Por: Roberto Candelaresi
Una fragilidad anunciada
En el ámbito económico, el advenimiento de Sergio Massa a la máxima responsabilidad económica (junto al jefe de gabinete, corresponsable de la marcha económica y administrativa del país) significó una apuesta para corregir ciertas disfunciones políticas y macroeconómicas en el gobierno de A.F.
En lo específico, su propuesta es fomentar el orden fiscal, sostener el superávit comercial, fortalecer las reservas internacionales y generar desarrollo con inclusión social. Apunta en definitiva a un PLAN DE ESTABILIZACIÓN ECONÓMICA, que, de resultar positivamente ejecutado, lo proyecta políticamente.
Por de pronto, los “mercados” [capitales productivos y financieros] han reaccionado con tranquilidad al principio, y ahora se deslizan de a poco a su tradicional modalidad rentística, sin responsabilidad social. Es decir, la tendencia hiperinflacionaria, sigue su curso, apenas aletargada.
El quid de la cuestión, es restaurar la confianza en la conducción de la política económica de la Argentina. En ese nivel, promediando septiembre, parece estar lográndolo. Su Plan de Acción parece funcionar. Veremos la profundidad de los cambios y transformaciones, en los próximos 12 meses que es su último margen de maniobra para bajar índices inflacionarios, precios relativos, baja de tasas, y mejorar el ‘rendimiento’ fiscal y externo.
Lo que da credibilidad es el cambio de expectativas sostenida, con valorizaciones, apertura, recuperación o entrada de inversiones y, las reestructuraciones necesarias. Pero para todo ellos, debe estar EMPODERADO. Es decir, con respaldo creíble de la conducción política, y su estrategia, una vez consensuada debe ser respetada a rajatabla, y ello implica que el binomio ejecutivo, manifieste su refrendo, ante los operadores, actores y público.
Léase también: “La audacia que falta (Parte I)”
Como decimos; el shock de confianza buscado solo se puede producir cuando hay una elocuente VOLUNTAD POLÍTICA y defensa de la propia estrategia frente a los poderosos. No vacilaciones o disposiciones al cambio y toma y daca. La estabilización de la economía siempre es entera responsabilidad de la dirigencia política, no de un equipo técnico.
La inflación [objetivo básico estratégico] se debe controlar sin pasar por un período recesivo. Pues ciertamente, la PAZ SOCIAL está en riesgo, si además la depreciación diaria del poder adquisitivo se adiciona caída o falta de trabajo.
Acciones audaces se requieren, no se puede admitir (como hasta el presente) ninguna autonomía de decisión por parte de los intereses particulares. El mandato empodera al presidente y a su gabinete para IMPONER la voluntad del proyecto. En nuestra opinión, el diagnóstico económico del gobierno es acertado, como sus herramientas teóricas para operarlo, pero el juicio político sobre el estado de situación que parece haber impregnado la actual gestión gubernamental, no parece ser el correcto, a juzgar por las caídas de apoyo y en la de la imagen de los funcionarios, incluyendo al primer magistrado, para la opinión relevada.
En resumen, se debe ejercer actividades más enérgicas contra los ACTORES (económicos, comunicacionales) que provocan INCERTIDUMBRE en una economía paradójicamente en crecimiento, por vía de generar presión sobre el tipo de cambio. Esa pugna por la devaluación que afecta a la inmensa mayoría de la población, para satisfacer a unos pocos, debe controlarse, con la fuerza pública si es necesario. Como sea, hoy existe una Visión Estratégica Económica materializada por S. Massa y su equipo, que puede orientar la reactivación económica.
El BCRA debe administrar el tipo de cambio con mucha moderación, y estar inmune a las presiones de operadores. El drenaje de divisas, por un manejo “liberal” por parte de la autoridad monetaria es inadmisible. La demanda “precautoria” de dólares para empresas, debe eliminarse, y cada autorización de compra de divisas debe ser exhaustivamente investigada.
En cuanto a la regulación del comercio, no se puede repetir que las empresas no presenten informes sobre estructura de costos (o sobre cualquier otro tema vinculado al giro industrial o comercial por caso), que le han sido requeridos por la Secretaría de Comercio e Industria. Son mandatos estatales que en otro país acarrearían fuertes multas e intervenciones compulsivas. Y sin embargo, hasta hoy nada se hace desde la cartera competente.
El método de la planificación no puede ni siquiera considerar a la lógica de los mercados como fuente para diseñar las políticas financieras o (des)regulatorias, pues naturalizarla – tal como ha ocurrido con gran parte de la sociedad por la machacona propaganda neoliberal – equivale a aceptar una democracia restrictiva, en tanto se cogobierne con las corporaciones que forman precios en el país.
Desde lo político y comunicacional, se debe procurar ERRADICAR ese producto neoliberal que en estos días se manifiesta ya en modo fascista, que son; las ideologías de la insolidaridad, el individualismo feroz y el desprecio por el destino común.
Consideraciones finales
Hasta ahora en nuestra óptica observamos una autopercepción de fragilidad político institucional del gobierno que, frente a acciones y reacciones temerarias de las fuerzas opositoras, le ha generado un inmovilismo, que, en el campo político, prolongado en el tiempo significa suicidio. Es por otra parte como si en la usina ideológica del Frente, se padece una asombrosa ‘estanqueidad’ de ideas.
La antinacional y elitista Ley de Reforma Financiera, cuyo autor fue el infame Martínez de Hoz y vigente desde la dictadura (1977), que tanto daño provocara al retorcer la matriz económico-financiera del país, nunca ha sido derogada. Deuda de la democracia, tan curiosa como sospechosa pasividad de TODO EL ESPECTRO POLÍTICO con representación parlamentaria. Es una tarea pendiente para transparentar mercados y permitir al Estado un control eficaz de la actividad.
El crecimiento económico en los últimos 24 meses es un dato concreto. Asimismo, se apunta que la participación de los asalariados en la distribución de la riqueza quedó tal como lo disminuyó M. Macri y su equipo, es decir a apenas por encima del 40% (llegó al 51% con CFK). La rentabilidad empresaria en tanto ha crecido sostenidamente. La conclusión unívoca es que la productividad aumenta, como baja la incidencia de costos salariales (en todas las actividades), lo que, a su vez, define que EXISTE CRECIMIENTO SIN DISTRIBUCIÓN, y eso es característico del conservadurismo, no de un gobierno sedicentemente progresista, nacional y popular.
La AGENDA es modificada (alterada) por los medios y las voces de oposición, con lo que, ciertas cuestiones REALMENTE RELEVANTES que pueden generar expectativas positivas en la ciudadanía, se terminan diluyendo, y ello resta credibilidad al gobierno por parte de las clases populares. El gobierno debe construir una agenda popular fuerte.
El ceder la iniciativa y la temática ante la Opinión Pública, es un factor que termina reduciendo la gobernabilidad. Es notorio en la actualidad como han ganado terreno los discursos del odio, y las ponencias irracionales, se difunde impunemente publicidad no democrática ni menos ética. El Estado calla, no confronta con la densidad necesaria, ni impulsa acciones para la persecución de delitos como la incitación a la violencia, la propalación de infamias, y amenazas – entre otros – forzando a la “justicia” a intervenir. Cuando se propaga el temor en la sociedad civil, puede derivar – la Historia es testigo – en el crecimiento de la derecha radical [no hay nada peor que un burgués asustado].
Léase también: “La audacia que falta (Parte II)
Reponer a la fiscal general Gils Carbó en su cargo mediante un decreto, sería un paso legal y de iniciativa estratégica, que solo requiere de la voluntad de la dolosamente desplazada funcionaria. Ello en orden a garantizar que las denuncias prosperen desde el Ministerio Público, tal como debería ser, incluso de oficio, que no ocurre.
El gobierno debería ser más PROACTIVO consideramos, en torno a instalar temas y generar un CONTRA DISCURSO al hegemónico rompiendo mitos neoliberales. Pero ello se logra mediante una estructurada campaña por todos los medios, incluso los digitales, escasamente aprovechados por el oficialismo, y por ello, terreno muy transitado por la oposición.
Tenemos por comprobado, que la DESMOVILIZACIÓN POPULAR no aplacó la desestabilización de la derecha (remarcaciones, desabastecimientos, abusos a los consumidores), por lo que no queda otro camino que la confrontación. Pero esa lid debe tener lugar por su puesto, en base al cálculo político, de la oportunidad y conveniencia, pero no someterse al clima artificial que se crea desde medios opositores.
La “correlación de fuerzas” siempre debe considerarse bajo las mismas premisas, pero nunca puede ser motivo de inacción, porque elementalmente, la correspondencia de fuerzas en pugna es siempre alterada por LA ACCIÓN POLÍTICA. La iniciativa es una aliada para ganar fuerza adicional.
En la discusión, los antidemocráticos deben ser EXCLUIDOS. Se respeta solo a los actores que aceptan las reglas del sistema democrático. Ello deja fuera los violentos, los irracionales (negacionistas), los que desdeñan la realidad (anti higienistas en la pandemia) o los indigentes de causas democráticas (seguidores de líderes extremistas).
Insistir en un diálogo que resulta ex ante infecundo, por la declinación al convite que hacen los actores adversarios, o las posiciones que adoptan desconociendo a quien tiene el mandato popular, denigra ese noble instrumento político. A menos que el conservadurismo haya ganado mentes oficialistas, la moderación resulta claramente inadecuada, cuando claramente se está frente a una derecha que incita al gobierno a cometer errores (medidas económicas fundamentalmente), que hieran a su base social de sustentación. Perder apoyo de mayorías, trae solo desorden e impotencia.
Conclusión
Estamos frente a la posibilidad de un verdadero cambio. El futuro no se puede predecir, pero se puede explorar, debatir y construir en un proyecto nacional deseable y posible. Eso se logra solo con la concurrencia de voluntades democráticas, igualitarias, de justicia social.
Para un futuro esplendoroso y perfecto podemos tener de guía una nueva UTOPÍA. Pero se trata hoy de generar lineamientos realistas a seguir en los próximos lustros. Hay que motivar, una nueva épica para ganarle al escepticismo y la desazón que vienen conquistando históricamente muchas mentes.
Parafraseando a Alejandro Grimson decimos: “Nuestro país hoy tiene una gran oportunidad”. Debemos promover grandes debates en Argentina sobre estrategias de desarrollo de largo plazo, y políticas de largo alcance, que son fundamentales para aprovechar las oportunidades que permitan un salto cualitativo en el desarrollo nacional, también cómo aprovechar las oportunidades del contexto global, utilizar los recursos estratégicos, fortalecer las capacidades tecnológicas, y cómo transformar la matriz productiva.
Hay acciones y decisiones. Hay planes, proyectos de Ley y obras de infraestructura. Argentina exige que el debate social y político se centre en cómo aprovechar esta oportunidad para construir un país productivo, próspero, justo, incluyente, más igualitario y democrático. De hecho, existe tal oportunidad.
Esta es una invitación para que los preocupados en torno al destino del país, tomemos subjetiva y colectivamente. Intégrese esta oportunidad a los conocimientos, los debates, todas las propuestas y también las diferencias. Porque si no se genera consciencia en el país de esta posibilidad, se perderá inexorablemente.
Para todo ello, se precisa de una conducción política sin vacilaciones, con firmeza y voluntad política para liderar los cambios. AUDACIA ES LA VIRTUD. No se puede exigir a corrientes internas que no tienen siquiera organicidad (kirchnerismo) o a la lideresa de la fracción peronista mayoritaria, la vicepresidenta en ejercicio, pues su responsabilidad institucional – que respetuosamente cumple a rajatabla – no es la de encabezar la conducción.
El Poder Ejecutivo tiene la palabra.