La Utopía… ¿Murió por el posmodernismo? (Parte II)

Por: Roberto Candelaresi

Acaso como tantas otras supuestas muertes, tales como la de Dios, la Filosofía, las ideologías, o aún “de la Historia”, ¿se pudiera salvar la UTOPÍA?
Como podría ser, si hasta lo imposible es pensable, y de eso se trata precisamente el pensamiento utópico. Equivocadamente se lo vincula a lo probable o factible, cuando por definición es TODO LO CONTRARIO.

Se trata de pensar en el límite de otra situación real que se niega y que, por tanto, se quiere cambiar, trasmutación que a hoy resulta imposible de realizar. Esto es, desde un espacio socio-histórico-político (indeseado) a otro espacio político imaginado de constitución muy diferente; tránsito de lo real-posible a lo imaginario-imposible.

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Foto: Infobae

La Utopía está más allá del mismo límite, más allá del borde de lo posible y, por supuesto, mucho más allá de lo probable y factible. Todo lo que sea hoy de reales posibilidades (proyectos, objetivos, metas) no son utópicos, y tampoco faros o modelos, pues pertenecen al mundo de lo concreto, y no se sitúan en “Ningún Lugar” seguramente.

La razón utópica se expresa en muchas otras formas del quehacer humano, no solo en las más conocidas utopías sociopolíticas. Se manifiesta también en las artes, la ciencia, la cultura popular.

Todo se trata de la imaginación, que -por ejemplo, en la ciencia –, en su propósito creativo, desecha todo límite impuesto por lo real. En la teorización, desaparecen y obtienen así resultados con precisión perfecta. Esto claro es, en un espacio matemático. Lo curioso es que se explica lo real, por medio de lo imposible.

Siempre ha de divisarse claramente la diferencia entre las metas (los posibles) y las utopías (los imposibles). Un error frecuente, cuando se pretende analizar ciertas configuraciones socio-históricas y se las interpreta como utopías o proyectos utópicos (el socialismo por caso). Si hay objetivos históricos, estamos hablando de Realismo puro, no de Utopías.

Cuando departimos de formas sociales y modo de producción actuales, estamos refiriendo a la REALIDAD, a las necesidades concretas, aún con pretensiones de cambios posibles y eso, se aleja de lo UTÓPICO.

A qué viene la Utopía en la Historia? – Conversacion sobre Historia
Foto: CSH

La disquisición viene a cuento para aclarar que, pese a la visión confusa de muchos, el Socialismo es claramente – mejor o peor experimentado – realizable, por tanto, no califica como Utopía, lo que sí puede encuadrar al COMUNISMO, incluso como utopía socialista. En el comunismo se niega las fuerzas capitalistas y las tendencias históricas, idealizándose una absoluta igualdad entre TODOS los seres humanos, por ejemplo.

La ciencia siempre funda sus avances considerando las afirmaciones de lo imposible. Se respetan los teoremas de lo imposible, para evitar dispendios de recursos a aplicar que terminan en fracasos. Los medios y recursos son SIEMPRE FINITOS en el mundo REAL.

La cuestión es que mientras haya insatisfacción, habrá pensamiento utópico. Eso nos permite asegurar que se equivocan los que anuncian el fin de las ideologías o de las mismas utopías.

Léase también: La utopía… ¿Murió por el posmodernismo? (Parte I)

La utopía es el faro, no es el puerto

Es el idear el porvenir, pero rompiendo los límites del mundo, esto es de lo “posible” (o al menos de lo que creemos que lo es). Pero aclaremos que lo Imposible HOY en realidad, se pueden definir como configuraciones que “aparecen” como imposibles desde el punto de LOS TIEMPOS en que se especulan y se anuncian.

Los límites de lo POSIBLE no pueden ser dados por definitivos, absolutos y supra temporales, el mundo de las posibilidades no puede estar sujetos a una mirada histórico- cultural determinada por la era [perspectiva de nuestro tiempo]. Lo transgresor hoy, puede ser normalizado mañana.

En el pensamiento analítico se ocupan de valorar cada condición necesaria cuando la realidad es compleja y multifactorial. A veces hay medidas de cambio que son factibles, pero no en su conjunto si hay otras que separadamente no lo son. Esto es particularmente cierto cuando dependen de instancias, mediaciones y decisiones humanas que necesariamente deberían coordinarse. UNIDAD DE ACCIÓN se requiere, que solo garantiza una sola cabeza liderando todo.

Pero los imposibles, discernidos por un límite, son un faro que alumbran orientando hacia lo que es POSIBLE. Con ellos, la razón utópica arma los modelos creando mundos perfectos, adelantándose al tiempo histórico. Las teorías científicas, las especulaciones artísticas, las imaginaciones sociopolíticas y en las más diversas prácticas humanas es donde la Razón Utópica tiene sentido y función.

Cierre final

En síntesis, podríamos decir que, contraponiéndose a la IDEOLOGÍA, la función de la “utopía” es la de proyectar la imaginación fuera de lo real, en un afuera que es también un ninguna parte y ningún tiempo (ucronía). Señala hacia el futuro porque es el ámbito de posibilidades latentes a nuestro alcance, el pasado se ha clausurado y es inmodificable, el presente es transitorio, sólo el PORVENIR está potencialmente en nuestras manos.

Cambiar el mundo amigo Sancho que no es locura ni utopía si no justicia #10N
Foto: LUDD

La función utópica se muestra de este modo, complementaria a la de la ideología: si esta preserva y conserva la realidad, la utopía la cuestiona.

Es ahí donde se puede proyectar un mejor futuro. De aquella sociedad imaginaria y perfecta, algunos de sus procedimientos descriptos pueden aplicarse a posibles reformas y orientar la tarea programática de la clase política. Por ello apostamos a su valor y desafiamos a quienes confunden el verdadero pensamiento utópico con proyectos fallidos o propuestas ideológicas.