Más de 500 científicos y científicas firmaron un pedido al Poder Ejecutivo para que se vuelva atrás con la aprobación del “súper trigo”, primero transgénico en el mundo.
Semanas atrás el gobierno nacional anunció que Argentina es el primer país del mundo en trabajar con trigo transgénico. La noticia, que fue recibida con beneplático por los dueños de la tierra, cayó sin embargo como un balde de agua helada entre científicos, investigadores y ecólogos, que ven en esa novedad un paso atrás.
En las últimas horas, más de 500 científicos y científicas de nuestro país rechazaron el hecho a través de una carta abierta dirigida al gobierno de Alberto Fernández, con el fin de que se deje sin efecto la aprobación del “súper trigo” resistente a la sequía y tolerante al herbicida glufosinato de armonio, HB4.
“Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se ha demostrado nocivo en términos ambientales y sociales”, denuncia la carta, que además subraya que ese trigo es “el causante principal de las pérdidas de biodiversidad, no resuelve los problemas de la alimentación y amenaza además la salud de nuestro pueblo”.
Para los y las firmantes “existen evidencias acerca de las consecuencias negativas que producen los modos y los paquetes tecnológicos usados actualmente en la producción agrícola en Argentina, en Latinoamérica y en varios países centrales, especialmente en Estados Unidos”. “Es indudable que el actual modelo productivo hegemónico de la agroindustria, concentra capital, profundiza la desigualdad económica y social, genera el deterioro de la salud de las comunidades y de los ecosistemas y acelera la pérdida de biodiversidad, amenazando la seguridad alimentaria y dejando a su paso territorios devastados ambiental y socialmente”, sostienen los investigadores e investigadoras.
Además, remarcan que “los principales daños que está produciendo este modelo se deben al uso intensivo de agrotóxicos ya que la práctica de la siembra directa con semillas transgénicas y barbecho químico actualmente está concentrando la mayor demanda de glifosato y otros agrotóxicos”. “La agricultura basada en el uso de organismos genéticamente modificados (OGM), tolerantes a diversos herbicidas selecciona a las malezas resistentes que proliferan, lo cual obliga a aumentar las dosis, a realizar mezclas de múltiples activos y a su vez recurrir al consumo de nuevos herbicidas más potentes”, dicen también en el texto enviado al Poder Ejecutivo.
En Argentina, actualmente se usan más de 525 millones de kg/litros de formulados de agrotóxicos por año (alrededor de 12 litros por habitante, la tasa más alta del mundo), esparcidos en miles de millones de litros de caldos de aplicación. “El glufosinato de amonio es un herbicida que, mirado desde la seguridad alimentaria según FAO, es 15 veces más tóxico que el glifosato, ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su toxicidad aguda y sus efectos neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa”, denuncia también la carta abierta de los y las científicas.
La carta abierta al presidente Alberto Fernández
En el Boletín Oficial el 9 de octubre fue publicada la Resolución 41/2020 de la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, que aprueba el primer trigo transgénico del mundo y anuncia su cultivo en el país, sujeto a que Brasil lo admita, dado que es el comprador del 45% de las exportaciones argentinas de este cereal. El trigo genéticamente modificado autorizado se denomina HB4 (trigo IND-ØØ412-7) y presenta, según consta en la mencionada resolución, dos características introducidas por técnicas de ingeniería genética: resistencia a la sequía y tolerancia al herbicida glufosinato de amonio. Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se ha demostrado nocivo en términos ambientales y sociales, causante principal de las pérdidas de biodiversidad, que no resuelve los problemas de la alimentación y que amenaza además la salud de nuestro pueblo confrontando la seguridad y la soberanía alimentarias. Esto nos lleva a cuestionarnos acerca de los supuestos beneficios que traería aparejado. Los daños del modelo del agronegocio Existen evidencias acerca de las consecuencias negativas que producen los modos y los paquetes tecnológicos usados actualmente en la producción agrícola en Argentina, en Latinoamérica y en varios países centrales, especialmente en Estados Unidos. Cientos de investigaciones sobre daños ambientales y sanitarios han sido publicadas en revistas científicas internacionales y muchos más testimonios y denuncias han sido impulsadas de manera sostenida por comunidades, trabajadores de la salud y movimientos sociales de nuestra región. Es indudable que el actual modelo productivo hegemónico de la agroindustria, concentra capital, profundiza la desigualdad económica y social, genera el deterioro de la salud de las comunidades y de los ecosistemas y acelera la pérdida de biodiversidad, amenazando la seguridad alimentaria y dejando a su paso territorios devastados ambiental y socialmente. Algunos de los principales daños que está produciendo este modelo se deben al uso intensivo de agrotóxicos. Lejos de reducirse, como anunciaban hace más dos décadas los promotores del paquete tecnológico soja-glifosato, el uso de agrotóxicos se ha incrementado exponencialmente ya que la práctica de la siembra directa con semillas transgénicas y barbecho químico actualmente está concentrando la mayor demanda de glifosato y otros agrotóxicos. La agricultura basada en el uso de organismos genéticamente modificados (OGM), tolerantes a diversos herbicidas selecciona a las malezas resistentes que proliferan, lo cual obliga a aumentar las dosis, a realizar mezclas de múltiples activos y a su vez recurrir al consumo de nuevos herbicidas más potentes. En Argentina, hay falta de registros oficiales de uso y, en función de las proyecciones, actualmente se usan más de 525 millones de kg/litros de formulados de agrotóxicos por año (alrededor de 12 litros por habitante, la tasa más alta del mundo), esparcidos en miles de millones de litros de caldos de aplicación. La autorización del trigo resistente al glufosinato de amonio implicará aumentar aún más ese volumen, que de por sí resulta exorbitante. El glufosinato de amonio es un herbicida que, mirado desde la seguridad alimentaria según FAO, es 15 veces más tóxico que el glifosato, ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su toxicidad aguda y sus efectos neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa. Es letal para organismos que contribuyen naturalmente a mantener la dinámica de los agroecosistemas: arañas, ácaros, artrópodos depredadores, mariposas y otros polinizadores y microorganismos del suelo. Además, en estos agroecosistemas desequilibrados aumenta la susceptibilidad de los cultivos a enfermedades, con el consecuente aumento en la dependencia del uso de más agroquímicos. Asimismo, deteriora enormemente la calidad del agua dulce acelerando procesos de eutrofización, siendo además tóxico para algunos organismos acuáticos. Además, penetra hacia napas subterráneas, aumentando la lixiviación del nitrógeno de los suelos. La incorporación del trigo transgénico incrementaría la frecuencia de las fumigaciones, extendiéndolas durante todo el año. Hasta ahora, las fumigaciones masivas con agrotóxicos se circunscribían a las temporadas de primavera y verano (también se aplican a finales del invierno como “barbecho químico”). Dado que el trigo es un cultivo de invierno, la aplicación del glufosinato de amonio dará lugar a fumigaciones con este herbicida, en una estación del año en la que se prolonga la vida media de plaguicidas en el ambiente, debido a la incidencia de las bajas temperaturas en los procesos de biodegradación y/o a la baja irradiancia solar en la fotodegradación, todo lo cual coincide además con la mayor susceptibilidad de la población a contraer enfermedades respiratorias. Hasta el momento, el uso del paquete tecnológico estaba particularmente asociado al cultivo de soja, maíz y algodón, cultivos principalmente vinculados a la producción de granos para forraje y aceites. El trigo, en cambio, es la base de la alimentación de las y los argentinos, ya que con él se elabora el pan y gran parte de nuestros alimentos que están basados en sus harinas. A partir de esta autorización, el trigo HB4 tendrá residuos de glufosinato al igual que las harinas y sus derivados, es decir, habrá glufosinato en alimentos básicos de consumo diario. Dado que en Argentina no hay ley de etiquetado de transgénicos, toda la población estaría expuesta a su ingesta en la dieta diaria. Por otra parte, el trigo podría correr una suerte similar a la soja no transgénica, que ha sido completamente reemplazada por variedades transgénicas. No es posible la coexistencia de trigo transgénico y no transgénico, entre otras cosas por la llamada “contaminación genética” que ocurre durante la polinización. El trigo se autofecunda en un gran porcentaje, pero también se cruza con otros cultivos de trigo que se encuentren en las cercanías. Del mismo modo que en el caso de la soja, una vez liberadas las variedades transgénicas en pocos años se podrían diseminar debido a la fecundación cruzada por polinización con las variedades no transgénicas, en un proceso irreversible de flujo genético. Además de los procesos naturales, el mercado también podría imponer la adopción de OGM, haciendo llegar a los productores insumos sin identificación a bajo costo, como ocurrió en el caso de la soja RR. La reconfiguración de la producción hacia la agricultura de mercado y la producción de commodities basada en precios internacionales han llevado a un avance descontrolado de la frontera agrícola en las últimas décadas para ampliar las áreas de cultivo en nuestro país. Este escenario se agrava con la aprobación de la “Iniciativa DOSCIENTOS MILLONES (200.000.000) de toneladas de cereales, oleaginosas y legumbres” que, junto con el Anexo registrado con el Nº IF-2020-65541846-APN-SSA#MAGYP, no toma en cuenta ninguna consideración respecto a las consecuencias ambientales de este emprendimiento. Los desmontes masivos de bosques nativos, la devastación de áreas de alta susceptibilidad como el monte chaqueño y las yungas en Salta, la desecación de humedales y actualmente los incendios extensivos que destruyen ecosistemas naturales en 14 provincias son distintas caras del mismo modelo que a su vez potencian sus consecuencias negativas en los escenarios actuales de cambio climático. Esta expansión avasalla a las poblaciones rurales, campesinas y comunidades de pueblos originarios, generando la ruptura de entramados sociales, pérdida de infraestructura rural, expulsión de población, y concentración de la propiedad de la tierra y los beneficios que se obtienen de ella, dejando como saldo una invaluable pérdida de saberes y prácticas, de diversidad cultural, biodiversidad y degradación de ecosistemas. Al mismo tiempo, es inmenso el deterioro de bienes comunes de la naturaleza tan relevantes como lo son las funciones ecosistémicas que contribuyen a la regulación climática e hidrológica, afectadas por cambios estructurales en las coberturas vegetales, e incluso por impactos indirectos sobre otros ecosistemas tales como la degradación de los humedales por la intensificación de la actividad ganadera desplazada de las tierras altas o la formación de “ríos nuevos” por cambios profundos en el ciclo hidrológico. En este marco cabe preguntarnos: ¿es aceptable el desarrollo y la aprobación de nuevos cultivos transgénicos que profundizarán los daños y el despojo de nuestro pueblo y nuestros territorios? La celebrada «resistencia a la sequía» que se elogia como un logro científico ¿es realmente una ventaja? ¿para qué? ¿para quién? ¿Es una ventaja que el trigo transgénico reemplace bosques y pastizales nativos? ¿Es aceptable que este tipo de decisiones que nos afectan a todes y comprometen el futuro de todas las generaciones, sean tomadas por un pequeño grupo de funcionarios y especialistas muchas veces ligados a corporaciones o alentados por el desafío tecnológico involucrado pero haciendo caso omiso a sus consecuencias ambientales? ¿Quiénes tendrían que decidir ese cambio de uso de suelo? Los transgénicos agrícolas, a pesar del enorme esfuerzo propagandístico en pos de presentarlos como una innovación virtuosa para “alimentar al mundo” sólo han servido para generar lucro para unos pocos que logran acceder a los altos costos de los paquetes tecnológicos y hacerlos rentables por escala. Los organismos transgénicos no son necesarios para garantizar ningún derecho del pueblo, por el contrario, atentan contra la salud socioambiental y amenazan la soberanía alimentaria. Una oportunidad para reconsiderar el modelo En un contexto de pandemia, cuyas causas más profundas se vinculan con la pérdida de biodiversidad por destrucción de ecosistemas, cambios en el uso del suelo y degradación del ambiente, uno de cuyos mayores responsables es el modelo del agronegocio, es urgente plantearnos la necesidad de un cambio profundo. La FAO afirma: “Hemos llegado al límite del paradigma de la revolución verde” y alcanzar una agricultura sostenible requiere un enfoque integrado. El paquete tecnológico transgénico-agrotóxicos es hoy la encarnación extrema del paradigma de la «revolución verde» y avanzar hacia una producción agroecológica libre de venenos y transgénicos es el principal desafío que hoy tenemos como humanidad”. Por otra parte, en su el Informe Especial frente al Consejo de Derechos Humanos de la Asamblea General de Naciones Unidas en su 40º período de sesiones, la Relatora Hilal Elver luego de su visita a la Argentina en septiembre de 2018, reitera la importancia de diversificar la matriz agrícola de manera de disminuir su vulnerabilidad. Asimismo, el informe alienta al Gobierno a dar prioridad al diseño e implementación de políticas y reformas efectivas con la participación de todos los segmentos relevantes de la sociedad con el objetivo de garantizar el derecho a una alimentación adecuada. En nuestro territorio se impone la necesidad, entonces, de realizar una transición hacia sistemas de producción agroecológicos que permitan garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria y al mismo tiempo, preservar proteger y restaurar los bienes comunes de la naturaleza, celebrando la diversidad cultural, conservando la diversidad de las especies y los recursos genéticos. Las prácticas agroecológicas involucran un valioso diálogo de saberes, ya que combinan los conocimientos tradicionales y autóctonos, los conocimientos prácticos de los campesinos, productores y comerciantes y los conocimientos científicos. A su vez, en un contexto de cambio climático es significativo advertir que los sistemas agroecológicos diversificados son más resilientes, es decir, tienen una mayor capacidad para recuperarse de las perturbaciones, en particular de fenómenos meteorológicos extremos, además de incluir modelos altamente eficientes que pueden generar enorme productividad. Como científicos, estamos conscientes de que necesitamos abrir un debate democrático sobre el modelo de producción, la necesidad de un cambio transformador y la promoción de una ciencia independiente que observe y registre el accionar de las empresas de los agronegocios en lo sanitario, en lo ambiental y en lo económico. Una ciencia que en lo agrario pueda ser denunciante de procedimientos dañinos, que escuche las voces de transformación y que conduzca hacia la soberanía alimentaria. Por todos estos motivos, solicitamos al Gobierno nacional que dé marcha atrás con esta medida, de corte unilateral que sólo puede explicarse por el avance de intereses corporativos por sobre el interés común, la salud pública, la defensa de la vida y de la casa común.
Firmas:
Abraham Elena María, Arancibia Florencia, Arnulphi Cristina, Blaustein Matías, Bo Roberto Fabian, Bocles Ignacio, Brailovsky Antonio Elio, Caceres Daniel, Canziani Graciela, Carbajo Anibal, Cassinera Armando, Folguera Guillermo, Giraudo Alejandro, Grinberg Silvia, Hierro José Luis, Izaguirre Irina, Kandus Patricia, Lajmanovich Rafael, Lonostro Fabiana, Lowy Claudio, Marino Damián, Merlinsky Gabriela, Massarini Alicia, Mataloni Gabriela, Matteucci Silvia, Perez Coll Cristina, Pengue Walter, Pintos Patricia, Pizarro Haydée Norma, Quintana Ruben Dario, Sanmartino Mariana, Svampa Maristella, Toledo López Virginia, Verzeñassi Damián, Vilá Bibiana, Wahren Juan, Zagarese Horacio, Zapata Sonia, Albea Javier, Alegre Silvia Iris, Aguerrido Laura Alonso, Alhue Bay Gavuzzo, Alí Santoro Vanesa, Alomar Maria Lis, Alonso Ignacio, Alzugaray Claudia, Andrade María Isabel, Antinori Julia Eliana, Antola Mariela, Antonella Vila, Arach Adriano, Arqueros Soledad, Arrien Maria Macarena, Aloras Gabriela, Althaus Leandro, Amadeo Carla Violeta, Angulo Matias, Apesteguia Elizabeth, Arístide Pablo, Arnulphi Cristina, Aronzon Carolina, Astegiano Julia, Accattoli Cecilia, Agra Marcelo Nicolás, Alguna Pilar, Alonso Valeria, Anigstein Cecilia, Apellaniz Melisa, Arce Ana Ines, Arozamena Ángel, Attademo Andres, Balada María Esperanza, Bergagna Lucía, Bietti Gonzalo Lus , Birbe Fabián Ramón, Bongianino Micaela, Besana Patricio, Biedermann Cecilia, Blanco Andrea, Bouzas Santiago, Briones Marcela, Bueno Jorge Luis, Babino Lucía, Badano Mariana, Barbetta Pablo, Barbieri Sebastian, Belloli Laouen, Bernacki Andres Wenceslao, Betelú Ivana, Blanco Viviana, Borgnia Mariela, Boudou Jorge Leon, Buján Silvana, Bustos Mariana, Caba Belen, Benedetto Victoria, Bermudez Cintia Daniela, Bordagaray Maria Eugenia, Borrello, Pascual Andrés, Buguñá Patricia, Calafell Sala Núria, Enrique Clara María, Callao Escalada Sofía, Cantamutto Francisco, Carman Maria, Casalderrey Constanza, Carnovale Noelia, Casali Romina, Castilla Malena, Castillo Lucía, Castillo Javier, Cavallero Bottero Camila, Cherny Federico, Chesini Selva, Ciriza Alejandra, Clauser Carlos David, Cobelo Claudia, Cock Marina Cecilia, Contarini Adriana, Crespo jose, Cristaldi Maximiliano, Cuppari Selva, Curtino Beatriz, Caraballo Valeria, Carasa Ana clara, Crespo Sebastian Andres, Cruz Vilma, Campos Claudia Mónica, Carbajal de la Fuente Ana Laura, Castro Ornella, Cazenave Georgina, Ceruti Roberto, Chediack Ariadna, Ciani Aldana, Cid Fabricio Damián, Cittadini Roberto, Corbellini Nicolás, Costantino Sergio, Crovetto Jefferson, Castro Aitana, Chiodi Silvina, Corach Alejandra, De Pietri Diana, Delgado Silvia, Demarchi Estefanía, Di Giorgi Hugo Daniel, di Virgilio Agustina, Dunda Maria Victoria, Del Águila Inés, Donadelli Jorge Luis, Doña Mauro, Dorado Virginia, Dall Oro Patricia, Dazzini Langdon, De Luca Laura, Denham Silvia, Denise Najmanovich, Di Giacomo Adrián, Dogliotti Ana, Echaide Javier, Eliano Georgina, Entraigas Ilda, Epherra Lucia, Espinoza-Cara, Draghi Griselda, Dyzenchauz Amir, Echaniz Mariana, Echarri Sebastian, Estebas Bárbara, Facundo Martín, Fank Gabriela María, Faraone Janinna, Fassetta Federico, Fazzito Guido Ignacio, Fernández Valentina, Fernández Cordero Laura, Ferrada Mirna, Fischnaller Guillermo, Flaibani Nicolas, Flematti Daniela Mariela, Flores Melo Elizabeth Ximena, Fonovich Teresa, Franco Aldana, Frank Fernando, Furiasse Ma Alejandra, Fernández Larrosa Pablo Nicolás, Fernandez Maria Pia, Fernández Preisegger Mariana, Flück Verónica Eva, Fonseca Castro Jorge, Fontanarrosa María Soledad, Ferreras Ana, Galetto Leonardo, García Carrillo Mercedes, García Guerreiro Luciana, García Valentín Alberto, Gargano Cecilia, Genovese Carlos Ariel, Gerardi Romina, Giese Adriana Carolina, González Castillón Delfina, González Gabriela Celeste, González Galli Leonardo, González Javier, González Maraschio Fernanda, Gonzalez Natividad, Got Noelia, Gotta Claudia Andrea, Graziano Martin, Grimaldi Pablo Andrés, Grimson Rafael, Guichon Rocio, Gavira Maria Paz, Geese Natalia, Gilles Debora rocio, Gimelfarb Leonor Selena, Glustein Jazmín, Gómez Adrián Guillermo, Gomiz Natalia, Gualdoni Axel, Gutierrez D. Cristina N., García Battán Jimena, Galarza Betina, Garcia Mason Josefina, Garófoli Antonella, Garofoli paula, Gauder Lara, Gayol Maira Patricia, Gazzin Maria, Geronimo Carla Ayelen, Giraud Marcelo, Gómez Álvarez Lilliam, Gómez Daniela Analía, Gomez Virginia, González Eliana Belén, Gonzalez Miguel, González Zugasti Esteban, Herrera María Gabriela, Gobbi Miriam E., Hadad Ma. Gisela, Hansen Martínez Sofia, Herrera Cano Anahí, Hiramatsu Teresa, Holzmann Ingrid, Hünicken Leandro, Iriarte Juan, Hug Mercedes, Ibrian Gomez Ortiz, Ilarregui Dolores, Jaimes Florencia Romina, Kandus Alejandra, Klekailo Graciela Noemí, Kowalewski Martin, Kwaterka Verónica, Kopp Juan, Kopta Federico, Lacarpia Roberto, Ladio Ana, Lagomarsino Clara, Lanusse Paula, Larrandart Sofía Inés, Laterra Patricia, Laurent Mariana, Lavarello Julieta, Lekerman Vanina, Leporace Marina, Lichtig Pablo, Limache Alejandro, Liutkevier Noelia, Llames Maria E, Lotito Kehoe Julián, Lewczuk Nuria, Limay Uribe Ruberti, Lucas Enrico, Lucas Leonel, Luxardo Natalia, La Valle M Teresa, Lamdfried Gustavo, Langbehn Lorenzo, Letizia Luciano, Longo Blasón Melisa, López Silvana, López Vanesa, Loto Analuz, Lozada Mariana, Macagno Pablo, Madanes Nora, Madanes Daniela, Marano Claudia Fabiana, Margara Maria, Mariana Agazzoni, Mariana Valoy, Marioli Eliana, Marticorena Clara, Martinez Silvina, Mateyca Celeste, Mendoza Eduardo Agustín, Mercado Alejadra, Mercurio Luis, Minin Federico, Minotti Priscilla, Molinier Lila, Morandeira Natalia, Moreno Marcelo, Muñoz Burgos Micaela, Maldonado José, Martina Castillo, Membribe Anahí, Morales Marta Dora, Murgas Liliana, Mussetta Paula, Meroi Arcerito Facundo René, Mabel Mónica, Marchesino César, Martinez Baccini, Agustín, Martinez Maria Laura, Mayal Louan, Medesani Daniel Alberto, Milano Clara, Masino Alejandra, Mondini Mariana, Movsesian Lucia, Mugnani Victoria, Muiño Walter Alejandro, Nogueira María Elena, Marcora Paula Inés, Miguel Martin, Milá Prats Santiago, Narvaez Camila Romina, Navarte Maite Andrea, Nanni Analía Soledad, Nicola Marcela Viviana, Nieto Agustín, Nomdedeu Soledad, Ocvirk Alejandro, Oliva Alejandro, Olmedo Paula, Olmos Alvarez Ana Lucia, Orso Ezequiel, Otegui Florencia, Oyarzabal Mariano, Oliva Lucrecia, Oliva sofia, Ortega Valeria, Ossana Natalia, Olavarría Cecilia, O’Farrell Inés, Ortiz Natalia Sabrina, Padulles Maria Luz, Pasquali Laura, Pave Romina, Peña Fiama, Pereyra Irujo Gustavo, Perez Catán Soledad, Perez Daiana, Poth Carla, Propersi Patricia, Protti Natalia, Pach Lucia, Pelizardi Flavia, Penco María Luz, Pérez Safontas Mariano, Petit Jonatan Ariel, Prividera Guido, Pastore Tomás, Paz Estefanía, Pedernera Martín, Peltzer Paola, Peralta María Agustina, Pereira Pablo, Pérez González Abel, Perez Jorge Alejandro, Pérez Raúl, Piovani Juan, Pucheta Eduardo, Passerini Milva, Pastorino Norberto, Pratolongo Paula, Quattrini Patricia, Quijano Romina Florencia, Quintana María Martha, Quiroga María V, Quiroga Viñas Josefina, Quintero Carolina, Ramirez Garcia Federico, Ramonell Carlos, Requesens Eduardo, Rezzano Carlos, Richeri Marina, Rikap Cecilia, Rodríguez Elsa, Rodríguez María Florencia, Rodríguez Tania Melina, Rojas Facundo, Rojo Veronica, Romero Juan Cruz, Roses Paula, Raño Mariana, Rodríguez Samanta, Rojas Nicolas Daniel, Romero Fernanda, Rubel Diana, Ruiz Maria Daniela, Radosta Melina, Raycoff Vanina, Ribet Alejandro, Rodríguez Curletto, Silvina, Rodriguez Maria Carla, Roldan Luciana, Ruiz de Arcaute Celeste, Rumiz Damián I, Radi Blas, Rodriguez Aylen, Sacks Clara, Saguier Marcelo, Salamone María Belén, Salomone Mariano j, Salvia, M. Mercedes, Samanta Ramos Carolina, Sammartino Gloria, Sánchez Gabriela, Santucci Natalia, Saraceno Martín, Saulesleja Bárbara, Schmidt Mariana, Schroeder Natalia M., Seldes Verónica, Schloss Irene, Sfich, Vivian Mariel, Silvente Sonia, Solans Andrea, Soledad Fernández Bouzo, Sorkin Martin, Sosa Andrea Patricia, Sanchez Actis Tamara, Soul Julia, Sánchez María Laura, Sepulveda Lucas R. , Seveso María del Carmen, Simoy M Veronica, Soler Gabriel, Srur Gabriela, Stafolani Claudio, Straschnoy Julieta, Suarez Amalia, Svoboda Ariadna, Sznaider Frank, Saavedra García Rita, Saldi, Leticia, Santini, María Soledad, Sandrone Darío, Sferco Emilia, Simonin Sofia, Skupieñ Luis Francisco, Sosa, Spiaggi Eduardo, Salamone Rocio, Schvartzman Julio, Soto Tamara, Tancredi Elda, Tobias Melina, Torales Mauro, Toriggino Miguel, Torres Ruiz Teresa, Totino Mariana, Taddei Salinas María Laura, Tenorio Hernán, Tietze Eleonor, Túnez Juan Ignacio, Torralba Agu Valeria, Ulchak Tatiana, Urdampilleta Constanza María, Utgés María Eugenia, Vadell María Victoria, Vardé Paula, Vele Silvina, Veronica Bernardez, Veronica Jeria, Vidal Curell Juan Pablo, Vila Juan, Villalba Luciano, Villarquide María Lucrecia, Viñas Marcelo, Vogel Braian, Vuarant Salomé, Varela Pablo, Vega Silvina, Vesprini José Luis, Videla Ignacio, Wald Gabriela, Walter Pablo, Valiente Romina, Vazquez Pablo, Velardez Fresia María Belén, Venerus Leonardo, Verta Ignacio, Vezzani Dario, Viale Maria Virginia, Victorel Candela, Vigo Betiana, Villarreal Fernando, Viteri María Laura, Wendy Guarrera, Wolansky Marcelo, Yacobaccio Hugo, Yorio Pablo, Zenobi Viviana, Zamora, Martin, Zuccarelli Verónica, Zalzman Diana