Por: Patricia Cuesta
Edición: Agustín Pons
A partir de lo sucedido en los Juegos Olímpicos que se están desarrollando en Tokio, quedó en evidencia una cuestión que venía pasando desapercibida, la del enfoque sexista que tienen aquellas disciplinas que incluyen la participación femenina. La rebelión de las deportistas noruegas ante las normas de vestimenta que exije el reglamento del balonmano de playa, expuso un debate pendiente, uno más, entre tantos otros.
El equipo femenino de balonmano playa de Noruega pidió jugar sus partidos con otra vestimenta de la estipulada por regla. Las jugadoras pidieron competir con short porque les resultaba muy incómodo utilizar las mallas o el atuendo que se les hace poner. La Federación tiene unas especificaciones sobre la vestimenta tal que establece cuántos centímetros tiene que tener el bikini, cómo tiene que ser la inclinación del cavado, entre otras cosas, lo que indica que no se trata de lo que resulte mejor para las deportistas a la hora de competir, sino de lo atractivo que resulte para el hombre que lo está mirando. Y la verdad, es que las jugadoras no se sentían a gusto con esa ropa. Pidieron usar short, al igual que hacen los hombres en el mismo deporte, pero fueron desautorizadas. Sin embargo, el plantel noruego salió igualmente a jugar con la ropa que ellas pedían, recibiendo como respuesta una multa de la Federación Europea por no utilizar el atuendo correspondiente por reglamento.
Ahondando un poco más al respecto nos encontramos con que, por ejemplo, en el balonmano masculino los varones también tienen un tipo de vestimenta reglamentario, pero no necesariamente deben tener el torso desnudo. Pueden competir con una remera y un short medianamente ajustado. No hay demasiado drama. Las mujeres, en cambio, no. Tienen que estar con el top o con el corpiño, con esa malla que es diminuta.
Esto que en el siglo XXI nos puede parecer una locura se trata, ni más ni menos, de una actitud sexista. Es hasta ridículo considerar una multa o un castigo sobre un equipo masculino porque se hayan puesto un short más grande o más chico. Pero cuando se trata de las mujeres sí, ya que en el fondo lo que interesa es el marketing de esos cuerpos; los patrocinadores que están detrás de las deportistas; se preocupan por sus cuerpos y no por el rendimiento de esas mujeres en términos deportivos.
Algo similar, pero sin multa de por medio, sucedió con las atletas alemanas de gimnasia artística. Ya lo habían hecho en otro momento, cuando se presentaron con un maillot entero cubriendo las piernas. Ellas querían hacer su actividad sin el temor de quedar desnudas. Sostenían querer realizar la actividad sintiéndose cómodas con su cuerpo, con su vestimenta y que su concentración estuviera fijada, pura y exclusivamente, en la actividad que tenían que realizar como competidoras.
Otra situación en la misma sintonía se dio en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Allí se había planteado que las mujeres boxeadoras no lo hicieran con pantalón corto, sino que empezaran a utilizar pollera. Hubo dos argumentos para el caso: Para poder distinguirlas de los hombres… ¿Perdón? ¿distinguir hombres de mujeres? Y ademas, ¿distinguirlosás, en una practica que ni siquiera es mixta?. No es que se enfrentan un hombre y una mujer. Son dos mujeres las que están peleando, justamente, boxeo femenino. Pero la razón más certera era la segunda, la que implicaba, como se mencionó más arriba, la presencia de los patrocinadores y la cantidad de hombres que van a estar mirando boxeo en ese momento. Ese momento en el que van a tener prendidas las cámaras para ver a las chicas peleando con sus polleritas… cortitas.
Esto es sexismo, estamos poniendo en una actividad que no tiene nada que ver con lo sexual connotaciones sexuales. En lugar de enfocarse en lo que ellas hacen como deportistas, cómo se desempeñan en sus disciplinas, el foco se posa sobre cómo están vestidas o, en definitiva, sobre sus cuerpos. Está bien, pongamos una regla general, pero de ninguna manera la atención tiene que estar sobre el hecho de cuán atractivo es para el espectador si se muestra más carne o más piel, cuando lo preponderante tiene que ser, exclusivamente, su performance deportiva. Que las reglas no sean sexistas. Si el hombre puede hacer balonmano con camiseta y short que la mujer también lo pueda hacer. Que no haya una regla para la mujer y otra para el hombre.
Otro hecho sucedió con una atleta paralímpica galesa, Olivia Breen, una deportista que ha ganado varias medallas. En una de las pruebas, parte de la gente que trabaja y asiste a los atletas empezó a cuestionar los shorts de Breen: “Que el shorcito está muy chico”; “que no quedaba bien”, etc. Hubo una presentación, inclusive, de la Federación, a posteriori, porque ella lo que planteaba era que a ningún hombre le iban a cuestionar la vestimenta. Arguyó que se sentía mal por la manera en cómo se lo dijeron. Afortunadamente, expresó, se lo plantearon a una edad en la que podía posicionarse de una manera muy distinta a que si hubiera tenido 16 años. Si a esa edad hubiera tenido que pasar por esa situación tan chocante y oír los cuestionamientos sobre su vestimenta seguramente hubiera tenido otro tipo de inseguridades, seguramente hubiera afectado la autopercepción sobre sí misma, sostuvo Breen.
Resulta inadmisible que una atleta paralímpica sea juzgada por cómo está vestida en un entrenamiento o cómo va a ir a un Juego Olímpico, sobre todo cuando lo trascendente tiene que ser el esfuerzo, el trabajo, todo lo que pusieron de sí estos atletas para llegar ahí.
Otro hecho, que no es sexismo en sí pero que es interesante su inclusión acá, involucra a la nadadora española Ona Carbonell, que pidió viajar con su bebé en periodo de lactancia, pero el Comité Olímpico Internacional no se lo permitió. Lo repudiable, por otro lado, fueron los comentarios machistas que había en la nota donde hablaban de la situación de la atleta. En su mayoría el planteo giraba en torno a que como Tokio era una opción, una elección, la atleta no estaba obligada a ir a competir a la capital japonesa. Los comentarios iban por un mismo carril: “Si querés amamantar, quedate”. ¿Es imaginable que a un hombre atleta de élite, que está por competir en los Juegos Olímpicos, alguien le cuestione dejar a su bebé? Los comentarios, seguramente, serían muy distintos. Se haría hincapié en el sacrificio a lo largo de la vida de ese hombre deportista… “¿Cómo se va a perder esta competencia?” En cambio, cuando hay una mujer atleta de élite, su rol, por el sólo hecho de ser mujer, aún sigue siendo para muchos el de dejar su carrera en función de la maternidad, en función de las tareas de cuidado.
Vale resaltar, por otro lado, que la deportista manifestó su deseo de querer seguir amamantando, de llevarse a su bebé con ella. Aún así no se lo permitieron y, encima, fue juzgada.
No quiero dejar de compartir el ataque que sufrió a través de las redes sociales la arquera surcoreana An San. An es una de las grandes figuras que están dejando estos Juegos Olímpicos.Ganó tres medallas de oro en las pruebas Tiro con Arco, pero en su país ha sido víctima de varios comentarios misóginos por su corte de pelo, al que tildan de “feminista”.
La situación llegó al extremo que muchos internautas exigian que devuelva las medallas y pidiera perdón por la afrenta. Afortunadamente, muchas mujeres salieron a solidarizarse, cortándose, incluso, el pelo como An.
Estos temas son, a mi entender, relevantes. Son cuestiones sobre las cuales algunos movimientos feministas no están poniendo tanto el ojo. Tal vez están enfocadas en otras luchas absolutamente necesarias, pero es menester que estas cuestiones formen parte de la agenda feminista.
Volviendo al hecho que involucran al plantel noruego de balonmano, la cantante Pink se ofreció, orgullosa, a pagar la multa: “Estas son las peleas que hay que dar”, manifestó. En el fondo todo pasa por ahí, por donde nos posicionamos. Ante la pregunta, ¿Cuál es la razón de la vestimenta? La razón es sexista. La razón es: “Tenemos que mirarle el cuerpo a la mujer”. El cuerpo de la mujer es de exposición. El hombre puede usar camiseta, short, pero la mujer no. A la mujer la tenemos que ver. A su vez, estas reglamentaciones van en detrimento de otras culturas y religiones. Por ejemplo, las mujeres musulmanas no podrían participar de ninguna de estas disciplinas. No está permitida una vestimenta que les permita tapar su cuerpo. La reglamentación sobre el atuendo de las jugadoras va contra todo.
Si soy una vedette y quiero mostrar mi cuerpo sobre un escenario, tengo derecho de hacerlo sin que nadie me juzgue. Si soy una deportista y quiero utilizar bikini, porque me siento cómoda así, tengo todo el derecho para hacerlo. Pero si no lo quiero hacer, no puedo estar obligada. No tengo que elegir entre mi profesión deportista y mi vestimenta o, por caso, en la forma que yo me sienta cómoda mostrando mi cuerpo y a quién se lo muestro.
No se trata de mostrar o no, se trata que sea una decisión de las mujeres y no una imposición de reglas creadas por hombres. La necesidad de dar este tipo de debates es importante. Son temas muy significativos, relevantes y, por esa misma razón, reitero, deberían formar parte de la agenda feminista.