El hambre en Brasil llegó a 10,3 millones de personas, siendo 7,7 millones de moradores en el área urbana y 2,6 millones en la rural, según datos de la primera parte de la Encuesta de Presupuestos Familiares (POF por su sigla en portugués), divulgada el jueves pasado (17) por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Según el IBGE, la inseguridad alimentaria grave, condición en la cual las personas relatan pasar hambre, alcanzó 4,6% de los hogares brasileños, el equivalente a 3,1 millones de hogares. El hambre aumentó 43,7% en cinco años.
El índice mide el nivel de restricción de los brasileños en el acceso a comida y se constató a partir de información recogida entre junio de 2017 y julio de 2018 en casi 58 mil hogares de todas partes del país.
Para llegar a este tipo de resultado, el IBGE aplica un cuestionario de 14 preguntas que logran la identificación de la situación alimentaria de la familia en los tres meses anteriores a la entrevista.
De modo general, el contexto del país se agravó en lo que se refiere a la inseguridad alimentaria, que venía reduciéndose en las últimas décadas. En 2004, por ejemplo, el porcentaje de hogares que vivían con algún grado de inseguridad era de 35%.
En 2009, el índice cayó a 30%, habiendo registrado una nueva baja en 2013, penúltimo período evaluado, cuando la marca era de 23%. Ahora, el IBGE identifica un porcentaje de 37% de familias que conviven con el problema, en mayor o menor grado, según los datos recogidos entre 2017 y 2018.
Hambre en el campo
Según la investigación, casi la mitad de las familias de zonas rurales de Brasil convive con la inseguridad alimentaria, un contingente que representa 44% del total.
El IBGE clasifica la inseguridad alimentaria como leve, moderada o grave. La primera es identificada cuando hay alguna preocupación con el acceso a alimentos en el futuro y cuando ya existe caída en la calidad de la alimentación, lo que hace que la familia defina estrategias para organizar el consumo y mantener un mínimo de comida disponible.
La “moderada” está caracterizada por una cantidad restringida de alimentos, mientras el problema es considerado “grave” cuando se observa una privación severa en el acceso, pudiendo traer un contexto de hambre.
En el caso del campo, la proporción de inseguridad alimentaria clasificada como “grave” era de 7,1% en la época de la recolección de los datos. El número representa tres puntos porcentuales más que la marca observada por los investigadores en la zona urbana, de 4,1%.
En un desglose regional, apenas 43% de los hogares del Norte y 49,7% de los hogares del Nordeste tenían acceso pleno y regular a los alimentos. En el caso de este último, la región respondía por 1,3 millones del total de 3,1 millones de hogares con inseguridad alimentaria grave en el país.
Contexto
A pesar de que los números divulgados este jueves (17) no son del momento actual, las estadísticas se comunican con algunas de las demandas contemporáneas presentadas por expertos y entidades de la sociedad civil organizada.
Entre ellas, está la lucha en torno del Proyecto de Ley (PL) 735/2020, que preveía un paquete de medidas de socorro destinadas a agricultores familiares durante la pandemia y del cual el presidente Jair Bolsonaro (sin partido) vetó varios puntos a fines de agosto.
El jefe del Ejecutivo retiró del texto, por ejemplo, la previsión de concesión de un auxilio de emergencia en cinco parcelas de R$ 600 [aproximadamente US$ 111, equivalente a un 57% del salario mínimo en Brasil] ,para el segmento, que señala aumento de la inseguridad alimentaria en la zona rural después de la propagación del coronavirus. Bolsonaro alegó falta de previsión presupuestaria y financiera para el proyecto.
Género y raza
Los números también ofrecen una mirada a partir de los desgloses de género y de raza. Mientras los hombres predominan (61,4%) en hogares marcados por la seguridad alimentaria, las mujeres son mayoría (51,9%) como jefas de hogares con inseguridad alimentaria grave.
En la cuestión raza, el país tenía, en la época de la investigación, la siguiente situación en hogares con jefatura de personas pardas*: 36,5% de los hogares con seguridad alimentaria y grado por sobre 50% para todos los niveles de inseguridad alimentaria – 50,7% para leve, 56,6% para moderada y 58,1% para grave.
La realidad de hogares con jefatura de personas afrodescendientes en general es un tanto más amarga, representando 15,8% de las unidades con inseguridad alimentaria grave – el mismo índice es de 10% en los hogares con seguridad alimentaria.
- pardas en Brasil son personas mestizas de blanco y negro.
Cristiane Sampaio / Traducción: Pilar Troya / Publicado en: Desinformémonos