El Saocom 1-B obtendrá y emitirá imágenes de muy buena calidad e información sobre los niveles de agua del suelo, fundamental para el agro, y además, permitirá obtener información sobre la presencia de buques en zonas de jurisdicción argentina.
El satélite argentino de observación Saocom 1B, lanzado esta noche al espacio por un cohete Falcon 9 de la empresa SpaceX desde el centro espacial de Cabo Cañaveral, Estados Unidos, estaba previsto en el plan estratégico que la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) diseñó en 1994.
Construido sobre la infraestructura del Cóndor II que no fue desguazada y reteniendo a parte de los investigadores de la disuelta Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), en la Conae confluyeron también científicos que venían con experiencias en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la empresa estatal rionegrina Invap.
El Saocom 1-B obtendrá y emitirá imágenes de muy buena calidad e información sobre los niveles de agua del suelo, fundamental para el agro, y además, permitirá obtener información sobre la presencia de buques en zonas de jurisdicción argentina.
El gerente de Proyectos Satelitales de Conae, Fernando Hisas, contó a Télam que en febrero de 1994 se hizo cargo de la Comisión Conrado Varotto que lo conocía de Invap, donde él había sido jefe de la división electrónica.
“En ese momento yo me había ido y estaba trabajando de manera privada en Buenos Aires, pero cuando Varotto me presentó el proyecto y la idea de desarrollar un plan espacial en Argentina no pude evitar la tentación y me prendí”, recordó.
Hisas agregó que “se empezó a trabajar en la redacción entre marzo y abril de 1994 que es el momento en el que yo me estaba sumando. El 18 de julio murió Mario Gulich, que era una de las personas importantes del equipo, y en noviembre de ese mismo año el entonces presidente Carlos Menem aprobó este plan estratégico, que ya incluía al Saocom, y comienza la historia de la Conae”.
El ingeniero subrayó que “hubo una historia previa, de hecho el plan espacial arranca con un proyecto en marcha que era el SAC-B, que se lanzó en 1996, y cuyo desarrollo venía de antes del nacimiento de la Conae con grupos de trabajo que se integraron al nuevo organismo”.
“Si uno mira el inicio del camino y el recorrido de la Conae, queda claro cuán importante fue la cooperación con la NASA, que fue clave para aprender a gestionar este tipo de proyectos”, añadió.
Hisas puntualizó que “ese camino empieza con el SAC-B que se lanza en 1996, y sigue con el SAC-A que se lanza en 1998, dos satélites chicos con un enfoque científico muy importante para el desarrollo de recursos humanos y capacidades en una ruta de aprendizaje”.
“El SAC-C, que se lanzó en el 2000, fue el primer satélite argentino de teleobservación que era más grande y un desafío de desarrollo más interesante. Como tal integró una constelación de satélites de la NASA donde estaba el LEO-1, un satélite muy importante para los estadounidenses porque se probaron nuevas tecnologías que después se aplicaron en la serie Landsat”, enfatizó.
“Al estar en la misma constelación estuvimos trabajando en conjunto con el equipo del LEO-1 y eso también fue importante para el aprendizaje de cómo se planteaba y diseñaba una misión de teleobservación”, completó.
El funcionario, que es manager del proyecto SAC-D Aquarius -que el organismo argentino realizó en cooperación con la agencia espacial estadounidense (NASA)- remarcó que “en 2011 vino el lanzamiento del SAC-D Aquarius que era básicamente una misión de teleobservación, pero tenía un objetivo científico importante como relevar por primera vez la salinidad oceánica. Fue una misión de tres años en los que se recopilaron muchos datos en los que trabajaron más de cien investigadores argentinos y de todo el mundo”.
Hisas explicó que “esta misión, como las anteriores, se planteó en un esquema de cooperación con la NASA en el que Argentina construyó la plataforma satelital, la agencia estadounidense la ponía en órbita, desde Argentina se la operaba y la carga útil era compartida. Y en el caso del SAC-D el instrumento que sumó la NASA fue justamente el Aquarius al que le sumamos varios instrumentos complementarios”.
“En todo este camino hubo también una evolución tecnológica porque con cada misión íbamos ganando en complejidad, en compromiso y en integración nacional de partes”, resaltó.
El ingeniero ejemplificó que “en los primeros satélites tuvimos que recibir, en el marco de la cooperación internacional, los paneles solares. En el SAC-C, parte de la construcción de los paneles solares se hizo en el país, y para el SAC-D Aquarius y el Saocom se hicieron completos acá a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)”.
Hisas, responsable del Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (Siasge) en cooperación con la Agencia Espacial Italiana (ASI), agregó que “así como la NASA estuvo desde el principio y conoció el trabajo hecho y la calidad y la evolución del equipo humano, la verdad es que así también estuvo desde el primer día. Incluso participó de toda la serie SAC y en ese camino la Conae le planteó a los italianos el desarrollo en conjunto del Saocom para constelación Cosmo-SkyMed y en 2005 se firma el acuerdo por el Siasge”.
“El lanzamiento del Saocom 1B lo veo como el fin de una etapa en mi vida. Lo ví nacer y lo ví realizarse, y con mis 63 años no veo que vaya a protagonizar el Saocom 2, y está muy bien que así sea”, reflexionó el ingeniero.
Agregó: “Antes de jubilarme pienso dejarle la gerencia a gente joven que le aporte una nueva vitalidad y una nueva energía con nuevas ideas, porque estoy seguro que eso es lo mejor para la Conae y para el proyecto, y pasaré a ser alguien dispuesto a aconsejar cuando crean necesaria la consulta”.
“La gente joven tiene que poder dar un paso adelante sin esperar a que alguien se retire”, concluyó.