La policía de la Ciudad de Buenos Aires detuvo a niños de cinco y doce años que buscaban junto a su madre un lugar para pasar la noche.
Incumpliendo con las Reglas Mínimas para la administración de justicia de menores, los efectivos avanzaron contra niños y niñas violentamente, al punto de la detención.
Varios niños del lugar se intoxicaron porque fueron rociados con gas pimienta y los vecinos siguen buscando a una de las hijas (12 años) que escapó del operativo.
Los llevaron con los brazos cruzados y sin tener en cuenta que solo eran niños. Finalmente, esto no ocurría exclusivamente en Estados Unidos, y la violencia institucional impulsada por los cargos de mayor jerarquía parece estar ganando cada vez mayor espacio.
Mientras esto ocurre, Patricia Bullrich destaca la labor de la Policía de la Ciudad, entregando distinciones, felicitando hechos violentos y recibiendo a los efectivos como víctimas. La misma ex ministra que ordenó la represión a la manifestación mapuche que culminó con la desaparición forzada de Santiago Maldonado.
A su vez, en la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni arenga a agentes de la Policía Federal indicando instrucciones de formación, como si no hubiese sido un efectivo bonaerense el femicida de Úrsula Bahillo. Como si no hubiese sido él quien encabezó la represión en el desalojo de Guernica.