Inflación, Divisas y Poder Político (Parte II)

Por: Roberto Candelaresi

INTRODUCIENDO LA INFLACIÓN COMO CUESTIÓN POLÍTICA.

Como vimos en la primera parte de este trabajo, la moneda es una creación histórica y compleja, que, en última instancia, siendo idónea [confiable] a ojos de la sociedad, importa la capacidad de un Estado para orientar el ciclo económico, modelar la conducta de los actores, o impulsar el crecimiento material.

En nuestro país, el peso ($), hace décadas que viene debilitándose, pues su poder adquisitivo fue y es históricamente socavado por propios agentes económicos poderosos, vinculados al comercio exterior o a las finanzas internacionales. Existen incluso hoy, propuestas para dolarizar la economía

Inflación, Divisas y Poder Político (parte I) – Red Informativa

Pese a las nefastas experiencias de países que pierden voluntariamente su manejo de políticas monetarias y quedan atrapados por crisis exógenas que solo agravan la desigualdad, hay argentinos que la vocean y despliegan toda su influencia para cooptar voluntades. Para ello, los PROCESOS INFLACIONARIOS son el CALDO DE CULTIVO que facilita el camino a la desvalorización de la moneda propia, como herramienta soberana. 

En estos días, experimentamos una CORRIDA CAMBIARIA con claros motivos políticos, desestabilizantes [buscando un estallido], o en su defecto, para imponer medidas económicas y cambiarias favorables a un grupo de pocos capitalistas concentrados. A veces, no obstante, se hace aconsejable tomar medidas ortodoxas de corto plazo y otras permanentes [suba de tasas, reducción de subsidios, contención social, infraestructura, etc.], para evitar que la misma crisis desborde, y termine con una situación que imponga las recetas de ajuste, que reclama la oposición de derecha. 

En el 2021, el gobierno de Alberto Fernández sufrió un castigo electoral por su dificultad para encontrar una salida a la crisis inflacionaria y de bajos ingresos generalizados. La primera agravando al otro, pero no se reciclan: la falta de poder adquisitivo, sería un cortafuego para el fenómeno inflacionario. Lo que demuestra una vez más, que LA INFLACIÓN EN LA ARGENTINA SE FUNDA EN OTRAS VARIABLES, VINCULADAS A LA PUJA DE PODER, la alta concentración de la economía, que permite que algunas corporaciones fijen el precio de los bienes, y acompañen al dólar financiero para cerrar sus ganancias siempre en divisas (aún los capitales nacionales), y NO PORQUE HAY MUCHO CIRCULANTE QUE PRESIONAN A LOS PRECIOS POR ALTA DEMANDA.

Concentración Monopólica. ARCOR, un ejemplo.

Como sea, coincidimos en las críticas hacia el gobierno por su particular sistema de “toma de indecisiones”, o la mora en que incurre ante fenómenos “espontáneos” para salir a su paso. Los TIEMPOS MUERTOS (por silencios o falta de pronunciamientos) tanto en política como en la gestión, producen descrédito y desconfianza en los necesarios liderazgos, y eso, se paga. 

Algunos también hablan de la pérdida de apoyo, como expresión de agotamiento del esquema de polarización vigente desde décadas en nuestro sistema político, y de la imposibilidad de estabilizar ciclos políticos fuertes. Ese apasionante tema, y sus preguntas emergentes, tales como ¿es la sociedad la que genera la grieta o es el sistema político el que se la impone a la sociedad?, los partidos y su rol, la desigualdad, las comunicaciones y su impacto, etc. deben ser abordados por la Sociología Política, pero, aún con opinión formada, nos abstenemos de pronunciarnos por no ser un inciso económico como el que abordamos hoy.

El contexto pandémico ciertamente contribuyó a cierto ‘quietismo’, pero, al calor de la recuperación económica que, claramente muchos sectores verifican desde el año pasado, aún perviven grandes bolsones de pobreza, que conforman un marco de CRISIS SOCIAL, particularmente agudo, por el estancamiento económico que padecen aquellos fragmentos. 

Meses atras, Peña Braun, dueño de la Anónima confesaba que su empresa “remarca precios todos los días”

El resultado, cuando al acotado margen de maniobra soberana en las políticas económicas por condicionamientos del acuerdo con el FMI, le sumamos una acción opositora obstruccionista y virtualmente destituyente (incluimos el “poder judicial federal corrompido”), no puede ser otro que DEBILIDAD POLÍTICA, y esto último, es un formidable estímulo para el proceso de Remarcación Preventiva de Precios. Un mal endémico en nuestro país.

LA ETERNA INTERACCIÓN ENTRE LA POLÍTICA Y LA ECONOMÍA

Digamos de entrada, que la GRIETA forjada desde tiempos inmemoriales [preconstitucionales] en nuestro país, es un dato, que debe ser tenido en cuenta, sin impugnaciones o reivindicaciones innecesarias y perturbadoras para el análisis. Lo que sí podemos considerar que su mera existencia es indicadora de una representación democrática, en tanto posiciones ideológicas [cosmovisiones] encontradas, con amplias aceptaciones en las fracciones sociales que se expresan. Al mismo tiempo, debemos admitir que la POLARIZACIÓN en toda sociedad, trae efectos disfuncionales en la economía. Como sea, en la política contemporánea, aunque “no se vea” es siempre determinante.

Adelantando nuestro colofón, decimos que, tanto en la literatura ortodoxa como la heterodoxa, se concluyen en que la hegemonía es determinante para bajar la inflación.

Entre la polarización [grieta], la economía, el conflicto distributivo y la inflación existe una relación de retroalimentación, clave para entender nuestra economía.

R. Candelaresi

Los campos enfrentados naturalmente se identifican con ciertas aspiraciones económicas, que contrastan entre sí. Clásicamente del lado “nacional y popular” aglutina trabajadores, movimientos sociales, Pymes, etc. vinculados al mercado interno, mientras que del lado “republicano se suman al “Campo”, el capital internacional, y el financiero. Es decir, vinculados a grandes corporaciones y al mercado exterior. El dólar “barato” suele favorecer a la mayoría, pero la avidez de altas ganancias opera en contra.

Mientras los neoliberales y conservadores [los “republicanos”], sortean la restricción externa – comentada en la Parte 1 – mediante el ENDEUDAMIENTO EXTERNO. Con ese flujo, se supone que se financia el crecimiento económico, y, tranquiliza a los mercados cambiarios (baja la cotización de las divisas), con lo que repercute en limitar o bajar a la inflación, pues modera el conflicto distributivo [es más “económico” vivir].

Chistrine Lagerde, Mauricio Macri y Nicolás Dujovne. El gobierno de Cambiemos endeudó al país por USD 44.000.000.000 con el FMI

El crecimiento inicial, motivado por la estabilidad y un tipo de cambio [dólar] accesible, habilita una dinámica en la que tanto el Trabajo como el Capital ganan con mayor producción y más empleo, lo que, a su vez, determina una mejor distribución del ingreso. Pero esa política tiene claros límites; lo que no se invierte en capital productivo, solo consumo, con dólares “prestados”, termina limitando el aumento de las capacidades productivas de la economía.

La industria, con un dólar barato, pierde competitividad para exportar. Las importaciones “compensan” ingresando los bienes de consumo que no se producen, o incluso los que se producen, pero no son tan baratos como las “ofertas” (dumping o no) que se ofrecen en el mercado global.

Las euforias cortoplacistas que produce esta llegada de dólares iniciales, se contrastan cuando los capitales [analgésicos al conflicto distributivo] dejan de ingresar, y esa escasez de divisas la sienten todos, por lo que recomienza una pugna por acaparar los pocos dólares ofrecidos, la mayoría vuelven a salir [retorno o fugas]. La corrección habitual en tantas de estas experiencias, ha sido siempre la DEVALUACIÓN. Las aspiraciones económicas de distintos actores sociales, sufren así una cíclica decepción.

El proceso devaluatorio durante la gestión Cambiemos

Desde el campo popular, la situación difiere, ya que, en el mercado financiero internacional, no hay mucha voluntad para asistir con dólares, para financiar el crecimiento de la economía bajo estos gobiernos usualmente ‘díscolos’ para con los designios del gran capital. 

Los gobiernos populistas recurren entonces, a medidas directas sobre los propios recursos, tratando de acumular reservas con retenciones, cuando los precios de las commodities son excepcionales, limitando el acceso a las divisas (cepos), administrando el comercio exterior, especialmente estimulando la sustitución de importaciones, para ampliar el saldo positivo. 

Acumular reservas en el Banco Central, uno de los objetivos principales de la actual gestión

En general, se aumenta el consumo y producción local, pero también está condicionado el resultado a un dólar estable y relativamente barato para contener a la INFLACIÓN. También esta política se encuentra con el faltante al fin del ciclo de crecimiento, cuando empieza a demandar muchos insumos para su producción. O sea, el final, es similar al de las políticas conservadoras, solo que, en el mientras tanto, el nivel de vida de amplias capas de la población creció exponencialmente, quitando muchos sectores de la pobreza. Si se devalúa (suele ser con suavidad, también a diferencia de los mercado-céntricos), igualmente recomenzará un péndulo en clave de polarización por la distribución de las riquezas.  

LA INFLACIÓN TAN TEMIDA, VENCIDA.

La experiencia histórica reciente, nos enseñó que la INFLACIÓN ESTRUCTURAL que nos afecta, menguó –y por tanto moderó el conflicto distributivo– en dos situaciones de expansión económicas pero sobrevinientes a sendas crisis que anularon (momentáneamente) la polarización política tradicional: la convertibilidad menemista del 1991/99 después de la hiperinflación alfonsinista, y, el rebote económico con baja inflación kirchnerista, post crisis político-institucional 2001/02. En ambas circunstancias, se dio – por la debacle del espectro opositor – sendos periodos de HEGEMONÍA. 

¿Que implica la hegemonía del oficialismo (cualquiera sea), que según Álvarez Agis –y nosotros coincidimos – es determinante para bajar la inflación? En primer lugar, tratemos de definir el concepto mismo de hegemonía; esta categoría usando la mirada gramsciana, plantea el tema de la contingencia (momentos, etapas de la vida social) dentro de la historia, por ello es un aporte fundamental para reflexionar acerca de la compleja realidad de cada periodo.  Operativamente, su concepto describe el dominio que un ente político ejerce sobre el cuerpo social que presta su consentimiento. Es decir, la mayoría del colectivo acepta un plan, un orden, un proyecto político o económico, que propone (ideología) y ejecuta un cierto partido político en el poder o gobierno. Ello ocurre cuando tal propuesta contiene los valores que la conciencia social [ideología + cultura] comparte.

Antonio Gramsci, un autor que acuñó el concepto HEGEMONÍA

Cuando los gobiernos cuentan con esa supremacía sobre la sociedad, o sea el dominio, y es capaz de dirigir (intelectual y moralmente) a propios y aliados, pueden aplicarse a bajar la inflación con menos riesgos que en otras situaciones de paridad o correlación equilibrada de fuerzas (como en la Argentina actual). En este último marco, si algún plan o programa antiinflacionario fracasa, las chances de cambiar el poder de manos nuevamente son altas. 

En cambio, en situaciones de hegemonía, el triunfo está bastante garantizado ya que los actores opositores se hallan aminorados, y por tanto sus intereses pierden fuerza de representación. El resultado es, además, un debilitamiento del conflicto distributivo. Si la hegemonía la tiene un gobierno popular, naturalmente el modelo distributivo del ingreso pasa a favorecer a trabajadores, desocupados y Pymes.

Cuando la polarización es lo que predomina (como en la Argentina actual), cambiar la distribución de la riqueza –como cualquier otro cambio significativo en las normas e instituciones– se torna más difícil.

La Grieta: un problema sin solución en la Argentina. Imágen: Anfibia

La derecha, que normalmente cuenta con el apoyo de medios y estructuras, si no obtiene la deseada hegemonía, también enfrenta dificultades para imponer cambios, pues toda permutación del statu quo que no cuente con amplio consenso, solo provoca una altísima conflictividad política y social. Ella a su vez, se refleja en la dinámica de la INFLACIÓN. 

Sin embargo, se debe considerar que ante coyunturas graves (hiperinflación, grandes movilizaciones opositoras, saqueos, etc.), el deseo de restablecer el ORDEN prevalece en las mayorías sociales, y este estado es propicio para que la sociedad en su conjunto, soporte medidas de ajuste y cambios, que pueden modificar sustantivamente la distribución del ingreso, todo en pro de un mejor (calmo) escenario.

El conflicto actual con “el Campo” [eufemismo por grandes terratenientes y pooles de siembra, asociados a corporaciones agroexportadoras mayormente extranjeras], es una suerte de reedición de la crisis por la Resolución 125 del 2008, dado que los beneficiarios rurales o exportadores, se niegan a participar las ganancias extraordinarias que obtienen por el ciclo alcista de los precios de las materias primas, dada la guerra y la mayor demanda de proteínas, carbohidratos y energía en el globo. En esta puja, la coalición del Frente de Todos no logra imponer su deseada distribución de ingresos y esfuerzos, por ello recrudece el proceso inflacionario.

CERRANDO EL CASO

Sin hegemonía, el sistema político parece adecuarse al ritmo pendular entre las alianzas mayoritarias de derecha y de centro-izquierda. Consolidándose así la polarización política. Pero, ¿existe realmente la posibilidad de un acuerdo entre los polos políticos para definir un modelo de distribución que conforme a todos los intereses en juego? ¿No es acaso esa divergente mirada sobre el reparto lo que da fundamento a la grieta?

Estamos demasiado cerca de un estallido económico-social, no por condiciones de la macroeconomía, pero sí de las tensiones sociopolíticas que se manifiestan a diario sobre esfuerzos y retribuciones, como para dejar que la misma crisis, una vez más, se transforme en la causa de una nueva hegemonía que reorganice la economía apuntando a un crecimiento integral y dominando al mismo tiempo, a los actores económicos que hasta desembozadamente operan para debilitar la MONEDA NACIONAL. Pero en el juego social, domina la teoría del CAOS, por lo que la deriva nunca se puede predecir con exactitud, y el resultado puede ser el opuesto.

La Argentina potencialmente es RICA, puede ofrecer en cantidad lo que el mundo demanda; proteínas, oleicos, carbohidratos, minerales, energía, creatividad, etc., además, sus cuantiosos capitales extranjerizados lo atestiguan. El PESO no merece otro destino sino de ser una moneda vigorosa, en cuanto opere el crecimiento (expansión económica proyectada), y las DEUDAS vayan menguando respecto a su Producto Interno, debería ser un hecho. 

La política en tanto, tiene que dar respuesta y DEFINIR el modelo de una vez por todas, que incluya una reforma institucional profunda, comenzando por el poder judicial, que impide las transformaciones democráticas y solo defienden a las minorías privilegiadas que alientan la INFLACIÓN, o lo que es lo mismo, la constante pérdida de poder adquisitivo de las mayorías.

Agosto de 2022