En este rincón… Javier Milei, en la esquina opuesta… ¡Todos los federados!

Por: Roberto Candelaresi

Introducción

Sin duda tantas ‘crisis’ recurrentes en la Argentina, y vicisitudes negativas por las que atravesó el país recientemente, han impactado en la sociedad promoviendo cambios sociales que, a su vez, producen una cierta subjetividad de época.

Montado en ese espíritu epocal de cambio radical, aparece el «fenómeno Milei» como opción más votada primero, y luego ya en el poder, como manifestación de un experimento libertario. Consecuente con los postulados de la campaña, se puede decir que el nuevo mandatario “va por todo”, una revolución de la cultura estatal, conduciendo a la organización hacia un dramático –por la profundidad– repliegue de sus intervenciones en las relaciones sociales. El dios mercado resuelve.

Sin embargo, a casi 3 meses de su gestión, ya es prístina su voluntad de desregular, no arbitrar y liberalizar toda acción del Capital. Sujetando al mismo tiempo, a las reivindicaciones de las fuerzas del Trabajo, las de la clase pasiva con jubilaciones harto atrasadas, y a la clase media en particular, al despojarla de todo subsidio y ayuda estatal, liberando al tiempo los precios del consumo.

Hábil en el terreno de las comunicaciones, especialmente en los canales de las redes, donde el mismo presidente es un “experto”, y, asistido por un ejército de trolls, distrae a la opinión pública con escaramuzas, de riñas agigantadas con personajes de la cultura, y otros actores menores de la escena nacional, mientras desata medidas belicosas que dañan a la mayoría, mientras –naturalmente– favorecen a pocos capitales concentrados.

El déficit “0” es a todas luces una patraña que no resiste análisis alguno por parte de especialistas. Mientras, las deudas internacionales, siguen licuando las reservas de divisas, a la vez que se endeuda al Tesoro con nueva deuda.

Un aspecto destacable es la velocidad de las medidas, claramente una señal de que el gobierno quiere aprovechar el caudal de legitimación de la pasada elección, que está perdiendo consistentemente. 

Ya produjo un pico de inflación, y ahora se avizora una recesión, que el equipo económico ha inducido. El fantasma de la desocupación acecha (en el Estado comenzaron los despidos, que siguieron en contratistas y ahora en diversos rubros industriales y comerciales), y, agrava de por sí, la menguada capacidad adquisitiva de los salarios. 

Mientras tanto, la consistencia de la gestión se ve atacada por la improvisación, la rotación de funcionarios (en 2 meses renuncian secretarios de estado), la posible fusión con el macrismo, que promete aportarle más funcionarios y volumen político para legislar, pero, que es resistida por su propio núcleo duro.

Milei no tiene freno para pelearse con los gobernadores, en un modo abierto y sin estilo. Presionando con medidas rayanas en la ilegalidad. Rompe los puentes de bloques que pretenden ‘asistir’ al gobierno con sus proyectos. 

¿Dónde toma fuerza el anarco-libertario para continuar con su blitzkrieg? No solo se recuesta en su popularidad (alta aunque menguante), y la paciencia (¿resiliencia?) del pueblo esperanzado, después de tantas frustraciones, sino que aprovecha la (por ahora) falta de aglutinamiento de los actores de la oposición (políticos, gremiales, sociales, etc.).

Las voces críticas, para ser efectivas, v.gr.: convencer, además de circular por todo canal posible, debe mostrar fuerza (capacidad de movilización) y, otro camino (proyecto factible) diferente del actual. La política no solo es una disputa de imágenes.

De parte del gobierno, despliegan factores coercitivos (V.gr.: Inflación, desempleo creciente, inestabilidad, etc.), al igual que la experiencia menemista, que además aprovechó la fragmentación de la clase obrera. Solo la práctica / acción política colectiva [Unidad de Acción] ejemplifica y concita la simpatía de las mayorías. Los gobernadores que son amenazados deben tomar la iniciativa, y ponerse al frente de las protestas, mientras pergeñan un plan alternativo de coalición [Unidad de Concepción], para frenar el empuje central del gobierno nacional.  Aceptar la agenda del gobierno, sin más, es participar de un consenso impuesto, que difícilmente considere los intereses populares de esas provincias.

Nuevo embate

Después del estrepitoso fracaso de la “Ley de Bases”, el ejecutivo reenvía el proyecto al parlamento, pero sin mutaciones, o sea, insiste con su intrépido plan de cambiar prácticamente todas las esferas de la vida económica, política y hasta cultural del país sin escatimar medios. Ese procedimiento desnuda un componente de dogmatismo ideológico y de mesianismo político que lo caracteriza.

La gobernabilidad en estas condiciones (neoliberalismo improvisado con delirios místicos), no está asegurada. El sistema político después del shock inicial, recién está reaccionando. Mientras que, en llano, en la sociedad civil se comienzan a separar entre sí, toda la serie transversal e interclasista de insatisfechos por los múltiples problemas que arrastra la Argentina, y que se articularon al momento electoral contra “la casta” por un lado, y los más defensores de la gestión mileísta (aunque comenzaron a padecer consecuencias negativas), que son la histórica base social de derecha “gorila” o antiperonista.

Por ahora, los intereses contrapuestos de esos sectores no se manifiestan enteramente. En algún momento, los símbolos ‘populistas’ de esta expresión de derecha, no serán suficientes, y emergerán demandas diversas, y aún antagónicas entre ese electorado.

El dogmatismo exacerbado dejó de manifiesto que solo la clase poderosa, es la única beneficiada. Y esa consciencia pude demorar la ruptura entre los votantes tan diversos, pues todos los sectores se ven agraviados y se favorece a una élite. 

La esencia de su ideología

Es anti pluralista, desprecia la multiculturalidad y su defensa de la libertad como valor, en realidad no trasciende de sus propias huestes. Quien disiente, no tiene garantizada ni siquiera su libertad de transitar. No está solo, de hecho, la extrema derecha global con usinas en red de diversos continentes, sostiene la meta política de destituir los mecanismos asentados de decisión popular, a nivel internacional.

Su desprecio por la cultura, en realidad en la ayuda del Estado a las manifestaciones, contraviene la tradición liberal de Argentina, que siempre sostuvo que la buena educación es necesaria para la igualdad de derechos, y acercarse al “buen gusto” de la clase ilustrada. No existe en su administración ninguna planificación cultural.

Para la Escuela de Austria, las nociones de cultura y sociedad son más bien dejadas de lado en favor de una reivindicación del individuo y sus derechos fundamentales [naturales]: la vida, la libertad y la propiedad.

Finalmente, para Milei y sus acólitos, más allá del triunfo del capitalismo en la esfera política y económica, la batalla cultural se ha perdido, en manos de cierto “marxismo cultural”, élite progresista que ostenta el monopolio de las arenas de debate y discusión (academia), con lo que imponen su visión del mundo.

En su discurso, el presidente, argumenta que la transgresión cambió de bando. La derecha dice la ‘verdad’, mientras que la izquierda es expresión del establishment y del status quo. Por ello, convoca a una resistencia contra la (supuesta) hegemonía ideológica de la izquierda.

Ese dislate es posible porque se canalizan con frases terraplanista, endebles, poco sólidos, pero eficaces, en un mundo donde las argumentaciones tienen hasta 280 caracteres. De cualquier modo, los jóvenes de hoy desconocen la idea Estado protector, de igualador social, si sus trayectorias laborales son atomizadas, precarizadas y zigzagueantes.

La estrategia de la Batalla digital

Lo que se ve hasta ahora es que el presidente está preocupado por armar su equipo de comunicación, antes aún de formalizar designaciones en cargos relevantes de la administración pública.

Los perfiles de estos funcionarios son altamente confrontativos, alineados con conductas de descalificación, insultos y trolleo que Milei estimula en medios de comunicación y en redes digitales. El destrato hacia periodistas que osan repreguntar es ya proverbial de parte del presidente. El entorno comunicacional, no solo no bajan decibeles a posteriori de confrontaciones inaceptables por la investidura, sino que redoblan la apuesta. Un conocido armador de campañas y eximio administrador de redes, Fernando Cerimedo, contratado por el Ejecutivo, es un referente en el despliegue de la «batalla cultural».

Por ahora, todavía el discurso oficialista, es un canal idóneo de representación para hartazgos y broncas sociales acumulados durante largos años en el país. Pero las medidas concretas comienzan a afectar a gran parte de la sociedad, con lo que el apoyo social necesario para sus políticas, decaerá precipitadamente, y las consignas para distraer el malestar social, no serán suficientes para desviar la atención de su pérfido gobierno.