Por: Osvaldo Cuesta / Edición: Agustín Pons
Los intentos golpistas que Bolsonaro tenía pensado llevar a cabo en Brasil, que muchos intelectuales y gobernantes de diferentes partes del mundo anticiparon, se vieron truncados por el poco apoyo en las calles que recibió. Por otro lado, se proyecta a un Lula ganador en las elecciones presidenciales a celebrarse en octubre del año próximo.
A pesar del pronunciamiento del Presidente argentino y de otros mandatarios en la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, en julio, Uruguay anunció, la semana pasada, que llegó a un acuerdo comercial bilateral con China por fuera de las estructuras del Mercado Común del Sur (Mercosur)
A partir de la coordinación de Alberto Fernández de la Cumbre Latinoamericana por el Cambio Climático, se puede observar un nuevo liderazgo que surge hacia la región y también con respecto a los Estados Unidos. En un marco mundial atravesado por la disputa entre China y Estados Unidos el espacio que está logrando alcanzar el país puede significar un punto positivo, siempre y cuando se trabaje en ello y, también, se trabaje en conjunto con cada uno de los países de la región.
BRASIL
El pasado 7 de septiembre, Día de la Independencia Brasileña, Bolsonaro aprovechó esa fecha histórica para realizar un acto de desafío al Parlamento y a la Corte de Justicia, instituciones a las cuales ve como un obstáculo para sus pretensiones. En pose provocativa, planteó, en su discurso, prácticamente el arrasamiento de dichas instituciones. Algo que se preveía desde el lado de Bolsonaro era la concreción de una convocatoria cercana a los 2 millones de personas. No fue así. Hubo gente, por supuesto, nadie puede desmerecer las convocatorias, pero de ninguna manera se vio reflejado en la cantidad de personas que se movieron por las calles, principalmente, de Brasilia y San Pablo. Claro que, por un lado, una cosa es votar en una elección, eventualmente, cuando se hacen encuestas y otra cosa muy diferente es movilizarse en contra de las instituciones para, como en este caso, acompañar a un personaje con las características políticas y personales de Jair Bolsonaro.
La realidad fue adversa para el mandatario brasileño, por lo que el viernes pasado terminó reculando. Sostuvo, parafraseándolo, que de ninguna manera él tiene la intención de pasar por arriba de las instituciones. Palabras emitidas el viernes en total contraposición a su discurso durante el martes 7 de septiembre. Muchos intelectuales y gobernantes de diferentes países plantearon, días antes, un autogolpe por parte de Jair Bolsonaro. Las intenciones golpistas quedaron truncadas por el bajo nivel de convocatoria acontecida efectivamente ese martes. No tuvo el respaldo que esperaba. Por eso son siempre buenas las movilizaciones o, como en este caso, las desmovilizaciones.
Esperemos que en Brasil se continúe por el camino del buen ejercicio de la democracia y se respeten -realmente y no como frase vacua – las instituciones para el año proximo. En octubre de 2022 se van a llevar adelante las elecciones presidenciales. Todas las encuestas marcan una significativa diferencia en favor de Lula. Recordemos que para los comicios anteriores, en el 2018, Lula le llevaba unos 15 puntos al segundo que, en ese momento, ni siquiera era Bolsonaro. A partir de allí se dio vía libre a toda una operación política, judicial y mediática -el conocido Lawfare-, consiguiendo su cometido: La cárcel para el ex presidente brasileño, evitar su candidatura y truncar el potencial triunfo.
No soslayemos que un par de años antes, concretamente en el 2016, se llevó adelante toda una operación para instalar el impeachment contra Dilma. Un accionar absolutamente fraudulento.
Si bien hay que tomar con prevención lo que se manifiesta a través de las encuestas, es un hecho que éstas dan como ganador a Lula el próximo año. Ese resultado, de concretarse, oficiará de un gran espaldarazo para constituir una nueva mirada en Nuestra América Latína. Por eso hay que pregonar, sobre todo las cosas, que las instituciones sean respetadas; que se haga el libre juego que corresponde dentro de la democracia y que efectivamente la población brasileña pueda ejercer su derecho en el 2022.
URUGUAY Y EL MERCOSUR
Algo sobre lo que nos enteramos la semana pasada, que igualmente ya estaba previsto, tiene como protagonista a Uruguay y a su gobierno. El presidente Lacalle Pou anunció un acuerdo comercial con China por fuera de las estructuras del Mercosur. El pasado 8 de julio, en la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur se había presentado un arduo debate sobre la negociación individual de los países de la región. Alberto Fernandez sostuvo que si algún país se quería retirar del Mercosur lo hiciera, pero que lo ideal estribaba en tomar las decisiones en conjunto. Ningún Estado puede alegar que está incómodo y querer imponer las condiciones. Por el contrario, la posición de Marío Abdo Benitez de Paraguay o la de Bolsonaro estaban más cerca de la lógica del presidente uruguayo.
Recordemos el encuentro hace un par de semanas, mediado por una botella de vino, entre Lacalle Pou y Alberto Fernadez. Seguramente éste le habrá dicho: “Tomemos un vino, sí, pero yo voy a seguir adelante con mis ideas, mis políticas y con el acuerdo bilateral con China”. El Mercosur es una institución muy interesante que hay que ir desarrollando, por eso este tipo de acciones puede oficiar como un peligro para la consolidación del mismo. La clave es encontrarle la vuelta a las asimetrías existentes dentro del Mercosur en pos, precisamente, de poder tener un gran mercado común del sur que involucre a todos y cada uno de los países.
Se debe avanzar en esa lógica de regionalización de institucionalización de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) , que involucra a nuestros 33 países de América del Sur y el Caribe y, además, avanzar en la conformación de un gran mercado común de trabajo. Es esperanzador para la región los cambios que se están dando, por ejemplo, en Chile, Perú, Bolivia, lo que puede llegar a pasar en Brasil, con una posible vuelta de Lula en 2022, para que Uruguay pueda acomodarse en esa lógica.
Para evitar situaciones como la de Uruguay es muy importante apuntar sobre el mejoramiento de las condiciones y reparar sobre esas asimetrías entre países de la región. Por otro lado también es significativo el tomar noción de la recíproca necesidad de todos y cada uno de los pueblos y los gobiernos que conformamos América Latina.
Entre todos los países de la región contamos con ciertas condiciones a nuestro favor. Primero hay que tener en consideración de que somos un gran mercado: 600 millones, aproximadamente, de habitantes; con problemas de infraestructura, sí, pero tenemos recursos como para transformar en gran potencia a la región en términos económicos, tecnológicos y científicos. Son cuestiones en demasía interesantes que hay que tenerlas muy en cuenta, por lo que en ese sentido es menester reparar en la importancia del diálogo entre los presidentes con el fin de encontrar los mecanismos adecuados para avanzar hacia un desarrollo anclado en una perspectiva regionalista.
ARGENTINA
La semana anterior Argentina fue anfitrión y Alberto Fernadez el coordinador de la Cumbre Latinoamericana por el Cambio Climático. En esta reunión virtual que se llevó a cabo el 8 de septiembre participaron varios líderes de la región como Iván Duque de Colombia y Marío Abdo Benitez de Paraguay. El encuentro estuvo coorganizado por Argentina, Barbados, Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá y República Dominicana; también dijeron presente el Secretario General de Naciones Unidas António Guterres y John Kerry, el asesor principal respecto a la agenda climática de Joe Biden.
En este tipo de cumbres y reuniones lo que predomina son planteos, elaboraciones, propuestas, ideas que, por supuesto, hay que transformar en acciones. Para transformar una acción primero hay que hablarlas, naturalmente. Es relevante tener en consideración el pensamiento y el planteo de los que se encuentran en la reunión, proponer ideas y cómo se pueden ir adecuando las agendas, para encarar el objetivo de trabajarlas en el plano material.
A partir de la coordinación de la Cumbre por parte del Presidente argentino se ha resaltado ese nuevo liderazgo que empieza a ejercer hacia la región y también en relación con los Estados Unidos. Un liderazgo, por cierto, que no parece ser tan claro hacia dentro de la Argentina. Más allá de lo local, Alberto Fernandez está comenzando a ocupar un rol de liderazgo regional reconocido por los Estados Unidos. En sintonía con esto, el viernes pasado tuvimos la novedad que Biden invitó a Argentina y Alberto Fernández a una Cumbre sobre la Energía y el Clima a celebrarse el 17 de septiembre junto a líderes del G20.
Argentina por su propio peso y liderazgo de ideas, porque no es tanto el liderazgo en términos materiales está ganando lugar en los debates entre las principales potencias. La voz de Argentina y en este caso de Alberto Fernández empieza a ser escuchada en otras latitudes. Por otro lado, en un marco mundial atravesado por la disputa entre China y Estados Unidos el espacio que está logrando alcanzar el país puede significar un punto positivo, siempre y cuando se trabaje en ello y, también, se trabaje en conjunto con cada uno de los países de la región.
En ese marco Alberto Fernández planteó la posibilidad de cambio de deuda por acciones climáticas. Lejos está de aquellas ideas que algunos se atreven a plantear, la de cambiar naturaleza, montañas o la propia pampa húmeda, sino acciones climáticas. En ese sentido es importante la pregunta por cómo mejoramos las acciones de producción de nuestros países, cuando los grandes estados ya lo han hecho a cambio de una contaminación a mansalva. No han tenido los problemas que se les presentan ahora. Con la soga al cuello, en nuestros días, están planteando que los demás países se sacrifiquen con el fin de continuar su propio desarrollo. El mundo es uno sólo y las grandes potencias lo tienen claro. Justamente, lo que plantea Alberto Fernández es precisamente que las DEG (Derechos Especial de Giro), un activo de reserva internacional del FMI para complementar las reservas oficiales de los países miembros se destine a incentivar las acciones climáticas y potenciar el desarrollo. En sus propias palabras
“Necesitamos, que los organismos regionales de desarrollo comprometan al menos el 50 por ciento de su cartera de préstamos a acciones ambientales” y agregó “Necesitamos capitalizar a estos organismos regionales de desarrollo, pienso en el BID, pienso en la CAF, sea a través de un apalancamiento de los Derechos Especiales de Giro para potenciar su capacidad crediticia, sea a través de una nueva inyección de capital cuyo puntapié inicial, esencialmente, debe estar dada por los países más desarrollados” y también dijo “Necesitamos aplicar la emisión de los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional a un gran pacto de solidaridad ambiental, que incluya esencialmente a países de bajos ingresos y renta media”
En síntesis, resulta valioso plantear que hay que apropiarse de esas herramientas, ser creativos en las acciones y usar los posibles mecanismos financieros para que los países puedan desarrollarse con tecnología, energía renovable y energías limpias en pos de nuestro propio progreso.
Foto cabecera: Télam