Aunque los gobiernos de todo el mundo están ocupados enfrentando las emergencias económicas y de salud provocadas por la pandemia COVID-19, no deben perder de vista la oportunidad histórica que se les ha presentado. Ahora es el momento de crear las condiciones para una transición de toda la sociedad hacia un futuro sostenible bajo en carbono.
Por HENRIK POULSEN, MADS NIPPER, LARS FRUERGAARD JØRGENSEN
La pandemia de COVID-19 no debe llevar a los gobiernos a reducir sus ambiciones climáticas. Acelerar la transición hacia una economía sostenible con bajas emisiones de carbono puede impulsar la recuperación y crear resiliencia para el futuro.
Otros países podrían buscar inspiración en Dinamarca en iniciativas climáticas que también contribuyan a la recuperación económica. Actualmente, el país está tomando medidas reales para lograr su objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 70% para 2030 y alcanzar cero emisiones netas para 2050.
Como CEO de corporaciones danesas con presencia global en energía renovable, tecnología del agua y productos farmacéuticos, respectivamente, el gobierno danés nos ha designado para presidir las “asociaciones climáticas” público-privadas creadas para perseguir objetivos de política climática. Nuestro trabajo ha sido desarrollar hojas de ruta integrales para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones dentro de nuestros respectivos sectores de la manera más rentable.
Después de haber presidido estas asociaciones durante los últimos siete meses, creemos que los gobiernos de todo el mundo se beneficiarían enormemente tanto de este modelo de colaboración como de nuestros hallazgos específicos sobre cómo hacer que los sectores de fabricación, energía y ciencias biológicas y biotecnología sean casi neutrales en carbono. 2030. A medida que los países gastan billones de dólares para proteger los empleos y los medios de vida durante la pandemia, es crucial que formen ese estímulo de manera que asegure una recuperación sostenible a largo plazo.
La Organización Mundial de la Salud estima que el capital anual necesario para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones del acuerdo climático de París asciende a alrededor del 1% del PIB mundial por año. Por lo tanto, los gobiernos deberían capitalizar la apertura actual para dirigir sus planes de recuperación a mediano y largo plazo hacia el doble objetivo del estímulo financiero y la descarbonización.
Perseguir estos objetivos simultáneamente no es simplemente un imperativo moral. También tiene sentido económico. Los gobiernos necesitan con urgencia desbloquear la capacidad del sector privado para la innovación y la inversión, comenzando con objetivos concretos y ambiciosos de reducción de emisiones para 2030 y 2050. Una vez que dichos objetivos estén establecidos, los gobiernos deben involucrar a las empresas en el desarrollo de hojas de ruta específicas para la descarbonización del sector.
La lógica de apalancamiento del sector privado es simple. Los líderes empresariales están en la mejor posición para identificar vías de reducción de carbono económicamente sólidas dentro de sus propios sectores, y tienen conocimiento de primera mano de lo que los gobiernos necesitan para desbloquear las inversiones del sector privado. Esto es lo que llamamos la fórmula danesa para la colaboración público-privada.
Los análisis que hemos llevado a cabo en nuestras asociaciones climáticas han revelado oportunidades para la descarbonización que muchos habrían considerado imposibles hace solo unos años. Al aplicar y ampliar las tecnologías existentes de una manera rentable, los sectores de manufactura, energía y ciencias de la vida y biotecnología podrían volverse casi neutrales en carbono en 2030. Además, estos sectores también proporcionan tecnologías y servicios que tienen el potencial de Impulsar la reducción de emisiones en otros sectores. Esto incluye productos y servicios que ahorran energía, y reemplazar los combustibles fósiles con electricidad verde para descarbonizar el transporte y otras industrias.
Por lo tanto, nuestras recomendaciones tienen aplicaciones globales, tanto para países en una etapa incipiente de descarbonización como para aquellos que ya están en camino. La primera conclusión clave es que los gobiernos deben establecer ambiciosos objetivos nacionales de reducción de emisiones para cada sector económico, proporcionando así transparencia y seguridad a largo plazo para empresas e inversores.
En segundo lugar, todos los países deben crear condiciones para un aumento significativo en la producción de energía renovable, la electrificación verde y la mejora de la eficiencia energética. El negocio verde es un buen negocio: la energía eólica y solar son ahora las opciones más baratas para dos tercios del mundo , y la eficiencia energética mejora la competitividad económica y beneficia a los consumidores.Haz tu bandeja de entrada más inteligente.
En tercer lugar, los gobiernos deberían ajustar sus marcos regulatorios para maximizar la inversión en tecnologías innovadoras, como bombas de calor, hidrógeno renovable y biocombustibles, a través de una mayor investigación, desarrollo y despliegue público y privado.
Del mismo modo, la contratación pública y las políticas fiscales deberían reformarse para fortalecer los incentivos que fomentan las actividades e inversiones bajas en carbono. Y las empresas de todo el mundo deben asumir la responsabilidad más allá de sus propias emisiones directas, presionando para lograr reducciones similares en sus cadenas de valor globales.
Más allá de estas amplias recomendaciones, estamos interesados en compartir con los gobiernos y otras empresas ideas de nuestros planes de acción específicos sobre cómo descarbonizar la fabricación, la energía y las ciencias biológicas y la biotecnología de la manera más rentable posible. Alentamos a los responsables de la formulación de políticas y a los líderes de la industria a aprovechar estas lecciones a medida que dan forma a la recuperación económica y aceleran la transición verde.
En conjunto, debemos asegurarnos de que la pandemia de COVID-19 no nos lleve de vuelta al mismo “negocio habitual” que provocó la crisis climática en primer lugar. Al aplicar el modelo y los principios que hemos enunciado, todas las sociedades pueden hacer más que solo recuperarse; también pueden prepararse para el futuro. Ese es el enfoque correcto tanto ambiental como económicamente.
Henrik Poulsen is CEO of Ørsted.
Mads Nipper is CEO of Grundfos
Lars Fruergaard Jørgensen is CEO of Novo Nordisk.
Fuente: Project Syndicate