El joven fue asesinado en Villa Gesell el 18 de enero de 2019 por un grupo de rugbiers a la salida de un boliche. Hay 8 detenidos en espera del juicio oral que se desarrollará el año que viene
Por Diego Adur
Fernando Báez Sosa tenía 18 años. Había ido a vacacionar a Villa Gesell. Una noche, a la salida del boliche ‘Le Brique’, ubicado sobre la calle principal de la ciudad, fue interceptado por un grupo de adolescentes que lo atacó y lo mató a golpes y patadas. La conmoción por el asesinato del adolescente se propagó rápidamente por todo el país.
Aquellas semanas posteriores al hecho, vimos en los diferentes medios de comunicación y en redes sociales cómo se repetían una y otra vez las imágenes de la paliza que terminó con la vida de Fernando. El homicidio fue cometido por un grupo de rugbiers que estaban en el mismo boliche que la víctima y habían tenido una discusión con él dentro del lugar. El brutal crimen despertó la indignación de toda la sociedad, tanto por la violencia del ataque como por la cobardía de hacerlo en masa contra una persona sola.
Por el asesinato de Fernando están en prisión preventiva en la Alcaidía N° 3 de Melchor Romero, en La Plata, Máximo Thomsen, Ciro, Luciano y Lucas Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz, todos de entre 19 y 22 años de edad al momento de los hechos. Todos ellos deberán enfrentar el juicio oral que se llevará a cabo en enero del año próximo a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Dolores. A lo largo de estos 2 años fueron sobreseídos Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi, de 19 y 20 años respectivamente, quienes estaban acusados de ser partícipes necesarios del hecho.
Los asesinos, además del nivel de violencia y agresión con la que le quitaron la vida a Fernando, se mostraron totalmente impunes ya que después del crimen se fueron a desayunar a una casa de comida rápida, como si nada hubiera pasado. En un allanamiento posterior en la casa que los rugbiers estaban alquilando, encontraron una zapatilla con sangre que se correspondía con una de las huellas que tenía Fernando en su rostro. La patada que terminó con la vida del joven fue propiciada por Thomsen, el líder de la banda.
Ceremonia en homenaje a Fernando
Este martes 18 se realizará en el sitio donde tuvo lugar el asesinato un acto conmemorativo por los 2 años de la muerte de Fernando. Su padre, Silvino Báez, y su mamá, Graciela Sosa, asistirán para recordar a su hijo y reclamar justicia: “En homenaje en el segundo aniversario del asesinato de nuestro hijo, Fernando José Báez Sosa, el 18 de enero de 2022 hacemos una convocatoria en Paseo 102 y Avenida 3, donde se celebrará una oración interreligiosa por la paz, por la justicia y contra la violencia. Esperamos contar con la presencia de todas las personas que nos quieran acompañar ese día tan difícil para nosotros, muchas gracias a todos por el apoyo que siempre nos brindan”, expresó la familia en un comunicado. A partir de las 19hs, frente al boliche ‘Le Brique’, comenzará la ceremonia de la que participarán representantes de las diferentes religiones.
El proceso judicial que tendrá lugar recién el año que viene -con fecha de inicio el 2 de enero de 2023- será llevado adelante por el TOC 1 de Dolores, integrado por la jueza María Claudia Castro, y los jueces Christian Rabaia y Emiliano Lázzari. Seguramente, la Fiscalía a cargo de Juan Manuel Dávila pida la prisión perpetua para los acusados por el delito de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”.
Mientras tanto, los responsables esperan en prisión preventiva en la Alcaidía Departamental N° 3 de Melchor Romero, en la ciudad de La Plata. Vale decir que no se trata de una prisión. Los 8 acusados tienen acceso al patio de recreación 1 hora al día. Los talleres y demás actividades están suspendidas por la pandemia de Covid. Las familias de los culpables pidieron el traslado hacia otra penitenciaría, pero no se les otorgó.
¿El Rugby es malo?
Lo cierto es que la muerte de Fernando dos años atrás ha devuelto el debate sobre si el Rugby es un deporte violento en sí mismo y si, en ese caso, puede hacerse algo para revertir esa situación en los jóvenes y adolescentes que lo practican. No es la primera vez que escuchamos sobre el ataque de jugadores de rugby contra personas indefensas. Esta vez, las palizas y agresiones a las que nos venían acostumbrando terminaron con el peor escenario posible; el asesinato de Báez Sosa.
Para remontarnos a un antecedente similar hay que situarnos 16 años atrás cuando tres rugbiers correntinos asesinaron a Ariel Malvino en Ferrugem, Santa Catarina, Brasil. El 19 de enero de 2006, el joven de 21 años estaba intentando separar una pelea, pero de pronto pasó él a ser el agredido: Andrés Gallino, Horacio Pozo y Eduardo Braun Billinghurst, tres jóvenes rugbiers de Corrientes, lo mataron. Lamentablemente, el caso de Malvino aún espera justicia.
Varios sociólogos, psicoanalistas y demás especialistas se han expresado sobre las brutales formas de agresión que presentan estos grupos de jóvenes que comparten una característica: ser rugbiers. Las metodologías suelen ser muy parecidas. Cualquier excusa es suficiente para iniciar la pelea. Se suma toda la patota y atacan en masa. El comportamiento, quitando el componente violento, es similar al del deporte, donde también las jugadas se hacen de manera coordinada y cooperativa. Las peleas fuera de los boliches son un aspecto que siempre ha llamado la atención de madres y padres preocupados por sus hijos e hijas. La enorme cantidad de rugbiers que participan de estos conflictos también es llamativo.
El psicoanalista Ricardo Rubinstein explica de qué manera se desarrolla este instinto de manada que parece no tener límites: “El problema es que cuando ocurren estos episodios, la responsabilidad de cada sujeto se diluye en el conjunto, nadie se siente responsable. Eso facilita las acciones violentas y la sensación de impunidad, que se agrava con la ingesta de alcohol que quita un freno a la descarga agresiva”, agrega.
Por su parte, el sociólogo Diego Murzi se refiere a la cuestión de clase y el sentido de la masculinidad que se hace presente entre quienes practican este deporte: “El rugby tiene una imagen de deporte puro para muchos sectores de la sociedad, está ligado a la masculinidad y a los sectores dominantes. Hay una construcción de ‘nosotros’ contra un ‘otro’, por eso andan siempre en grupo, reivindican siempre un valor de clase. Tiene que ver con la masculinidad, un nosotros que es el sujeto hegemónico, el ‘macho’, el hombre blanco y heteronormativo, que busca diferenciarse del ‘negro’ o del ‘gay”, subraya.
Esto no quiere decir que todas las personas que juegan al Rugby sean violentas y busquen pelearse porque sí en cualquier situación. Son indicios que es importante reconocer y analizar para prevenir posibles ataques o comportamientos agresivos. Las redes sociales, el contexto, la educación y las familias son aspectos determinantes para definir la violencia que pueda llegar a desarrollar o no un chico. Para Laura Spaccarotella, psicóloga que se especializa en deportes, no hay “una relación entre rugby y violencia. Esto tiene que ver con personas que tienen conductas alteradas, que pueden llevar a consecuencias fatales”. Y agregó: “Tenemos que hacer prevención, programas educativos en el deporte, en las instancias de formación. No podemos generalizar, son cosas para trabajar, no hay que demonizar los deportes de contacto”.
En definitiva, es imposible generalizar y aseverar que todas las personas que practican rugby son violentos y potenciales asesinos. Sí podemos percibir conductas típicas que se producen por la mecanización de ciertos aspectos del deporte. Lo fundamental es trabajar dentro de cada grupo humano para evitar que se fomente la violencia hacia adentro y hacia afuera. Que no haya más asesinatos por peleas sin sentido. Que no haya más Fernándos Baéz Sosa. Y que se haga justicia.