Messi es el nuevo Dios. El Dios de todas las creencias.
Distinto. Diferente. Podríamos decir, por momentos terrenal.
Las imágenes vividas quedarán en nuestras retinas por siempre. El nuevo emperador junto a su familia, la 𝑁𝑢𝑒𝑣𝑎 realeza popular. La de los cercanos. La de los que acompañan. La de los que sostienen y se reivindican. La de los que no claudican y jamás se rinden. La de aquellos a los que les da un poco de vergüenza y calor el lugar al que la historia los ha invitado.
Messi es el Dios total. Imperfecto. Real. Genuino. Valeroso.
Expulsado de sus propias tierras. Recibido por un nuevo pueblo, descreyente del mensaje. Pero que a fuerza de gambeta y gol, comenzó a convencer. Y quienes no creían, creyeron. No tuvieron otra opción.
Algunos, espantados de su gracia y su don de gente, decidieron echarlo también de su propia casa, de su propia masía. No confiaron en su palabra y judas lo traicionó. Y él siguió y camino y camino y fue recibido por Saint Germain. Allí encontró refugio. Allí lavaron sus pies. Allí fue descanso y recuperación. Allí fue el encuentro consigo mismo. Con su propio Dios. Con su propio poder. Con su perla brillante. Y se preparo, física y mentalmente, sí, pero sobretodos las cosas preparo su espíritu a fuerza de templanza, alegría y valor. Messi fue la seriedad del niño que juega.
Así, Messianico, recorrió un largo camino hasta tierras Qataríes en Oriente Medio. Tierras desérticas donde encontraría un gran oasis llamado Doha. Y junto a sus gladiadores, se hizo fuerte contra guerreros mayas. Y peleó contra los caucásicos. Y los hombres nuevos del viejo Imperio de la lejana Australia se arrodillaron ante él. Y a aquellos teutones naranjas, gigantes guerreros de todos las naciones tirándose a sus pies con sus lenguas afiladas, les mostró su temple de acero impecable. Allí abrió las aguas con magnífico pase. Y clavó una lanza estupenda que nadie jamás ha visto.
Intentaron derribarlo con la mística de los duendes mágicos que encandilan a cualquiera. No pudieron. Allí su equipo solo se hacía más inmenso. Aquellos guerreros Argentos absorbían el poder de sus contrincantes y lo transformaban en poder propio. La magia existe.
Y en la batalla final, queriendo ser redimido por el imperialismo cultural, mediático, torpe. De ese poder occidentalizado en su máximo esplendor. Mas tres veces los mato y dos resucitaron. Y allí fue victorioso.
Nuestro profeta sacrificó su propio espíritu por el bien de todos. Resistió y puso siempre la otra mejilla y un día dijo basta. Limitó el poder turno, silenció a sus detractores, apagó los ruidos de su propia cabeza. Se centró en el, en los suyos. Se concentró y cuidó. Se divirtió con sus contemporáneos. Disfrutó con los nuevos niños en la cancha como un padre que guía a sus hijos hacia la tierra prometida. Ellos serán sus apóstoles.
El mensaje es claro. Por estas tierras, un nuevo Messias ha sido ungido. Una nueva religión. El fútbol total.
¡Huay! de quien no lo vea, no lo escuche.
¡Huay! de quien no crea.
No hay quien su rostro no conozca.
No hay a quién su zurda no lo haya encandilado, su humildad no lo haya conmovido.
¡Huay! de quién no crea.
¡Huay! de quién no alce su copa este sábado y brinde por él. Por el nacimiento del Nuevo Rey.
En Qatar, en Doha contada la nueva religión ha sido.
Una religión pacífica, humana y solidaria, de amor.
Messi. El dios total. De todos. Con sus propios ángeles, con sus propios mensajeros, con sus propios héroes.
Victorioso en la batalla de los 7 días. Más grande aún en la derrota. Y más elegante con su verdugo. Y más valiente ante quienes querían ver su traje colgado, su rostro triste y adormecido.
Una nueva forma y huso horario ha sido concebido. El nuevo eje mundial gravita sobre nuestro espíritu.
Cada obelisco en cada plaza del pueblo es su representación.
El poder político rendido ante el clamor popular que exclama y espera por su messias. Ustedes, políticos a sus casas. A pensar qué están haciendo y diciendo. A llamarse a silencio y a pagar sus propias cuentas. Reflexionen. La patria tiene destino de grandeza y ya tiene designio popular y no es ninguno de ustedes. No hay estado a la altura de la historia. Ustedes, los jueces, verdugos inescrupulosos! Silencio, hoy más que nunca no tienen derecho alguno. Todo su poder ha sido removido, silencien sus parlantes sofistas que no esbozan verdad alguna. El periodismo ha muerto. Ya nadie responde a su llamado. Ya nadie cree en él.
Todas las religiones, todas las personas, todos los humanos juntas anunciando al nuevo messias que ha encontrado el cáliz perdido. No ha bebido de el, lo ha besado. Y allí se convirtió en el cáliz de todos. De sus legendarios. De sus ancestros. De su compañera de vida y de sus hijos y los hijos de todos. De su pueblo. De ese legendario hombre de corazón enorme bautizado Tití, vox populi todas y todes y todos.
33 ha sido la edad del Cristo. 3/3 ha sido el resultado final. Definido en la tanda de penaltis con los ángeles celestiales a su lado. Con el buda en el arco. Con el ninja silencio, que con el poder de Pujato se ha transformado en el ladino menos pensado, un hombre de pueblo, sencillo, humilde, inteligente, llamado a ser parte de la historia grande. Pero de esto y mucho más ya hablaran mejor las brujas y los magos que han despertado.
Hoy es el día de recoger lo que ha sembrado. De recibir el amor de su gente movilizándose pacíficamente para recibirlo y cuidarlo y protegerlo contra todo mal. Seamos conscientes. Celebremos su victoria que es la victoria de todes y todas y todos.
¡Huay! De aquellos que quieran atentar contra el designio popular real.
¡Huay! De los que se atrevan a hablar en nombre de algo o de alguien.
¡Huay! De quien atente contra la paz social y el felicidad del pueblo.
Ha llegado el frabulloso día queridos compratiotas, a todos los habitantes de este gran suelo sagrado, ¡Salud!
Ha todos aquellos que quieran habitar el suelo Argentino, ¡Salud!
¡Juremos con gloria vivir!
¡Juremos con gloria vivir!
¡Juremos con gloria vivir!
por Kimey Newen