Por: Roberto Candelaresi
En Chile se desarrollaron el fin de semana pasado (15-16/05/21), elecciones constituyentes, de 16 gobernadores regionales (por primera vez) y las municipales (de alcaldes y concejales). El rubro más destacable es la votación de los 155 integrantes para la Convención Constitucional, meta impuesta como demanda de cambio durante las protestas de octubre de 2019. En efecto, cuando el estallido social puso en jaque la democracia chilena, la clase política ofreció el camino constituyente como la única vía para canalizar las demandas sociales institucionalmente.
Es la primera vez, además, que un país de Latinoamérica programa dos jornadas de sufragios por la pandemia de covid-19, lo que ha cambiado los hábitos de los electores, acostumbrados a votar solo en domingo. Interesante innovación exitosa de doble jornada electoral consecutiva para asegurar cuidados de distanciamiento en pandemia, que podría ser imitado por otras naciones. Otra novedad, es que la elección de constituyentes tuvo un mecanismo de paridad de género único en el mundo y hubo escaños reservados para los pueblos originarios.
La Convención, que redactará la nueva Carta Fundamental desde junio, estará marcada por la diversidad y por la poca influencia que tendrán los partidos tradicionales y las grandes coaliciones. Hubo una inédita oferta de candidatos. En un contexto de baja legitimidad de los partidos políticos, un 68% de los candidatos a la convención no militan en ninguna agrupación.
Evidentemente por su contenido constitucional, fue una elección que marca el cambio de era en el país. Tendrá efectos (y consecuencias políticas) para Chile a corto y largo plazo: una nueva constitución con nuevas reglas de juego a regir por las próximas décadas.
Desde su instalación, la asamblea contará con nueve meses para presentar un nuevo texto constitucional, pudiendo ser ampliado por 3 meses más en una sola oportunidad. Luego, a mediados de 2022, los chilenos se someterán a un nuevo plebiscito de salida para aprobar o rechazar el nuevo texto constitucional.
Con los resultados se advierte que la derecha ha sufrido una herida profunda. No solo no alcanzó el tercio de la convención, lo que la deja en una situación débil, sino que perdió municipios importantes, como Maipú, Estación Central y Viña del Mar. El Partido Comunista, en tanto, le ha despojado de la alcaldía de Santiago, (la de mayor simbolismo).
Otro de los aspectos socio-políticamente relevantes, y, preocupante desde la perspectiva de participación democrática, es que la misma nuevamente es más baja en los municipios pobres y populares. Por ejemplo, en barriadas pobres del sur de la capital, la concurrencia a las urnas redondeó un 13.7%, cuando en los barrios ‘acomodados’ se acercaron o superaron al promedio general (un 43%). Existen plausibles explicaciones para tal merma; factores económicos, de distancias, de mayor vulnerabilidad ante la peste, etc., pero el caso es que el pacto social que emerja en la nueva Constitución, requiere de la voz representativa de los más vulnerables también.
ANTECEDENTES DE LA BRONCA
Comencemos diciendo que, en la constitución vigente, la pinochetista multi-modificada, la función social está “infrarrepresentada“. Es de corte liberal, promercado, y muy alejada de lo que se conoce como de Estado social, esto es, que no ofrece garantías amplias de derechos sociales para la población.
La movilización callejera del 2019, tuvo como agentes protagónicos a los estudiantes secundarios -luego seguidos por los universitarios – grupos feministas y mujeres en general, y así amplió su base de sustentación al correr de los días hasta abarcar sectores de clase media y trabajadores, etc. “La gota que rebasó el vaso” fue la suba del boleto de subte, que no parecería un motivo de semejante manifestación de protesta, sin embargo, repasemos la verdadera situación socioeconómica del país trasandino, nunca del todo expuesta hasta ese año que provocó incluso la violencia civil (que fue “salvajemente” reprimida por el Estado), más bien parece tratarse de solo “punta del iceberg” de los problemas que aquejaban al pueblo chileno.
Desigualdad
El crecimiento verificado efectivamente en la economía chilena, su diversificación productiva, significó una gran acumulación de riqueza concentrada en un 1% de su sociedad, élite económica y capitalista que acapara el 27% de la renta total del país, según nos informa un estudio de la CEPAL, mientras el 40% de menores recursos, se reparte el 2.7%. Es decir, enorme diferenciación de poder económico, y por tanto de posibilidades.
Hubo ciertamente un gran crecimiento de la clase media en el modelo neoliberal ‘pionero’, pero es una clase media precarizada, que tiene bajas pensiones, altos niveles de deuda, que vive mucho del crédito y con sueldos muy bajos. La situación cotidiana es precaria, se vive con incertidumbre.
Durante el año 2020, y debido a la aparición de la peste, los reproches sociales y sus manifestaciones, menguaron por cuidado sanitario, pero, al mismo tiempo, el coronavirus visibilizó las desigualdades estructurales. El colapso original del servicio de salud, mayoritariamente privatizado, por lo que las disponibilidades públicas desnudaron la desigualdad de atención y trato, la pérdida masiva de empleos exhibió la precariedad laboral, injusticia social además evidente por un constante apoyo a los empresarios y grupos económicos, hasta que nuevos reclamos hicieron actuar al gobierno implementando ayudas y subsidios para empleados o excluidos del sistema.
En resumen, el coronavirus ha exacerbado las diferencias sociales y abrió la “caja de pandora” del descontento de los chilenos.
Actitud gubernamental
Analizando en retrospectiva, se puede adjudicar claramente responsabilidad al desmanejo inicial de las manifestaciones, aunque esa falta de diálogo del gobierno con las expresiones de protesta y la feroz represión desatada contra la “calle”, – convengamos que Chile tiene una larga tradición de violencia policíaca y de escaso respecto por los derechos humanos de manifestantes – condujeran a este nuevo desenlace que puede significar un cambio para mejor vivir de la sociedad toda, se pagó un alto precio en la sociedad civil para lograrlo.
La administración Piñera reaccionó tardíamente a las manifestaciones. Del análisis del discurso de aquel tiempo de conmoción, se deduce claramente una “falta de empatía” con los problemas de la gente. Primeramente, desde el propio presidente y otras autoridades salieron a amenazar con la Ley de Seguridad del Estado, sin abordar el fondo del petitorio, y calificando a los manifestantes de “delincuentes”. Ciertos ministros respondiendo a los cuestionamientos populares con argumentos irreales o ilógicos.
En fin, una manifestación del tándem la tecnocracia y la represión combinadas, tan caros a ‘democracias experimentales’ diseñadas en escritorios de otros hemisferios, pero impracticables en el campo real.
Cuando deben enfrentar situaciones masivas como la planteada en Chile, se requiere habilidades y destrezas de negociación políticas, que no exhibió este gobierno. De acuerdo con la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), la aprobación del presidente Piñera no supera los 9 puntos.
Justo es decirlo, seguramente con miras de montarse en la ola para fines electorales, la oposición cometió un gran error táctico: validó la violencia, lo que exacerbó ánimos. El resultado muestra que el pueblo los castigó mermando su flujo de votos también.
Como colofón de este acápite sintetizamos: no hay credibilidad en el gobierno ni en la clase política.
Impacto de las expectativas
Las expectativas de una mejora social decepcionadas (incumplidas) normalmente generan malestar en el humor de la “gente”. Hace años que la clase política chilena viene prometiendo mejoras en la calidad de vida de la gente en Chile. Muchas veces anunciadas, pero siempre incumplidas. Las expectativas generadas respectivamente por las promesas de campaña – reforzadas por la buena imagen que ambos despertaban en el imaginario popular – de Bachelet y Piñera, generaron descontento social porque, en forma sucesiva, agotaron el stock de esperanzas populares. Ninguno concretó un proyecto país, o señalar un camino al desarrollo incluyente – a diferencia del actual –, de una meta compartida que dé sentido a las penurias cotidianas del presente.
Siempre hubo expectativas por los buenos indicadores macroeconómicos del país (estadística que generaliza) y el gran crecimiento de empresas (incluso algunas se convirtieron en multinacionales) pero, proceso que nunca derramó riqueza. Pero eso no llegó. Y ningún partido o líder político fue capaz de diagnosticar el hartazgo de millones de chilenos.
En la actualidad, los votantes originales de Piñera, abrevaron en la ilusión de un mejoramiento económico (su primer mandato fue relativamente exitoso en la creación de empleos), que no se dio esta vez, y el aseguramiento de la paz ciudadana, entendida esta como de seguridad en las calles, objetivo también incumplido. Claves de legitimidad perdidas de este gobierno.
En definitiva; es un cóctel que no provee de esperanzas de que vayan a ver tiempos mejores, que es justamente la promesa del gobierno de Piñera. Por el contrario, la gente percibe que los tiempos son peores posiblemente.
Estudiantes como Agentes del Cambio
Admitamos que el rol de los estudiantes, y seguidamente por la movida feminista, han sido decisivas para el devenir del cambio ya realizada y en ciernes. Las protestas y manifestaciones han sido lideradas, principalmente, por estudiantes. Inequívoco síntoma de la aparición de una nueva generación “que se manifiesta cada vez con mayor intensidad”, como dijera un pensador.
Las personas perciben discriminación por su origen racial, por su color de piel, por el lugar de donde vienen y esto ya no es tolerado por la juventud que repudia y exige respeto e igualdad de trato para todos. Los jóvenes, endeudados por los propios estudios, con casas de estudios superiores de excelencia académica muy onerosas pero necesarias para una titulación ‘exitosa’ en el mundo laboral, pretenden eliminar este sistema casi totalmente privatizado y apuntan a la gratuidad con igualdad de oportunidades. Repudian por tano este actual modelo económico donde el Estado interviene poco, porque el mercado rige. Si se necesita un servicio, se debe pagar por él. Hay poca movilidad social y este es otro efecto de la desigualdad que afecta directamente el futuro de las juventudes. Mucho descontento acumulado. Fin de la V república neoliberal y presidencialista.
PREMISAS DEL CAMBIO
La consulta del año pasado – consensuada en el congreso –, respecto si la sociedad deseaba un cambio de la Ley fundamental y su alcance, que recibió un contundente sí (78%), tuvo explícita o tácitamente algunos objetivos (¿qué está en juego?). Que presentamos sucintamente:
- Forjar una Constitución “sin traumas ni rémoras” – la dictatorial de 1980 ostenta un evidente defecto simbólicamente congénito: nació de un acto de fuerza, de violencia; que se hizo en un clima de miedo, de terror, por tanto, sus cláusulas están viciadas. Se lograría así la legitimidad de origen de una eventual nueva Constitución para Chile, que cuente con un amplio respaldo ciudadano y en un entorno pacífico. De allí que se pretenda una Participación Mayoritaria, porque no puede haber “medias tintas” en su redacción y alcance.
- Recuperar legitimidad de la política – el plebiscito emergió como respuesta a la movilización social que, a su vez, fue un síntoma de la crisis de representación del sistema político en el país. El proceso constitucional será clave para la recuperación de la legitimidad política, y a puertas abiertas (libre acceso a los debates). Es importante asegurar la entrada de nuevos actores como agentes de representación ciudadana y viejos como nuevos representantes garanticen su atención a la ciudadanía. La confianza en este proceso es crucial.
- Redistribuir el poder y bienes públicos – se trata de redefinir las reglas del juego. Establecer nuevos derechos sociales [agua, vivienda, educación] para garantizar el disfrute y la posibilidad de acceso a esos bienes, hoy mediatizados por el ámbito privado. Modificar atribuciones del Tribunal Constitucional (TC). Para todo ello es menester satisfacer muchas expectativas: tener un pacto social que sienta propio el pueblo.
- Formar un proceso constituyente novedoso en la Región – El gobierno NO definirá el cambio constitucional ni el órgano que podría redactar la nueva Constitución, sino la ciudadanía. Además de la imposibilidad legal de participar para funcionarios actuales del oficialismo [requisito filtro de las candidaturas], no hay una fuerza hegemónica que imponga mayorías, porque las fuerzas están fragmentadas, como quedó en evidencia en los resultados de esta elección, esta circunstancia obliga a hacer pactos, – lo que es positivo para la política – tal como el acuerdo político para enervar el proceso presente.
ASPECTOS CLAVES A DEBATIR POR LA NUEVA CONSTITUCIÓN
- Rol del Estado – un Estado social de derecho, no subsidiario sino garante de algunos servicios básicos. Salud, educación, seguridad social. ¿Vivienda? En esta discusión, lo central será definir cuáles son los derechos que garantizará el Estado y de qué forma lo hará. Y derechos de 2a generación: medioambiente, la no discriminación, la participación. El Estado deberá proveer servicios básicos.
- Régimen de gobierno – el debate sobre el régimen político y la distribución del poder es “el más importante”. Actualmente, Chile cuenta con un régimen presidencial, (demasiadas atribuciones). Una de las causas de la crisis es que la rigidez institucional generó un régimen hiperpresidencial, bicameral, pero sin peso real y los partidos políticos son muy débiles.
- Se trata de transformar el equilibrio de poder entre PE y PL, ampliando la participación política con mecanismos de democracia directa entre elecciones. El tema de la distribución del poder es lograr que flexibilice la rigidez del sistema actual. Las opciones a discutir son: ¿semipresidencialismo, parlamentarismo, presidencialismo “parlamentarizado”?]. lo importante es un diseño con incentivos y herramientas que estimulen la colaboración entre el Ejecutivo y el Congreso. No la disociación de ambos poderes.
- El Tribunal Constitucional (TC), cuya misión es ejercer el control de constitucionalidad de las leyes, pero actúa en la práctica con intereses políticos y materiales por una minoría (lo que llamamos en politología órgano contra mayoritario), se impone abordar su modificación.
- Reconocimiento de los pueblos originarios – derechos para comunidades y debate sobre Estado plurinacional. Reconocimiento explícito. Tema tierras reclamadas, el respeto por la cultura y el reconocimiento de la lengua. Mucha reparación histórica. Un fuerte efecto simbólico y legal. Es un tema central, dado los históricos problemas de relación entre el pueblo mapuche y el Estado chileno que tienen a la región de la Araucanía en una escalada de violencia.
- Medioambiente y derechos del agua – atender el cambio climático. No declamar solamente, la naturaleza de un país montañoso y sísmico como Chile, y sometido a un extractivismo agudo, exige especial atención el medioambiente. Hay propuesta de cambiar del ETNOCENTRISMO al ECOCENTRISMO, abordar el cambio climático integralmente. Pero puede afectar el modelo de desarrollo chileno. Controversial.
- Derechos del agua. Se proponen declarar como un bien nacional de uso público. Hoy, todo privatizado, desde origen y su gestión.
ENTENDIENDO RESULTADOS
- Sorpresa de los independientes – EL rechazo a las fuerzas tradicionales tuvo un antecedente en octubre del 2020 cuando casi el 80% de los votantes decidió cambiar la Carta Magna a través de una convención que no incluiría a miembros del parlamento ni del gobierno. Es un reflejo de que la élite, los medios de comunicación, el sistema político y las empresas no fueron capaces de ver lo que estaba pasando. Es un rechazo al sistema político actual, a toda la élite tradicional.
- Derrota de la derecha (y castigo al gobierno de Piñera) – Duro golpe para el gobierno de Sebastián Piñera que no supieron interpretar a una mayoría pidiendo cambios. La derrota de la derecha también se trasladó a las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales. Es el peor resultado de la derecha en mucho tiempo conectado con el bajo nivel de aprobación del presidente, y el rechazo tiene que ver con el manejo de la pandemia, y del estallido social.
- Decepción de la ex Concertación y triunfo de la izquierda – La centroizquierda de Chile perdió contra el eje de izquierda Partido Comunista (PC) y el Frente Amplio (FA). La izquierda radical gana sobre el centro. La única coalición que cumplió expectativa.
- Paridad de género – Chile se convertirá en el primer país del mundo en crear una Constitución con paridad de género. Hubo preferencias por mujeres de los electores. Esto sorprende en una sociedad conservadora como la chilena. Pueden tocarse temas históricamente pendientes que interesan a las mujeres en la nueva redacción.
¿Qué IMPACTO PUEDE TENER EN EL RESTO DEL SUBCONTINENTE?
En las últimas décadas, el modelo chileno fue ampliamente elogiado. Se decía que era un oasis dentro de América Latina, un milagro económico. Con buenas cifras macroeconómicas (PBI, Pobreza en baja), algunos países vecinos quisieron imitar algunas de sus reformas neoliberales. Pero la crisis demostró que había subyacente una gran desigualdad. Abusos del sistema neoliberal, terminó por convertir a Chile en una “empresa privada”. La crisis política y social puso en cuestionamiento a una de las democracias más sólidas de la región, un modelo político y económico que en términos comparados fue de los más exitosos de América Latina. Por eso, este proceso constituyente es muy relevante para todo el continente. Temas a redefinir que pueden ser de interés para países latinoamericanos:
- La clave, estará en el rol que se le asignará al Estado en la nueva Constitución. Señal para otros países de América Latina donde el estado estuvo ausente en la pandemia. ¿Estado social o estado gendarme?
- Paridad de género – Carta Magna con enfoque de equidad. Innovador y central la agenda del feminismo. Igualdad de condiciones para redactar los principios, de equidad de géneros, por ej.
- Los pueblos originarios y las “deudas históricas” – reconocimiento expreso en la constitución, su pobreza extrema, la discriminación y desigualdad. Tema trascendental pendiente sobre la propiedad de la tierra que está en el corazón del modelo del continente.
- Estado plurinacional o Diversidad Cultural. Controversial.
- Cambio en la política migratoria – es posible que se discutan los “derechos particulares para migrantes. La discusión estará en concordancia con el estándar internacional, como la protección de los derechos humanos y la no discriminación.
¿PODRÁ LA NUEVA CONSTITUCIÓN AMAINAR EL DESCONTENTO SOCIAL?
Este es un experimento para el mundo respecto de cómo un proceso constitucional, una solución política, ayuda a resolver conflictos y demandas sociales. Ofrecer un mecanismo institucional de representación, de participación y escucha es algo importante para desescalar conflictos. Las protestas no se responden con agenda de seguridad, con represión, sino entender el origen del malestar y el motivo de la movilización civil. Todos miran como atender los reclamos sociales con un proceso democrático que renueve el Estado.
Particularidades del caso chileno:
La innovación más positiva aquí es que los miembros de la Convención Constituyente no pueden estar en el gobierno al mismo tiempo. Los miembros electos popularmente, solo se centran en problemas para salir de la crisis. Sin influencia directa del gobierno, pueden cambiar el sistema político, como esperanza.
En un sistema parlamentario, y la Convención Constituyente es parlamentarismo puro, se reduce la capacidad de que los extremos se enfrenten, y esto es lo crucial. El consenso total es una ilusión. Las instituciones importan.
El resultado de tantas protestas y descontento social es un reacomodamiento ideológico del electorado. Qué es importante para el futuro de una nación fuertemente tensionada. Conformación política de la Convención Constitucional, su carácter ideológico. ¿Estado subsidiario o protagónico?
La derecha no logró el 1/3 para bloquear iniciativas. La oposición nueva + la izquierda suma + de 2/3 de la asamblea. Los cambios pueden ser “más drásticos”. 40% de candidatos son independientes. Por el alto nivel de diversidad y fragmentación de la asamblea, es difícil especular sobre la redacción final de la Carta Fundamental.
OTRAS CONCLUSIONES FINALES:
- El resultado, por la distribución de voluntades es un “termómetro” de cara a la elección presidencial: la fuerza real de cada cual influye la designación de candidatos. Maniobras ya desplegadas en las coaliciones.
- El presidente Piñera quedó convertido en un pato rengo. Ya no tiene el control total de la agenda, la oposición se la impondrá, tal vez algo de la legislativa dado el sistema actual en que el ejecutivo concentra mucha decisión, pero políticamente quedó muy debilitado, tanto, que la actual administración queda como irrelevante.
- La pandemia afectó la participación ciudadana, pero su nivel no puede ser ‘calificado’ comparativamente. Pero fue suficiente para legitimar el proceso constituyente y a las nuevas autoridades.
- Se debatirá sobre la descentralización y regionalización, en un Estado unitario y fuertemente centralizado en la capital, como el chileno.
- El órgano constituyente discutirá el modelo de desarrollo económico, –los derechos económicos y sociales son debates calientes– y asuntos especialmente sensibles para los mercados, como la autonomía del Banco Central.
- Chile debe considerar seriamente y con urgencia reimplantar el voto obligatorio Con el sufragio voluntario que se implementó en 2012, la participación cayó desde el 87% en 1989 hasta un mínimo histórico del 36% en las penúltimas municipales de 2016.