La utopía… ¿Murió por el posmodernismo?

Por: Roberto Candelaresi

PREFACIO

La UTOPÍA sirve para caminar, decía genialmente E. Galeano, porque la definición, entendemos que pasa por verla como lo hoy inalcanzable, pero no necesariamente imposible de conseguir, totalmente ficcional o disparatado. Es un camino a recorrer.

Derivada del griego, οὐ-τόπος [Outopos] etimológicamente significa “EL NO LUGAR” (inexistente). Las utopías, suelen ser una reacción intelectual contra la modernidad: contra la complejidad y la fragmentación, contra la incertidumbre, la dispersión, la pluralidad, en definitiva; contra el cambio.

Es también un producto cultural, del imaginario colectivo, compuesta por un conjunto de prejuicios y creencias que nos delimitan aquello posible y lo que no lo es, o de otro modo, alineado con la idea de lo que es o “razonable” y de lo no “racional”.

Normalmente esa ‘ideación’ refiere a un escenario en el que la sociedad es perfecta, según los valores establecidos, por lo que se le asigna un valor de cuasi irrealizable. 

El caso es, que los distintos contextos políticos, sociales y económicos, fueron moldeando las épocas, por lo que la representación idealista también fue cambiando sus planteos. Eso nos dio una perspectiva de los ideales humanos que se quieren conseguir según el momento histórico.

La existencia de la UTOPÍA depende de nuestra voluntad, de anhelarla. Si la razón y voluntad deciden que el objetivo utópico es alcanzable, desaparecerá como tal, convirtiéndose en una “realidad asequible”.

¿Hay posibilidad en la actualidad, de nuevas utopías imaginadas a la luz de propuestas de sistemas alternativos, disconformes con la realidad en los distintos ámbitos, acordes a los valores y objetivos de la utopía? 

Repasemos lo que la civilización nos ofreció hasta ahora con la pretensión de proyectar – si es posible – y concluir con alguna respuesta a ese interrogante.

HISTORIANDO

PLATÓN arranca la línea de tiempo conceptual, ya que la primera sociedad utópica –que se reconozca en nuestra cultura grecorromana – es su REPÚBLICA, con una acabada descripción del Estado Justo, como Estado ideal, donde reinaba un orden social equilibrado y “justo”, en armonía. TOMÁS MORO, el humanista del siglo XVI posteriormente planteará con su libro “… ISLA DE UTOPÍA”, una sociedad comunal, pacífica, en la que también reina la justicia, y por tanto la felicidad y la concordia.  

En este punto conviene aclarar, para ser justos con los pensadores precursores, que un gran aporte al concepto de la utopía, fue la obra de AGUSTÍN DE HIPONA (San Agustín) en el siglo V, titulada «LA CIUDAD DE DIOS» [De civitate Dei], pero en realidad, se trata de una apología del cristianismo, en la que se confronta la Ciudad Celestial a la Ciudad Pagana, no estrictamente una utopía por su propósito.

San Agustín de Hipona (354 – 430)

TOMMASO CAMPANELLA, fraile dominico, en 1602 escribe CIUDAD DEL SOL, y como toda utopía, despliega una concepción detallada y concreta de una sociedad ideal como fundamento de su pensamiento político. Se lo puede caracterizar como comunista utópico pues defiende la idea de la igualdad política y económica de los hombres, pero en realidad, el poder estará limitado solamente a los INTELECTUALES, la casta de los sabios, llamados a dirigir la Ciudad del Sol. El ORDEN que evoca Campanella como modelo – a semejanza de sus predecesores –, es uniforme, estático, inmutable.

FRANCIS BACON en 1626 edita su obra «LA NUEVA ATLÁNTIDA», una novela utópica donde en la mítica ciudad de Bensalem, el conocimiento es considerado como el más preciado de sus tesoros. Su apuesta es por una REFORMA DE LA SOCIEDAD a través de la ciencia aplicada; la comunidad en la que todos pueden alcanzar la armonía mediante el control de la naturaleza. En la Nueva Atlántida los habitantes logran la felicidad debido a su perfecta organización social, la que se centra en la naturaleza, y en los preceptos científicos.

Francis Bacon (1561-1626)

Posteriormente, algunos filósofos del siglo XVIII y XIX, tributarios del HUMANISMO que arrancara en el XV con Pico della Mirandola, pensaron la utopía como democrática entre iguales, sin clases, con un capitalismo equitativo, sin anarquía económica, sin propiedad privada y con un sistema distributivo equitativo.

Cerrando citamos a Oscar Wilde para quien el hoy, no existiría si no fuera por las utopías de otros tiempos.

PLENO SIGLO XXI

Se advierte que todas esas visiones históricas, tenían un hilo conductor … la búsqueda de un mundo más justo, más igualitario, donde reine la ARMONÍA.

En la actualidad, tenemos dos características que definen las condiciones de planteos utópicos: una es que ya el derecho a participar de TODOS LOS SUJETOS en decisiones, en demandas, en exigencias y acuerdos, está (teóricamente) consagrado. La otra que es SISTEMA CAPITALISTA, que hoy reina en el mundo sin adversario de porte, está sembrando el caos universal.

Pero también debemos reconocer que el propio sistema capitalista es en sí mismo, una utopía. La sociedad maximizando la producción (y las ganancias) para el consumo de todos, a libre voluntad de los individuos, sin control. La violencia en las relaciones, la deshumanización, las manipulaciones, etc. obviamente son «efectos indeseados», del IDEAL de sociedad posindustrializada.

Lo cierto es que hoy tenemos una cierta CIVILIZACIÓN (casi global) donde se ha racionalizado (supuestamente) todo lo instrumental del hombre, en pos de un PROGRESO Y DESARROLLO. Pero del que pocos disfrutan en realidad. 

A despecho de esa situación global, existen PROPUESTAS para pensar en la posibilidad de nuevas utopías. Hay sistemas alternativos disconformes con la realidad actual, que buscan cambios, incluso radicales. 

Algunas alternativas idealistas (típico de las utopías) diseñan convivencias más éticas, justas y coherentes, puesto que afectan a TODAS LAS ÓRBITAS de la vida humana (materiales, intelectuales y espirituales). La economía social, el trabajo cooperativo son algunas de ellas, asimismo todo otro intercambio económico, tanto como interacciones humanas de nuevo cuño [solidaridad en red], sin alterar todo el macro sistema. Es volver a valores del HUMANISMO para aspirar a una convivencia más justa.

Es obvio que LAS UTOPÍAS SON NECESARIAS para pensar en las alternativas a las instituciones dominantes para tener un mundo justo y humano. Pero el PODER siempre que es cuestionado reacciona. Por tanto, el REALISMO también es necesario, para no caer en proyectos de fantasía. En mundo idealista se construye desde los pliegues del actual, sin prisa, pero sin pausa para que sea conducente y efectivo.

Los reclamos por un cambio en la esencia de la EDUCACIÓN van en el mismo sentido. Estimular la empatía y el apoyo mutuo, desechando el modelo de educación basado en la competencia (que solo ayuda a disciplinar trabajadores). Para un enfoque de una educación por la paz, multicultural e incluyente, que hoy está construida desde la opresión, se deben deconstruir los paradigmas tradicionales.

Si la LIBERTAD es un valor fundamental, la sociedad ha de ser totalmente abierta, sin barreras a la libertad de tránsito, desarrollo, igualdad de oportunidades y a búsqueda de la posible felicidad para cada quien (autorrealización).

En lo político también se demanda desde ciertas comunidades algo sistémico, como que LA POLÍTICA a regir debe ser horizontal, multicultural, diversa, representativa, humanista, descentralizada e incluyente, o sea, coherente con los valores individuales antes declarados.

La actual discusión (mundial) por la renta básica universal como derecho básico, para garantizar la supervivencia de todas las personas, es otra manifestación del deseo de CAMBIO. En materia de justicia, asimismo hay demandas de modificar el sistema, tanto en la probidad e independencia funcional, como en la lógica que de punitiva debería mutar a reparativa.

SINERGIA

Podrán las personas con pretensión de cambio hacia una sociedad “Mejor”, ¿adoptar una utopía más justa y humana única, global o universal? La cultura y las costumbres deberían ser descentralizadas y los límites socio-político territoriales omitidos, en una última expresión.

Algunos plantean que la posibilidad de lo universal variará desde cada cosmovisión, pues es virtualmente imposible que la idea de la sociedad perfecta coincida en dos personas, siendo creación que parte de ideales, valores y objetivos individuales. La crítica es que solo el fanatismo puede lograrlo. Pero claro, este planteamiento se basa en la individualidad creada por el capitalismo; todos somos diferentes. Y las críticas vienen de ese espectro, liberal.

Para contradecirlo, sin embargo, debe haber un consenso colectivo en que la BASE UTÓPICA debe romper con el sistema capitalista y con sus “falsos” ideales, pare reconocerse como iguales todas las personas, como sus mismas necesidades. Si la sensación de construir un mundo mejor (o nuevo) se generaliza, la UTOPÍA marcha.

Las utopías de otrora se convirtieron en derechos adquiridos. Pero la utopía en la que vivimos, la del capitalismo a que hicimos referencia, se asemeja cada vez más a una DISTOPÍA. El pensamiento utópico nos brinda la competencia para operar sobre nuestro entorno y cambiarlo. Un SUEÑO hoy; una REALIDAD mañana. 

COLOFÓN DE LA PRIMERA PARTE

La posibilidad de construir una utopía global parece existir, los sistemas alternativos de vida proporcionan propuestas para sintetizar. Se requiere consolidar una base utópica para desde allí construir el MUNDO MEJOR, compartiendo valores comunes, masa crítica que en apariencia existen y son concomitantes con los intereses de grandes mayorías de diversas nacionalidades. 

Ellos se pueden resumir en una comunidad organizada, la felicidad, la honestidad, la diversidad, la libertad y la igualdad. Un mundo practicante resultará en una UTOPÍA UNIVERSAL CUMPLIDA: inclusiva, pluricultural, diversa, representativa, descentralizada, justa y humana.

Este tema será continuado con una revisión politológica de las experiencias “utópicas” de las sociedades occidentales, en un futuro inmediato, bajo el presente formato.

Agosto de 2022