El sangriento negocio de la guerra

Mientras el grueso de recursos se destine a aumentar nuestras capacidades militares y policiales… nos alejamos de la Paz y la Justicia”.

Pere Ortega

Por: Roberto Candelaresi

INTRODUCCION

Nos proponemos avanzar en el análisis del complejo fenómeno de la lucha por el poder y la hegemonía mundiales, que, al calor de los actuales acontecimientos en Europa, con el involucramiento de una super potencia en un conflicto bélico, puede convertirse en una amenaza para la humanidad. Pero nuestra perspectiva se centrará en el armamentismo global vigente, y la securitización o militarización de la política, como características esenciales de aquellas disputas según nuestra tesis.    

Nuestra premisa parte entonces del supuesto, de que el comercio de armas y tecnologías bélicas que se viene intensificando desde la posguerra fría, es una manifestación del militarismo que ha cooptado las élites gobernantes del mundo todo. A su vez entendemos, que el propio comercio se inscribe en una expresión de la guerra económica que se libra incluso entre potencias aliadas.

En el proscenio de las relaciones internacionales, las potencias proclaman y declaman un ideal de mundo de creciente colaboración social y económica entre instituciones, regiones y países, en apuesta por un paradigma del desarrollo económico y social global. La realidad, no obstante, muestra una salvaje competencia entre gobiernos, donde los grupos políticos y económicos más poderosos del planeta, se deciden siempre por incrementar su poderío militar. Su perspectiva crematística se basa en la lógica que, con la destrucción, emerge como consecuencia la necesidad de reconstrucción; un nuevo ciclo de renovar la valorización del capital.

Teoría de Juegos – elemento clave para comprender el entramado geopolítico

En el terreno “operativo”, las tensiones se generan cuando existen varias potencias en un escenario. Se da entonces un tipo de interacción estratégica que no tiene otro fin que la de desbordar al adversario o a grupos opuestos, tomando sucesivamente medidas y contramedidas, uno respondiendo al otro. La capacidad (poder) que cada cual quiere tomar o retener, implica que se trata de un Juego de Suma Cero, o Nula”. Si uno avanza, el otro retrocede. No es sino un enfrentamiento político, económico, social, militar, informativo, e incluso deportivo.

Nunca en la historia de la humanidad se han dedicado tantos recursos y prolongado en el tiempo, a la capacidad de destrucción, que hoy es máxima y, no solo desatiende a necesidades humanas básicas acuciantes, sino que pone en riesgo a la civilización. Eso es lo que produce una lucha por el poder y la hegemonía en escala mundial. Tal lucha por el poder es el elemento central de la acción política, y no conlleva un riesgo directo, a menos que involucre a algunos de los detentadores de enorme poder militar. También existe otro riesgo cierto, el de la catástrofe ecológica, si se continúa extrayendo recursos para fines bélicos sin control ni medida.

Esta última crisis sistémica de la naturaleza agredida –que no todos los gobiernos parecen advertir–, se origina en los dos elementos claves del modelo de acumulación hegemónico: el consumismo y el armamentismo. Podríamos decir que la cultura de la guerra constituye la base del consumismo al menos en el “primer mundo” (Boggs, 2004, p. 125).

La pretensión de la supremacía militar de Estados Unidos, inapelable desde el desmembramiento de la URSS, se convirtió en un militarismo explícito desde el 11 de septiembre de 2001. Hoy, el ethos del militarismo -de conquista, dominación y violencia- impregna la economía estadounidense, las instituciones políticas, la cultura y, por supuesto, la política exterior. En rigor, las primeras expresiones del militarismo y el armamentismo se identificaron con la aparición del Estado y las sociedades divididas en clases antagónicas. Este antiguo fenómeno tomó su mayor auge con la expansión del complejo militar-industrial estadounidense en la época después de la Segunda Guerra Mundial. Las ganancias de los accionistas de este rubro, son cada vez mayores con este opaco negocio, ya que los conflictos armados dominan el escenario mundial.

Departamento de Defensa de los EE.UU

LA INDUSTRIA MILITAR Y UN FENOMENAL NEGOCIO

Amén del poderoso lobby con el que cuentan este “complejo empresario”, que describiremos más adelante, digamos por ahora que, en su staff, siempre cuentan con exministros y oficiales superiores de las FFAA, o están vinculados con ellas. Sin duda, ya desde esta ligazón, ejercen una presión significativa sobre las decisiones de los políticos que gobiernan.

Datos publicados por el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), sobre las ventas de los cien mayores fabricantes de armas del mundo, muestran que las transferencias internacionales aumentaron significativamente desde la segunda década de este siglo, dentro de las cuales se destacaron las de Estados Unidos que crecieron más que el promedio (74%) llegando a cubrir 1/3 del total mundial (u$s 25.000 M) concentrados en 3 emporios de material bélico; Boeing, Lockheed Martin y Raytheon, conservando así el liderazgo en el mercado de las armas, pero secundados por Rusia, China, Francia, G. Bretaña, Alemania, Suecia y otros. En otros términos, la OTAN –en rigor, sus productores– exportan el 80% del total mundial.

Toda vez que la situación de seguridad mundial aumenta la incertidumbre por diversas amenazas (ciertas o hipotéticas), el negocio de los grandes fabricantes de armamento florece. El gasto militar mundial ronda los 2 billones de dólares, lo que equivale al 2.8 % del producto interno bruto (PIB) global. A pesar de las irregularidades bursátiles por la pandemia y sus consecuencias, las compañías que producen material bélico muestran fuertes incrementos tras desatarse la guerra entre Ucrania y Rusia

Empresas fabricantes de armamentos, las principales beneficiadas

La violación del Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas (TCA), instrumento que obliga a desde el 2014 a los países exportadores de armas a evaluar al adquirente [embargos, violaciones a los DDHH, etc.] antes de autorizar las ventas, es constante. Para peor, tanto Rusia como EE.UU. suscribieron el pacto, pero no lo ratificaron. Se ven liberados para aprovechar el escenario de inestabilidades políticas, sociales y económicas que siempre estimula a la demanda. En la competencia, otros países también son ‘laxos’ para no perder mercados por lo que hasta el momento ha tenido escaso impacto.

China por otra parte, dado su espectacular crecimiento económico, quiere transformarlo en un poder militar coherente con su posición hegemónica en la región Asia-Pacífico, por lo que ya es uno de los principales ‘jugadores’ en el mercado. Su equipamiento a su vez, motivó que Japón e India buscaron aumentar sus respectivos gastos navales para contrabalancear esa estrategia.

EL CASO DEL CONFLICTO DE AFGANISTÁN

Los aliados se retiraron del país, dejando tras de sí un país con «la mayor crisis humanitaria del mundo», un fracaso total. El retiro de Afganistán fue golpe para el mundo democrático, pues disparó contradicciones morales y dejó como perdedores a una población civil sin esperanzas ni recursos. 70.000 millones en la aventura militar. Esa demanda mantuvo en pie la industria de la guerra durante 20 años en Afganistán, financió a un grupo de empresarias concreto que obtuvo riquezas y beneficios. Los únicos vencedores de esa guerra. La misma ecuación siempre. 

El negocio de las armas necesita los conflictos y las guerras se desatan básicamente por poder, por amenaza a su supervivencia o por territorios. Ulteriormente, los argumentos étnicos, religiosos y nacionalistas son muchas veces empleados para justificar los conflictos, simplificarlos y considerarlos como naturales e inevitables. Los intereses reales y la transferencia de armamento desde las potencias quedan silenciados perpetuando así la repetición del ciclo. La cultura de la violencia que se vive en general, en el mundo actual favorece esa naturalización, incluso del sufrimiento de otros pueblos y que entonces, la difusa «Comunidad Internacional» legitimamos esas ‘transferencias‘. La paz puede esperar si hay negocios en marcha.

Retirada de tropas estadounidenses de Afganistán

EL TRATADO QUE NO INTERFIERE CON EL «COMERCIO».

Nada menos que 153 Estados votaron a favor de que el TCA entre en vigor en 2014, pero con esa enorme mayoría no lograron que las potencias lo respeten. Aún a pesar que fue impulsado entre otros por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La principal virtud del TCA consistiría en dotar transparencia a un comercio que prefiere desarrollarse en la opacidad. 

Los criterios utilizados por el TCA se basan en el derecho internacional humanitario (los Convenios de Ginebra), la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El objetivo es responsabilizar a los involucrados en el comercio legal y prevenir el comercio ilegal de armas para grupos terroristas y del crimen organizado.

El 80% del armamento provee a los mecanismos de defensa y control de las naciones (oficial), el 20% son usuarios menos controlables, como los terroristas, radicalizados, carteles, mafias, etc.

LA GEOGRAFÍA DEL MERCADO FLORECIENTE

Entre los primeros clientes de los principales exportadores de armas figuran los países de Medio Oriente, sin embargo, este comercio se ha desplazado hacia Asia en los últimos años. En tercer lugar, se encuentra África, donde al igual que en las zonas en conflicto árabes se han verificado atrocidades cometidas por grupos rebeldes que fueron armados, de forma directa o indirecta, por los principales fabricantes de material bélico. 

O en la península arábiga donde la monarquía saudí hostiga con bombardeos y artillería a la población yemení, con equipamiento y munición provisto por EEUU, su principal proveedor.

¿POR QUÉ EE.UU. ES EL PRINCIPAL MERCADO DE ARMAS?

Desde hace décadas, Estados Unidos se instaló como el principal vendedor de armas a nivel mundial, aunque contradictoriamente, el precio de sus productos es muchas veces el más elevado. Su éxito consiste en una estrategia compleja de venta que incluye capacitaciones, garantías de seguridad, entrenamientos, alta tecnología y apoyos en caso de conflictos. Esas características que las hace más atractivas para muchos importadores. Los gobiernos también prefieren confiar su armamento y tecnología a un país aliado y no a un enemigo potencial, y contar con una tecnología que sea común para todos los países.

Las ventas de armamentos son importantes, no solo por el dinero, sino porque también proporcionan una influencia sobre el comportamiento futuro. Las piezas de repuesto, el entrenamiento, el update periódico, o eventual upgrade, etc. son elementos que usa EEUU para influir en el comportamiento de los países compradores.

Armamento Militar Estadounidense

Para reafirmar que esa estrategia es una Política de Estado, digamos que las exportaciones, han aumentado sistemáticamente independientemente del partido que gobierne, se prioriza los criterios económico-comerciales (vender lo máximo posible) y los geopolíticos (vender a los aliados) de estas exportaciones, antes que la protección de los Derechos Humanos o la prevención de conflictos armados, claramente. 

COMO PARA LA GUERRA, NO HAY NEGOCIO SIN ENEMIGOS

Así como para difundir y arraigar el neoliberalismo por todo el orbe, hizo falta generar una doctrina con ciertos valores elementales – preferentemente respecto al individuo como tal y sus “derechos” inalienables – y sostener “buenas prácticas” para “triunfar” en la sociedad, todo lo que se inscribe en una ideología que se estableció como dominante, esto es, legitimadas sus premisas, para el gran negocio del poder respaldado en el armamentismo, también se generó una teoría que pretende explicar que, los fenómenos sociales (especialmente disruptivos), deben ser abordados desde una perspectiva que los representa como amenaza a la seguridad (y estabilidad de lo establecido, añadimos nosotros). En otras palabras, propone respuestas militarizadas a las crisis sociales, cualquiera sea su origen, v.gr.: migraciones, sanitarias, protestas, cambio climático, etc. Ella se denomina «securitización» y se ha convertido en el marco bajo el que hacer frente cada vez a más crisis u otras situaciones.

Bajo esta consideración de la perspectiva, de proveer soluciones militares toda vez que las emergencias, catástrofes o crisis no cuenten con suficientes recursos, lo más probable es una respuesta militar.

¿Cuál sería el principal insumo para el uso extensivo de esta lógica de seguridad militar?, el MIEDO. Bajo sus múltiples formas y objetos. Se materializa en amenazas y enemigos (reales o creados ad hoc). Ese mecanismo de impresionar a la sociedad, es fomentado por intereses concretos que financian el discurso que difunde el temor y la desconfianza [usando fakes, prejuicios, mitos], con el fin de justificar la preparación militar ante cualquier incertidumbre (y así vender equipamiento y armas). Una la inmejorable estrategia de marketing para los productos y servicios de las empresas de armas, pues inculcado el miedo en la ciudadanía con esa narrativa, nadie cuestiona la existencia del negocio de las armas, ni se interesa por su transparencia.

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Entonces, la securitización es causa y efecto de un miedo estructural, razón por la que se dota de mayores recursos a las estructuras de defensa, que legitiman su existencia a través del miedo cultural con discursos en los que se dibuja un mundo lleno de amenazas de las que defenderse. La clase política o está cooptada por las corporaciones del ‘ramo’, o, tienen una visión tradicional militar y político de la seguridad del Estado y su soberanía, sin rigor analítico.

En las sociedades de grandes productores, todos los involucrados en el negocio de las armas (bancos, inventores, fabricantes, exportadores, distribuidores, etc.), son vistos como empresarios respetables y generosos contribuyentes del progreso, empleo y seguridad. Tan legítima encuentran la actividad como normal el uso de la fuerza armada para conseguir objetivos políticos e incluso humanitarios. La guerra se muestra como normal e inevitable. 

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LOS CONFLICTOS ARMADOS

Los trances bélicos requieren de: gran planificación y organización, y su principal herramienta, las armas. Pero no serían posibles sin la connivencia entre fabricantes de armas y responsables políticos de los países proveedores, que como ya apuntamos, relación canalizada mediante las puertas giratorias de la Defensa, con el intercambio desde la industria militar de CEOs y funcionarios y viceversa. Ya en este punto nos conviene definir lo que se llama el complejo militar-industrial para identificar a sus actores relevantes.  Se trata del conjunto de empresas y organizaciones gremiales militares que tratan de influir en las decisiones políticas de un Estado relacionadas con la compra de armamento. Su “conceptualización” se la debemos al presidente Eisenhower en 1961, cuando se refirió a la enorme influencia del lobby del sector industrial militar en la Casa Blanca. 

Dwight David Eisenhower – Presidente de EE.UU (1953-1961)

LA ECONOMÍA DE LA PRODUCCIÓN ARMAMENTISTA Y SUS ACTORES

Analíticamente está demostrado que el ciclo de producción de armas es consistente con la lógica de que cuando se incrementa el gasto militar, sube la exportación de armas y, por tanto: más guerras.

Los intereses de ese sector económico del complejo, están centrados en los presupuestos militares del que dependen, por lo que ejercen todo tipo de presión e influencia para aumentarlos. La expansión de la doctrina de la securitización que ya presentamos, los reconoce como artífices para legitimar ante la sociedad esos crecientes dispendios en gastos militares y de seguridad. Admitamos que los presupuestos militares también sirven para mantener y fomentar el sector económico militar a través de fondos para la I+D, que por el “spin off” suelen aprovechar las industrias civiles ulteriormente.

Sin embargo, también debemos señalar otra presencia interesada que hace su aporte en la arena; los sindicatos vinculados a las industrias militares, que presionan a los gobiernos para incrementar la inversión y la continuidad de sus trabajos productivos.

Otros actores muy presentes e influyentes para el proceso de disposición del gasto de Defensa, son los think tanks sobre Seguridad y Defensa concentrados cerca de los centros decisorios políticos (Washington, Bruselas) con el claro objetivo de influir a políticos y funcionarios en la elaboración de leyes relacionadas con la industria militar. La mayoría de ellos, o al menos los más poderosos, son viejos conocidos de nuestra columna, siempre próximos al poder, por solo citar algunos americanos: Brookings, RAND, Belfer, Carnegie Endowment, Atlantic Council, Heritage Foundation, Council on Foreign Relations. Habiendo además otras instituciones del estilo de origen británico, francés, israelí, japonés, australiano y hasta chino.

Think Tanks alientan el desarrollo de armamento bélico

LA AMBIGÜEDAD AL SERVICIO ARMAMENTISTA

Aquellos lobbies y factores de poder suelen tener éxito, venciendo cuestiones morales gubernamentales o reticencias cívicas de las sociedades, toda vez que convencen de vender armas a países en conflicto –cuando la legislación del Derecho Intl. Público lo prohíbe– es porque argumentan que la interpretación del estado de situación de un país es … subjetiva y soberana, esto implica que no debe seguir ningún criterio objetivo o de referencia internacional –inexistente por lo demás– o incluso el que provee su propia academia. Otro tanto sobre la consideración es en materia del cumplimiento de DDHH en el país “cliente”, es una decisión siempre política del gobierno, en base a su información e intereses. El sistema de control de armas y sus leyes deviene así abstracto, y, por tanto, ineficaz.

LA BANCA FINANCIERA DEL “GREMIO”

La financiación del sector empresarial militar corre por cuenta de bancos, aseguradoras y entidades financieras de todo tipo, y mediante variados instrumentos [créditos, emisión de acciones, títulos, empréstitos].

De nuevo, investigando actores descubrimos otros conocidos tanto de nuestra columna, como de los argentinos en general, entre los principales financiadores de la industria mundial a: Vanguard, Black Rock, Capital Group, State Street, T. Rowe Price, Verisight, Bank of America, JP Morgan Chase, Wells Fargo y Citigroup.

DETECTANDO ENEMIGOS

Como ya señalamos, en toda democracia es necesario justificar el gasto público militar a la ciudadanía y evitar controversias de origen ético y moral sobre la actividad de armamento, su cuantía, su destino. Para ello se realizan análisis de seguridad en el ámbito de la Defensa, para identificar las amenazas contingentes a la seguridad, probabilidad de ocurrencia y modo de respuesta. Con ello también se identifican a los enemigos de los que defenderse con las estructuras militares existentes [hipótesis de conflictos]. Si estos estudios no están controlados por expertos civiles, es probable que se derive a una narrativa sesgada como las que hemos descripto anteriormente (predomina el miedo y la desconfianza), que a su vez genera el escenario idóneo para la militarización.

De igual modo, los elementos de riesgo y amenazas a la seguridad identificados en las estrategias de defensa de los Estados Unidos, y la OTAN, irradiados a todo el mundo,  son el terrorismo, el extremismo, los conflictos armados, los Estados débiles (fallidos), la proliferación de armas de destrucción masiva, la ciberseguridad, la seguridad energética, el crimen organizado, la seguridad marítima, el cambio climático, los flujos de migración irregular, la gestión de las fronteras exteriores y las crisis económicas. 

Sin embargo, nótese que, con un poco de atención, veremos que aquellos países (y otros) han empleado estas “razones” para las llamadas «guerras preventivas», sanciones exorbitantes y sofocación a países díscolos del poder hegemónico, golpes de estados, bloqueos, bombardeos, asesinatos teledirigidos, despliegue de bases, injerencias en políticas domésticas, etc. y todo en nombre de su PROPIO DERECHO A DEFENSA, vulnerando derechos ajenos de toda laya. Más aún, las intervenciones militares producidas con aquellas ‘justificaciones’ no han sido exitosas, o peor, en el caso del terrorismo internacional, no se ha siquiera reducido, sino aumentado. Pero, para esos propósitos, el ciclo de la producción de armamentos continúa marchando.

Los atentados del 11 de Septiembre de 2001 sirvieron a G. W. Bush de pretexto para invadir Irak

También existe una visión amplificada en los análisis de amenazas y riesgos a la seguridad de carácter político. Por ejemplo, todas las doctrinas occidentales consideran a Rusia y Oriente Próximo como lugares de especial preocupación desde un punto de vista securitario. La duda es si las estructuras militares (harto costosas) son realmente útiles para enfrentar esas amenazas, sin embargo, sus armerías y polvorines siguen en aumento. Solo el temor y la ignorancia social las sostiene.

El análisis de la seguridad nunca es neutral desde un punto de vista moral o político, no es una dimensión determinada, objetiva e indiscutible, sino que es susceptible de múltiples interpretaciones. Por eso, podemos colegir que los más interesados en promover respuestas militares a cualquier aspecto de la vida social, que, además, sea visto como amenaza, son los empresarios de las armas, su viabilidad depende de que el sector militar sea el lugar de soluciones a cualquier reto de seguridad para la sociedad. 

Eso justifica el esfuerzo de ingentes donaciones a candidatos y partidos políticos norteamericanos, cuyos mayores aportes de campaña fueron de Northrop Grumman, Boeing, Lockheed Martin, General Dynamics y Raytheon, conspicuos miembros del complejo industrial-militar. Para el “sostenimiento del interés” durante el periodo de labor del Congreso, usan grupos de presión creados y financiados ad hoc, que también operan en Europa [AeroSpace and Defence, vaya como ejemplo].

CONCLUSIONES

El texto fundacional de la UNESCO promulgó que “puesto que las guerras nacen en la mente de las personas, es en la mente de las personas donde deben erigirse los baluartes de la paz” … 

Los presupuestos militares, los ingresos de las empresas militares, las exportaciones de armas y los conflictos armados continúan aumentando, aunque su contribución a la seguridad es más que cuestionable. Debemos echar por tierra las creencias que normalizan la guerra, las armas que la combaten y las corporaciones que la generan. La militarización de las sociedades y de las relaciones internacionales crea y perpetúa las guerras actuales y es caldo de cultivo para las guerras futuras. La exportación de armas también contribuye a la guerra. En este contexto, es fundamental ocuparse de la conciencia ética de los ciudadanos, pero también confrontando a las declaraciones oficiales cuando son sutilmente belicistas.

Otro grave problema que la carrera armamentista acarrea, es que su vasta y pesada producción, requiere de enormes cantidades de recursos naturales, desde tierras raras hasta vetas enteras de cobre, tungsteno, titanio e hierro, que bien pueden calificarse de saqueo. Por si quedan dudas, una máxima de Defensa norteamericana reza con orgullo que Estados Unidos tiene asegurado con su proyección mundial, las fuentes y recursos naturales estratégicos para su industria militar, allí, donde sea.

Por todo lo anterior, la guerra sólo podrá ser remontada como fenómeno total si se acuerda mundialmente una moratoria a la depredación señalada, que además resta recursos para el desarrollo económico en paz, de la industria lícita para el progreso del bienestar de los pueblos, pero se requiere de un cambio cultural y de dirección política acorde. 

Finalmente, armas y consumismo son factores fundamentales de la crisis de civilización y la transición energética es insuficiente sin los requeridos cambios civilizatorios en dichos aspectos. Desaprender la guerra, desarmar la seguridad, para filtrar toda la hipocresía de los grandes poderes y fijar una agenda propia de verdaderos riesgos a conjurar, parece ser la consigna adecuada.

Marzo de 2022