Hay que aprovechar la oportunidad para ampliar la autonomía de la región

Por Jorge Taiana*

Fuente: Telam

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Podemos sacar algunas conclusiones políticas de los efectos de esta pandemia. Primero, que ha sido una estupidez romper con la integración regional porque de ese modo se hubiera podido coordinar mejor las respuestas. Segundo, es evidente que tiene que haber un rol del Estado más importante del que tuvimos previo a la pandemia. Tercero, que en este mundo cada vez más conflictivo, si no tenemos una voz regional más fuerte, no tenemos ninguna posibilidad de marcar agenda. Esta doble crisis, sanitaria y económica, se presenta también como oportunidad para América Latina: debemos avanzar con políticas que busquen ampliar la autonomía de la región en la toma de decisiones. Hay que saber aprovechar el momento. La salida no puede ser individual, sino que debe basarse en el multilateralismo.

¿Cree que ha habido algún tipo de respuesta regional a la pandemia?

Me parece que en la respuesta de América Latina se ven los resultados de la desintegración regional llevada adelante por los gobiernos de los últimos años, que se han dedicado a desintegrar, a matar la Unasur, a paralizar la Celac, a echar a Venezuela del Mercosur, a evitar el ingreso de Bolivia, a tratar de desactivar la integración por todos los medios. No es verdad que el proceso de Unasur fue un proceso ideológico. En ese proceso participó el mismo Sebastián Piñera, Álvaro Uribe. No es verdad que fue un proceso izquierdista, fue un proceso de articulación entre distintos sectores que se destruye en el momento en que Estados Unidos cambia su estrategia y redefine que su principal amenaza a la seguridad nacional es China, un país que se había transformado en el principal socio comercial de la región. Entonces Estados Unidos vuelve a mirar a la región y hace una alianza con las elites económicas en contra de los gobiernos populares que habían aprovechado esa mirada al costado para generar más autonomía.

¿En qué momento estamos de la relación entre China y Estados Unidos?

China busca llegar en el 2050. Mientras que Estados Unidos, que es un país que está en una creciente declinación –aunque sigue siendo la primera potencia– quiere buscar formas de definir esa correlación en un plano más corto. Entonces, lo que se da a nivel global es una competencia donde los chinos alargan y buscan el apoyo de más países, y la defensa de ese orden multilateral, mientras que Estados Unidos paulatinamente va hacia un mundo más unilateral, o en todo caso a la coalición de los amigos, coalition of the willing. Por eso los chinos se muestran solidarios ante esta crisis, mientras que Estados Unidos no hace más que acusar a China de ser la culpable. Y eso no es sólo Trump, sino que tiene que ver con procesos más profundos y anteriores a Trump en cuanto a la política exterior de Estados Unidos. Es decir, la definición de China como la principal amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos no es de Trump, es de Obama.

¿Sobre qué pilares debería sostenerse una estrategia de articulación regional?

En primer lugar, la salida no puede ser individual, sino que debe basarse en el multilateralismo. También tiene que terminar con el modelo de creciente desigualdad; la idea de que esta sociedad puede aguantar este nivel de desigualdad es insostenible, no creo que vaya a funcionar. Pienso que debe basarse en una relación distinta entre desarrollo y medio ambiente, y conformar una garantía de paz. Pienso que falta mucho para alcanzar esos consensos básicos que nos permitan avanzar en una misma dirección. Hay mucho por debatir, pero tengo bastante confianza en la capacidad de las sociedades humanas para resolver los problemas que se les plantean. No tengo una visión catastrofista, ni un pesimismo estructural.

Sin embargo, si analizamos las respuestas políticas al colapso generado por la crisis financiera de 2008, podemos decir que la pulseada entre progresistas y conservadores la ganaron los ultraconservadores ¿No cree que puede suceder algo similar?

Ese es el debate. Pienso que hay que asumir que nos equivocamos. Los que estábamos en los gobiernos en América Latina, que habíamos sido la vanguardia contra esa globalización tan ligada al capital financiero, nos equivocamos porque creímos que después de 2008 había quedado probado que la apertura neoliberal es una locura; entonces que eso iba a generar una reacción popular. Error, no fue así. La diferencia de estos días con ese momento, es que en ese momento nosotros estábamos frente a proceso muy importante que fue la complicidad, o la traición, de la socialdemocracia para enfrentar los cambios del fin de la Guerra Fría. En decir, lo que hizo la izquierda europea fue acompañar ese proceso que terminó condenando a la izquierda, dejando al progresismo sin ningún proyecto. Lo que se llamaba izquierda ha abandonado buena parte de la defensa de los intereses de esa mayoría. Lo que me parece es que tenemos que prestar atención a qué tipo de respuesta se da. Me parece que América Latina tiene mucho para aportar en esa respuesta.

*CANCILLER DE ARGENTINA 2005-2010, PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DEL MERCOSUR 2016.