“Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Palabras pronunciadas por el presidente Salvador Allende, en su última alocución [Radio Magallanes] al pueblo chileno el fatídico 11 de septiembre de 1973, día en que una irrupción golpista puso fin al Gobierno popular y a su propia vida.
Por Roberto Candelaresi
Chile: ¿la esperanza del camino por la alameda o la transición a un nuevo paradigma?
Marco de referencia
Nuestro (sub)continente se mueve dentro de una situación pendular, tanto en la dirección ideológica de sus proyectos, cuanto por la recurrencia de los liderazgos fuertes que las expresan, pero que significa a su vez, cierta endeblez institucional que no siempre se puede sobreponer la desaparición (dejar el poder) de esos elencos gobernantes. Es por ello que no es un signo de fortaleza política o cultural, sino todo lo contrario. De hecho, los personajes fuertes (líderes convertidos en actores cruciales) se alejan en una fase de relevo institucional, que no siempre puede estabilizar el movimiento. Dirigentes fuertes, instituciones débiles.
Desde algunas corrientes de la ciencia política, esos fenómenos se ven como explicativos de la transformación delegativa, plebiscitaria y populista de la democracia, en definitiva, como déficit del sistema republicano, o deterioro de la democracia misma. Algunos estudios sugieren que la calidad democrática de los líderes depende del grado de institucionalidad de los partidos. En ausencia de esta, los líderes con autonomía convierten al sistema en una mera extensión de su liderazgo. Para solucionar las imperfecciones del sistema de partidos, se intenta enmendarlas con altas cuotas de popularidad (con lo que el/la dirigente obtiene más autonomía y lo/la posicionan por encima de las instituciones).
Atrás de esta lógica, está la firme creencia en que la concentración de poder es garante de la gobernabilidad, sin embargo, cuando las instancias de representatividad están debilitadas, a los ciudadanos no les quedan más opciones que confiar en sus líderes.
Bajo estas premisas, que nuevo tipo de liderazgo es el que está emergiendo en Chile con la irrupción del juvenil presidente, en una sociedad, que, a diferencia del resto de sus vecinos, durante su era democrática (postdictatorial), mantuvo férreamente la formalidad de sus instituciones, en una sucesión ordenada de relevos con distintos signos ideológicos -al menos nominalmente–, y, con un sistema de partidos tradicionales que soportaban y parecían representar al pueblo chileno.
Cuando toda esa apariencia se astilló en los últimos años, se generó una inevitable demanda revolucionaria de la estructura legal de la nación, y puso en crisis a los partidos mencionados, creando otras representaciones. [Para la juventud universitaria –lo dicen estudios ad hoc–, los partidos políticos tradicionales en Chile comparten un denominador común: son incompetentes]
¿Estaremos frente a un líder que, ante la crisis y cambio institucional, adoptará conductas como las antes descriptas, de ampliar su liderazgo por encima de las nuevas y frágiles instituciones o sobre las viejas y debilitadas? O, presentará un nuevo ejemplo de conducción y el respeto institucional duradero. Siendo su gobierno transicional (según nuestra opinión), el impacto en Chile y su ejemplo se proyectará a la región toda. Estas proposiciones y las dudas emergentes, nos motivan a analizar esta cuestión en el presente artículo.
Introducción
El sistema más elogiado por las derechas latinoamericanas, el llamado “oasis latinoamericano”, finalmente llegó a su fin. El hito inicial del desenlace lo podemos ubicar en la noche del 18 de octubre de 2019, cuando se dio el estallido de la rabia contenida durante años. Tras décadas de invisibilización, el reclamo de cambio del sistema, el hartazgo del “Estado subsidiario”, que solo protege la función del mercado y no responde por los servicios básicos, todos en manos de privados, emergió con toda potencia a la superficie.
Mas allá de la represión ordenada por el expresidente Piñera, la movilización se mantuvo, solo menguada en el espacio público a partir de la extensión de la pandemia, pero febril en todos los ámbitos que acogieron sus reclamos, preferentemente las universidades. Así se arribó a este tiempo de transformación en Chile, de la mano del actual presidente.
Estratégicamente al flamante mandatario le espera un gran desafío: devolverle a su pueblo lo que le han negado durante muchos años y derrumbar una usanza fascista y neoliberal para construir nuevas subjetividades de abajo hacia arriba. Los pueblos vuelven, ya no como extras, sino como protagonistas de su propia historia. En lo operativo e inmediato los retos que enfrentará en La Moneda son la conducción del proceso constituyente –que lo someterá a un prematuro test de popularidad– y empujar una agenda de cambios en un complicado escenario económico. Mas abajo los desarrollamos.
Los pueblos vuelven, ya no como extras, sino como protagonistas de su propia historia”
A su favor, Borić puede exhibir una gran fortaleza pues asumió con el apoyo popular intacto, pues es evidente que mantiene el contacto cercano con la ciudadanía, que refrenda todo el poder que le da la gran votación que tuvo en la segunda vuelta. En lo institucional otro baluarte es haber consolidado un espacio con parte de la ex Concertación, al integrar sectores de centroizquierda y de izquierda de esa fuerza política como aliados directos.
Instalándose en el poder
Un joven y militante Gabriel Borić en la presidencia del país trasandino, producto de un proceso político inédito que comenzó con las protestas mencionadas, insurrección sostenida a despecho de la ferocidad de los carabineros, y, culminado con una votación harto concurrida y masivamente favorable a su elección, generó naturales expectativas en todo el continente, particularmente porque representa un cambio profundo al menos en el plano ideológico, en tanto promete un programa inclusivo y progresista. Ha proclamado (siendo candidato): “Si Chile fue la cuna del neoliberalismo también será su tumba”.
La tarea del cambio no es menuda. Comienza su mandato con un congreso muy fragmentado y sin mayoría parlamentaria. Es sin embargo esperable, que, si el pueblo revalida la nueva constitución mecanizado por un “plebiscito de salida” (su desafío es activar para la refrendación), tendrá desde mediados de año, una nueva base jurídico-política para emplear nuevas facultades y proyectar a futuro.
Mientras, debe garantizar que el orden debe ser mantenido con diálogo y atención, que esa sea la nueva “normalidad”, no la represión salvaje para restaurar el orden abusador como hasta ayer. Según la propuesta constituyente, Chile será un “Estado regional, plurinacional e intercultural, conformado por entidades territoriales autónomas, en un marco de equidad y solidaridad entre todas ellas”.
Visiones panorámicas
Compartimos la prevención del profesor Atilio Borón, en el sentido de que la nueva Carta Magna, debe contener todas aquellas aspiraciones por la que en el plebiscito del 2020 la gente mayoritariamente se expresó, repudiando la constitución fascista de Pinochet, pues de quedar a medio camino, y esto es porque el poder constituyente y popular se relativizó por la presencia de fuertes y experimentados representantes de la derecha (todo el sistema de partidos anterior tuvo esa tendencia, incluso los llamados de izquierda fueron muy moderados para encarar reformas), que aunque en minoría, tratan de mediatizar los cambios que se proponen a debate. Entonces, de no ser tal como las masas populares desean, la nueva constitución en el plebiscito de salida, puede tener menos respaldo que originalmente. Si eso ocurre (algo así sucedió en Colombia, cuando se rechazó el Acuerdo de Paz), se perpetuaría aquella ley fundamental ultraconservadora y represiva [el fantasma de Pinochet].
La grieta que marcó la polarización en el ballotage entre Borić (56%) con su coalición de izquierda (aunque despojada de toda liturgia tradicional de ese signo) Apruebo Dignidad, y la alianza conservadora neoliberal liderada por el ultramontano José Antonio Kast (44%), se agrava dada la alta fragmentación partidaria en el parlamento; 22 partidos con entre 7 y 19 legisladores, lo que, además, superficializa la crisis en el sistema de partidos.
Ello representa un problema operativo para gestionar, Borić deberá negociar con muchas fracciones para conseguir mayorías necesarias (aunque contingentes) para aprobar los ejes estratégicos de su programa, lo que redundará en un seguro desgaste. Como politólogo no puedo dejar de señalar junto a mi colega Marta Lagos, que el gran éxito de Kast (perdió pero consolidó una porción muy importante del padrón, capital político que la derecha y centro derecha utilizarán para erosionar y mantenerse como opción), se debió en gran parte, a la aplicación de lógicas de campañas que comentamos en nuestras columnas con mucha frecuencia, esto es, el uso intenso de redes y canales de comunicación con fake news, y el empleo de bots para replicarlas, aprovechando que gran parte de la sociedad chilena (como tantas otras) se encuentra desinformada de la política. Las campañas que atemorizan inducen a votar a personas “confiables” y no a programas, como resultado de esas percepciones dicotómicas.
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El desafío del nuevo gobierno, al tenor de la promesa del propio Borić es; “construir un país más justo, más digno y más seguro” … “con hechos concretos” tal el clamor popular de los últimos años, que se sintetiza en grandes metas como: nacionalizar las jubilaciones (AFP); salud y educación gratuitas y de calidad; control estatal de los recursos estratégicos (hasta el agua está privatizada), en definitiva, poner fin al régimen neoliberal de los últimos 50 años, revirtiendo las políticas de Estado y adoptar un modelo alternativo.
Según la socióloga Paula Klachco [Red en Defensa de la Humanidad], la insurrección chilena es popular y espontánea y por tanto irreversible, puede haber naturalmente avances y retrocesos, nunca es un proceso lineal, pero nunca ya un retorno al pasado. Y nosotros, comparándolas con la protesta social argentina, también las diferenciamos dado que las masas transandinas están des corporativizadas, no responden a organizaciones, son simple “pueblo”. Han confrontado a las fuerzas represivas, al gobierno y al propio Estado, pues no se sienten contenido por él, es un bloque masivo que se articula en todo el país, de norte a sur, por eso fueron capaces de desbordar las instituciones y desafiar al poder establecido. Sus contendores: gobiernos y políticas neoliberales y, las corporaciones transnacionales que se han apropiado de los bienes sociales y naturales chilenos.
Borić, asumió el compromiso de toda esa lucha, lo que lo transforma en un programa muy ambicioso, y como ya dijimos, aún con sus aliados ‘naturales’ no tendría quorum propio en ninguna cámara. Escenario que le plantea una debilidad de gobernabilidad. Otro tema difícil, es la puesta en marcha eficiente del Estado para sus políticas públicas, y ello en razón de una lenta y farragosa burocracia, la ausencia de estadísticas actualizadas, o datos de la ciudadanía para interactuar, todo lo que complicará la ejecución de los proyectos y programas, aunque la dirección política la ocupe gente técnica y profesionalmente muy capacitada, como tiene en efecto el presidente en su equipo. Debe lograrse la sintonía necesaria.
Tareas y contradicciones
La enorme tarea de cambiar una sociedad radicalmente injusta, recuperar la administración de los recursos naturales – hoy en manos de corporaciones extranjeras –, y, desacomodar la asignación actual de recursos económicos de la nación para redistribuir cargas y beneficios, es una cuesta elevada, particularmente porque en el régimen constitucional chileno, no existe la figura pívot del vicepresidente.
En su propia formación, y quienes han financiado su (ahora meteórica) carrera, encontramos algunas ONG que están vinculadas al gobierno estadounidense, por lo que podemos colegir que su pensamiento ha sido, si no moldeado, influenciado por la ideología dominante desde aquel imperio. Ello explica la alineación que se vislumbra con sus invitaciones y algunos discursos, que trasuntan -por ejemplo, en materia de DDHH-, cierto sesgo de parcialidad [Buenos/malos; Amigos/enemigos; Patriotas/terroristas, etc., según si concomiten intereses con la potencia o no].
Por otra parte, como apunta Borón, si bien el novel presidente proclama un discurso contestatario, por los mismos elementos que incluyó a su equipo de gabinete (ignoramos si por propia iniciativa o motivado por sugerencias de terceros), trasunta una tendencia hacia la centroderecha, particularmente si juzgamos a partir de dos áreas decisivas para definir el posicionamiento ideológico de la conducción de un país, tales como las carteras de Relaciones Exteriores y Hacienda cuyos titulares son pro OEA y neoliberal ortodoxo respectivamente. Si lo que se pretende es un cierto reformismo, apreciamos cierta incoherencia política en el arranque. Mas allá de que logre un cierto equilibrio designando líderes reformistas en el área de cultura, o de derechos civiles, los pesos pesados se definirán en el área económica (Fondos de pensiones, explotación de recursos naturales, minería privatizada, etc.) y no se avizora progresismo al menos en los responsables de esas políticas.
El gabinete en cuestión está formado de un modo “ecléctico”, ya que, para darle un carácter plural, integró su colegiado con representantes que no solo provienen de los partidos de su coalición, sino de otros e independientes, esto suponemos también como para compensar la falta de mayoría parlamentaria y apuntalar su propia gobernabilidad. Otra característica distintiva, es que se compone en modo “pseudo-paritario”: 14 mujeres y 10 hombres.
¡Es la economía, estúpido!
El horizonte económico tampoco se presenta despejado ya que el actual presupuesto (aprobado naturalmente el ejercicio anterior) con el que comenzó a gobernar fue recortado drásticamente por Piñera, sin perjuicio de la situación social o sanitaria especial. La salida a esta escasez de recursos naturalmente es el aumento de impuestos a las empresas, pero ya sabemos que, en toda economía fuertemente concentrada, las corporaciones nacionales o extranjeras (poder real) con sus socios mediático-propagandísticos ofrecerán una resistencia impar. La única salida será la fuerza de la presión popular, por lo que deberá subyugar a las masas para que lo acompañen a través de su mandato (recuérdese la imprevisibilidad del pueblo, manifiesta por ejemplo en la votación para legisladores, que no repitió los guarismos de la convencional constituyente, donde claramente ganó la progresía o lo no tradicional, por eso en el congreso no tiene mayoría asegurada).
Esto último, nos lleva a otra reflexión; las decisiones resultantes de la Convención Constitucional que se plasmarán en la nueva carta (si se aprueba), son productos de un cuerpo donde los partidos políticos no prevalecen, la mayoría son independientes o de partidos nuevos, sin mucha experiencia en la lucha por el poder, por eso, algunos expertos como Marta Lagos dicen que: «Desde la perspectiva de su composición política, la característica central de la CC es que es apolítica», lo que a su vez deriva en la conclusión de que es muy difícil predecir el texto final, pero como sea, aquellas disposiciones marcarán los momentos políticos cuando se deban reglamentar las leyes prescriptas. Otra prueba a superar.
El escenario, no obstante, será perfilado conforme al desarrollo de la batalla cultural que ya se está librando, pero la lucha es ardua, dado que el neoliberalismo dejó su impronta durante ¡casi 50 años! La desconfianza de gran parte de la población (especialmente capas más jóvenes) a todo sistema estatal es un dato. Otro dato a considerar como variable de la situación chilena, es que la porción de ciudadanos que no concurre a las urnas por desidia o mera voluntad, es enorme, alrededor del 45% del padrón. Ello desde que la votación dejó de ser obligatoria por ley. Nosotros agregamos que, el desestimulo al sufragio promocionado desde la derecha, tiene sus fundamentos en la constatación empírica y reiterada, –al menos en el sistema chileno–, de que, cuando aumenta la asistencia en las elecciones, la izquierda cosecha mayor caudal de votos.
Agenda Operativa para el Mundo y la Región
En cuanto al plan anunciado en materia de “exteriores” que formulara Juan Ignacio Latorre, de su mismo espacio, Apruebo Dignidad [Frente Amplio], pero como ya dijimos, conducirá la canciller Antonia Urrejola del Partido Socialista (impronta feminista de su gobierno), tiene para con Latinoamérica, una tarea colectiva cuya agenda incluye: las migraciones, la crisis climática, el crimen organizado y el narco, “la crisis político-humanitaria venezolana” y la cooperación frente a la pandemia. Esto expresa ideas generales de Borić: derechos humanos, ecologismo y migración. No es esperable un impacto en realineamiento geopolítico regional, tal como otras experiencias, y por los motivos que ya señalamos.
En la esfera económica, Chile tiene un paradigma productivo y comercial, que desde hace años, mira al Pacífico. Prefiere –entendemos – el dinamismo de ese mercado, a las incertidumbres que suelen reinar en el espacio geográfico latinoamericano. Sus principales socios son de la cuenca pacífica, incluyendo la costa oeste de EE.UU.
Una Gestión Moderada
Sin dudas, el cambiar de un plan de negocios (S. Piñera) a un proyecto político inclusivo (Borić), tendrá su impacto positivo para el progresismo regional, pero como hemos apuntado, por la correlación de fuerzas, la transformación que logre producir el nuevo gobierno será moderada. Pero, aun así, comienza una transición política en Chile que se desprende del fantasma de la dictadura.
Algunos especialistas creen (y nosotros compartimos), que su moderación y corrimiento hacia el centro, tiene su raíz no solo en concitar adhesiones de centristas y desconfiados para lograr su éxito en la 2da vuelta, sino también ahora en el poder, en llevar al país a cambios socioeconómicos graduales y evitar – en lo posible – los embates más duros del neoliberalismo (actores del poder real).
Los vínculos vecinales
La Argentina será la más importante relación externa, según anticipa la canciller. Existe una sintonía entre la izquierda chilena y el peronismo/kirchnerismo, especialmente por el antecedente común de suceder a gobiernos de derecha liberal, por lo que se descuenta que la relación será de coordinación y cooperación, tanto en el plano diplomático cuanto en el económico, con potenciales grandes proyectos [litio]. El único punto de duda es la futura gestión de la vicecanciller chilena, Ximena Fuentes, que “siendo de carrera”, estuvo el año pasado involucrada en la pretensión de extender la plataforma marítima austral chilena, sobre aguas argentinas.
Dada la inestabilidad – lamentable – del presidente Pedro Castillo en Perú, no se espera grandes cambios en la relación bilateral, seguirá el equilibrio en cuanto a la paz y seguridad, y algún esfuerzo de coordinación comercial, ya que ambos países pertenecen a la Alianza del Pacífico, espacio prioritario según definió Borić para Chile.
Con Bolivia, confrontados por su mediterraneidad forzada tras la derrota de fines del siglo XIX, tienen ahora otra disputa fronteriza por el curso de agua del río Silala, que tal vez enturbie lo que podría ser un lazo mucho más afín, dada su afinidad ideológica de base de ambos gobiernos.
Respecto a Washington – que no es vecino, pero está muy cerca –, nada hace prever que en esa capital haya alguna inquietud por la nueva administración transandina. Todo lo contrario, las críticas de Borić hacia los liderazgos venezolanos y cubanos y sus economías, conformaron seguramente al equipo de Biden. Son conscientes que, luego de tantas décadas de mentalización y acostumbramiento al predominio del mercado, esta nueva gestión en Santiago, dista muchísimo de aquella que encabezó Allende con la Unidad Popular en los ’70, y a la que Estados Unidos puso tantos recursos en contra para derrocarla y pulverizar sus logros, siendo por ello, el actor determinante del destino chileno, más que su oligarquía o la jerarquía militar vicaria.
Un dato que no puede soslayarse es que casi medio siglo después del golpe, la nieta de Salvador Allende, Maya Fernández, es la ministra de Defensa del gobierno de Gabriel Borić. Entendemos esto como expresión del proceso insurreccional y de las luchas populares contra el neoliberalismo, que entronizó a la alianza de izquierda en el poder formal, y una posibilidad de vindicta histórica para aquel prócer.
Un punto de eventual pugna que tanto EEUU como Canadá pueden presentar, se refieren al incremento de regalías mineras y de otros recursos explotados por extranjeros (en su mayoría) para financiar el postergado gasto social, de salud y educativo, preanunciado por el presidente chileno. El escenario actual es de una profunda crisis de hegemonía estadounidense, por lo que descontamos que los norteamericanos presionarán con todo su influjo para debilitar la influencia y la presencia económica de China en el país trasandino, que ensombrece su hegemonía en el país y en la región.
La Economía
La designación de Mario Marcel, ex titular del Banco Central, en Hacienda, dio una clara señal de continuidad en el manejo macroeconómico, al funcionario se lo reconoce comprometido con causas progresistas, pero goza también de mucha confianza del establishment económico, esto quedó demostrado con la tranquilidad de todos los mercados (bursátil, cambiario, materias primas, etc.), antes, durante y posterior a la transición del mando. Su presencia en ese rol, asegura que, si bien el presidente busca hacer cambios profundos, quiere – con toda lógica – que se hagan de manera ordenada y sostenible. Hubo claramente una labor explícita por parte de Borić y su equipo, por aplacar la incertidumbre de los electores que no lo votaron. Su éxito se verificó por el cambio de clima, en el sentido que la situación en los grupos de poder es de mucha expectativa, pero con ánimos calmados por las señales emitidas desde el Ejecutivo (sobriedad y designaciones de “moderados”).
Contexto Internacional Desafiante
Al inicio del mandato, enfrenta un escenario complejo que lo excede: la guerra en Ucrania y la crisis económica son factores externos que condicionarán la primera etapa de su gobierno. A su vez, esa agenda externa por lo que sucede en el mundo, que complica los mercados, sumado a los efectos devastadores globales de la pandemia, puede posponer o atenuar las expectativas del cambio de las mayorías.
Sin embargo, debe asegurar la suficiencia de recursos para afrontar la expansión de derechos prometida [reformas en lo social], porque más temprano que tarde, sus electores lo exigirán, y, dado que el contexto económico no sería muy favorable a aumentar los gastos, seguramente irá por una reforma tributaria para obtener aquellos fondos. La discusión que se viene por aumentar la recaudación, deberá ser simultánea a las políticas de reactivación económica del país, luego de y a pesar de, los padecimientos citados.
Como sabemos desde las ciencias sociales, el primer trimestre de la gestión de un nuevo gobierno triunfante y con todo el poder político por su legitimidad y apoyo popular, es crítico para instalar todas las discusiones cruciales de su proyecto político o Plan de Gobierno. Ello, sin perjuicio de ocuparse de los temas urgentes y contingentes de la agenda (crisis migratoria, problemas de la Araucanía, y cuestiones de Sanidad). Por todo ello es indispensable también un dialogo constante dentro de la coalición de gobierno y eventuales aliados para que sumen su apoyo al programa (especialmente cuando se trata de un proyecto transformador, que implica la afectación de derechos y privilegios de algunos sectores). Es clave entonces que resuelva los conflictos internos siendo capaz de procesar las diferencias, y sostener así la unidad de acción. La incógnita en este ámbito surge por la falta de práctica de negociación y búsqueda de consensos, por parte de muchos dirigentes y funcionarios que no vienen de la praxis política.
Medio Ambiente Local
La agenda en la opinión pública, estará repartida con el desarrollo y las tensiones de la Convención Constitucional, dado que allí realmente se cuecen los verdaderos instrumentos del cambio, muchos de los cuales fueron promesas de campaña de la coalición gobernante para la auténtica Reforma. Se trata no obstante, de que el gobierno no interfiera en el proceso de innovación de la ley madre y solo se limite a facilitar la labor legislativa convencional, a diferencia de la gestión saliente que no apoyó esta faena.
Siendo Borić el representante de la opción del cambio, en el plebiscito que refrende o rechace el nuevo texto constitucional, él será evaluado en su gestión a modo de test (aunque este no sea en absoluto el propósito), y su resultado incidirá en la opción de avalar o no la carta magna propuesta. Desde ya es necesario para el nuevo presidente que el referéndum apruebe la nueva Constitución (eso afianzaría su legitimidad y evitaría una probable crisis política), pero igualmente debería esclarecerse a la opinión pública con una nítida separación entre el proceso de gobierno, y los resultados de la Convención.
Otras Zonas Grises y Consideraciones
Cerrando este prolongado opúsculo no podemos soslayar por rigor intelectual, algunas características un tanto desconcertantes del rumbo del joven presidente, que, además de las prevenciones de Borón que citáramos al comienzo, otros analistas rotulan también como señales alarmantes en materia de Política Internacional, que se manifestaron aún antes de asumir y que serían:
- Se refirió a otros gobiernos/proyectos políticos latinoamericanos como “fracasos”;
- Exhortó “encarecidamente a los chilenos” a ver un video de V. Zelensky claramente propagandístico;
- No invitó a su jura a algunos gobernantes latinoamericanos, (los mismos que llamó “fracasos”).
La canciller que ya destacamos al principio del trabajo, es una acreditada ex funcionaria de la CIDH, del grupo que ha colaborado con la OEA y Almagro en materia de “derechos humanos”. Esta institución, como se sabe, asocia la modernidad asumiendo la postura de que algunos gobiernos están por encima de los demás y se reservan la “autoridad” para pontificar y calificar a los países en relación a los DD.HH. Retórica y práctica de geoestrategia y dominación, empleada muchas veces para violentar democracias, arrollar soberanías, y aplicar el triste “cambio de régimen”, cuando el hegemón lo determina. Por ello es necesario se descolonice ese ideario servil de los funcionarios latinoamericanos. Se requiere coherencia en la defensa de los DDHH con una perspectiva regional, no influida por potencia alguna.
La invitación al incriminado presidente Iván Duque y al nefasto ex militar vicepresidente de Brasil, habla por las claras con Hechos, no solo señales, de la influencia aplicada desde EE. UU. Como se ve también, la etapa del “Grupo de Lima” [Doctrina Monroe], no ha sido totalmente superada, y contrasta con las acciones y esfuerzos de México, Argentina y otros gobiernos en política internacional, encaminados a la solución pacífica de conflictos y el multilateralismo. En nuestra opinión, no es conveniente para un novel gobierno, seleccionar otros regímenes evaluando su grado de legitimación o no, y tampoco adoptar parcialidades pronunciadas en conflictos ajenos de alto calibre internacional.
El diálogo regional necesario para algún intento de emancipación, es con TODOS, sin exclusiones, y menos por criterios exclusivamente personales. Hacemos votos para que el nuevo líder replantee su mirada en torno a esta cuestión.
Conclusión
Finalmente, durante su primer mandato como presidente de la República, Borić deberá establecer la imagen con la que quiere que se lo perciba desde La Moneda. Lo que necesita desplegar, dicen los analistas, es lo mismo que mostró en las etapas finales de su campaña electoral: la de un líder firme en sus convicciones que, pese a su corta edad y los grandes retos que enfrenta, exhibe como garantía su capacidad de diálogo.
Nuestras expectativas, son que la joven promesa llegue a liderar una izquierda moderna en Chile que pueda eventualmente ejemplificar las transiciones de un régimen neoliberal extremo, hacia un modelo inclusivo y paritario. Que las pautas de gradualismo en cuestiones nodales que, por prudencia él y su equipo acordaron para gestionar, no impliquen renunciar a sus objetivos de una sociedad más justa e igualitaria. En definitiva, no olvidemos que lideró a quienes buscaron una salida institucional y democrática y, por lo tanto, no revolucionaria al estallido social de 2019.
Chile, después de tantos años de inequidad y dolor, merece la oportunidad de esta nueva experiencia.
Marzo de 2022