pantalla es débil, lo que incita a los usuarios al aislamiento. Además, el consumo lúdico de contenidos a través de las pantallas del celular durante el ocio ha contribuido a incrementar los niveles de ansiedad en la sociedad, que llegan al 12% (en generaciones anteriores no superaba el 6%).

La vulnerabilidad, la afinidad, la presión social, la simulación (aparentar), el miedo a la soledad o el exceso de información, son algunas de las razones que destaca el estudio para el uso excesivo de dispositivos móviles. Todo corresponde a una máxima que se caracteriza por la motivación y la necesidad de formar parte de algo (sentir).

Pero también la hiperconectividad y las innumerables fuentes de información hacen posible encontrar personas con el mismo sentimiento de soledad. El anonimato que ofrece un canal digital alienta a las personas a compartir y expresar sus miedos y sentimientos al tiempo que se dan cuenta de que no están solos, ni son únicos en sus miedos, preferencias o, en última instancia, sentimientos.

Un dato relevante, es que los múltiples contenidos aportados por personas, empresas, instituciones, y en general la clase dirigente, no siempre son veraces ni sinceros. Comercialmente, los atributos que dan credibilidad, son valorados por los consumidores, pero no siempre es así en otros ámbitos de la vida social, en donde persiste el aislamiento y la débil conexión.

Sin embargo, hay que admitir que la conectividad es un arma de doble filo que puede dar lugar a grupos extremos que huyan a la identidad digital [refugio], o cubran sus huellas y tensen sus relaciones personales. Existen empresas que, atentas a los problemas que acarrean la hiperconectividad y la soledad y, aprovechando las restricciones de la pandemia, ofrecen servicios casi impersonalizados, virtualmente sin contacto humano, esto naturalmente facilita la timidez y refuerza el individualismo

Desde luego, las compañías telefónicas argumentan que, lejos de distanciarnos, el uso del móvil nos puede acercar a los que más queremos. Ello, en una contribución (conveniente para sus intereses) para desculpabilizar a la sociedad acerca del tiempo de uso del móvil, y resaltando su utilidad.

La nueva perspectiva

Los comportamientos sociales son una realidad en constante evolución. Algunas miradas optimistas (estimuladas por medios, intereses económicos y factores de poder) destacan que; nunca antes las generaciones habían estado tan informadas, tan preparadas y tan comprometidas con las preocupaciones generales y colectivas. Todo esto revela una gran capacidad social para abrir los ojos y cambiar situaciones negativas.

En esta misma línea que ven y juzgan los aspectos más favorables, sostienen muchos actores que tomando como referencia la generación centennial, este grupo poblacional se caracteriza por una tendencia a tomar consciencia de los cambios en el mundo, a verse en familia y, a interesarse por el crecimiento personal y comunitario; unido a la necesidad de mantener, en todos los lugares y en todo momento, las conexiones tecnológicas con las que nacieron y crecieron.

Un análisis de estas tendencias muestra que la capacidad de adaptación en el futuro no solo se basará en las nuevas tecnologías, sino que también a elegir las habilidades para estar más presentes, para generar más cercanía e interés en la comprensión del otro, y para crear relaciones interpersonales como una perspectiva diferente, una visión más humana [Empatía].

(Foto: labrujula24.com)

En un futuro cercano, se incrementará exponencialmente el tiempo de interacción con la gente a través de los medios digitales y en las organizaciones el trabajo en equipo será aún más efectivo a través de las plataformas de colaboración en línea.

Quizás una de las claves será desarrollar la competencia social y laboral de comunicación interpersonal para poder generar confianza entre individuos. Una «comunicación auténtica» para comprenderse se impone (en teoría). El trabajo en equipo como nuevo modelo organizacional además lo requiere. Cercanía, aunque no se comparte espacio físico.

Los números y sus resultados

A nivel mundial, el 66% de la población utiliza teléfonos móviles (5.150 millones de personas) y el 59% son usuarios de Internet. Además, 3.960 millones de personas están distribuidas en más de 100 redes sociales. No hay barreras geográficas ni de horarios para la interacción. La hiperconexión es evidente pero, ¿el aislamiento lo es?.

Estar conectados con redes no es sinónimo de estar más acompañado o mejor relacionado. Un estudio de la Universidad de Pittsburgh reveló que los jóvenes cuanto más pasan conectados sufren el doble de probabilidades de sentirse solos y aislados. Otro trabajo de las universidades de Columbia y Northwestern muestra un uso inadecuado a las redes sociales, por el esfuerzo de la mayoría de usuarios por idealizarse y (pretender) ser deseables socialmente, resultan en problemas de autoestima, confianza y motivación. Sin embargo, las redes sociales no buscan que socialicemos, buscan que creamos que dependemos de ellas para socializar, que es distinto. 

El “fenómeno” de las redes y el INDIVIDUALISMO

Las tecnologías digitales y sus industrias nos ofrecen productos globalizados, pero al mismo tiempo también son altamente personalizados e individualizados, ya que las dinámicas previamente colectivas se están fragmentando. La pandemia aceleró los cambios, cambiando reuniones personales con mails, o videollamadas, mensajes de whatsapp, etc. Esa individualización choca con la definición de hiperconectividad que venden las redes sociales (lo global). 

Lo concreto es que por la sobreutilización de aquellas herramientas, se dan efectos negativos en las personas, según los psicólogos especializados, como adicciones, aislamiento y deterioro de sus relaciones personales. Hay también un resentimiento del lenguaje verbal y no verbal, el declive de la proxémica -la relación espacial entre las personas como manifestación social y significativa cuando se comunican presencialmente- y la pobre calidad de la escritura, como efectos típicos y comunes en personas que, paradójicamente por ser socialmente adictas a redes, tienen sus habilidades de comunicación descuidadas.

Un especialista en medios interactivos holandés (Geert Lovink), señala a la tristeza como la variable más potente relacionada al individualismo derivado de las redes, además de la soledad. Todo ello afecta más a los jóvenes centennials (generación Z) como apuntáramos, pero no exclusivamente a ellos. La navegación itinerante, donde cada tanto se pulsa un “Me gusta”, solo deja un vacío y la sensación de tiempo perdido. Por ejemplo las “selfies”, supuestos reclamos de socialización, se suben para “interactuar con el entorno”, sin embargo no deja de ser un acto narcisista e individual.

Para la juventud conectada, no tiene sentido tener experiencias sin compartirlas y esto genera tecnoadiccióntecnoansiedad y tecnofatiga pues estar pendiente de la vida virtual de manera continuada puede ser hasta más demandante que el mundo exterior.

Cerrando: La psicopolítica neoliberal en la conectividad y la mirada de Byung-Chul Han

Es siempre interesante conocer la mirada de un filósofo para enriquecer la propia sobre el asunto que estamos tratando. Comparto algunas reflexiones del pensador coreano-alemán atinentes al tema de hoy:

El smartphone irrealiza al mundo, porque nos evita el contacto con las cosas, delegamos nuestras percepciones en el aparato (que acarreamos a todas partes). Confiamos en cosas que no nos espían. Pero el celular es un informante y vigilante al usuario muy eficiente. Detrás de él,  dirigen nuestra atención y nos distraen.

La accesibilidad permanente esclaviza, no emancipa. Voluntariamente nos sometemos a su forma de trabajo móvil. Es pornógrafo, pues nos desnudamos libremente y además, lo usamos como confesionario portátil. 

Byung-Chul Han | “Esta hiperconectividad es muy propia del régimen neoliberal que es en si mismo “Smart”, no impone silencio, todo lo contrario, anima a comunicar y compartir opiniones, preferencias, necesidades y deseos” (Getty Images)

Ser devoto a algo o alquien es ser sumiso. El celular inteligente se ha establecido como devocionario del régimen neoliberal. El like es el amén digital. Al “Megustear” nos sometemos a ese aparato de dominación.

En un sistema que explota la libertad, no se crea ninguna resistencia. Explotados, vigilados y controlados estamos en las plataformas digitales. Producimos datos valiosos de los que sacan provecho. Son los señores feudales de hoy. Al ser demasiado dependientes de la droga digital, y viviendo aturdidos por la fiebre de la comunicación, no hay ningún “¡Basta!”, ninguna voz de resistencia, ningún «muro de Berlín» va a caer porque no hay movilización física real.

Esta hiperconectividad es muy propia del régimen neoliberal que es en si mismo “Smart”, no impone silencio, todo lo contrario, anima a comunicar y compartir opiniones, preferencias, necesidades y deseos. Te hace dependiente y adicto a esa “libertad” amigable, no te hace dócil, pues oculta su dominio y no hace falta. Es tan permisivo, que no teme resistencia ni menos revolución. Los sujetos sometidos no son conscientes de su situación.

Algunos sostienen que el celular inteligente es como un “objeto de transición” que nos da seguridad, (como un peluche a un niño), por eso hay pánico cuando se extravía. Sin embargo el smartphone no encarna a un “otro”, se lo percibe como un objeto personalísimo e íntimo (narcisista y autista, en realidad), donde uno se siente ante todo a si mismo.

Finaliza Han razonando que como resultado también se destruye la empatía. Con un teléfono inteligente, nos sumergimos en una esfera narcisista, protegidos de la ingravidez del otro. Hace que la otra persona esté disponible convirtiéndola en un objeto. Convierte el tú en un ello. La desaparición del otro es precisamente la razón ontológica por la que nos sentimos solos con un smartphone. Hoy nos comunicamos de manera tan compulsiva y excesiva porque estamos solos y nos sentimos vacíos. Pero esta hipercomunicación es insatisfactoria. Solo se ahonda la soledad por no tener al otro presente.

CONCLUSIÓN

Con la dirección digital que toma el mundo, el riesgo es de caer en la hiperconectividad inconsciente y escapar así de las relaciones personales y sociales necesarias para el desarrollo personal y el destino común de la sociedad, como fin político por antonomasia. 

Por eso el tema amerita una reflexión. La solución no puede ser aislarnos y demonizar la tecnología, desaprovechando el uso beneficioso para los humanos que tiene, real y potencialmente, sino por optar un uso de modo más responsable y menos invasivo en la vida de los sujetos. La respuesta será buscar cada vez más la desconexión digital, el ayuno tecnológico y la desintoxicación digital.

En nuestra visión, el capitalismo de plataformas o industria digital ha vendido la idea de una hiperconectividad entre todos, pero en realidad se aleja de cualquier colectivismo, sino que tiende al individualismo, al aislamiento y al exceso de atención que demanda el mundo virtual.

Con voluntad emancipadora, todas las instituciones, sea cual sea su esfera de acción [cultural, comercial, educativa, gubernamental] –acotamos nosotros– deben desplegar su responsabilidad social para aventar los rasgos de aislamiento de los individuos, sensibilizando para que se pierda el miedo a lo diferente, encontrar un equilibrio entre la conectividad digital y la forma de relación directa y personal. Es decir, debe haber una evolución empática basada en el conocimiento de esta realidad y una comprensión pragmática para sostener vínculos, estimulando la voluntad e implicación personal de cada individuo.

Estemos alertas, el 5G ya es un hecho. Como siempre sostenemos desde estas páginas, las herramientas no son buenas ni malas, solo el usuario debe ser plenamente consciente de su esencia y de sus potencialidades, a fin de emplearlas para su exclusivo provecho. Dominar o ser dominado es el punto.

Octubre de 2021