Por: Patricia Cuesta / Edición: Agustín Pons
Durante muchos años se cuestionó al canal público infantil Paka Paka, en particular uno de sus programas: “Las asombrosas aventuras de Zamba” por el supuesto adoctrinamiento que se hacía sobre los niños. Caso contrario sucedió con la advertencia del Ministerio de la Mujer bonaerense sobre un capítulo de Dragon Ball Super por mostrar una escena de violencia sexual por parte de un mayor hacia una menor. El hecho tuvo escasa repercusión en la gran mayoría de los medios, incluso algunos titularon que el Gobierno provincial había censurado la serie banalizando la situación.
Desde el Ministerio de la Mujer, Políticas de género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires se notificó a la Defensoría del Pueblo de la Nación advirtiendo sobre el contenido de violencia sexual explícita en un capitulo en concreto de Dragon Ball Super. Desde la cartera a cargo de Estela Díaz sostuvieron que el episodio reproducía el ejercicio de violencia sexual por parte de un mayor hacia una menor un contexto de aceptación social, en el que se naturalizaba la vulneración de una niña.
Esta serie animada japonesa, al aire desde el año 1986 y creada por Akira Toriyama, se emite a través de Cartoon Network, una señal de cable norteamericana dirigida a niños y adolescentes.
El episodio en particular sobre el que el Ministerio puso la lupa tiene como protagonista al personaje del Maestro Roshi, que le pide a uno de sus alumnos si puede utilizar los “servicios” de su mascota mágica, la cual puede adoptar varias formas físicas. Le aclara que lo que quiere es “que se convierta en una hermosa jovencita”.
Ante la pregunta del muchacho por el motivo de tal petición Roshi le responde: “Tengo una debilidad y son mis pensamientos pervertidos que deseo superar”. Su alumno, algo incómodo con el pedido del viejo, finalmente accede y le manifesta a su mascota mágica que no tiene alternativa, que debe hacerlo porque es una petición del “Maestro”. Acto seguido se puede observar a la chica intentar huir de una pequeña casita de madera, con el viejo pervertido dentro, que intenta agarrarla. Luego, a partir de un plano general desde arriba se puede ver la casa moverse, referenciando una violación, mientras se escuchan los gritos de la chica de que la suelte. Por otro lado, tanto el joven alumno y otro de los personajes allí presentes observan desde afuera sin siquiera amagar a intervenir.
El animé, como ya mencionamos, tiene más de 35 años de existencia. A lo largo de estas casi cuatro décadas la serie no ha estado exenta de ficcionar escenas con este tipo de contenido. Por ejemplo, en el episodio 2 de la serie Dragon Ball -así, a secas, se llamó en las primeras temporadas- sucede una escena donde el niño protagonista, de unos 10 años aproximadamente, Goku, da a entender que duerme entre las piernas de su abuelo.
En dicho capítulo Goku se encuentra con uno de los personajes adolescentes de la serie, Bulma, y pasan la noche en un refugio. A la mañana, cuando el niño despierta decide ir a la cama de la joven y se acuesta con la cabeza entre las piernas de ella: “Quiero dormir como duermo con mi abuelo”, dice para sí Goku, mientras apoya su nuca en los genitales de Bulma. Luego, Goku se da cuenta de que falta algo. Le levanta el camisón y le quita la ropa interior, mientras la adolescente está dormida, llevándose la sorpresa de que no tiene órganos masculinos.
“Mi punto débil son mis pensamientos pervertidos que deseo superar” expresa el viejo abusador del “Maestro” Roshi en el capítulo de Dragon Ball Super apuntado por el Ministerio de la Mujer. Este personaje también ha estado implicado en muchas otras escenas donde se ve abuso sexual y donde se naturaliza la vulneración de una niña o adolescente. En el capítulo número 3 de la saga Roshi le pide a Bulma, de 16 años, que le muestre su ropa interior para que él acceda a darle una de las Esferas del Dragón que lleva colgada en su cuello.
En otro episodio aprovechando que se le cae un tenedor bajo la mesa, Roshi intenta levantarle la pollera a las mujeres allí sentadas, con el cubierto, para verles la entrepierna; en otra oportunidad, de forma sútil o distraída, le toca los pechos a un personaje femenino.
Estos ejemplos marcados por una clara connotación de una perversión sexual no son exhaustivos. Sólo ofician de refuerzo al capítulo señalado por la cartera dirigida por Estela Diaz. Asimismo, no hay que dejar de mencionar el agravante de estar, la serie, dirigida a un público infanto-juvenil. El personaje principal de hecho es, como describimos más arriba, un niño de alrededor de 10 años.
No hay que soslayar que, por un lado, en varias oportunidades acontece una naturalización de perversiones, incluso, hasta comprendidas, pero que igualmente deben ser satisfechas inevitablemente por voluntad del Maestro. Por otro lado, se podría decir que en la serie hay un dejo de juzgar esas actitudes como algo que está mal, pero es rápidamente opacado por tratarse de un pedido de una figura de autoridad.
Este es un caso de adoctrinamiento hacia niños, niñas y adolescentes. El mensaje que se transmite gira en torno a la satisfacción de los deseos inevitables de aquellas personas que un niño o una niña toma potencialmente como referente. Cuando un maestro, un cura, un padre o vecino, que tiene autoridad sobre el infante y quiere ver realizadas sus perversiones que se tornan inevitables sobre ese niño, niña o adolescente se debe aceptar sin ningún tipo de reproche o cuestionamiento: Es voluntad de una autoridad y punto.
¿Cuántas críticas se han leído o escuchado sobre Paka Paka o sobre Zamba? Le han dedicado columnas, editoriales y tanto espacio al supuesto carácter adoctrinador de ese programa que el contraste con lo que han hablado sobre lo de Dragon Ball es abismal. Cómo es posible que se consuma este tipo de productos audiovisuales tan graves y nocivos, que esté en la grilla de uno de los canales para público de entre 4 y 11 años, como Cartoon Network, y que la gran parte de los medios no le esté dando repercusión.
La distancia que se conforma con “Las asombrosas aventuras de Zamba” es monumental. Dicha animación, que se emite por el canal Paka Paka, simplemente refiere a un programa que tiene una mirada determinada sobre la realidad cuyo protagonista es un niño formoseño quien recorre distintas aventuras con próceres de nuestra historia, con hombres y mujeres que han hecho algo importante por nuestra patría.
Desde que el Ministerio envió la nota a la Defensoría ya han pasado dos semanas. No hay muchos medios hablando de esto. Algunos, al parecer desprevenidos o mal intencionados, han titulado sobre la censura que el Gobierno bonaerense ha aplicado sobre Dragon Ball. Estela Diaz aclaró que la presentación realizada ante la Defensoría del Público de la Nación constaba con el fin de alertar sobre la “violencia simbólica” de un capítulo, pero que en ningún momento se pidió que el programa sea sacado del aire.
“Hay un interés de acusarnos de censura. Nada más lejos de esa posición. Es una decisión extrema que tomó la empresa que pone al aire Cartoon Network”, dijo Estela Diaz en entrevistas radiales. Por otro lado, detalló que “la serie tuvo problemas en muchos lugares del mundo”.
El caso es que luego de la notificación que se hizo desde el Ministerio de la Mujer de Buenos Aires la serie en su conjunto fue sacada del aire por decisión de la señal que se encarga de su transmisión. Además del racconto de escenas del animé donde se acepta el abuso sexual y se naturaliza el sometimiento de niñas y adolescentes, el capitulo señalado por la cartera a cargo de Diaz se trataba pura y exclusivamente de una violación.
El accionar de los principales medios de comunicación está signado por esa doble vara que tanto los caracteriza. Se desvelaban -y lo siguen haciendo, siempre que pueden- por denunciar el carácter adoctrinador de Paka Paka y su programación. Pero ahora, con una serie animada que no transmite un caso de acoso sexual, sino que directamente se muestra una violación sobre una menor, en una señal dirigida a un público infanto-juvenil algunos banalizan la situación mientras una gran maypria elije mirar hacia otro lado.
Por eso no vamos a dejar de reclamar por la implementación efectiva de la E.S.I (Educación Sexual Integral). La E.S.I no es lo que muchos nos quieren hacer creer. No es sólo “inculcar” en niños y niñas miradas de género y diversidad. La E.S.I, además de permitirles conocer su cuerpo y saber que hay distintas percepciones sobre el mismo, le otorga herramientas para que los niños, niñas y adolescentes puedan identificar situaciones propias o, de su entorno, de acoso y abuso. Ni más ni menos que eso, poder identificarlas y saber que no hay autoridad que tenga derecho sobre su intimidad y sus cuerpos.
Imagen Principal: Télam