Roberto Arlt: A 121 años de su nacimiento

Nació en el barrio porteño de Flores. Supo ser escritor y periodista, pionero de la novela moderna en la Argentina. Sus novelas más destacadas son “El juguete rabioso”, “Los siete locos” y “Los lanzallamas”. También se destacó por sus columnas publicadas en el diario porteño El Mundo.

Roberto Emilio Godofredo Arlt nació el 26 de abril de 1900 en Buenos Aires. Hijo de un padre prusiano, Karl Arlt, y de una madre austrohúngara, Ekatherine Lobstraibitzer, creció y vivió en el barrio porteño de Flores. La relación con su padre terminaría siendo significativa para entender su obra.

La juventud de Arlt no fue muy distintas a la de sus colegas también reconocido: fue expulsado del colegio en el primario y se volvió un autodidacta, a los 16 años dejó la casa familiar y comenzó a trabajar en un periódico, fue ayudante de biblioteca y hasta manejó una fábrica de ladrillos para ganarse la vida. Su primer contacto con el periodismo fue a comienzos de la década del 20 cuando comenzó a frecuentar el Grupo Boedo que se juntaba en el café El Japonés.

En 1926 publicó una de sus obras más famosas: El Juguete Rabioso, en la que narra en cuatro episodios la lucha de un adolescente (Silvio Astier) por escapar de la miseria y humillación a la que se ve sometido como consecuencia de su condición social, marcada por la marginación y la pobreza. Con tintes tan autobiográficos como ficcionales, este escrito es una pieza de museo en las obras de Arlt.

Sin embargo, comenzó a tener notoriedad con las publicaciones de sus famosas Aguafuertes Porteñas que eran publicadas en la revista Proa durante 1933. En ellas realizaba un análisis de hechos cotidianos que tomaba como ejemplo cuando recorría la ciudad o simplemente se basaba en comentarios que realizaban sus lectores.

Arlt tuvo un breve paso por el famoso diario Crítica como cronista policial en 1927 y un año después pasó como redactor al diario El Mundo donde fueron publicadas sus crónicas más famoso y cuentos como El Jorobadito y Pequeños Propietarios. Nunca dejó de publicar novelas, en 1929 llegó Los siete Locos, en 1931 Los Lanzallamas y El Amor Brujo en 1932.

Pero no sólo incursionó en el periodismo y en las novelas, también fue uno de los precursores de una renovación del teatro argentino con obras como Trescientos millones (1932), Piedra de fuego (1932), Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas (1936), La isla desierta (1937), África (1938), La fiesta del hierro (1940) y El desierto entra a la ciudad (1941).

A pesar de que Arlt fue uno de los pocos escritores que alcanzó la fama en vida, no fue ajeno a la crítica de la época que veía con malos ojos su estilo de frases cortadas y uso de jergas. Sus novelas y obras hicieron hincapié en las clases obreras y la frustración a la que conllevan las constantes luchas de los marginados, denunciando desigualdades y visibilizando minorías.

Sus protagonistas teniendo que superar distintas circunstancias que los tenían al límite, y la mayoría de sus personajes son marginales y humillados que se enfrentan constantemente a una sociedad burguesa y adversa a sus objetivos.

El robo, la traición o la decepción constituyen las preocupaciones temáticas en torno a las cuales gira el destino de los personajes.

Para entender la obra, la sintaxis y la conformación de sus personajes y temáticas de Arlt hay que tener en cuenta que fue un lector de Nietzche y que creció en un contexto de entreguerras donde el existencialismo y desafiar a Dios, a los estereotipos y formas eran una constante en la mayoría de los artistas de la época.

Un fragmento de una de sus Aguafuertes Porteñas, La terrible sinceridad, resume de gran manera su estilo: “Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté segurísimo de eso. No se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia, impedirá que usted se mate tirándose al pozo. La vida, providencialmente, colocará, un metro antes de que usted llegue al fondo, un clavo donde se engancharán sus ropas, y… usted se salvará”.

Roberto Arlt logró con su pluma plasmar un estilo, el suyo, sin temerle a los estereotipos desafió lo convencional y fue fiel a sus principios para mostrar un lado de Buenos Aires que todavía estaba esperando ser descubierto. En lo simple, en aquellos momentos y situaciones cotidianas, encontró un estilo de análisis y profundidad filosófica que nos hacen repensarnos incluso después de tantos años porque en el fondo la esencia del ser porteño no ha cambiado.

Murió un 26 de julio de 1942, con tan solo 42 años de edad, a causa de un paro cardíaco.