Sergio Ciancaglini presentó su nuevo libro Agroecología-El futuro llegó el pasado 4 de octubre en una reunión mixta entre la virtualidad y la presencialidad. El libro fue editado por Lavaca Editora. Ciancaglini, egresado de la Escuela Superior de Periodismo de La Plata, además de redactor y editor de los diarios La Razón, Página 12 y Clarín, es cofundador de la revista MU. Por otro lado, conduce también el programa ‘Decí Mu’ de Radio lavaca.
Redacción: Agustí Pons / Foto crédito: Sudestada
En el libro Agroecología-el futuro llegó la agroecología es presentada como un cambio de paradigma productivo. Actualmente, sostiene el autor, se impuso un modelo cuyo emblema es Monsanto. Un modelo, el actual, que gira en torno a la idea de que “sólo se puede producir en base a todo un combo tecnológico de agro tóxicos”, manifiesta Ciancaglini.
El modelo de producción agroecológico oficia como cambio de paradigma ya que te demuestra que el modelo actual es falaz y que además se puede producir de un modo mejor, libre de contaminación y con alimentos definitivamente mejores. “Al leer el libro se puede ver la diferencia existente entre los nutrientes de las plantas sanas y los de los vegetales y frutas hechas con estos pesticidas”.
Por otro lado, arguye Ciancaglini, se trata de un modo de producir totalmente distinto ya que a diferencia de lo que acontece en la Modernidad, la agroecología no considera que haya que dominar algo, ni que existan malezas, sino que todo el sistema vivo, biológico y diverso es lo que permite fortaleza. Entonces es un paradigma tajantemente distinto para pensar todo.
Desde el libro se pueden observar historias de vida y se ve cómo lo agroecológico genera en la gente que lo practica una significativa transformación. “En el libro está muy explicado, la gente comienza a hallar, por ejemplo, tranquilidad, entusiasmo por lo que hace, y recupera el cariño por la propia tierra”.
“La agroecología es una experiencia, por lo menos para mí, maravillosa que la lleva adelante los propios habitantes de ese lugar y, por ende, que tiene un vínculo singular con su ambiente y su entorno”, expresa el periodista. A diferencia del empresario o al pool de siembra, que envía máquinas a envenenar los suelos, no les importa porque los que hacen eso no viven en ese lugar. Por otro lado, “para las empresas lo que les resulta importante es una X productividad de lo que hacen y nada más”.
Todas esas son empresas que luego de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra de Corea se reconvierten en productoras de insumos para la agricultura. Sus venenos, sus bombas y químicos fueron trasladados desde el universo bélico hacia ese tipo de producción.
Esas mismas empresas, corporaciones fabricantes de agroquímicos, agrotóxicos, y toda esa oferta tecnológica se posicionan claramente como enemigas de la agroecología ya que lisa y llanamente se les termina el negocio.
Estas empresas lo único que perciben de la agroecología es algo que revela, que deja al desnudo lo inútiles que son y además el mal que están ocasionando, porque “están enfermando a la gente, contaminando el suelo, el aire y el agua”.
Por lo que estas corporaciones aprovechan el lugar que está ganando la agroecología y observan que mostrarse como empresas socialmente responsables y sustentables le es favorable. “Hoy la legitimidad de los discursos se encuentra del lado de los que proponen diversidad y sustentabilidad. Por ende, las empresas para quedar bien se maquillan de verdes”.
Consultado por la soberanía alimentaria, el autor sostiene que la única forma de ponerla en práctica es exclusivamente por medio de la agroecología. La soberanía alimentaria implica la producción de algo digno, sano y propone una cuestión de salud, justicia social, bienestar de la gente, de los agricultores y de los consumidores de esos productos. Tiene características sociales y políticas. “La soberanía alimentaria y la agroecología en ese sentido funcionan de manera complementaria, como un dúo natural”.
El futuro llegó y no es por una mera opinión del autor, sino que es planteado desde las comunidades, cantidad de científicos y lo más reciente la Sociedad Argentina de Pediatría, con un sistema en el cual los chicos están con grados crecientes de enfermedades totalmente novedosas para la niñez: cáncer, diabetes, tumores. Es por este motivo que los llaman ‘niños PAMI’, es decir niños con enfermedades de adultos mayores que de pronto nadie se explica por qué es. “Los médicos plantean como hipótesis para el caso de esos niños el tema de la alimentación”.
“El estar consumiendo, justamente, alimentos que no son los adecuados por la casi nula cantidad de nutrientes y el excesivo volumen de tóxicos, comienzan a generar un efecto terrible en la salud”.
Si tenemos en cuenta lo relatado en estos últimos párrafos, sostiene Ciancaglini, “no veo futuro. Cuando digo que el futuro llegó lo sostengo en el sentido de que apuesto a que la humanidad tome noción que por este lado no hay vida, hay destrucción de las personas y de las futuras generaciones muy claro en los casos de esos chicos”.
La posibilidad de un futuro es con la agroecología y “te lo muestra ahora, no simplemente como una hipótesis, en la práctica, cómo se pueden hacer las cosas de una manera diferente para cambiar todo: el suelo, el agua, el ambiente, el aire, hasta las personas, pero además generando salud y alimentos saludables”.