Es muy difícil pensar en una cooperación regional efectiva sin que Brasil sea, al menos, neutral

Por Celso Amorim*

Fuente: Telam

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Elijo pensar que puede haber un cambio. En el corto plazo soy un poco pesimista, pero a mediano plazo soy optimista con la humanidad. Tenemos que encontrar una manera para que la sociedad civil participe con una intervención más fuerte. Tiene que ser un mundo nuevo. Y para que eso suceda tiene que haber integración. Esto implica cambios en algunos países. Si bien Brasil es grande, no es lo suficientemente grande como para actuar solo, entonces debemos actuar en conjunto. Tenemos que encontrar una globalización solidaria, una nueva cooperación. No sé si Bolsonaro va a sobrevivir a una normalización. Quizás sobreviva, pero el bolsonarismo, tal como existe hoy, no lo hará porque no puede estar en el mundo con una actitud de total desprecio por la ciencia y por la cooperación internacional, siguiendo el mal ejemplo de Donald Trump.

Pienso que cualquier acción positiva tiene que alcanzar algo que hoy parece imposible: ignorar a Brasil, tolerar a Brasil. Evitar crear problemas adicionales porque el país es muy grande, no son todos bolsonaristas, por el contrario. En Brasil, ahora estamos contra el multilateralismo. El gobierno logró instalar que la soberanía es contraria al multilateralismo, lo cual no es así. La soberanía nos sirve para cooperar en base a la igualdad. Brasil ha estado totalmente ausente pero es un país muy grande por eso pienso que es muy difícil pensar una cooperación regional efectiva sin que Brasil sea, al menos, neutral. Hoy no es neutral. Hoy tenemos un gobierno que está en contra de la cooperación internacional, que tiene una visión solipsista de las relaciones internacionales y vamos a pagar el costo de eso, en particular con China. Es muy difícil mirar más allá partiendo del bloque cultural de irracionalidad que tenemos en Brasil. No soy optimista en el corto plazo pero el mediano plazo llegará. Ojalá que estemos vivos.

¿En qué momento regional nos encuentra esta pandemia?

En Unasur teníamos un excelente instituto el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud, importante para coordinación de políticas. Claro que este instituto no podía impedir la pandemia pero podría haber ayudado mucho en la investigación de vacunas y medicamentos. Los instrumentos regionales se destruyeron durante los gobiernos neoliberales, acelerado por los liberales de extrema derecha, esa combinación es un novedad en la historia. Algo se intenta hacer con la Celac pero no tienen la misma densidad que tenía Unasur. Creo que se perdió mucho. No sé qué va a pasar en el futuro pero veo muy poca cooperación efectiva. Además, en el caso de Brasil, la negación total del multilateralismo es muy negativa.

Teniendo en cuenta que México hoy preside la Celac, ¿cómo analiza el papel de ese país para América Latina?

México tiene un gobierno muy progresista pero muy volcado a sí mismo, sus posiciones internacionales han sido muy correctas en términos de no intervención en relación a Venezuela, en toda la discusión con la OEA. Tiene una posición muy firme, lo que no es poco. Es positivo que haya un esfuerzo de coordinación de los países latinoamericanos pero Brasil está afuera, se fue de la Celac [Brasil decidió suspender su participación en Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en enero de 2020]. Entonces siempre volvemos al mismo punto. Es difícil tener una coordinación efectiva para América Latina y el Caribe si el país más grande no está representado. Pienso que es importante que México y Argentina puedan trabajar en alianza para influir en América Latina.

¿Cómo se imagina a la región después de la pandemia?

Después de esta situación vamos a tener un reordenamiento internacional. Estados Unidos continuará siendo una gran potencia pero creo que habrá cambios tanto por el poder de China como por la cuestión de los modelos de desarrollo. Pienso que no será más el capitalismo neoliberal que estaba predominando el mundo. No se va a romper totalmente, pero pienso que no tendrá el mismo significado que tiene hoy. Vamos a tener un mundo más complejo, no hay dudas. El simplismo del liberalismo económico, comercial y financiero, que en algunos casos estuvo también asociado a autoritarismo político, como pasó en Brasil en el golpe contra Dilma. Creo que vamos a tener un mundo distintos en donde sí van a haber más actitudes que busquen autosuficiencia y autopreservación; por otra parte, creo que se van a redescubrir los valores de la solidaridad y la importancia de la cooperación internacional, pero no basada solamente en la total desregulación que caracterizan la visión económica predominante. Creo que va a haber menos liberalismo sin frenos en la parte económica y, al mismo tiempo, más cooperación.

*CANCILLER DE BRASIL 2001-2010