La sociedad inconsciente como herencia para la juventud actual

Por: Roberto Candelaresi

Introducción

Vaya el presente trabajo como PREFACIO de un interés intelectual que nos invita a ser abordado desde algún tiempo, y que en este año, por su condición electoral se manifiesta como propicio. Se trata de La Incidencia de la Juventud Sobre los Destinos de la Sociedad.

La intuimos cambiante, adecuada a los marcos de referencia culturales que se han consolidado en los últimos años, pero con mutaciones a iniciativas propias de adaptación. También algo frustrada por la falta de claros proyectos, lenguajes incomprensibles, y otras cuestiones a desarrollar.

Imágenes del Mayo Francés. Foto: HY

Pero se nos ocurrió que sería provechoso, antes de avanzar indagando estas cuestiones de las “nuevas generaciones”, describir –en nuestra visión– cuál es el marco en el que se producen todos los fenómenos que afectan el devenir de las sociedades. Que orientación (o falta de) pueden experimentar las clases nóveles, y cuáles pueden ser los caminos para que el destino mejor para todos, realmente esté en sus manos, y no bajo la manipulación del poder real de la época.

Ese es el propósito del presente artículo, que ya desarrollamos:

Rebobinando

Ya hace más de medio siglo, T. Adorno y M. Horkheimer en sus estudios sociológicos, con fuertes miradas críticas hacia la modernidad, se preocupaban por la ausencia de sentido y una claustrofóbica falta de libertad del individuo actual, lo que, a la luz de las expectativas de la cultura occidental –digamos hasta principios del siglo XX–, resulta absurda.

Esa idea de un camino progresivo al Humanismo pleno, que se fundaba no solo en cierta moral comúnmente aceptada, sino al amparo también del Racionalismo Occidental. Pero fue ese mismo racionalismo utilitario, el que condicionó los pasos de la humanidad hacia la barbarie (el nazismo, el holocausto, las bombas atómicas), a despecho de aquella sociedad que se consideraba culta, avanzada y racional.

Pese a la experiencia del horror y sus “supuestas” enseñanzas de la Historia, hoy el mundo parece estar repitiendo la intolerancia, el no escuchar, el pretender sojuzgar, en definitiva; LA VIOLENCIA, hundiéndose así en un nuevo periodo de bestialidad, y, a nivel social (masivo) se está degenerando en un delirio colectivo.

Horkheimer y Adorno, pensadores pertenecientes a la Escuela de Frankfurt. Foto: Gazeta

Somos consumidores antes que humanos. Vivimos para consumir. Se pierde en (o por) el sistema, el objetivo que todo ser humano necesita como para identificarse –construir una personalidad–, con el que pretende ‘realizarse’. En otras palabras; su alma, su conciencia de ser y de estar, y va en procura de pequeños objetivos materiales para sí, y así se convierte en una máquina al servicio de otras máquinas.

Un Hombre inhumano «con máquinas en lugar de cerebro y corazón» … como decía el magistral Charles Chaplin en Tiempos modernos. 

Un sistema consolidado e inhabilitante

El sistema actual de dominación podemos rotularlo – ya lo hemos hecho en otros artículos – como neoliberal.  Un régimen que se caracteriza, entre otras particularidades, por no ser resistido en gran proporción por las personas que incluye. Y esto, a pesar de las crecientes diferencias entre multitudes de pobres y pequeños grupos muy ricos.

A excepción de fuertes críticas, manifestaciones y actos de rebeldía por parte de grupos y formaciones políticas relativamente pequeñas en el contexto mundial, no parece formarse una masa crítica capaz de provocar una REVOLUCIÓN, en la actualidad.

Entendamos que la instalación de todo nuevo sistema de reglas, supone la eliminación de toda resistencia, o su acotamiento hasta volverla estéril. En general, el Poder se comienza ejerciendo con REPRESIÓN, tratando de suprimir precisamente cualquier conato de RESISTENCIA.

A posteriori, la Preservación del Sistema debe mutar de represivo a SEDUCTOR. Pues es el estadio donde se logra la integración cultural a las nuevas reglas, su legitimación ante la aceptación de las mayorías.

En la consciencia de una gran mayoría de la gente, ya no hay un oponente concreto, ningún enemigo suprime la libertad que uno pueda resistir. Una vez en ese estado toda agresión (de resistencia) se dirige hacia uno mismo, como ‘responsable de su futuro como de sus fracasos’. Ya no hay una canalización a un adversario de afuera, un opresor, un tirano, un objetivo revolucionario a vencer.

Foto: UIA

Y ello mayormente sucede, porque el neoliberalismo convierte al trabajador oprimido en un contratista libre, un empresario de sí mismo. Cada individuo es amo y esclavo de sí. Y esa sensación de libertad es lo que inhibe la protesta, y, sin embargo, la LIBERTAD ES VIGILADA inconscientemente para la población; hoy con el empleo de tanta tecnología informática y nuestras vidas, atravesadas por el mundo digital para tramitar todo, y el uso intensivo de redes sociales para interactuar y comunicar, cedemos información personal en modo casi ilimitado.  Pues bien, es el poder de preservación del sistema, que logra hacerse pasar por libertad.

Por otra parte, LA COMPETENCIA si bien aumenta la productividad, –aunque de sus beneficios se apropien mayormente los patrones (capitalistas) –, destruye la solidaridad y el espíritu comunitario. Y ya se sabe, cuando los individuos están agotados (estresados), y están aislados por su modo de producción moderna a distancia (las fábricas y las oficinas administrativas al estilo fordistas se van extinguiendo), tienen a deprimirse mas que experimentar un ánimo revolucionario. Pues este cansancio individual se diferencia totalmente del cansancio o hastío colectivo que configura y cohesiona una comunidad. El cansancio del yo es la mejor profilaxis contra la REVOLUCIÓN.

Dudosas formas “Comunitarias”

Hay algunas experiencias en la vida social actual, que parecerían de resistencia al individualismo acérrimo que impone la hegemonía cultural como hemos dicho, pero que, sin embargo, son perfectamente funcionales a esa lógica dominante. Como ejemplo nos referimos a la economía colaborativa, que originalmente surgió para referirse al intercambio de acceso a bienes y servicios de igual a igual y con un alcance mas bien comunitario, pero hoy se ha extendido a transacciones de ventas de todo tipo, incluso empresarias, por lo que aún el intercambio entre iguales, puede ser principalmente impulsado por las ganancias. Según su evolución podemos ya teorizar que la también llamada economía compartida conduce finalmente a la comercialización total de la vida.

La capitalización total de la existencia para conducir la ideología de “comunidad” o “bienes comunes de colaboración”. En definitiva, TODO SE COMERCIALIZA, hasta la amistad parece ser solo un camino para satisfacer algún propósito.

Si concordamos con el último párrafo, admitamos luego que la lógica dura del capitalismo prevalece incluso en el corazón de la economía colaborativa. Si todo se mercantiliza, las filosofías contestatarias [las que denuncian la Mátrix y reivindican otro destino posible] también son susceptibles de ser tratadas como mercancías. Si ello ocurre exitosamente, es el fin de las ideas alternativas al poder real.

Foto: IESD

El impacto de la cultura en el “Formateo”

Si algo caracteriza a la posmodernidad cultural es su sostenido “cuestionamiento” no solo a valores tradicionales del comportamiento social, sino a la Historia, particularmente por la destrucción de ídolos. Desenmascarar ídolos desde lo intelectual / analítico, no es otra cosa que reflejar el devenir histórico mismo, concatenado con una serie continua de destrucción de algunos para imponer nuevos. Una dialéctica del poder.

A veces solo con la desnudez del ídolo perimido, con su humanización en la praxis [siempre hay fallas, corrupción o imperfecciones de los que dirigen], basta para desplazarlo del centro y entronizar otro u otra forma de opresión, y de lo nuevo no se habla, en una suerte de “muerte de la historia”: lo que hay hoy es la síntesis, es el final del camino, lo inmejorable del progreso de la sociedad, lo moderno, cínicamente vocearán sus propagandistas del nuevo dominio impuesto.

Si ya no existen ni Dios ni la ideología, pues ambos conceptos fueron deglutidos, los idólatras no desaparecieron, simplemente son los que veneran al ego, o a personas que demuestren sostener «valores occidentales», son símbolos comerciales, o profetas de la política, un discurso anónimo en la internet, en realidad, solo simulación.

En resumen, el ser humano al final queda despojado de sus valores morales y los rasgos de dignidad, para ser deshistorizado, mezclado en una masa atemporal y homogénea, instrumentalizado para consumir, eventualmente combatir en la guerra, participar en elecciones, pero todo sin potencia creadora, sin contenidos ni cualidades que valoran la vida [verdaderamente libre]

LÉASE TAMBIÉN: “El complejo fenómeno de los tibios en la política”

El ejercicio de pensar en un mundo frenético

En la actualidad, la “información” es entregada como un veloz encadenamiento de fragmentos que no deja lugar a una dilación contemplativa. Todo son imágenes [pocas lecturas], y son tan fugaces que ni bien propagaron su atractivo visual, se desvanecen. Ese fenómeno, no permite captar una atención duradera.

Al contrario de lo que ocurre con el verdadero SABER y la Experimentación metódica, las informaciones y los acontecimientos no tienen un efecto duradero o profundo.

Foto: Iula

Incluso, en nuestros días, la VERDAD y el CONOCIMIENTO, mientras tanto, suenan vetustos. Ambos refieren a cierta DURACIÓN, la «verdad» debe perdurar precisamente como condición ontológica. Si es solo apariencia, no hay sentido que le otorgue perpetuación. A su vez, su consecuencia; «el conocimiento», es esencialmente una recolección temporal de afirmaciones con validaciones de verdad. Es decir, ambos, se definen por una extensión temporal.

La alienación tan temida

“La sociedad alienada no tiene conciencia de su propio existir. Un profesional alienado es un ser inauténtico. Su pensar no está comprometido consigo mismo, no es responsable. El ser alienado no mira la realidad con criterio personal sino con óptica ajena.”. – Paulo Freire

En otras palabras, el individuo promedio actual, vive una realidad imaginaria y no su propia realidad objetiva. Decía el maestro que hay que partir de nuestras posibilidades para ser más UNO MISMO. El error no está en la imitación sino en la pasividad con que se recibe esta imitación o en la falta de análisis o autocrítica. 

Un rasgo común de las sociedades periféricas como la nuestra, y como síntoma de su ALIENACIÓN, es que se desconocen a sí mismas, por ello tienen comportamiento ejemplarista; intentan conocer su realidad mediante diagnósticos extranjeros.

Muchos políticos abordan los problemas con fórmulas que han dado resultado en el extranjero, como si las soluciones pudieran ser importadas para instrumentar en sociedades con estructuras complejas, peculiares culturalmente, cuando ni siquiera conocen la realidad nativa. Naturalmente esto es producto de la alienación. El remedio es reducir sociológicamente al contexto nativo las soluciones foráneas, lo que implica su estudio crítico y su adaptación, que en ocasiones importa su reinvención.

Cuando las ‘soluciones importadas’ no resultan, las élites dirigentes suelen culpar a la masa de su fracaso. Oscilan entre un optimismo ingenuo o un pesimismo o desesperación.

Lo mismo ocurre con técnicas sugeridas desde el extranjero [y no solo desde la embajada] a candidatos que no conocen a fondo los problemas del poder, hacen muchas promesas que al llegar al poder encuentran obstaculizadas o difíciles de cumplir que a ellos lleva el pesimismo, pero que la percepción social puede tomar como deshonestidad más que ingenuidad.

Libertad y desobediencia

Mediante actos de desobediencia, esto es: decir no al poder, las personas experimentan la LIBERTAD. Tanto es así que la libertad y la capacidad de desobediencia son inseparables. Cualquier sistema social, político y religioso que proclame la libertad, pero reprima la desobediencia, no puede ser francamente abierto.

Una gran parte de nuestra historia civilizatoria indica que la Obediencia se identificó con la VIRTUD y la Desobediencia con el PECADO. Y no solo a nivel religioso [sin duda funcional al poder ‘temporal’], sino eminentemente político. Esta aprensión moral permitió [y permite] que minorías hayan gobernado a mayorías durante milenios, para poder aquellos, disfrutar de las escasas «cosas buenas» existentes en el mundo, y conformar con poco a los numerosos.

Los medios de comunicación como “herramientas” (emancipación o sometimientos)

Digamos para comenzar, que los medios sociales están totalmente PRIVATIZADOS y sometidos a egoísmos. La comunicación digital es hoy una comunicación sin comunidad. Sin embargo, la percepción social no advierte el peligro que los medios digitales generan una ilusión de libertad. 

Ya nos referimos al narcisismo que hoy prevalece en la sociedad por la forma de producción neoliberal, pero los MEDIOS DIGITALES están particularmente impregnados de él. Menos Eros [que siempre se estimula con respecto al otro, a la comunidad] en la cultura, más depresión expandida. Tengamos presente que son las generaciones más nóveles las que usan intensivamente estos medios, con escasa solidaridad real [no implica su inexistencia, o falta de actividades altruistas].

De los eventos de protestas que, por supuesto los hay (y algunos muy activos),–fundamentalmente en muchas sociedades del mundo “desarrollado”–, estas disidencias, no tienen dirigentes claros a la cabeza, pero lo “peor” (politológicamente hablando, si se me permite) es que no formulan NINGUNA VISIÓN. No dicen en qué sociedad quieren vivir.

Esta fue la tapa de Clarín el día que la policía asesinó a Kosteki y Santillán. La culpa fue de “la crisis” y no del Gobierno, del cual el medio necesitaba.

Se quejan de situaciones puntuales (normalmente sobre precios/tasas excesivas), pero no muestran un descontento con el neoliberalismo o con la desigualdad social, es decir; ENOJO [no ira de rebeldía] sin poner en cuestión el sistema dominante, ni proponer la VISIÓN de un país mejor. Se atacan los síntomas, no la enfermedad del sistema. Otra prueba de alienación. El horizonte político es harto reducido hoy. NO HAY UTOPÍAS.

La educación como posible instrumento revolucionario

Hoy se tira todo lo que no aporta ningún beneficio inmediato, es decir, rentabilidad. Se renuncia a la formación integral a cambio de formación profesional. Renunciar a la filosofía es renunciar al pensamiento. La filosofía es pensamiento meditativo, distinto del pensamiento calculador. Hoy en día, en un mundo de tecnología, estadísticas y algoritmos, el pensamiento se equipara cada vez más con la aritmética. El Pensamiento Calculador da continuidad a lo igual (son operaciones que conjugan los mismos elementos valorizados).

El Pensamiento Meditativo Y Crítico es lo único que puede dar lugar a algo completamente diferente. Hoy vivimos en el infierno neoliberal de lo “igual”. Para este averno, el mismo pensar, filosofar es peligroso porque interrumpe lo mismo en favor de algo completamente diferente, o, mejor dicho, en favor de una forma de vida completamente diferente. La revolución comienza con la reflexión. La ideología es la partera de la revolución.

Foto: Infobae

El hombre ha perdido la capacidad de desobedecer, ni siquiera se da cuenta de que está obedeciendo. En este momento de la historia, que la capacidad de dudar, criticar y desobedecer puede interponerse entre la posibilidad de un futuro para la humanidad y el fin de la civilización.

El poder desnudo es frágil. El secreto de cómo se gobierna una sociedad, está guardado por un velo que justamente lo protege de miradas ajenas y evita que se disipe. Se necesita que muchos sean capaces de levantar el velo, pero solo con comprensión de la realidad se logra, con esclarecimiento [entrenamiento reflexivo], se conocen las fuerzas y se puede entonces decidir controlar el propio destino. Eso es auténtica libertad y democracia, QUE HOY NO TENEMOS.