El ministro de Economía dijo que la tasa mínima corporativa global del 15% es demasiado baja y que Argentina propondrá al G20 incrementarla. “Una tasa del 21% sería mejor, una del 25%, aún mejor”, afirmó.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, aseguró que “hoy cobrar impuestos a las corporaciones multinacionales es una necesidad” y planteó la que la tasa impositiva a nivel global para esas empresas debería ser del 25%, y no del 15% como se deslizó en la reunión de ministros de Hacienda del G20.
“La pandemia profundizó las desigualdades y las asimetrías entre los países avanzados y el resto, y la necesidad de resolver el problema de la elusión impositiva de las multinacionales es aún mayor”, señaló Guzmán, al disertar por videoconferencia en el panel “¿Cómo lograr un impuesto global que sea justo para el mundo?”, organizado por el G24 y la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT).
“Hoy cobrar impuestos a las corporaciones multinacionales es una necesidad”, dijo, y agregó que “la tasa mínima corporativa global del 15% es demasiado baja. Hay un riesgo sustancial de que termine siendo de hecho la tasa máxima. Desde Argentina consideramos que una tasa del 21% sería mejor, una del 25%, aún mejor”.
“Hay una oportunidad para lograr algo histórico, este es el momento. Este año, contamos con un G20 que sin duda abordará cuestiones que importan. Esto es algo positivo, pensamos que el hecho de que se esté discutiendo es un paso en la dirección correcta”, indicó en su presentación.
Y continuó: “En los últimos 40 años hemos visto problemas crecientes cuando se trata de reglas globales para la economía laboral o internacional; problemas también para resolver la crisis macroeconómicas y de la deuda y estamos viendo un daño significativo al planeta en términos de la sostenibilidad medioambiental”.
El ministro fundamentó el 25% en la baja perspectiva de recaudación. “Existe un riesgo sustancial de que los países en desarrollo obtengan muy bajos ingresos, necesitamos luchar contra los grupos de presión, el mundo necesita moverse más rápido y adoptar principios más fuertes a fin de adoptar algo mejor que el 15%”, alertó, y sostuvo que “necesitamos reformas para abordar las transformaciones para alcanzar los objetivos del desarrollo económico y social”.
“Necesitamos transformaciones estructurales que permitan a los países abordar estos objetivos. ¿Y cómo podemos financiar esa transformación?”, se preguntó, y respondió: “Con más ingresos fiscales”.
En este marco, Guzmán remarcó otra de la iniciativas que se impulsan a nivel global sobre el endeudamiento y acceso al crédito. “En Argentina vemos esto en una visión integral. Necesitamos contar con normas para resolver esas asimetrías. Por eso esta discusión es tan importante: necesitamos resolver problemas en la tributación internacional, también estamos presionando por una adecuación en las líneas de crédito que se adapten de los organismos multilalerales que se adapten a los esquemas actuales. Confiamos en que hay suficiente conocimiento para tener un debate adecuado y esperamos construir colectivamente las visiones políticas para avanzar en la dirección correcta”, expresó.
“Para Argentina en el marco del compromiso multilateral actual será imperativo discutir una forma razonable de considerar la aplicación de medidas tributarias unilaterales”, consideró el funcionario durante su exposición.
“Si se logra un compromiso multilateral será imperativo para Argentina encontrar una forma razonable de considerar la aplicación de medidas tributarias unilaterales. Esto responde simplemente a una cuestión de relaciones de poder, por eso es tan importante que los países en desarrollo se unan”, concluyó.
Argentina promete ser protagonista en la próxima cumbre de ministros de Economía y Hacienda del G20 en Venecia. El evento del 9 y 10 de julio está preparado para discutir y lanzar un tema concreto entre los países miembros del bloque: la aplicación de un impuesto universal a las multinacionales, proyecto que tiene el apoyo de prácticamente todo el bloque (incluyendo Estados Unidos), además de los organismos financieros internacionales como el propio Fondo Monetario (FMI).
La discusión de fondo en los días previos es la alícuota que tendría ese tributo; y si tendrá características temporales hasta que terminen las consecuencias de la pandemia, o si tendrá continuidad en el tiempo.
Argentina plantó bandera en posiciones extremas en ambos capítulos; dejando en claro no sólo el apoyo a la medida, sino reclamando además una alícuota superior a la propuesta original.
La posición Argentina de una tasa alta (pero de 21%) es compartida por el gobierno de los Estados Unidos de Joe Biden y el francés Emmanuel Macron; pero tiene como críticos a Alemania, Canadá y Gran Bretaña quienes defienden un tributo del 15%.
En el encuentro también quedó claro que la posición de los países más desarrollados está a favor de la liquidación del tributo en el país donde las multinacionales obtienen sus beneficios, y no donde está radicada su sede física.
Este punto es fundamental para los estados en desarrollo y emergentes, que consideran que la única manera de obtener dinero del nuevo impuesto (al menos de manera directa) es logrando que el tributo se liquide donde se generó la ganancia, y no en las sedes centrales.
Según quedó claro en la reunión del domingo, la idea del G7 no es la de aumentar la carga impositiva general para las multinacionales, aclarando que una posición de este tipo generaría un proceso de aceleración inflacionaria en todo el globo. La intención de los estados más desarrollados, con el apoyo del FMI y la OCDE, es la de unificar tasas tributarias a nivel internacional, para evitar proceso de evasión impositiva y regulación mundial similar en todos los mercados donde operan las corporaciones; sin que esto implique un efecto cascada sobre los precios.
Se buscaría evitar el efecto BEPS, del inglés “Base Erosion and Profit Shifting” (erosión de la base imponible y traslado de beneficios), que es el término que designa en el idioma contable y fiscal universal, las estrategias de planificación fiscal utilizadas por las empresas multinacionales para aprovecharse de las discrepancias, lagunas e inconsistencias de los sistemas fiscales nacionales y trasladar sus beneficios a países de escasa o nula tributación, donde las entidades apenas ejercen alguna actividad económica y eludir de esta forma el pago del impuesto sobre las sociedades.
La iniciativa BEPS viene siendo reclamada por la OCDE desde 2013, para combatir la elusión fiscal a nivel internacional. En teoría, si el impuesto se aplica de manera constante, universal y con liquidación donde se generó el rendimiento y no en las casas centrales, se evitarán movimientos financieros internacionales vinculados con la evasión tributaria y el lavado de dinero a partir de privilegiar mercados con menor presión impositiva. Sería, según la OCDE, el paso siguiente a haber solucionado el problema de la doble tributación mundial, derivado de la internacionalización de la economía a partir de la década del 90 y que, según el organismo dependiente de las Naciones Unidas, fue una de las causas de la crisis financiera del 2008.