La transformación (en marcha) y la incertidumbre

Por: Roberto Candelaresi

Introducción

En nuestra visión, desde el ascenso al poder de Javier Gerardo Milei, la incertidumbre ha ganado todos los escenarios, sean de la órbita común o de la privada. Muchos ciudadanos viven los cambios formales y actitudinales del gobierno ‘libertario’, con perplejidad e inseguridad acerca del devenir.

Ciertamente el fenómeno no es solo atribuible al Ejecutivo, dado que la conducta – por ejemplo – de algunos parlamentarios, en el tratamiento de algunos proyectos críticos de profundas reformas económicas y sociales impulsados por aquel es desconcertante, por sus disidencias ideológicas con sus antiguos partidos o plataformas al momento de votar. Ello resta previsibilidad a los resultados legislativos.

Así, otrora partidarios progresistas, aceptan medidas (en rigor, las avalan con sus votos), que implican una transformación regresiva, tanto en la renta como en las riquezas acumuladas durante décadas, a favor de las grandes corporaciones locales y multinacionales. Es decir, apoyar un retroceso de la participación de los trabajadores y las clases medias en el reparto del PBI. Y no siempre a consecuencia de alguna concesión que el P.E. haya prometido, pues no se hacen públicas, lo que da sustento a sospechar de intereses particulares involucrados en las “negociaciones”.

El ecléctico Poder Judicial, tampoco escapa a esta ‘anomalía’ resolutiva, pero ya tenemos experiencia como observadores ciudadanos de las ambigüedades doctrinarias de los productos judiciales, especialmente condicionados por el poder – ciertamente con mayor visibilidad cuando el sillón de Rivadavia está ocupado por un conservador o líder de la derecha –. En este momento, es pasmosa la actitud pasiva de la Corte Suprema frente a los casos denunciados por el DNU 70/23 (a todas luces abusivo e inconstitucional), pero que mientras tanto tiene plena efectividad (dañina), con la excusa de que sea el Legislativo que le de tratamiento completo, aunque es claro que, por manejos de poder del oficialismo, su consideración está trabada en la cámara de Diputados.

El núcleo del proyecto mileísta –declarado por el propio presidente –, es la destrucción del Estado tal como está, discurriremos mas adelante a cambio de qué, institucionalmente hablando. Para ello tiene dos vectores, que facilitarán esa tarea: la vigencia del mencionado DNU y la Ley de Bases, actualmente en discusión en el Senado. Su modelo económico-social, ahora plenamente conocido al producir sus primeros efectos, es ampliamente rechazado por la mayoría de la población, tanto como la ‘desaparición’ del Estado, pese a lo cual, el ‘esclarecido y mesiánico’ Milei insiste en formular, para lo cual requiere la delegación de facultades al Poder Ejecutivo, con lo que él podrá actuar de manera discrecional y saltear al Parlamento en decisiones centrales.

En este semestre de gestión, sin embargo, pudimos constatar una combinación de ineficiencias administrativas y de prejuicios de clase que habrían sido los motivos que condujeron a decisiones políticas insensibles y con una costosa imprevisión, que perjudica las arcas públicas, más que los ahorros (fictos, por otra parte) que pretende producir al Gasto Público para el «equilibrio fiscal».

Progreso de la Regresión

Su proyecto de gobierno en el aspecto del perfil productivo, plantea una serie de graciosas concesiones en materia de explotación de recursos naturales a multinacionales agroexportadoras, mineras e industriales, en algunos casos, asociadas a grupos de la burguesía local, acostumbrados a prosperar a costa del Estado nacional. Ello está bien plasmado en el RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), que a nuestro criterio importa un perjuicio a toda la Nación, ya que no solo favorece una reprimarización de la economía en manos concentradas, sino que condicionará por muchos años la economía del país, al garantizar estabilidad durante 30 años a las inversiones de las empresas beneficiarias, fundamentalmente en detrimento de la industria nacional y las pymes, ya que los principales frutos de la explotación de nuestros recursos naturales se transferirán a las casas matrices foráneas.

Otros beneficios contemplados para el capital extranjero, son; en materia tributaria, aduanera y cambiaria, con bajas tasas, exenciones impositivas, sin trabas para importar y exportar, y libre disponibilidad de las divisas generadas. Las empresas locales no cuentan con estas ventajas.

Hay también una explícita cesión de soberanía en caso de diferendos legales, al omitir la órbita judicial nacional, sometiéndose al CIADI (organismo del Bco. Mundial).

Estas inversiones, por las actividades específicas que atañen y beneficios concedidos, no generarán necesariamente encadenamientos con el resto de la economía ni favorecerá directamente al mercado interno, y, la demanda de mano de obra, por ser capitales intensivas, no tendrá gran impacto social [índice de ocupación] en las zonas a explotar.

En resumen, claramente el paquete fiscal alentado por el Gobierno nacional para su modelo, mantiene su núcleo en favor de los contribuyentes más poderosos, en consonancia con un ensanchamiento de la brecha distributiva y con un deterioro creciente de los ingresos populares.

A ese desalentador panorama que se avizora, habría que agregarle un condimento grave, que el presidente anarco-libertario no desistió de intentar forzar, de hecho, se expresó positivamente en ese sentido pocos días atrás (junio 2024), y se trata de la «competencia de monedas», un concepto de la escuela austríaca que reivindica Milei [«La desnacionalización del dinero» de Friedrich von Hayek /1976]. Eliminación del Banco Central, libertad plena para banca extranjera, circulando dinero fiduciario (sin respaldo) privado, que cotizaría en el mercado, terminando con la soberanía monetaria.

Volviendo a la Colonia

Vemos entonces, que, si sumamos ciertos protocolos de represión, diseñados en aras de la «gobernabilidad» y en vigencia (de dudosa constitucionalidad, pero en aplicación), un cercenamiento de derechos populares ya consagrados, más la “entrega” descripta más arriba, obtenemos un marco legal del coloniaje, con esclavitud inclusive, por más que todo se ejecute bajo el lema “libertad para la gente de bien”. 

“Entrega” decimos, porque los resortes materiales del poder soberano de una nación, en el modelo propuesto – y ya en marcha – del libertarismo [ultra conservador], son cedidos a fuerzas económicas y políticas extranjeras, y lo que es peor, sin verdadera compensación concreta a cambio

En efecto, se trata de ofrecer la explotación sin procesamiento refinado [sin valor agregado] de riquezas tales como el litio, el oro, el cobre, la plata, y los hidrocarburos. Todos esos recursos son susceptibles de ser exportados sin consideración del principio de autoabastecimiento, incluyendo su privilegio ante la población sobre el recurso hídrico del territorio (sin ejemplos ya en el mundo). 

Incluso, el actual reequipamiento de nuestras Fuerzas Armadas, demuestra un sesgo claro de ‘occidentalización’, toda vez que las compras de sistemas de armas y municiones, se reorientan a proveedores norteamericanos y de la OTAN. A despecho que sostenemos un conflicto de soberanía con un miembro importante de la organización atlántica, Gran Bretaña, que puede así influir, e incluso PROHIBIR, la provisión de ciertos dispositivos tecnológico o misiles. La opaca participación de EE.UU. en la instalación de la base logística de nuestra Armada en Ushuaia, es otro ejemplo de sometimiento. 

En un país irresponsablemente sobreendeudado como el nuestro, el gobierno sigue incrementando nuestras obligaciones, pero el resultado es similar a la expresión proverbial del lecho de Procusto; se pretende acomodar siempre la realidad a sus intereses o su visión de las cosas, rechazando toda crítica o planteamiento, en pos de sus convicciones místicas de tener siempre la razón. Con el ministro Luis Caputo, el manejo de la macroeconomía se parece a un garito, más allá que técnicamente se lo conozca con el eufemismo de valorización financiera.

Los beneficiarios

Es evidente que algunos inversores, especulativos en su mayoría [hedge funds], aguardan la consagración legal de esas prerrogativas, para testear con fondos los negocios posibles en esos rubros. 

Es claro que el diseño anarcocapitalista del país, es más que nada un escenario de negocios para pocos, pero por ello, importa un cambio estructural y cultural en la sociedad que Milei mismo representa transitoriamente, y que, de no impedirse, enraizará, y los que tienen posibilidad de actuar contra el Estado que resulte, siendo grandes actores privados (corporaciones), se beneficiarán acaparando los recursos de todos. 

Si se confirman las facultades delegadas al Presidente de la Nación, todas las instituciones oficiales de ciencia y técnica tan prestigiosas y productivas, orgullos argentinos, correrán el riesgo de desaparecer (CONICET, INCUCAI, UIF, CNEA, CONAE, INTA, INTI, etc.) y ello en virtud del dogmatismo irreductible – y por tanto, patológico – del Sr. Milei, que desprecia toda iniciativa e intervención estatal en el quehacer humano. A contracorriente de lo que sucede históricamente en el mundo, donde la participación estatal en los desarrollos y en el progreso científico, siempre fue y es determinante.

Los colaboracionistas

Es evidente que las prerrogativas que se le conceden en el proyecto libertario argentino, al gran capital (u$d 200 M o +), exceden las propias expectativas de los potenciales inversores, que solo experimentaban tales franquicias en países subdesarrollados africanos o algún enclave en Asia. La redacción de los proyectos ‘ómnibus’ presentados por el P.E. una vez en el gobierno (ya que ciertamente no lo adelantaron en la campaña proselitista), tiene la mano de algunos consultores locales al servicio de aquellos grandes inversores, que desconsidera los intereses de la industria local y las pymes en general. Es decir, las leyes las redacta el poder económico, que luego suscribe el Poder Ejecutivo, y seguidamente apoya la inescrupulosa «oposición dialoguista». Esa es la metodología legislativa “libertaria”.

En efecto, en ningún postulado se estimula el florecimiento de proveedores locales para engancharse en esos grandes proyectos extractivos, todo lo contrario; se habilita la libre importación de insumos, enseres, maquinarias y equipos. Se permite la venta de sus equipos usados y amortizados en el país (sin haber pagado aranceles), lo que golpea también a la industria y comercio local.

En resumen, se delega (por acción u omisión) facultades a un presidente, que a todas luces carece de gestión, y funcionarios idóneos suficientes para cubrir muchas vacantes estratégicas, con la finalidad que concrete sus ambiciones de primarizar el país, arrasar con la industria, convertir el país en un casino, demoler el Estado y dejar todo en poder del establishment que maneja el mercado.  

En apariencia, las tareas del mandatario serían bajar la inflación, tarea ímproba porque continuamente su política económica alienta la suba del tipo de cambio y los precios, todo virtualmente sin control, y dedicarse a dar la batalla cultural a través de su medio preferido; las redes sociales.

Perfilando el liderazgo anarco libertario

Claramente su visión macroeconómica – a juzgar por sus propios discursos – está sesgada por el monetarismo, y asimismo su cosmovisión libremercadista es dogmática y primitiva. Desde allí, ve al Estado como un distorsionador formidable del valor del dinero, y por ello, no solo comenzó a demolerlo, sino que aplica una pauperización presupuestaria a la mayoría de los rubros que históricamente atendió el fisco nacional.

En el aspecto de la política exterior, él mismo compite con su designada canciller, Diana Elena Mondino, en incurrir en desatinos y sobreactuar algunas relaciones, sometiéndose al decadente hegemón norteamericano, y mientras, se alinea al poder atlántico, renuncia al ingreso al BRICS, polo de multi-poder y equilibrio global, y ofende a otrora aliados estratégicos del país, como China, Brasil y España, mientras desprecia a mandatarios amigos como Colombia, Méjico y Rusia; enfría la vinculación con Chile y por torpes razones ideológicas suspende toda relación con Cuba y Venezuela.  En eso consiste “volver al mundo” para el gobierno “anarco libertario”. La geopolítica argentina en su peor momento, como si su brújula fuera presa de un campo magnético impropio. 

Su perfil psicológico, debe ser abordado por especialistas, por lo que nos limitaremos a destacar algunas particularidades que resultan obvias para el observador común. Su comportamiento resulta extraño para la mirada convencional de un primer mandatario, por sus excentricidades, su vocinglería, su falta de consideración y respeto hacia otros actores sociales y políticos, y sus frecuentes tonos amenazantes y de amedrentamiento para los disidentes u opositores o cuadros coléricos, ya son proverbiales y deben ser materia de serios estudios, ya que ponen en duda su equilibrio emocional y estabilidad de conducta. Crítico para un presidente. 

Sus promotores – a nivel local – son los conspicuos miembros de los sectores más concentrados del poder económico nacional. Solo a título de ejemplo, los más conocidos que instigan al libertario a un destino colonial para el país, y ejercen (a través de operadores y mandatarios) fuertes lobbies sobre el Congreso, para “doblegar” conciencias, serían; E. Eurnekian, P. Rocca, H. Magnetto, M. Mindlin, A. Bulgheroni, J. L. Manzano, E. Elsztain y M. Galperín.

La destrucción

Se está produciendo la mayor destrucción de las instituciones sociales en todos los niveles, con desfinanciamiento, vaciamientos, inasistencia ante catástrofes, inacción social, desmantelamiento, etc. Ello desnuda un Ethos con ausencia de empatía, e incluso, de antipatía con ciertos sectores sociales, y como Proyecto Estratégico, un gran desinterés por la sociedad nacional y su integración.

La cartera de «Capital Humano», no ayuda, no asiste, no genera nuevos planes, solo “audita”, controla mientras desmantela. Ausencia total de política social.  De nuevo “un sálvese quien puede”, pero oficial.

En las redes – y en algunos medios y comunicadores –, se aplauden estos dislates propios del acting presidencial (o ministerial), y se propagan la cultura desocializadora y belicosa que parece estimular a muchos individuos “con bronca”, y otros aceptan por sinrazones. Pero los adeptos al entretenimiento ahora comienzan a declinar. Sin embargo, se siguen desmoronado instituciones, que hasta hace poco eran soportes para la sociedad. 

El ya mencionado Poder Judicial, desacreditado e inerme ante la gravedad del proceso destructivo, se suma (¿resta?) al degradado Congreso, por indignidad de muchos de sus bloques o miembros, en la inoperancia de esas instancias democráticas para el control de daños.

Concluyendo

La cancelación de proyectos atómicos (financiados), freno a la obra pública, el desfinanciamiento de otros proyectos estratégicos, atentan directamente contra el desarrollo científico argentino reconocido internacionalmente, y clave para la nación en su futuro, nos permite argumentar con solvencia que J. Milei pretende el desguace del Estado que prometió en campaña.

¿Cuál es su propósito final respecto al concepto Estado?, ya que es obvio que algún tipo de estructura que administre el poder social debe existir, especialmente cuando la comunidad internacional se organiza aún bajo esa fórmula. Su propia condición como jefe de Gobierno, para su continuidad, exige la prexistencia de la institución política por antonomasia, más allá de su supuesto «anarquismo». 

Finalmente, al respecto diremos que, consecuente con nuestra hipótesis de que J. Milei está soportado a nivel macro político por un grupo de poderosos capitalistas, sus especialistas asesoran al presidente, y con seguridad, le llevarán la mano con el ‘bisturí’ para adecuar una nueva estructura organizativa y funcional, afirmando la ‘seguridad jurídica, la continuidad institucional, y el marco normativo’ a su provecho, aunque resulte en un Estado mínimo. Téngase presente, que el propio Milei se declara -en la práctica- minarquista [un Estado que solo se ocupe de la Seguridad, Defensa y Justicia]. No existe capitalismo sin un Estado que lo garantice.

Seguramente su idea consiste en levantar un Nuevo Estado sobre los vestigios del actual. Sus reglas en cambio serán impuestas por el gran capital internacional (globalizado), el sector financiero (local y extranjero) y la alta burguesía nacional (holdings y monopolios argentinos, comerciales y de servicios). Para su protección y estabilidad, ese Estado mínimo, desplegará las fuerzas represivas que sean necesarias. Las demandas sociales sufrirán un escueto trámite, con mínima intervención de la burocracia estatal. El modelo asume que el monopolio de la fuerza en manos de las fuerzas de seguridad oficiales, y la imposición de un discurso tranquilizador y disuasivo, garantizan la paz social.

Hasta ahora, la modalidad de no designar expertos en la gestión, sino entusiastas de su facción, ha probado un rotundo fracaso en casi todas las áreas de gobierno. Tampoco ha nombrado en funciones relevantes a empresarios, al estilo macrista. Por otra parte, sus mecenas, todos CEOs nucleados en AEA [Asociación Empresaria Argentina], que hemos nombrado, u otros como Gerardo Werthein, no quieren ser asociados directamente con la gestión gubernamental, ni en forma personal, ni a través de sus personeros. El poder material solo prospera en la sombra.

En los foros económicos o empresariales seguirá repitiendo su letanía del credo libertario, que son los únicos espacios donde recibe aplausos y festejan sus excesos. Todos miembros o amanuenses de la clase dominante. Mientras, se cancelan las obras públicas y se acrecienta la desocupación.

El porvenir no es prometedor, los «ricos» tal vez no sean plenamente conscientes que un país de 47 millones, con una rica tradición de movilización social en defensa de sus derechos establecidos, y con un perpetuo diálogo negociador con el Estado, que, aunque menguado, ha sido democrático, benefactor, y árbitro de las relaciones comunitarias, se torne famélico e inoperante, solo custodia de los poderosos. 

El pueblo, el mismo que se distrajo con insensateces e impertinencias del presidente, es capaz de revertir el infortunio que aquel promete. Los traumas políticos que deban atravesar (nuevamente) no serán impedimento para revertir a la normalidad y a la sensatez y erradicar la INCERTIDUMBRE.